LITURGIA DE LA FAMLIA PAULINA

ÍNDICE

1. Conversión de san Pablo – 25 enero

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

-Lectura complementaria

 

2. La Anunciación del Señor – 25 marzo

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

-Lectura complementaria

 

3. Jesús Buen Pastor – Domingo IV Pascua

-Introducción

-Misa

-Misa votiva

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

-Oficio votivo

- Lecturas complementarias

 

4. María Reina de los Apóstoles – Sábado después de la Ascensión del Señor

-Introducción

-Misa

-Misa votiva

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lecturas complementarias

 

5. Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote – Jueves después de Pentecostés

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

 

6. Santos Pedro y Pablo – 29 junio

-Introducción

-Misa vespertina de la vigilia

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lecturas complementarias

 

7. San Pablo Apóstol – 30 junio

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

- Lecturas complementarias

 

8. María Madre del Buen Pastor – 3 septiembre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

- Lecturas complementarias

 

9. San Gregorio Magno – 4 septiembre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

 

10. Arcángeles – 29 septiembre

-Introducción

-Misa Arcángeles

-Misa San Gabriel Arcángel

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

 

11. Timoteo Giaccardo – 19 octubre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Vísperas

 

12. Jesús Divino Maestro – Último domingo de octubre

-Introducción

-Misa

-Misa votiva

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lecturas complementarias

 

13. Dedicación Iglesia Divino Maestro – 31 octubre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lectura complementaria


14. Dedicación Iglesia San Pablo – 25 noviembre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lectura complementaria


15. Santiago Alberione – 26 noviembre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-Vísperas

- Lectura complementaria


16. Dedicación Santuatio Basílica Reina de los Apóstoles – 29 noviembre

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lectura complementaria


17. Sagrada Familia – Domingo dentro de la octava de Navidad

-Introducción

-Misa

-Oficio de Lectura

-Laudes

-Tercia

-Sexta

-Nona

-I Vísperas

-II Vísperas

- Lectura complementaria

 

 

 

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LITURGIA DE LA FAMILIA PAULINA

1. Conversión de san Pablo – 25 enero

-Introducción

25 de enero

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

FIESTA

Pablo, seducido por Cristo

En el boletín “San Paolo” del 21 de enero de 1937, recogiendo un artículo del “Osservatore Romano”, el padre Alberione invitaba a celebrar el XIX centenario de la Conversión de San Pablo con estas motivaciones:

“Este centenario debe ser recordado de forma especial por la Sociedad de San Pablo y por las Hijas de San Pablo, para:

-Dar gracias al Apóstol, nuestro padre, maestro, modelo y doctor; todo se lo debemos a él;
-Conocer mejor al Apóstol en sus cartas, en su vida, en sus obras y en la liturgia;
-Imitarlo en las virtudes, especialmente santificando todo lo que nos lleva a una definitiva conversión: examen de conciencia, sacramento de la reconciliación, lucha interior para vencer al hombre viejo y permitir que viva Jesucristo;
-Rezarle para que se aleje definitivamente el pecado, todo pecado; para que todas las fuerzas y energías se orienten hacia el Señor con una entrega total, para que estas energías de la mente, la voluntad y el corazón se potencien, como en el caso de San Pablo, por la gracia extraordinaria que lo impulsaba a decir: “Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Flp 4, 13)” (CISP 84).

El núcleo profundo del acontecimiento de Damasco en la vida de Pablo fue Cristo. La fascinación que Pablo sigue ejerciendo sobre cualquiera que se acerque a él tienen en sus raíces este excepcional enamoramiento: él se considera conquistado, seducido por Cristo, absorbido por él: “He sido conquistado por Cristo” (Flp 3,12). “Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir” (Flp 1,21). “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). Para Pablo, el acontecimiento de Damasco no es una simple conversión de orden moral: “San Pablo, en la hora de Damasco había muerto a todo su pasado de culpa, de errores, de obstinación y fariseísmo, y a todo lo que lo encadenaba a la tierra: familia, tradiciones de su raza, porvenir terreno, proyectos de vida…” Es sobre todo, un cambio radical de rumbo: Cristo en el centro, todo de Cristo, todo por Cristo. “Abandonó toda pretensión, olvidó las exigencias… Llegó a ser indiferente a la alabanza y al reproche… Sin posesiones, sin apoyos humanos, sin vigor físico, sin nada propio que salvar, ni siquiera la vida, trabajará por todos siempre, hasta la muerte; a la que incluso desafía: “¿Dónde está, muerte, tu victoria?” (1Co 15,55). También ella es una ganancia: “Vita mutatur, non tollitur” (La vida no termina, se transforma)” (S. Alberione, Pablo Apóstol, 39).

La conversión de Pablo entra como un elemento cualificante en el carisma paulino, y, por tanto, en el espíritu paulino. En el famoso sueño o visión (AD 151-155), el Divino Maestro exhortaba al padre Alberione y a todos nosotros, sus hijos: “Poenitens cor tenete”. Que traducido literalmente se podría expresar así: “Mantened un corazón penitente”; “Vivid en continua conversión”; por lo que el vocablo conversión no indica sólo un compromiso moral (me esfuerzo por corregir los defectos y eliminar los pecados), sino el empeño en orientar con decisión nuestra vida hacia un punto focal, hacia un objeto de referencia: Cristo Jesús.

Somos paulinos sí, como Pablo, podemos afirmar que hemos sido conquistados, seducidos y absorbidos por Cristo; de modo que podamos decir: “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20)

 

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-Misa

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.
ELEMENTOS PROPIOS:


ANTÍFONA DE ENTRADA

2 Tm 1,12; 4,8
Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día, en que vendrá como juez justo, el encargo que me dio.
 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

—Tú que convertiste a Pablo de perseguidor en apóstol tuyo: Señor, ten piedad. R.
—Tú que lo llamaste para anunciar el evangelio a las gentes: Cristo, ten piedad. R.
—Tú que lo hiciste capaz de entregar por ti su vida: Señor, ten piedad. R.

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, Dios nuestro,
tú que has instruido a todos los pueblos
con la predicación del apóstol San Pablo,
concede a cantos celebramos su Conversión
caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo,
y ser ante el mundo testigos de tu verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Levántate, recibe el bautismo que, por la invocación del nombre de Jesús, lavará tus pecados.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
22, 3-16

En aquellos días, dijo Pablo al pueblo:
-“Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié en esta ciudad; fui alumno de Gamaliel y aprendí hasta el último detalle de la ley de nuestros padres; he servido a Dios con tanto fervor como vosotros mostráis ahora. Yo perseguí a muerte este nuevo camino, metiendo en la cárcel, encadenados, a hombres y mujeres; y son testigos de esto el mismo sumo sacerdote y el senado. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y fui allí para traerme presos a Jerusalén a los que encontrase para que los castigaran.
Pero en el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente, una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor, caí por tierra y oí una voz que me decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Yo pregunté: “¿Quién eres, Señor?”
Me respondió: “Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.”
Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía la voz.
Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”
El Señor me respondió: “Levántate, sigue hasta Damasco, y allí te dirán lo que tienes que hacer.”
Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de  la mano a Damasco.
Un cierto Ananías, devoto de la Ley, recomendado por todos los judíos de la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo: “Saulo, hermano, recobra la vista.”
Inmediatamente recobré la vista y lo vi.
Él me dijo: “El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, para que vieras al Justo y oyeras su voz, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres, de lo que has visto y oído. Ahora, no pierdas tiempo; levántate, recibe el bautismo que, por la invocación de su nombre, lavará tus pecados.”

Palabra de Dios
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O bien:
PRIMERA LECTURA

Señor, ¿qué quieres que haga?

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
9, 1-22

En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres. En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: -“Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”
Preguntó él: -“¿Quién eres, Señor?
Respondió la voz: -“Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que tienes que hacer.”
Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciegos, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: - “Ananías”.
Respondió él: -“Aquí estoy, Señor.”
El Señor le dijo: -“Ve a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.” 
Ananías contestó: -“Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.”
El Señor le dijo: -“Anda ve que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.”
Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: -“Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.”
Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas.
Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. Los oyentes quedaban pasmados y comentaban: -“¿No es éste el que se ensañaba en Jerusalén contra los que invocan ese nombre? Y, ¿no había venido aquí precisamente para llevárselos detenidos a los sumos sacerdotes?”
Pero pablo se crecía y tenía confundidos a los judíos de Damasco, demostrando que Jesús es el Mesías.

Palabra de Dios
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SALMO RESPONSORIAL

Sal 116, 1.2 (R.: Mc 16, 15)

R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. (O Aleluya.)

Alabad al señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.
   R.

Firme en su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
R.

 

ALELUYA

Cf. Jn. 15, 16

Yo os he elegido del mundo
para que vayáis y deis fruto
y vuestro fruto dure —dice el Señor—.

 

EVANGELIO

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

+ Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
16, 15-18

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: -“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.”

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la fiesta)

Hermanos: invocando la intercesión del apóstol san Pablo, con el deseo sincero de dejarnos convertir por la palabra de Dios, oremos por las necesidades de la Iglesia y del mundo. Oremos unidos, diciendo:

Danos, Padre, la fuerza de tu Espíritu.

—Por la santa Iglesia que crece, sufre y espera en todo el mundo: para que, fortalecida por el Espíritu Santo, dé testimonio del Señor Jesucristo, oremos.

—Por todos los pueblos de la tierra: para que la acción misteriosa del Espíritu suscite también hoy apóstoles que, como Pablo, lleven a toda lengua y a toda cultura el anuncio misionero del Evangelio, oremos.

—Por los que se obstinan en permanecer en el error y son causa de perdición: para que experimenten su camino de Damasco y reconozcan la fuerza salvadora del Señor resucitado, oremos.

—Por todos los bautizados: para que lleguen a ser artífices de la unidad que Jesús mismo pidió al Padre como señal para distinguir a sus discípulos, oremos.

—Por los miembros de la Familia Paulina: para que conscientes de «ser herederos y continuadores» de la obra de san Pablo, se esfuercen diariamente por mantener la mirada fija en Cristo Maestro, oremos.

—Por nosotros, reunidos en torno a la mesa del Señor: para que, comiendo del mismo pan y bebiendo del mismo cáliz, formemos un solo cuerpo y un solo espíritu, oremos.

Escucha, Padre, la voz del Espíritu que gime y da testimonio en tu Iglesia; y, por intercesión de san Pablo, concédenos trabajar siempre sirviendo al Evangelio por la unidad de tu pueblo. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al celebrar, Señor, este santo sacrificio,
haz que nos ilumine el Espíritu Santo
con la luz de la fe
que impulsó siempre al apóstol San Pablo
a la propagación de tu Evangelio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PREFACIO

Los Apóstoles, pastores del pueblo de Dios

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios Todopoderoso,
Pastor Eterno.
Porque no abandonas nunca a tu rebaño,
sino que por medio de los santos Apóstoles
lo proteges y conservas,
y quieres que tenga siempre por guía
la palabra de aquellos mismos pastores
a quienes tu Hijo dio la misión
de anunciar el Evangelio.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Ga 2,20
Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

O bien:
Mc 16, 15

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, Dios nuestro,
que los sacramentos que hemos recibido
nos enciendan en el fuego de amor
que abrasaba el corazón de San Pablo
y le impulsaba al servicio de todas las Iglesias.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

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-Oficio de Lectura

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

2. HIMNO

Si derribado caíste,
fue para elevarte más.
De hoy por siempre seguirás
al Cristo que perseguiste.
Ruega por mí, ciego y triste,
que Saulo de errores fui.
Si en pecado me hundí,
pueda seguirte en tu vuelo.
Desde el fulgor de tu cielo,
san Pablo, ruega por mí.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos, Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. «¿Quién eres, Señor?» «Soy Jesús, a quien tú persigues. Peor para ti si das coces contra el pincho.»

Salmo 18 A

Alabanza al Dios creador del universo

Nos visitará el sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1, 78. 79)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. «¿Quién eres, Señor?» «Soy Jesús, a quien tú persigues. Peor para ti si das coces contra el pincho.»

 

Ant. 2. Ananías, ve y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando; es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas.

Salmo 63

Súplica contra los enemigos

Este salmo se aplica especialmente a la pasión del Señor (S. Agustín)

Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme dela conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Ananías, ve y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando; es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas.

 

Ant. 3. Pablo se puso a predicar en las sinagogas, demostrando que Jesús es el Mesías.

Salmo 96

Gloria del Señor, rey de justicia

Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos (S. Atanasio)

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por sus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Pablo se puso a predicar en las sinagogas, demostrando que Jesús es el Mesías.

 

4. VERSÍCULO

V. El Señor es compasivo y misericordioso.
R. Lento a la ira y rico en clemencia.

 

5. LECTURAS

Primera lectura

De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas

1, 11-24

Reveló a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.

Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.

Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.

Fui después a Siria y a Cilicia. Las iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente; sólo habían oído decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba destruir, y alababan a Dios por causa mía.

Responsorio
Ga 1, 11-12; 2 Co 11, 10. 7

V. El Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
R. El Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

V. Por la verdad de Cristo que poseo, os anuncié de balde el Evangelio de Dios.
R. Yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

 

Segunda lectura

De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo

(Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50, 477-480)

Pablo lo sufrió todo por amor a Cristo

Qué es el hombre, cuán grande su nobleza y cuánta su capacidad de virtud lo podemos colegir sobre todo de la persona de Pablo. Cada mañana se levantaba con una mayor elevación y fervor de espíritu y, frente a los peligros que lo acechaban, era cada vez mayor su empuje, como lo atestiguan sus propias palabras: Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante; y, al presentir la inminencia de su muerte, invitaba a los demás a compartir su gozo, diciendo: Estad alegres y asociaos a mi alegría; y, al pensar en sus peligros y oprobios, se alegra también y dice, escribiendo a los corintios: Vivo contento en medio  de mis debilidades, de los insultos y de las persecuciones; incluso llama a estas cosas armas de justicia, significando con ello que le sirven de gran provecho.

Y así, en medio de las asechanzas de sus enemigos, habla en tono triunfal de las victorias alcanzadas sobre los ataques de sus perseguidores y, habiendo sufrido en todas partes azotes, injurias y maldiciones, como quien vuelve victorioso de la batalla, colmado de trofeos, da gracias a Dios, diciendo: Doy gracias a Dios que siempre nos asocia a la victoria de Cristo.

Imbuido de estos sentimientos, se lanza a las contradicciones e injurias, que le acarreaba su predicación, con un ardor superior al que nosotros empleamos en la consecución de los honores, deseando la muerte más de lo que nosotros deseamos la vida, la pobreza más que nosotros la riqueza, y el trabajo mucho más que otros apetecen el descanso que lo sigue. La única cosa que él temía era ofender a Dios; lo demás le tenía sin cuidado. Por esto mismo, lo único que él deseaba era agradar siempre a Dios.

Y lo que era para él lo más importante de todo, gozaba del amor de Cristo; con esto se consideraba el más dichoso de todos, sin esto le era indiferente asociarse a los poderosos y a los príncipes; prefería ser, con este amor, el último de todos, incluso del número de los condenados, que formar parte, sin él, de los más encumbrados y honorables. Para él, el tormento más grande y extraordinario era el verse privado de este amor: para él, su privación significaba el infierno, el único sufrimiento, el único sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable.

Gozar del amor de Cristo representaba para él la vida, el mundo, la compañía de los ángeles, los bienes presentes y futuros, el reino, las promesas, el conjunto de todo bien; sin este amor, nada catalogaba como triste o alegre. Las cosas de este mundo no las consideraba, en sí mismas, ni duras ni suaves.

Las realidades presentes las despreciaba como hierba ya podrida. A los mismos gobernantes y al pueblo enfurecido contra él les daba el mismo valor que un insignificante mosquito. Consideraba como un juego de niños la muerte y la más variada clase de tormentos y suplicios, con tal de poder sufrir algo por Cristo.

Responsorio
1 Tm 1, 13-14; 1 Co 15, 9

V. Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.
R. Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

V. Yo no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
R. El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

2. HIMNO

¿Cómo has logrado, Señor,
ese cambio nunca visto:
de Saulo, el perseguidor,
en Pablo, heraldo de Cristo?

Pablo muele en su molino
el antiguo Testamento,
Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.

Siempre la Iglesia recibe,
como un eco del Señor,
las cartas que Pablo escribe,
dictadas por el amor.

Infatigable viajero,
recorres la tierra entera,
apóstol y misionero
hasta el fin de tu carrera.

Como una flecha bruñida,
vas a la meta, de suerte
que sólo Cristo es tu vida,
y una ganancia la muerte.

Descúbrenos la victoria
de Jesús crucificado,
para compartir la gloria
del Señor resucitado. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Salmo     62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.


Ant. 2: Te basta mi gracia, Pablo; la fuerza se realiza en la debilidad.

Cántico     Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.


No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Te basta mi gracia, Pablo; la fuerza se realiza en la debilidad.


Ant. 3: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

 

4. LECTURA BREVE

Hch 26, 16b-18

Me he aparecido a ti precisamente para elegirte como servidor, como testigo de que me has visto ahora y de lo que te revele en adelante. Te salvaré de tu pueblo y de los gentiles, a quienes te envío para que les abras los ojos, y se vuelvan de las tinieblas a la luz y del dominio de Satanás a Dios; para que, creyendo en mí, obtengan el perdón de los pecados y parte en la herencia de los consagrados.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.
R. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.

V. Anunciador de la verdad por el mundo entero.
R. Apóstol san Pablo.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Celebremos la conversión del apóstol san Pablo, que de perseguidor pasó a ser instrumento elegido.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Celebremos la conversión del apóstol san Pablo, que de perseguidor pasó a ser instrumento elegido.

 

7. PRECES

Queridos hermanos, habiendo recibido de los apóstoles la herencia de los elegidos, demos gracias a nuestro Padre por todos sus dones, diciendo:

El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por la mesa de tu cuerpo y de tu sangre, que nos transmitieron los apóstoles,
—con la cual nos alimentamos y vivimos:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por la mesa de tu palabra, que nos transmitieron los apóstoles,
—con la cual se nos comunica la luz y el gozo:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por tu Iglesia santa, edificada sobre el fundamento de los apóstoles,
—por la cual nos integramos en la unidad:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Por la purificación del bautismo y de la penitencia, confiada a los apóstoles,
—con la cual quedamos limpios de todos los pecados:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Se pueden añadir intenciones libres.

Ahora, confirmemos nuestras alabanzas y peticiones diciendo la oración del Señor:
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

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-Tercia

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.

 

2. SALMODIA

Los salmos, se toman de la feria correspondiente. Aquí reproducimos la salmodia propia para solemnidades.

Ant.: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 1, 12-13a

Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí.

V. Estad alegres, dice el Señor.
R. Porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

 

4. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.

 

2. SALMODIA

Los salmos, se toman de la feria correspondiente. Aquí reproducimos la salmodia propia para solemnidades.

Ant.: En el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo envolvió a Saulo con su resplandor.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: En el viaje, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo envolvió a Saulo con su resplandor.

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 1, 14-15

El Señor derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero.

V. Señor, tú eres mi lámpara.
R. Dios mío, tú alumbras las tinieblas.

 

4. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.

 

2. SALMODIA

Los salmos, se toman de la feria correspondiente. Aquí reproducimos la salmodia propia para solemnidades.

Ant.: Dijo el Señor a Saulo: “Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.”

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dijo el Señor a Saulo: “Yo soy Jesús Nazareno, a quien tú persigues.”

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 1, 16

Dios se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara a Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna.

V. Daré gloria a tu nombre por siempre, Señor.
R. Por tu gran piedad para conmigo.

 

4. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Con presunción de bélico soldado,
galán y feroz Pablo atrevido,
que, si ahora en la cuenta no ha caído,
caerá muy presto del primer estado.

¿A dónde Pablo, de soberbia armado,
para quedar con una voz vencido?
Seguid las letras, ¿dónde vais perdido?,
que habéis de ser doctor del mayor grado.

Aunque valor vuestra persona encierra,
no es bien que nadie contra Dios presuma,
que dará con los ojos por la tierra.

La Iglesia espera vuestra docta suma;
mirad que no sois vos para la guerra;
dejad las armas, y tomad la pluma.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Salmo 115
Acción de gracias en el templo
Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

 

Ant. 2. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.

Salmo 125
Dios, alegría y esperanza nuestra
Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes de Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.

 

Ant. 3. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Cántico Ef 1, 3-10
El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

 

3. LECTURA BREVE

1 Co 15, 9-10

Yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Te alabaré, Señor, de todo corazón.
R. Te alabaré, Señor, de todo corazón.

V. Daré gloria a tu nombre entre los gentiles.
R. De todo corazón.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te alabaré, Señor, de todo corazón.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

Cántico de la Santísima Virgen María    

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

 

6. PRECES

Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre Santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
—haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
—haz que el Evangelio sea proclamado a toda la creación.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
—danos también a nosotros sembrar tu semilla con nuestro trabajo, para que, alegres, demos fruto con nuestra perseverancia.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
—haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo,
—admite a los difuntos en tu reino de felicidad.

Concluyamos nuestras preces con la oración dominical,
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Lectura complementaria

LA  CONVERSIÓN DEL  APÓSTOL  SAN  PABLO

De los escritos del beato Santiago Alberione,  presbítero

(Unione Cooperatori Buona Stampa, A.  7, núm. 8 – 15  de junio de  1925 -  Primavera Paolina,  530-532)

Vivir  en  Jesucristo

Esta frase de san Pablo posee toda la intensidad del alma inundada de amor del apóstol.

San Bernardo dice: “Si tú escribes,  tu escrito no me da sentido, si yo no leo ahí el nombre de Jesús;  si tú hablas, o piensas, o predicas,  tus palabras no me dan sentido, si yo no percibo en ellas el nombre de Jesús.”

San Pablo tenía todo el corazón, toda el alma, toda la mente completamente llenos de Jesucristo: amaba a Jesucristo, pensaba en Jesucristo, escribía sobre Jesucristo, vivía de Jesucristo: Para mí vivir es Jesucristo.  Más de trescientas veces escribe en sus cartas, con infinita devoción, con unción inefable, el nombre de Jesucristo.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.  Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento  culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Y él, san Pablo,  ministro de la divina providencia,  para injertar a los gentiles  en Jesucristo, lo imitaba de tal forma que todo se transformaba en él.  El Espíritu Santo da fe de ello cuando lo mueve a escribir a sus hijos espirituales, repitiendo por tres veces: Ya saben  cómo tienen que imitar mi ejemplo. Sigan mi ejemplo y fíjense  en los que andan según el modelo que tienen en mí.

Y efectivamente, san Pablo habla siempre bajo la inspiración del Espíritu Santo: He sido conquistado por Jesucristo y vivo yo, pero ya no soy yo,  es Jesucristo quien vive en mí;  y soy para Dios fragancia de Jesucristo y cumplo en mi cuerpo lo que falta a la pasión de Jesucristo;  y estoy crucificado con Jesucristo en la cruz; y Jesucristo será glorificado en mi cuerpo.  Y admiremos conmovidos su frase predilecta: en Jesucristo: vive en Jesucristo, está contento en Jesucristo, sufre en Jesucristo, camina en Jesucristo, se gloría en Jesucristo, es innoble en Jesucristo, es tonto en Jesucristo, es sabio en Jesucristo, es padre en Jesucristo, es hermano en Jesucristo, es maestro en Jesucristo, ama en Jesucristo, ordena en Jesucristo, exhorta en Jesucristo, morirá en Jesucristo.  Jesucristo lo es todo, y en todas las cosas está Jesucristo.  Por eso su deseo, su trabajo, su ansia era lograr que nosotros imitáramos a Jesucristo, para formar a Jesucristo en nosotros: Hijitos, escribe,  a quienes yo engendro constantemente entre dolores de parto hasta que Jesucristo se forme en ustedes.

¿No saben que Jesús vive en nosotros? ; ¿que por medio de la fe  Jesucristo habita en nuestro corazón?  Ustedes han aprendido a Jesucristo, ustedes tienen vida a partir de Jesucristo; son el cuerpo de Jesucristo, y sus cuerpos son los miembros de Jesucristo; crezcan en él que es la cabeza y en cada una de las partes, vístanse de Jesucristo;  sean cartas de Jesucristo, piensen las cosas de Jesucristo, busquen las realidades del cielo donde está Cristo, gusten las cosas de arriba de donde esperamos al salvador Jesucristo ; tengan el sentido de Jesucristo, y sea abundante en ustedes este sentido;  tengan en ustedes los sentimientos de Jesucristo, que se rebajó, se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.   La vida de Jesucristo se manifieste en su estilo de vida, y su vida esté escondida en Dios con la vida de Jesucristo, y cuando Jesucristo, su vida, aparezca, aparecerán también ustedes con él en la gloria. No sean egoístas, porque Jesucristo no se agradó así mismo;  acójanse  los unos a los otros, como Jesucristo los ha acogido a ustedes;  caminen en el amor como Jesucristo los ha amado…

, los que son de Jesucristo crucifican su carne con los vicios y concupiscencias;  los que piadosamente quieren vivir en Jesucristo padecerán  persecuciones;  pero,  si sufrimos con él seremos glorificados con él, reinaremos con él, seremos coherederos con él… y los que viven en Jesucristo resucitarán en primer lugar.

Ustedes son de Jesucristo, y la paz de Jesucristo penetre en sus corazones.

 

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2. La Anunciación del Señor – 25 marzo

-Introducción

25 de marzo

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Titular del Instituto Nuestra Señora de la Anunciación

SOLEMNIDAD

El «sí» de Cristo y el «sí» de María

Esta solemnidad recuerda el anuncio del arcángel Gabriel a la Santísima Virgen: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo ... Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” (Lc. 1, 28.31).

El consentimiento de María, que precedió a la encarnación de la Palabra de Dios, tiene una enorme importancia en la Historia de la salvación; efectivamente, todo nos viene de la encarnación de la Palabra. Por eso la liturgia hace memoria solemne de este misterio de nuestra salvación, que fue posible gracias a la perfecta disponibilidad de María: “Hágase en mí según tu palabra” (L 1,38).

El padre Alberione, gran devoto de María, vivió y sintió siempre la importancia de esta solemnidad, introducida en la espiritualidad paulina en relación con el magisterio de María, que da a Cristo al hombre y orienta al hombre hacia Cristo.

En una oración, fechada el 22 de abril de 1958, exalta la fe de María, da gracias por el misterio de la encarnación y pide para sí mismo y para sus hijos la virtud de la fe. Merece la pena reproducirla, pues ilustra bien el significado de la solemnidad. “María, que te feliciten todas las generaciones. Tú creíste el anuncio del arcángel Gabriel y en ti se realizaron las maravillas que él te había anunciado. Te alabo con todo mi ser. Creíste en la encarnación del Hijo de Dios en tu seno virginal, y llegaste a ser la Madre de Dios. Gracias a tu “sí” la Palabra se hizo carne y vivió entre los hombres. Amaneció entonces el día más dichoso de la historia humana. Por ti recibieron los hombres al Maestro Divino, al sumo y eterno Sacerdote, a la víctima de propiciación, al Rey del universo.

Bendito sea el Señor que quiso dárnoslo todo por medio de ti. La fe es don de Dios y raíz de todo bien.

Concédenos, María, una fe viva, firme y dinámica: la fe que salva y santifica; fe en la Iglesia, en el Evangelio y en la vida eterna. Que aprendamos a meditar las palabras de tu Hijo bendito como tú las meditabas y conservabas fielmente en tu corazón. Que se anuncie el Evangelio a todos los hombres y con todos los medios. Que todos lo acojan con docilidad. Que todos lleguen a ser hijos de Dios. Amén.”

Hacia finales de 1958, el padre Alberione dio comienzo al Instituto “Virgen de la Anunciación”, que fue aprobado por la Iglesia el 8 de abril de 1960.

En su diario íntimo el padre Alberione escribió esta nota, sin fecha, pero que se remonta a los primeros meses de 1958; “A María, Madre, Maestra y Reina. Yo, indigno hijo tuyo, acepto de corazón la voluntad de tu Jesús: completar la Familia Paulina. Daré comienzo a tres Institutos: Jesús Sacerdote, Virgen de la Anunciación y San Gabriel Arcángel. Serán almas que arden de amor a Dios y que transforman toda su vida en apostolado” (Pío XII, Provida Mater Ecclesia)” (Don Alberione íntimo, 37).

Con fecha del 21 de marzo de 1959, el padre Alberione había escrito una tarjetita de felicitación a cada una de las Anunciatinas para indicarles el modo de celebrar su fiesta, sugiriéndoles, entre otras cosas, la “renovación del deseo y el propósito de la consagración a Dios”.

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

 

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-Misa

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Hb 10, 5.7

Cuando el Señor entró en el mundo dijo: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad. (T.P. Aleluya.)

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la solemnidad)

Opcional:

—Tú que te hiciste semejante a nosotros, excepto en el pecado: Señor, ten piedad. R.

—Tú que al entrar en el mundo te ofreciste por nosotros: Cristo, ten piedad. R.

—Tú, el fruto bendito del vientre de María: Señor, ten piedad. R.

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú has querido que la Palabra
se encarnase en el seno de la Virgen María;
concédenos, en tu bondad,
que cuantos confesamos a Nuestro Redentor,
como Dios y como hombre verdadero,
lleguemos a hacernos semejantes a Él
en su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Mirad: la virgen esta encinta y da a luz un hijo

Lectura del libro de Isaías                                                               
7, 10-14; 8, 10

En aquel tiempo, el Señor habló a Acaz: —“Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.”
Respondió Acaz: —“No la pido, no quiero tentar al Señor.”
Entonces dijo Dios: —«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa: “Dios-con-nosotros”.»

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 39, 7-8a.8b-9.10.11 (R.:8a y 9a)

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tu no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.»
R.

«—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
  R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes.
R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad,
ante la gran asamblea.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”

Lectura de la carta a los Hebreos
10, 4-10

Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, cando Cristo entró en el mundo dijo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces, yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.”
Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias”, que se ofrecen según la Ley. Después añade: “Aquí estoy yo, para hacer tu voluntad.”
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Palabra de Dios

 

ALELUYA Y VERSÍCULO ANTES DEL EVANGELIO

Lc 1, 28.38
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Aquí está la esclava del Señor.

O bien:
Jn 1, 14 ab

La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria.

 

EVANGELIO

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas
1, 26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: —“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo: —“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”
Y María dijo al ángel: —“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”
El ángel le contestó: —“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.”
María contestó: —“Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.”
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

Se dice el CREDO. A las palabras: Y por obra del Espíritu Santo…, todos se arrodillan.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la solemnidad)

María es arca de la nueva y eterna Alianza; en ella se realiza, por obra del Espíritu Santo, el misterio de la encarnación para la salvación del mundo. En comunión de fe y de esperanza con la Virgen María, dirijamos al Padre nuestra oración. Digamos:

Hágase en nosotros tu voluntad, Señor.

—Para que toda la Iglesia acoja dócilmente el anuncio del ángel, con toda su carga de novedad y de gracia, oremos.

—Para que, a ejemplo de Cristo, siervo obediente, y de María, la esclava fiel, sepamos adherirnos con amor a la voluntad del Padre y ponerla en el centro de nuestras opciones de vida, oremos.

—Para que en el desierto de la incredulidad y la dureza de corazón florezcan obras de justicia y de paz,  oremos.

—Para que en Cristo, nuevo Adán, y en María, nueva Eva, sea reconocida la imagen verdadera de la persona humana, salida de las manos del divino artista con el soplo creador del Espíritu santo, oremos.

—Para que la sabiduría del Evangelio inspire siempre a la humanidad que programa, sufre y espera, y oriente en el camino hacia el Señor que viene, oremos.

—Por las hermanas del Instituto Paulino Nuestra Señora de la Anunciación, para que, como  María, se nutran diariamente de la Palabra y con solicitud amorosa comuniquen a los hombres las maravillas de la salvación, oremos.

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Dígnate, Señor, aceptar los dones de tu Iglesia;
y pues reconoce que tenido su origen
en la encarnación de tu Unigénito,
llénala del don de tu alegría
al celebrar este sagrado misterio.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La encarnación de la Palabra en el seno de la Virgen.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
Por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen creyó el anuncio del ángel:
que Cristo, por obra del Espíritu Santo,
iba a hacerse hombre por salvar a los hombres:
y lo llevó en sus purísimas entrañas con amor.
Así, Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel
y colmó de manera insospechada
la esperanza de los otros pueblos.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno
y nosotros nos unimos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Is 7, 14

Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros. (T.P. Aleluya.)

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Confirma, Señor, en nosotros la verdadera fe,
mediante los sacramentos que hemos recibido;
para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen,
como Dios y como hombre verdadero,
podamos llegar a las alegrías del reino
por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, que en su providencia amorosa
quiso salvar al género humano
por el fruto bendito del seno de la Virgen María,
los colme de sus bendiciones.

R. Amén

Que los acompañe siempre la protección de la Virgen,
por quien han recibido al Autor de la vida.

R. Amén

Y a todos ustedes,
reunidos hoy para celebrar con devoción
la solemnidad de la Anunciación,
el Señor les conceda la alegría del Espíritu
y los bienes de su reino.

R. Amén

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén

 

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-Oficio de Lectura

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a la Palabra que se hizo carne. (T.P. Aleluya)

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a la Palabra que se hizo carne. (T.P. Aleluya)

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

¡Oh virginal doncella,
de tu nombre purísimo, María,
cuando la blanca estrella
renace con el día,
las aves cantarán la letanía!

El álamo frondoso,
la yerba humilde donde el agua suena
y el vuelo rumoroso
de la rubia colmena
canten tu suavidad de gracia llena.

Que está mi voz colmada
de inútil soledad y el canto ignora;
a tu dulce mirada,
piadosa en mí, Señora,
deba mi cruz ligera y redentora. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. (T.P. Aleluya)

Salmo 2         

El Mesías, rey vencedor       

Se aliaron contra tu santo siervo Jesús, tu Ungido (Hch 4,27)                                              

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?         

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»   

El que habita en él sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los  espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido  a mi rey
en Sion, mi monte santo.» 

Voy a proclamar el decreto del Señor,
él me  ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en  herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando,
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén.    
     

Ant. 1. Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. (T.P. Aleluya)

Ant. 2. Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Me has preparado un cuerpo; aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.» (T.P. Aleluya)

Salmo 18 A

Alabanza al Dios creador del universo

Nos visitará el sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1, 78. 79)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Me has preparado un cuerpo; aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.» (T.P. Aleluya)

Ant. 3: En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. (T. P. Aleluya.)

Salmo 44

Las nupcias del Rey

¡Que llega el Esposo, salid a recibirlo! (Mt 25, 6)

Me brota del corazón un poema bella,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.

Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.

Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.

Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.

Tu trono, oh Dios, permanece para siempre,
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo
entre todos tus compañeros.

A mirra áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.

Escucha hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

“A cambio de tus padres, tendrá hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.”

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3: En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. (T. P. Aleluya.)

 

4. VERSÍCULO

V. La Palabra se hizo carne. (T. P. Aleluya.)
R. Y Acampó entre nosotros. (T. P. Aleluya.)

 

5. LECTURAS

Primera lectura

Del primer libro de las Crónicas

17, 1-15

Vaticinio sobre el hijo de David

En aquellos días, cuando David se estableció en su casa, le dijo al profeta Natán: “Mira, yo estoy viviendo en una casa de cedro, y el arca de la alianza del Señor está debajo de unos toldos.” Natán respondió: “Anda, haz lo que tienes pensado, que Dios está contigo.”

Pero aquella noche recibió Natán esta palabra de Dios: “Ve a decir a mi siervo David: ‘Así dice el Señor: No serás tú quien me construya la casa de para habitar. Desde el día en que liberé a Israel hasta hoy no he habitado en una casa, sino que he ido de tienda en tienda y de santuario en santuario. Y en todo el tiempo que viajé de aquí para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé gobernar a mi pueblo, que me construyese una casa de cedro?’

Pues bien, di esto a mi siervo David: ‘Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar con las ovejas, para ser jefe de mi pueblo, Israel. Yo he estado contigo en todas tus empresas; he aniquilado a todos tus enemigos. Te haré famoso, como a los más famosos de la tierra; daré una tierra a mi pueblo, Israel, lo plantaré para que viva en ella sin sobresaltos, sin que vuelvan a abusar de él los malvados como antaño, cuando nombré jueces en mi pueblo, Israel, y humillé a todos sus enemigos; además, te comunico que el Señor te dará una dinastía.

Y cuando llegue el momento de irte con tus padres, estableceré después de ti un descendiente tuyo, a uno de tus hijos, y consolidaré su reino. Él me edificará un templo, y yo consolidaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, él será para mí un hijo; y no le retiraré mi lealtad, como se la retiré a su predecesor. Lo establecerá para siempre en mi casa y en mi reino, y su trono permanecerá eternamente’.”

Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.

Responsorio

Cf. Lc 1, 26. 27. 30. 31. 32

V. El ángel Gabriel fue enviado a la Virgen María, desposada con José, para anunciarle el mensaje; y la Virgen se asustó del resplandor. No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz, y se llamará Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)
R. El ángel Gabriel fue enviado a la Virgen María, desposada con José, para anunciarle el mensaje; y la Virgen se asustó del resplandor. No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz, y se llamará Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Concebirás y darás a luz, y se llamará Hijo del Altísimo.(T. P. Aleluya.)

 

Segunda lectura

De las cartas de san León Magno, papa

(Carta 28, a Flaviano, 3-4: PL 54, 763-767)

El misterio de nuestra reconciliación

La majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, pudo ser a la vez mortal e inmortal, por la conjunción en él de esta doble condición.

El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana. Y, al decir nuestra esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y que él asume para restaurarla.

Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el maligno, pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza asumida por el Salvador. Él, en efecto, aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados.

Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo —por el cual, él, que era invisible, se hizo visible, y él, que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los mortales— fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre es el mismo que se hace él mismo hombre, tomando condición de esclavo.

Y, así el Hijo de Dios hace su entrada en la bajeza de este mundo, bajando desde el trono celestial, sin dejar la gloria que tiene junto al Padre, siendo engendrado en un nuevo orden de cosas.

En un nuevo orden de cosas, porque el que era invisible por su naturaleza se hace visible a la nuestra, el que era inaccesible a nuestra mente quiso hacerse accesible, el que existía antes del tiempo, empezó a existir en el tiempo, el Señor de todo el universo, velando la inmensidad de su majestad, asume la condición de esclavo, el Dios impasible en inmortal se digna hacerse hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte.

El mismo que es Dios verdadero es también hombre verdadero, y en él, con toda verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.

Ni Dios sufre cambio alguno con esta dignación de su piedad, ni el hombre queda destruido al ser elevado a esta dignidad. Cada una de las dos naturalezas realiza sus actos propios en comunión con la otra, a saber, la Palabra realiza lo que es propio de la Palabra, y la carne lo que es propio de la carne.

En cuanto que es la Palabra, brilla por sus milagros; en cuanto que es carne, sucumbe a las injurias. Y así como la Palabra retiene su gloria igual al Padre, así también su carne conserva la naturaleza propia de nuestra raza.

La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre. Es Dios, porque en el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios; es hombre, porque la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Responsorio

Cf. Lc 1, 31. 42

V. Recibe, Virgen María, la palabra del Señor, que te ha sido comunicada por el ángel: Concebirás y darás a luz al que es Dios y hombre juntamente. Por eso te llamarán bendita entre las mujeres. (T. P. Aleluya.)
R. Recibe, Virgen María, la palabra del Señor, que te ha sido comunicada por el ángel: Concebirás y darás a luz al que es Dios y hombre juntamente. Por eso te llamarán bendita entre las mujeres. (T. P. Aleluya.)

V. Darás a luz un hijo, sin detrimento de tu virginidad; quedarás grávida y serás madre, permaneciendo intacta.
R. Por eso te llamarán bendita entre las mujeres. (T. P. Aleluya.)

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a la Palabra que se hizo carne. (T. P. Aleluya.)

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a la Palabra que se hizo carne. (T. P. Aleluya.)

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


 

2. HIMNO

¡Oh virginal doncella,
de tu nombre purísimo, María,
cuando la blanca estrella
renace con el día,
las aves cantarán la letanía!

Cumpliendo la promesa
resplandeció tu integridad suave,
y todo el cielo pesa,
con indulgencia grave,
sobre la fiel salutación del «Ave».

Si en tu virtud sencilla
la Trinidad perfecta se gozaba,
hincando la rodilla
el arcángel mostraba
la gracia del Amor que le enviaba.

Tú, Virgen florecida,
diste el milagro de tu aroma al viento,
y el aura agradecida
que recogió tu acento
vistió de alegre luz el aposento.

Sube el arcángel alto
restaurando la paz amanecida,
y al tierno sobresalto
de su alada subida
te llamarán los siglos escogida. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José. (T. P. Aleluya.)

Salmo     62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: El ángel Gabriel fue enviado a María Virgen, desposada con José. (T. P. Aleluya.)


Ant. 2: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. (T. P. Aleluya.)

Cántico     Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. (T. P. Aleluya.)


Ant. 3: La Virgen concibió por la palabra, virgen permaneció, virgen dio a luz al Salvador. (T. P. Aleluya.)


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: La Virgen concibió por la palabra, virgen permaneció, virgen dio a luz al Salvador. (T. P. Aleluya.)

 

4. LECTURA BREVE

Flp 2, 6-7

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos y actuando como un hombre cualquiera.

 

5. RESPONSORIO BREVE

Tiempo de Cuaresma:

V. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo.
R. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo.

V. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo.

Tiempo pascual:

V. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo. Aleluya, aleluya.
R. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo. Aleluya, aleluya.

V. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.
R. El Señor está contigo. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor está contigo. Aleluya, aleluya.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Dios, por el gran amor con que nos amó, envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra. (T. P. Aleluya.)

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Dios, por el gran amor con que nos amó, envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra. (T. P. Aleluya.)

 

7. PRECES

Los que celebramos hoy el principio de nuestra salvación en la Anunciación del Señor, oremos jubilosos:

Interceda por nosotros la santa Madre de Dios.

Como la Virgen María recibió con gozo el anuncio del ángel,
—haz, oh Dios, que nosotros recibamos de buen grado a nuestro Salvador.

Tú que miraste la humillación de tu esclava,
—acuérdate y compadécete, Padre misericordioso, de todos nosotros.

De igual modo que la nueva Eva se sometió a tu Palabra divina,
—así se haga en nosotros según tu voluntad.

Que santa María socorra a los pobres, ayude a los débiles, consuele a los tristes,
—ruegue por el pueblo, interceda por el clero y por las vírgenes consagradas al Señor.

Se pueden añadir intenciones libres.

Y ahora, digamos todos juntos la oración que Cristo, el Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro

 

8. ORACIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

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-Tercia

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Del tronco de Jesé ha brotado la Virgen María, en cuyo tálamo ha entrado el Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Del tronco de Jesé ha brotado la Virgen María, en cuyo tálamo ha entrado el Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Del tronco de Jesé ha brotado la Virgen María, en cuyo tálamo ha entrado el Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Del tronco de Jesé ha brotado la Virgen María, en cuyo tálamo ha entrado el Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

 

3. LECTURA BREVE

Ef 1, 9b-10
Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

V. El ángel del Señor anunció a María. (T. P. Aleluya.)
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

 

4. ORACIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya


1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (T. P. Aleluya.)

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (T. P. Aleluya.)

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (T. P. Aleluya.)

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Mirad: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. (T. P. Aleluya.)

 

3. LECTURA BREVE

1 Jn 4, 10

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

V. Aquí está la esclava del Señor. (T. P. Aleluya.)
R. Hágase en mí según tu palabra. (T. P. Aleluya.)

 

4. ORACIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Se mostrará grande hasta los confines de la tierra; y éste será nuestra paz. (T. P. Aleluya.)

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Se mostrará grande hasta los confines de la tierra; y éste será nuestra paz. (T. P. Aleluya.)

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Se mostrará grande hasta los confines de la tierra; y éste será nuestra paz. (T. P. Aleluya.)

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Se mostrará grande hasta los confines de la tierra; y éste será nuestra paz. (T. P. Aleluya.)

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 2, 5-6a

Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos.

V. La Palabra se hizo carne. (T. P. Aleluya.)
R. Y acampó entre nosotros. (T. P. Aleluya.)

 

4. ORACIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

-------------------------------------------------------------

-I Vísperas

(Primeras Vísperas)

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Dios te salve, Anunciación,
morena de maravilla,
tendrás un Hijo más bello
que los tallos de la brisa.

Mensaje de Dios te traigo.
Él te saluda, María,
pues Dios se prendó de ti,
y Dios es Dios de la alegría.

Llena de gracia te llamo
porque la gracia te llena;
si más te pudiera dar,
mucha más gracia te diera.

El Señor está contigo,
aún más que tú estás con Dios;
tu carne ya no es tu carne,
tu sangre ya es para dos.

Y bendita vas a ser
entre todas las mujeres,
pues, si eres madre de todos,
¿quién podría no quererte?

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el Espíritu del Señor. (T. P. Aleluya.)

Salmo 112

Alabado sea el nombre del Señor

Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¡Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el Espíritu del Señor. (T. P. Aleluya.)

Ant. 2: El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará para siempre. (T. P. Aleluya.)

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2: El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará para siempre. (T. P. Aleluya.)

Ant. 3. El que era la Palabra substancial del Padre, engendrado antes del tiempo, hoy se ha despojado de su rango haciéndose carne por nosotros. (T. P. Aleluya.)

Cántico Flp 2, 6-11

Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. El que era la Palabra substancial del Padre, engendrado antes del tiempo, hoy se ha despojado de su rango haciéndose carne por nosotros. (T. P. Aleluya.)

 

3. LECTURA BREVE

1 Jn 1, 1-2

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó.

 

4. RESPONSORIO BREVE

Tiempo de Cuaresma:

V. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob.
R. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob.

V. La Virgen ha dado a luz al Salvador.
R. Ha salido una estrella de la casa de Jacob.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob.

Tiempo pascual:

V. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob. Aleluya, aleluya.
R. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob. Aleluya, aleluya.

V. La Virgen ha dado a luz al Salvador.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob. Aleluya, aleluya.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Espíritu Santo vendrá sobre sobre ti, María, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.  (T. P. Aleluya.)

Cántico de la Santísima Virgen María    

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Espíritu Santo vendrá sobre sobre ti, María, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra.  (T. P. Aleluya.)

 

6. PRECES

Oremos con confianza el eterno Padre, que, por medio del ángel, anunció hoy a María nuestra salvación, y digámosle:

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros.

Tú que elegiste a la Virgen María para ser madre de tu Hijo,
—ten piedad de todos los que esperan su redención.

Tú que por boca de Gabriel anunciaste a María el gozo y la paz,
—otorga al mundo entero el gozo de la salvación y la paz verdadera.

Tú que, con la aceptación de tu esclava y con la acción del Espíritu Santo, hiciste que tu Palabra acampase entre nosotros,
—dispón nuestros corazones para que reciban a Cristo como la Virgen María lo recibió.

Tú que miras a los humildes y colmas de bienes a los hambrientos,
—da ánimo a los abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los moribundos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Oh Dios, para quien nada hay imposible, el único que haces obras maravillosas,
—sálvanos, cuando resucites a los muertos en el último día.

Digamos todos ahora la oración dominical, que Cristo nos ha dado como modelo de toda oración.
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

-------------------------------------------------------------

-II Vísperas

(Segundas Vísperas)

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

Cuando la solemnidad coincide con uno de los cinco domingos de Cuaresma, se celebra el lunes siguiente. Cuando cae entre el domingo de Ramos y el II domingo de Pascua, se celebra el lunes después del II domingo de Pascua.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Dios te salve, Anunciación,
morena de maravilla,
tendrás un Hijo más bello
que los tallos de la brisa.

Mensaje de Dios te traigo.
Él te saluda, María,
pues Dios se prendó de ti,
y Dios es Dios de alegría.

Llena de gracia te llamo
porque la gracia te llena;
si más te pudiera dar,
mucha más gracia te diera.

El Señor está contigo,
aún más que tú estás con Dios;
tu carne ya no es tu carne,
tu sangre ya es para dos.

Y bendita vas a ser
entre todas las mujeres,
pues, si eres madre de todos,
¿quién podría no quererte?

 

2. SALMODIA

Ant. 1. El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

Salmo 109, 1-5. 7

El Mesías, Rey y Sacerdote

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo. (T. P. Aleluya.)

Ant. 2: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz, y se llamará Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor

Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor:
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz, y se llamará Hijo del Altísimo. (T. P. Aleluya.)

Ant. 3. Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. (T. P. Aleluya.)

Cántico

Col 1, 12-20

Himno a Cristo, primogénito de toda creatura y primer resucitado de entre los muertos

Demos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. (T. P. Aleluya.)

 

3. LECTURA BREVE

1 Jn 1, 1-2
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó.

 

4. RESPONSORIO BREVE

Tiempo de Cuaresma:

V. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

V. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
R. Y acampó entre nosotros.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

Tiempo Pascual:

V. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Aleluya, aleluya.

V. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. Aleluya, aleluya.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.» (T. P. Aleluya.)

Cántico de la Santísima Virgen María    

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.» (T. P. Aleluya.)

 

6. PRECES

Oremos con confianza al eterno Padre, que por medio del ángel, anunció hoy a  María nuestra salvación, y digámosle:

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros.

Tú que elegiste a la Virgen María para ser madre de tu Hijo,
—ten piedad de todos los que esperan su redención.

Tú que por boca de Gabriel anunciaste a María el gozo y la paz,
—otorga al mundo entero el gozo de la salvación y la paz verdadera.

Tú que, con la aceptación de tu esclava y con la acción del Espíritu Santo, hiciste que tu Palabra acampase entre nosotros,
—dispón, nuestros corazones para que reciban a Cristo como la Virgen María lo recibió.

Tú que miras a los humildes y colmas de bienes a los hambrientos,
—da ánimo a los abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los moribundos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Oh Dios, para quien nada hay imposible, el único que haces obras maravillosas,
—sálvanos, cuando resucites a los muertos en el último día.

Oramos ahora como Cristo, nuestro Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Lectura complementaria

LA  ANUNCIACIÓN  DEL  SEÑOR

De los  escritos del beato Santiago Alberione, presbítero

(Le Feste di María,  EP, pp.  52-57)

Amemos y veneremos la Maternidad divina

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.  El ángel  entrando en su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.  Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.  El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.  Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Éste es el paso de la misiva celestial: Que debe considerarse la más grande y solemne que se ha llevado a cabo en la tierra;  porque quien envía es la Santísima Trinidad;  el mensajero es un príncipe de la corte celestial,  cuyo nombre significa “fortaleza de Dios”;  la persona a la que se dirige el mensaje es la Virgen María;  y el fin para el que Dios envía es el de la redención de toda la humanidad.

En el mismo momento en el que la Virgen dio su consentimiento a las palabras del ángel, el Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en sus purísimas entrañas;  de esta forma dio comienzo la salvación del género humano.   Éste es el objeto de la fiesta:  un objeto que se puede considerar doble,  porque se refiere a dos grandes misterios,  que son la encarnación de la Palabra en el seno de María y la maternidad divina de la humildísima Virgen María.

“Yo te saludo, exclama san Gregorio Taumaturgo, templo del Dios vivo;  porque tú darás a luz la suprema alegría del mundo: serás la gloria de las vírgenes y el júbilo de las madres.”
Estaba preparada y divinamente adornada la casa en la que había de habitar Aquél que no pueden contener ni el cielo ni la tierra.  “María, comenta san Pedro Crisólogo, está llena de la gracia que dio gloria al Paraíso, Dios a la tierra, fe a los gentiles, muerte a los vicios, orden a la vida, regla a las costumbres.” Y san Agustín: “María es colmada de gracia, Eva es purificada de su culpa;  la maldición de Eva se transformó en la bendición de María.” San Bernardo dice: “La maravillosa encarnación de la Palabra es un misterio que la Santísima Trinidad quiso realizar por sí misma en María: sola y con María sola. Sólo a la Santísima Virgen se le concedió comprender lo que había de experimentar.”

El día de la encarnación el cielo comenzó a mirar benignamente a la tierra, el hombre pudo levantar la cabeza y el demonio comenzó a temblar porque la presa estaba a punto de escapar de sus manos.

¿Qué conclusiones se pueden sacar de esta solemnidad?

1)  La dignidad  de la Virgen, por haber sido elegida para ser la madre del Hijo de Dios, tiene dimensiones infinitas;  porque, como dice san Agustín, “ninguna criatura iguala a María.”  En ella la Maternidad divina explica todas las gracias y todos los privilegios que se le concedieron, así como explica su soberanía en el cielo y en la tierra.  “La excelencia infinita  del fruto, dice san Alberto Magno, es el indicio de cierta excelencia infinita del árbol;  y en este caso es el Hijo quien comunica, sin medida, esta excelencia a su Madre.”

2)  Admiremos las extraordinarias virtudes de María;  y alegrémonos con ella por el sublime honor que le ha concedido el Señor, venerémosla profundamente.  Démosle gracias también por la gran contribución que ella aportó a la obra de la redención;  y, al mismo tiempo, animémonos a la mayor confianza y devoción hacia ella.

3)   El anuncio del ángel Gabriel a la Santísima Virgen es recordado por Dante como el mayor acontecimiento que decidió la salvación del género humano: “El ángel que vino a la tierra con el decreto de la paz llorada durante muchos años, que abrió el cielo de su larga privación.” El poeta, evocando el texto de san Lucas, alude precisamente al anuncio del nacimiento del Salvador, suspirado por tanto tiempo. Llama: “paz llorada” la que se realizó entre Dios y el hombre y que fue implorada con lágrimas. Esta paz abrió a los hombres el cielo que, por el pecado de Adán, había estado cerrado para ellos hasta la muerte de Jesucristo, antes de la cual “espíritus humanos no estaban salvados.” Es lo que dice santo Tomás: “Por el pecado se había cerrado al hombre la entrada al reino de los cielos… antes de la pasión de Jesucristo nadie podía entrar en el reino celestial.”

4)  El “ángelus” recuerda el beneficio de la encarnación.  El papa Urbano II, en el concilio que tuvo lugar en Clermont el año 1095, estableció que diariamente se tocaran las campanas por la mañana,  al mediodía y por la tarde;  y que se rezase cada vez la “salutación angélica”.  El propósito del pontífice era el de inducir a los fieles a alabar y dar gracias a Dios por el beneficio de la encarnación.

 

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3. Jesús Buen Pastor – Domingo IV Pascua

-Introducción

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

Las Hermanas de Jesús Buen Pastor celebran el Titular de su Instituto.

Jesús, buen Pastor que da la vida

Desde el principio (7 de octubre de 1938), por expresa voluntad del Fundador, es la fiesta titular de la congregación de las Hermanas de Jesús Buen Pastor. «En la fiesta de Jesús buen Pastor se quiere dar gloria a Dios que ha enviado a su Hijo a la humanidad y a la oveja perdida. Ahí tenemos a Jesús buen Pastor; y María es su madre» (PP III, 161).

Según el calendario litúrgico de entonces, se celebraba el segundo domingo después de Pascua. Hasta 1959, la celebración coincidía con una etapa de la formación inicial: la vestición religiosa de las hermanas. (PP V, 28).

La imagen del Pastor propuesta por el padre Alberione hunde sus raíces en la Escritura y hace referencia especialmente al capítulo 10 del evangelio según san Juan, enriquecido con el texto de Ez 34 y otros pasos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

«Me diréis: Pero ¿por qué nosotras honramos a Jesús bajo el aspecto de Pastor y no de Maestro como lo hacen las demás familias paulinas? Pues porque tenéis que hacer de “pastorcitas”. Jesús es siempre el mismo, pero vosotras debéis formaros para atender a las almas y, como Jesús, saber dar la vida por las ovejas» (PP I, 7).

«Debéis explicar este título que se da a Jesús y, al mismo tiempo, ilustrar la devoción a Jesús buen Pastor. Y luego hacer que se rece a Jesús buen Pastor.

Meditar la vida de Jesús. Sí, meditar especialmente esos rasgos en los que mejor se manifiesta el corazón del buen Pastor. Meditarlo y después imitarlo. Pero sobre todo centrarse en la Eucaristía. En la Eucaristía el buen Pastor da la vida por nosotros, porque  es la renovación del sacrificio de la cruz, y ahí es donde se revela su amor por nosotros» (Alle Suore di Gesú Buon Pastore 1959, 24. 28, passim).

Los textos litúrgicos del Misal y de la Liturgia de las Horas, están totalmente ambientados en el tiempo pascual y expresan el tono festivo de ese tiempo.

La propuesta de la Misa votiva expresa mejor la idea del Pastor que el padre Alberione presentó a las Hermanas de Jesús buen Pastor.

«¿Quién es el buen Pastor? Es quien actúa en relación con el rebaño imitando a Jesucristo camino, verdad y vida.

Camino, es decir, modelo. El buen Pastor indica al pueblo el camino más con la vida que con la palabra. Jesucristo en la última cena, después de haber lavado los pies a los apóstoles, les dijo: “Os he dado el ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn 13, 15).

Verdad. Jesús enseñó las verdades más sublimes, necesarias a todos, de manera fácil, práctica… Jesús nos apacienta con su doctrina.

Vida. Jesús, buen Pastor, nos hace vivir de su propia vida. “Para mí la vida es Cristo”, decía san Pablo. Para devolvernos esta vida, Jesús murió en la cruz. El buen Pastor da la vida por sus ovejas» (Alberione, Le Feste di Maria 165-166).

Su teología sobre el Pastor aparece frecuentemente junto con la de María, madre del buen Pastor, y se puede conocer también a través de la coronita al buen Pastor y de otras oraciones alberionianas.  «No prestéis atención a la multitud de devociones que existen; vosotras tened la devoción al buen Pastor» (PP IV, 52).

 

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-Misa

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO (IV domingo de Pascua).

ELEMENTOS PROPIOS:

 

RITO DE ENTRADA

Sal 32, 5-6
La misericordia del Señor llena la tierra, la palabra del Señor hizo el cielo. Aleluya.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional propio)

Opcional:

—Tú eres nuestro Pastor. Queremos escuchar tu voz: Señor, ten piedad. R.

—Tú eres el Pastor y guardián de nuestras vidas: Cristo, ten piedad. R.

—Tú eres el buen  Pastor que das la vida por nosotros: Señor, ten piedad. R.

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno,
que has dado a tu Iglesia
el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo,
concédenos también la alegría eterna
del reino de tus elegidos,
para que así el débil rebaño de tu Hijo
tenga parte en la admirable victoria de su Pastor.
Él, que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

—CICLO A—

PRIMERA LECTURA

Dios lo ha constituido Señor y Mesías

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36-41

El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les dirigió la palabra: -«Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías. »

Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: -«¿Qué tenemos que hacer, hermanos? »

Pedro les contestó: -«Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos. »

Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: -«Escapad de esta generación perversa. »

Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6

R. El Señor es mi pastor, nada me falta. (O Aleluya.)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20b-25

Queridos hermanos:

Si, obrando bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.

Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente.

Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
Sus heridas os han curado.

Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor –dice el Señor-, conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

 

EVANGELIO

Yo soy la puerta de las ovejas

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús: -«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirían, sino que huirían de él, porque no conocen la voz de los extraños. »

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: -«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon-

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. »

Palabra del Señor.

 

Se dice el CREDO.

 

—CICLO B—

PRIMERA LECTURA

Ningún otro puede salvar

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: -«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros.

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos. »

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28-29 (R.: 22)

R. La piedra que desecharon los arquitectos es hora la piedra angular. (O Aleluya.)

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
  R.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
R.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Veremos a Dios tal cual es

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-2

Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijo de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor –dice el Señor-, conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

 

EVANGELIO

El buen Pastor da la vida por las ovejas

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.

 

Se dice el CREDO.

 

—CICLO C—

PRIMERA LECTURA

Sabed que nos dedicamos a los gentiles

Lectura de libro de los Hechos de los Apóstoles 13, 14. 43-52

En aquellos días, Pablo y Bernabé desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia; el sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento.

Muchos judíos y prosélitos practicantes se fueron con Pablo y Bernabé que siguieron hablando con ellos, exhortándolos a ser fieles a la gracia de Dios.

El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la Palabra de Dios. Al ver el gentío, a los judíos les dio mucha envidia y respondían con insultos a las palabras de Pablo.

Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: -«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra.” »

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron mucho y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.

La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas y devotas y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron del territorio.

Ellos sacudieron el polvo de los pies, como protesta contra la ciudad, y se fueron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 99, 2. 3. 5 (R.: 3c)

R. Somos su pueblo y ovejas de su rebaño. (O Aleluya.)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
R.

 

SEGUNDA LECTURA

El Cordero será su pastor, y las conducirá hacia fuentes de aguas vivas

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 9. 14b-17

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Y uno de los ancianos me dijo: -«Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.

El que se sienta en el trono acampará entre ellos.

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.
Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos. »

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor –dice el Señor-, conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

 

EVANGELIO

Yo doy la vida eterna a mis ovejas

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús: -«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre somos uno. »

Palabra del Señor.

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional)

Oremos a Jesucristo, el Señor, el Cordero, que está delate del trono, el Pastor que nos conduce hacia fuentes de agua viva. Digamos:

Jesús, buen Pastor, escúchanos.

—Por el papa, los obispos y todos los que han recibido alguna misión pastoral en la Iglesia: para que sean imagen fiel de Cristo, buen pastor, roguemos al Señor.

—Por todo el pueblo de Dios: para que tenga los pastores idóneos que necesita, roguemos al Señor.

—Por la unidad de todos los cristianos en el único redil de Cristo: para que haya un solo rebaño, un solo Pastor, roguemos al Señor.

—Por los gobernantes: para que en sus deliberaciones y decisiones estén siempre atentos a las necesidades de sus pueblos, recogiendo sus justas aspiraciones, roguemos al Señor.

—Por todos los que han recibido la llamada de Dios al sacerdocio o a la vida consagrada: para que sean plenamente felices y sean signos vivos de la presencia de Dios, roguemos al Señor.

—Por todos nosotros: para que nos sintamos responsables de la solicitud pastoral de la Iglesia, roguemos al Señor.

Escúchanos, Señor, que tu bondad y tu misericordia nos acompañen todos los días de nuestra vida, hasta que lleguemos a los pastos eternos, conducidos por tu Hijo Jesucristo, Pastor y puerta del rebaño, que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor,
que la celebración de estos misterios pascuales
nos llene siempre de alegría
y que la actualización repetida de nuestra redención
sea para nosotros fuente de gozo incesante.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

Cristo, sacerdote y víctima

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca en este tiempo
en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él,
con la inmolación de su cuerpo en la cruz,
dio pleno cumplimiento a lo que anunciaban
los sacrificios de la antigua alianza
y, ofreciéndose a sí mismo
por nuestra salvación,
quiso ser al mismo tiempo
sacerdote, víctima y altar.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual,
el mundo entero se desborda de alegría,
y también los coros celestiales,
los ángeles y los arcángeles,
cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Ha resucitado el buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Pastor bueno,
vela con solicitud sobre nosotros
y haz que el rebaño adquirido por la sangre de tu Hijo
pueda gozar eternamente
de las verdes praderas de tu reino.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, que por la resurrección de su Unigénito
los ha redimido y adoptado como hijos,
los llene de alegría con sus bendiciones.

R. Amén.

Y ya que por la redención de Cristo
recibieron el don de la libertad verdadera,
por su bondad recibirán también la herencia eterna.

R.  Amén.

Y, pues confesando la fe
han resucitado con Cristo en el bautismo,
por sus buenas obras
merecerán ser admitidos en la patria del cielo.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Misa votiva

Estas Misas votivas podrán celebrarse en las ferias del Tiempo Ordinario, que no sean memorias obligatorias (cf. OGMR 316c; 333-334). Por razones pastorales, en vez de las lecturas del día pueden proclamarse las que se indican a continuación.

JESÚS, BUEN PASTOR

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Jn 10, 14-15

Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por la ovejas.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la misa votiva)

Opcional:

—Tú eres nuestro Pastor. Queremos escuchar tu voz: Señor, ten piedad. R.

—Tú eres el Pastor y guardián de nuestras vidas: Cristo, ten piedad. R.

—Tú eres el buen  Pastor que das la vida por nosotros: Señor, ten piedad. R.

 

ORACIÓN COLECTA

Dios fiel y misericordioso,
que enviaste a tu Hijo Jesucristo
como pastor y guardián de nuestras almas,
concédenos conocerlo, amarlo y seguirlo
hasta dar, como él, la vida
para que haya un solo rebaño
bajo el único buen Pastor.
Él que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Yo mismo apacentaré mis ovejas,  yo mismo las haré reposar

Lectura de la profecía de Ezequiel                                                                       

34,11-16

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.

Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones.

Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.

Las apacentaré en ricos pastizales, tendrán sus prados en los montes de Israel; se recostarán en fértiles prados y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré reposar —oráculo del Señor Dios—.

Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré, y las apacentaré como es debido.»

Palabra de Dios.

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O bien:

PRIMERA LECTURA

Sean pastores del rebaño de Dios que tienen a su cargo

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro                                                      

5,1-4

Queridos hermanos:

A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, los exhorto:
Sean pastores del rebaño de Dios que tienen a su cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndose en modelos del rebaño.

Y cuando aparezca el supremo Pastor, recibirán la corona de gloria que no se marchita.

Palabra de Dios.

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SALMO RESPONSORIAL

Sal 22, 1-3.4.5.6 (R: 1)

R. El Señor es mi pastor; nada me falta. (o Aleluya.)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
R.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sostienen.
R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R.

 

ALELUYA

Jn 10,14

Yo soy el buen Pastor —dice el Señor—, conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.

 

EVANGELIO                  

El buen pastor da la vida por las ovejas

+ Lectura del santo evangelio según san Juan

10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la misa votiva)

Dirijamos nuestras plegarias a Dios, Padre todopoderoso, que ha resucitado a Jesucristo y lo ha constituido postor  y guardián  de nuestras  vidas, diciendo:

Escúchanos, Señor.     

—Por la Iglesia: para que continúe la misión evangelizadora de Jesús y guie a todos los hombres por el camino del cielo, oremos.      

—Por los pastores y sus colaboradores, especialmente  los padres y maestros: para que sean santos y estén  llenos de sabiduría y de celo por la gloria de Dios y la salvación de los hombres, oremos.                       

—Por todos los llamados: para que posean la eficacia de la palabra y realicen el apostolado de la oración  y del ejemplo, oremos.       

—Por nuestra comunidad: para que, reconociendo nuestra ignorancia y pobreza, sintamos la necesidad de recurrir constantemente a la guía del buen Pastor e inspirarnos en su Palabra, oremos 

—Por nuestros difuntos: para que sean acogidos en el único rebaño los que han seguido las huellas del buen Pastor, y como él han entregado su vida, oremos.     

Oh Dios, que conoces la vida de cada uno de nosotros, escucha las oraciones que te presentamos por medio de Cristo, nuestro buen Pastor. Él que vive y reina por los  siglos de los siglos.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, que en el sacrificio de tu único Hijo
nos has revelado tu amor infinito,
haz que, unidos a él,
te ofrezcamos una digna oblación.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

Cristo, Pastor y Redentor nuestro

En verdad es justo darte gracias,
y deber nuestro glorificarte,
Padre santo, único Dios vivo y verdadero,
que nos has entregado a tu único Hijo,
Jesucristo, Señor nuestro.
Porque él, resucitado de entre los muertos,
es el gran Pastor de las ovejas
redimidas por su preciosa sangre;
en él encontramos el camino seguro
que conduce a las verdes praderas eternas
y a las fuentes de la salvación,
para que gocemos de vida abundante.
Por este misterio de salvación,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Jn 10,16

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Guarda con bondad, Dios Padre nuestro,
el rebaño que has redimido
con la preciosa sangre de tu Hijo,
y condúcelo a las verdes praderas del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, que por la resurrección de su Unigénito
los ha redimido y adoptado como hijos,
los llene de alegría con sus bendiciones.

R. Amén.

Y ya que por la redención de Cristo
recibieron el don de la libertad verdadera,
por su bondad recibirán también la herencia eterna.

R.  Amén.

Y, pues confesando la fe
han resucitado con Cristo en el bautismo,
por sus buenas obras
merecerán ser admitidos en la patria del cielo.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

 

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-Oficio de Lectura

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

¡Cristo ha resucitado!
¡Resucitemos con él!
¡Aleluya, aleluya!

Muerte y Vida lucharon,
y la muerte fue vencida.
¡Aleluya, aleluya!

Es el grano que muere
para el triunfo de la espiga
¡Aleluya, aleluya!

Cristo es nuestra esperanza,
nuestra paz y nuestra vida.
¡Aleluya, aleluya!

Vivamos vida nueva,
el bautismo es nuestra Pascua.
¡Aleluya, aleluya!

¡Cristo ha resucitado!
¡Resucitemos con él!
¡Aleluya, aleluya!

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

Ant. 2. Aleluya. ¿A quién buscas mujer?, ¿al que vive entre los muertos? Aleluya.

Salmo 65

Himno para un sacrificio de acción de gracias

Sobre la resurrección del Señor y la conversión de los pueblos (Hesiquio)

I

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.

Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos te adulan! »

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.

Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.

Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente,
sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.

Oh Dios, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata;
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo:

sobre nuestro cuello cabalgan,
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Aleluya. ¿A quién buscas mujer?, ¿al que vive entre los muertos? Aleluya.

Ant. 3. Aleluya. No llores María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

II.

Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.
Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Aleluya. No llores María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

4. VERSÍCULO

V. Mi corazón se alegra. Aleluya.
R. Y te canta agradecido. Aleluya.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

Del libro del Apocalipsis

12, 1-18

La figura de la mujer

Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, y gritaba entre los espasmos del parto, y por el tormento de dar a luz. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.

El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz dispuesto a tragarse al niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos.

Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios, para que allí la sustenten mil doscientos sesenta días.

Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar para ellos en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra, y a sus ángeles con él. Se oyó una gran voz del cielo:

«Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres cielos, y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra y del mar! El diablo bajó contra vosotros rebosando furor, pues sabe que le queda poco tiempo. »

Cuando vio el dragón que lo habían arrojado a la tierra se puso a perseguir a la mujer que había dado a luz el hijo varón. Le pusieron a la mujer dos alas de águila real para que volase a su lugar en el desierto, donde será sustentada un año y otro año y medio año, lejos de la serpiente.

La serpiente, persiguiendo a la mujer, echó por la boca un río de agua, para que el río la arrastre; pero la tierra salió en ayuda de la mujer, abrió su boca y se bebió el río salido de la serpiente. Despechado el dragón por causa de la mujer, se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.

El dragón se detuvo en la arena del mar.

RESPONSORIO

Ap 12, 11. 12; 2M 7, 36

V. Vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.
R. Vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.

V. Después de soportar un dolor pasajero, participan ya de la promesa divina de una vida eterna.
R. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.

 

SEGUNDA LECTURA

De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios

(Homilía 14, 3-6: PL 76, 1129-1130)

Cristo, el buen Pastor

Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «los que me aman vienen tras de mí.» Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía.

Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros. Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad. Si le conocéis, digo, no solo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras. Porque el mismo Juan Evangelista, que nos dice lo que acabamos de oír, añade también: Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso.

Por ello dice también el Señor en el texto que comenzamos: Igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre, yo doy mi vida por las ovejas. Como si dijera claramente: «La prueba de que conozco al Padre y el Padre me conoce a mí está en que entrego mi vida por mis ovejas; es decir: en la caridad con que muero por mis ovejas, pongo de manifiesto mi amor por el Padre.»

Y de nuevo vuelve a referirse a sus ovejas, diciendo: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Y un poco antes había dicho: Quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. O sea, tendrá acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación, y encontrará pastos en el eterno descanso.

Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente.

Busquemos, por tanto, hermanos queridísimos, estos pastos, en los que podremos disfrutar en compañía de tan gran asamblea de santos. El mismo aire festivo de los que se alegran allí nos invita. Levantemos, por tanto, nuestros ánimos, hermanos; vuelva a enfervorizarse nuestra fe, ardan nuestros anhelos por las cosas del cielo, porque amar de esta forma ya es ponerse en camino.

Que ninguna adversidad pueda alejarnos del júbilo de la solemnidad interior, puesto que, cuando alguien desea de verdad ir a un lugar, las asperezas del camino, cualesquiera que sean, no pueden impedírselo.

Que tampoco ninguna prosperidad, por sugestiva que sea, nos seduzca pues no deja de ser estúpido el caminante que, ante el espectáculo de una campiña atractiva en medio de su viaje, se olvida de la meta a la que se dirigía.

RESPONSORIO

Cf. Jn 10, 14. 15; 1Co 5, 7

V. Ha resucitado el buen Pastor, que dio su vida por las ovejas. Y se dignó morir por su rebaño. Aleluya.
R. Ha resucitado el buen Pastor, que dio su vida por las ovejas. Y se dignó morir por su rebaño. Aleluya.

V. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.
R. Y se dignó morir por su rebaño. Aleluya.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Somos el pueblo de la Pascua,
Aleluya es nuestra canción,
Cristo nos trae la alegría;
levantemos el corazón.

El Señor ha vencido al mundo,
muerto en la cruz por nuestro amor,
resucitado de la muerte
y de la muerte vencedor.

Él ha venido a hacernos libres
con libertad de hijos de Dios,
él desata nuestras cadenas;
alegraos en el Señor.

Sin conocerle, muchos siguen
rutas de desesperación,
no han escuchado la noticia
de Jesucristo Redentor.

Misioneros de la alegría,
de la esperanza y del amor,
mensajeros del Evangelio,
somos testigos del Señor.

Gloria al Padre, que nos hizo,
gloria a Dios Hijo Salvador,
gloria al Espíritu divino:
tres Personas y un solo Dios. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.

Salmo 117

Himno de acción de gracias después de la victoria

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular (Hch 4, 11)

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa. »

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor,
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

―Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

―Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

―Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.

―Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Aleluya.

 

Ant. 2. Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.

Cántico Dn 3, 52-57

Que la creación entera alabe al Señor

¡Bendito el Creador por siempre! (Rm 1, 25)

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti gloria y alabanza por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Bendito tu nombre, santo y glorioso. Aleluya.                            

Ant. 3. Dad gloria a nuestro Dios; sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.

Salmo 150

Alabad al Señor

Salmodiad con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios con el cuerpo y con el alma (Hesiquio)

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén. 

Ant. 3. Dad gloria a nuestro Dios; sus obras son perfectas, sus caminos son justos. Aleluya.

 

4. LECTURA BREVE

Hch 10, 40-43

Dios resucitó a Jesús al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

V. Tú que has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la vida. Yo soy el buen Pastor, que conozco mis ovejas y las mías me conocen. Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Yo soy el Pastor de las ovejas; yo soy el camino, la verdad y la vida. Yo soy el buen Pastor, que conozco mis ovejas y las mías me conocen. Aleluya.

 

7. PRECES

Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó a Jesús, nuestro jefe y salvador, y aclamémosle, diciendo:

Ilumínanos, Señor, con la luz de Cristo.

Padre santo, que hiciste pasar a tu Hijo amado de las tinieblas de la muerte a la luz de tu gloria,
―haz que podamos llegar también nosotros a tu luz admirable.

Tú que nos has salvado por la fe,
―haz que vivamos hoy según la fe que profesamos en nuestro bautismo.

Tú que quieres que busquemos los bienes de allá arriba, donde está Cristo sentado a tu derecha,
―líbranos de la seducción del pecado.

Haz que nuestra vida, escondida con Cristo en ti, brille en el mundo
―como signo que anuncie el cielo y la tierra nuevos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Y ahora digamos todos juntos la oración que Cristo, el Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en a admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

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-Tercia

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 22

El buen pastor

El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Salmo 75

Acción de gracias por la victoria

Verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes (Mt 24, 30)

I

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, oh Dios de Jacob,
inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

II.

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Cf. 1Co 15, 3b-5

Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras; se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce.

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R. Y se ha aparecido a Simón. Aleluya.

 

4. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en a admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 22

El buen pastor

El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Salmo 75

Acción de gracias por la victoria

Verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes (Mt 24, 30)

I

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, oh Dios de Jacob,
inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

II.

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Ef 2, 4-6

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo ―por pura gracia estáis salvados―, nos ha resucitado con Cristo y nos ha sentado en el cielo con él.

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
R. Al ver al Señor. Aleluya.

 

4. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en a admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

Salmo 22

El buen pastor

El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Salmo 75

Acción de gracias por la victoria

Verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes (Mt 24, 30)

I

Dios se manifiesta en Judá,
su fama es grande en Israel;
su tabernáculo está en Jerusalén,
su morada en Sión:
allí quebró los relámpagos del arco,
el escudo, la espada y la guerra.

Tú eres deslumbrante, magnífico,
con montones de botín conquistados.
Los valientes duermen su sueño,
y a los guerreros no les responden sus brazos.
Con un bramido, oh Dios de Jacob,
inmovilizaste carros y caballos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

II.

Tú eres terrible: ¿quién resiste frente a ti
al ímpetu de tu ira?
Desde el cielo proclamas la sentencia:
la tierra teme sobrecogida,
cuando Dios se pone en pie para juzgar,
para salvar a los humildes de la tierra.

La cólera humana tendrá que alabarte,
los que sobrevivan al castigo te rodearán.
Haced votos al Señor y cumplidlos,
y traigan los vasallos tributo al Temible:
él deja sin aliento a los príncipes,
y es temible para los reyes del orbe.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. Aleluya, aleluya, aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 6, 4

Por el bautismo fuimos sepultados con Cristo en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.

V. Quédate con nosotros, Señor. Aleluya.
R. Porque atardece. Aleluya.

 

4. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en a admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

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-I Vísperas

(Primeras Vísperas)

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Porque anochece ya,
porque es tarde, Dios mío,
porque temo perder
las huellas del camino,
no me dejes tan solo
y quédate conmigo.

Porque ardo en sed de ti
y en hambre de tu trigo,
ven, siéntate a mi mesa,
bendice el pan y el vino.
¡Qué aprisa cae la tarde!
¡Quédate al fin conmigo! Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1: Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. Aleluya.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1: Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. Aleluya.

Ant. 2: Con tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor

Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 21)

Desde lo hondo a ti grito, Señor:
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2: Con tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.

Ant. 3: ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Aleluya.

Cántico

Flp 2, 6-11

Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3: ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 5, 10-11

Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

V. Al ver al Señor.
R.  Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. «Yo soy la puerta ―dice el Señor―; quien entre por mí se salvará y encontrará pastos.» Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María     

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Yo soy la puerta ―dice el Señor―; quien entre por mí se salvará y encontrará pastos.» Aleluya.

 

6. PRECES

Oremos a Cristo, que resucitado de entre los muertos, destruyó la muerte y nos dio nueva vida, y digámosle:

Tú que vives eternamente, escúchanos, Señor.

Tú que eres la piedra desechada por los arquitectos, pero convertida en piedra angular,
―conviértenos a nosotros en piedras vivas de tu Iglesia.

Tú que eres el testigo fiel y veraz, el primogénito de entre los muertos,
―haz que tu Iglesia dé siempre testimonio de ti ante el mundo.

Tú que eres el único esposo de la Iglesia, nacida de tu costado,
―haz que todos nosotros seamos testigos de este misterio nupcial.

Tú que eres el primero y el último, que estabas muerto y ahora vives por los siglos de los siglos,
―concede a todos los bautizados perseverar fieles hasta la muerte, a fin de recibir la corona de la victoria.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que eres la lámpara que ilumina la ciudad santa de Dios,
―alumbra con tu claridad a nuestros hermanos difuntos.

Oremos ahora como Cristo, nuestro Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en la admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-II Vísperas

(Segundas Vísperas)

DOMINGO IV DE PASCUA – JESÚS BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Quédate con nosotros,
la tarde está cayendo.

¿Cómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿Cómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empeñada por la culpa.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

Salmo 109, 1-5. 7

El Mesías, Rey y Sacerdote

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Aleluya.

Ant. 2. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo. Aleluya.

Salmo 111

Felicidad del justo

Caminad como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz (Ef 5, 8-9)

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo. Aleluya.

Ant. 3. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Hb 10, 12-14

Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

V. Y se ha aparecido a Simón.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María    

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo, el Señor, las conozco a ellas. Aleluya.

 

6. PRECES

Oremos a Dios Padre, que resucitó a su Hijo Jesucristo y lo exaltó a su derecha, y digámosle:

Guarda, Señor, a tu pueblo, por la gloria de Cristo.

Padre justo, que por la victoria de la cruz elevaste a Cristo sobre la tierra,
―atrae hacia él a todos los hombres.

Por tu Hijo glorificado, envía, Señor, sobre tu Iglesia el Espíritu Santo,
―a fin de que tu pueblo sea, en medio del mundo, signo de la unidad de los hombres.

A la nueva prole renacida del agua y del Espíritu Santo consérvala en la fe de su bautismo,
―para que alcance la vida eterna.

Por tu Hijo glorificado, ayuda, Señor, a los que sufren, da libertad a los presos, salud a los enfermos
―y la abundancia de tus bienes a todos los hombres.

Se pueden añadir intenciones libres.

A nuestros hermanos difuntos, a quienes mientras vivían en este mundo diste el cuerpo y la sangre de Cristo glorioso,
―concédeles la gloria de la resurrección en el último día.

Prosigamos nuestra oración, buscando el reino de Dios.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has dado a tu Iglesia el gozo inmenso de la resurrección de Jesucristo, concédenos también la alegría eterna del reino de tus elegidos, para que así el débil rebaño de tu Hijo tenga parte en a admirable victoria de su Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Oficio votivo

Además de cuanto se indica en la Ordenación General de la Liturgia de las Horas (n 245), téngase presente que el oficio votivo se puede celebrar los días del tiempo ordinario en los que en el calendario general no está prescrito ningún oficio obligatorio; se prohíbe por lo tanto en el tiempo de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua (cf. «Notitiae» 1980, 473-474, 3b).

JESÚS, BUEN PASTOR

 

—INVITATORIO

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de Lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Venid, adoremos a Cristo, buen Pastor, que es el camino, y la verdad, y la vida.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos a Cristo, buen Pastor, que es el camino, y la verdad, y la vida.

 

 

—OFICIO DE LECTURA

JESÚS BUEN PASTOR

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


Todo lo anterior se omite cuando el Oficio de Lectura empieza con el Invitatorio.

1. HIMNO

Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño;
tú me hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos.

Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres,
espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estas, para esperar, los pies clavados? Amén.

 

2. SALMODIA

Las antífonas, los salmos y la primera lectura, con su responsorio, se toman del día correspondiente.
Aquí reproducimos las antífonas, los salmos y la primera lectura del IV Domingo de Pascua.

Ant. 1. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Aleluya. La piedra ha sido removida de la entrada del sepulcro. Aleluya.

Ant. 2. Aleluya. ¿A quién buscas mujer?, ¿al que vive entre los muertos? Aleluya.

Salmo 65

Himno para un sacrificio de acción de gracias

Sobre la resurrección del Señor y la conversión de los pueblos (Hesiquio)

I

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.

Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras,
por tu inmenso poder tus enemigos te adulan! »

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.

Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres:
transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.

Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente,
sus ojos vigilan a las naciones,
para que no se subleven los rebeldes.

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.

Oh Dios, nos pusiste a prueba,
nos refinaste como refinan la plata;
nos empujaste a la trampa,
nos echaste a cuestas un fardo:

sobre nuestro cuello cabalgan,
pasamos por fuego y por agua,
pero nos has dado respiro.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Aleluya. ¿A quién buscas mujer?, ¿al que vive entre los muertos? Aleluya.

Ant. 3. Aleluya. No llores María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

II.

Entraré en tu casa con víctimas,
para cumplirte mis votos:
los que pronunciaron mis labios
y prometió mi boca en el peligro.

Te ofreceré víctimas cebadas,
te quemaré carneros,
inmolaré bueyes y cabras.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.

Si hubiera tenido yo mala intención,
el Señor no me habría escuchado;
pero Dios me escuchó,
y atendió a mi voz suplicante.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Aleluya. No llores María; ha resucitado el Señor. Aleluya.

 

3. VERSÍCULO

V. Mi corazón se alegra. Aleluya.
R. Y te canta agradecido. Aleluya.

 

4. LECTURAS

La primera lectura se toma del día correspondiente. Aquí reproducimos la del IV Domingo de Pascua.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Apocalipsis

12, 1-18

La figura de la mujer

Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, y gritaba entre los espasmos del parto, y por el tormento de dar a luz. Apareció otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.

El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz dispuesto a tragarse al niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios, para que allí la sustenten mil doscientos sesenta días.

Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar para ellos en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra, y a sus ángeles con él. Se oyó una gran voz del cielo:
«Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres cielos, y los que moráis en sus tiendas. ¡Ay de la tierra y del mar! El diablo bajó contra vosotros rebosando furor, pues sabe que le queda poco tiempo. »

Cuando vio el dragón que lo habían arrojado a la tierra se puso a perseguir a la mujer que había dado a luz el hijo varón. Le pusieron a la mujer dos alas de águila real para que volase a su lugar en el desierto, donde será sustentada un año y otro año y medio año, lejos de la serpiente.

La serpiente, persiguiendo a la mujer, echó por la boca un río de agua, para que el río la arrastre; pero la tierra salió en ayuda de la mujer, abrió su boca y se bebió el río salido de la serpiente. Despechado el dragón por causa de la mujer, se marchó a hacer la guerra al resto de su descendencia, a los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.

El dragón se detuvo en la arena del mar.

RESPONSORIO

Ap 12, 11. 12; 2M 7, 36

V. Vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.
R. Vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.

V. Después de soportar un dolor pasajero, participan ya de la promesa divina de una vida eterna.
R. Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas. Aleluya.

 

SEGUNDA LECTURA

Del sermón de San Agustín, obispo, sobre los pastores (Sermón 46, 29-30: CCL 41, 555.557)

Todos los buenos pastores se identifican con el único Pastor

Cristo apacienta a sus ovejas debidamente, discierne a las que son suyas de las que no lo son. Mis ovejas escuchan mi voz –dice— y me siguen.

En estas palabras descubro que todos los buenos pastores se identifican con este único pastor. No es que falten buenos pastores, pero todos son como los miembros del único Pastor. Si hubiera muchos pastores, habría división, y, porque aquí se recomienda La unidad, se habla de un único Pastor. Si se silencian los diversos pastores y se habla de un único pastor, no es porque el Señor no encontrara a quien encomendar el cuidado de sus ovejas, pues cuando encontró a Pedro las puso bajo su cuidado. Pero incluso en el mismo Pedro el Señor recomendó la unidad. Eran muchos los apóstoles, pero sólo a Pedro se le dice: Apacienta mis ovejas. Dios quiera que no lleguemos a vernos faltos de ellos; ojala no deje el Señor de suscitarlos y consagrarlos.

Ciertamente que, si existen buenas ovejas, habrá también buenos pastores, pues de entre las buenas ovejas salen los buenos pastores. Pero hay que decir que todos los buenos pastores son, en realidad, como miembros del único pastor y forman una sola cosa con él. Cuando ellos apacientan, es Cristo quien apacienta.

Los amigos del esposo no pretenden hacer oír su propia voz, sino que se complacen en que se oiga la voz del esposo. Por esto, cuando ellos apacientan, es el Señor quien apacienta; aquel Señor que puede decir por esta razón: «Yo mismo apaciento», porque la voz y la caridad de los pastores son la voz y la caridad del mismo Señor.

Ésta es la razón por la quiso que también Pedro, a quien encomendó sus propias ovejas como a un semejante, fuera una sola cosa con él: así pudo entregarle el cuidado de su propio rebaño, siendo Cristo la cabeza y Pedro como el símbolo de la Iglesia que es su cuerpo; de esta manera, fueron dos en una sola carne, a semejanza de lo que son el esposo y la esposa.

Así, pues, para poder encomendar a Pedro sus ovejas, sin que ello, pareciera que las ovejas quedaban encomendadas a otro pastor distinto de sí mismo, el Señor le pregunta: «Pedro, ¿me amas?» Él respondió: «Te amo» Y le dice por segunda vez: «Me amas» Y respondió: «Te amo» Y le pregunta aún por tercera vez: «¿Me amas?» Y respondió: «Te Amo». Quería fortalecer el amor para reforzar así la unidad. De este modo, el que es único apacienta a través de muchos, y los que son muchos apacientan formando parte del que es único.

Y parece que no se habla de los pastores, pero sí se habla. Los pastores pueden gloriarse, pero el que se gloría que se gloríe del Señor. Esto es hacer que Cristo sea el pastor, esto es apacentar en Cristo, y no tratar de apacentarse a sí mismo al margen de Cristo. No fue por falta de pastores –como anunció el profeta que ocurriría en futuros tiempos de desgracia—que el Señor dijo: Yo mismo apacentaré a mis ovejas, como si dijera: «No tengo a quien encomendarlas» Porque, cuando todavía Pedro y los demás apóstoles vivían en este mundo, aquel que es el único Pastor, en el que todos los pastores son uno, dijo: Tengo otras ovejas que son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

Que todos se identifiquen con el único Pastor y hagan oír la única voz del pastor, para que la oigan las ovejas y sigan al único pastor, y no a éste o a aquél, sino al único. Y que todos en él hagan oír la misma voz, y que no tenga cada uno su propia voz: Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Que las ovejas oigan esta voz, limpia de toda división y purificada de toda herejía, y que sigan a su pastor, que les dice: Mis ovejas escuchan mi voz me siguen.

O bien:

De las enseñanzas del beato Santiago Alberione, presbítero (Alla sorgente, enero 1947, pp. 56-60, passim) 

Yo soy el Buen Pastor

Es muy hermoso estudiar el paso evangélico donde Jesús recoge su enseñanza sobre las tareas del pastor. Lo haremos considerando las palabras del texto evangélico (Jn 10,11-16). Jesús es el pastor de las almas. Las almas le pertenecen por diversos motivos: él es su creador, y su providente conservador; él las ha rescatado de la esclavitud del pecado derramando en precio su preciosa sangre. Existe una íntima relación entre el buen Pastor, Jesús, y las almas.

Los sacerdotes tienen aquí un punto de semejanza con el divino Pastor; también ellos engendran a la gracia a las almas y las alimentan con los sacramentos, preocupándose de cada una de ellas como de hijos muy queridos. El pastor evangélico no es sólo propietario del rebaño, sino que es también propietario del redil; por eso entra y sale a su gusto; el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

Jesús es el verdadero Pastor, pero no se ha arrogado por sí mismo el título de pastor, sino que se lo ha encomendado su padre celestial: Este es el mandamiento que he recibido de mi Padre. El profeta Ezequiel nos refiere las palabras del envío: Les suscitaré un Pastor que las apaciente.

La primera cualidad del buen pastor y de las pastorcitas es la de conocer a las ovejas y dejarse conocer por ellas. Ésta será la prueba de su solicitud, ésta será la condición para que las ovejas no tengan miedo de su presencia. Esta cualidad la descubrimos perfectamente en Jesús: Conozco a mis ovejas. Hay que notar que las conoce una por una; a cada una le ha asignado su propio nombre y por el nombre las llama.

Otra preciosa enseñanza de Jesús es ésta: debemos preceder a nuestras ovejas con el buen ejemplo. No debemos comportarnos como los sacerdotes de la antigua ley de los que Jesús mismo dice: Haced lo que os dicen, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque no hacen lo que dicen.

Las ovejas son asediadas por los ladrones y los lobos. Los ladrones querrían arrancarlas de su rebaño y los lobos quisieran despedazarlas. Nos corresponde a nosotros defender el rebaño con valor y sacrificio.

El buen Pastor y la verdadera pastorcita arriesgan su vida y la sacrifican por la salvación del rebaño: El buen pastor da la vida por sus ovejas. Jesús insiste en la gran prueba de amor que ha dado a sus ovejas; nadie se ha encontrado jamás en su situación, es decir, la de ser el dueño de la vida, y la de entregarla voluntariamente.

Ésta es la tarea encomendada al pastor y ala pastorcita. Cuanto mayor sea el celo tanto más rápidamente se realizará ese magnífico ideal del único rebaño. Por esto oró Jesús en la tierra y sigue orando en el cielo: Para que sean una sola cosa; pone a disposición de todos sus tesoros de verdad, de gracia y misericordia.

RESPONSORIO 

V. No abandones a tu rebaño, Señor, pastor bueno, que incansablemente nos guías.
R. No abandones a tu rebaño, Señor, pastor bueno, que incansablemente nos guías.

V. Vela sobre nosotros con tu misericordia, para que no nos venza la astucia del maligno.
R. Pastor bueno, que incansablemente nos guías.

 

5. HIMNO  Te Deum,

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Lo que sigue puede omitirse:
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

6. ORACIÓN

Dios misericordioso y fiel, que nos has enviado a tu Hijo Jesús como pastor y guardián de nuestras almas, concédenos conocerlo, amarlo y seguirlo hasta dar nuestra vida como él, para que haya un solo rebaño bajo la guía del único buen Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

 

—LAUDES

JESÚS BUEN PASTOR

Si antes de Laudes se ha rezado ya el Oficio de Lectura, Laudes comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

1. HIMNO

Puerta de Dios en el redil humano
fue Cristo el buen  Pastor que al mundo vino;
glorioso va delante del rebaño,
guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado,
su voz es la verdad que a todos llama,
su amor  es el del Padre, que le ha dado
el Espíritu de Dios que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos,
nuevos cristos de Dios, son enviados
a los pueblos del mundo redimidos;
del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado,
la voz de su verdad es su llamada,
los pastos de su amor, fecundo prado,
son vida del Señor que nos es dada. Amén.

 

2. SALMODIA

Las antífonas y los salmos se toman del día correspondiente. Aquí reproducimos los del Domingo I del salterio.

Ant. 1 Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.

Salmo     62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1 Por ti madrugo, Dios mío, para contemplar tu fuerza y tu gloria. Aleluya.

Ant. 2 En medio de las llamas, los tres jóvenes unánimes cantaban: "Bendito sea el Señor."

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.


Ant. 2 En medio de las llamas, los tres jóvenes unánimes cantaban: "Bendito sea el Señor."

 

Ant. 3 Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.

Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 Que el pueblo de Dios se alegre por su Rey. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Jl 2, 18-19a. 26-27a.

El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo. Entonces el Señor respondió a su pueblo diciendo: «Miren, les envío el trigo y el vino y el aceite, hasta saciarse. Comerán hasta hartarse y alabarán el nombre del Señor, su Dio. Porque hizo milagros en su favor, y mi pueblo no será confundido. Sabrán que yo estoy en medio de Israel, el Señor, su Dios, el Único.»

 

4. RESPONSORIO BREVE

Ez 37,21. 22; Jn 10,16

V. Yo voy a recoger a los israelitas, voy a congregarlos de todas partes y los haré un solo pueblo. Y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
R. Yo voy a recoger a los israelitas, voy a congregarlos de todas partes y los haré un solo pueblo.  Y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

V. Tengo otras ovejas que no son de este redil.
R. Y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo voy a recoger a los israelitas, voy a congregarlos de todas partes y los haré un solo pueblo.  Y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.

Benedictus

Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor.

 

6. PRECES

Unidos en la alabanza, alabemos e invoquemos al Señor Jesús, Pastor y Maestro de su pueblo:

Conduce a la humanidad los pastos eternos del cielo.

Jesús, buen Pastor, tú que eres la verdad, ilumina a los que andan en las tinieblas del error y de la ignorancia como ovejas sin pastor,
—concédeles la luz de tu Palabra, fuente de conversión, de sabiduría y de paz.

Jesús, buen Pastor, tú que eres el camino, ten piedad de los que no siguen tus mandamientos,
—concédeles abandonar los caminos del mal para seguirte a ti.

Jesús, buen Pastor, tú que eres la vida, haz que tu Iglesia se extienda por todo el mundo,
—y sea para todos los hombres signo de unidad y de salvación.

Jesús, buen Pastor, que vives en los pastores de la Iglesia, haz que sean sal de la tierra y luz del mundo,
—y anunciadores incansables de la buena noticia, testigos de tu amor.

Jesús, buen Pastor, haznos dóciles y fieles a tu llamada,
—y partícipes de tu vida y de tu misión, para que te irradiemos a ti en el servicio a los hermanos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Y ahora digamos todos juntos la oración que Cristo, el Señor, nos ha enseñado.
Padre Nuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios misericordioso y fiel, que nos has enviado a tu Hijo Jesús como pastor y guardián de nuestras almas, concédenos conocerlo, amarlo y seguirlo hasta dar nuestra vida como él, para que haya un solo rebaño bajo la guía del único buen Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

—VÍSPERAS

JESÚS BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Oveja  perdida, ven
sobre  mis hombros, que hoy
no  sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también. 

Por descubrirte mejor
cuando balabas perdida,
dejé en un árbol la vida
donde me subió el amor;
si prenda quieres mayor,
mis obras hoy te la den.

Pasto, al fin, hoy tuyo hecho,
¿cuál dará mayor asombro,
o el traerte yo en el hombro
o el traerme tú en el  pecho?
Prendas son de amor estrecho
que aún los más ciegos las ven.  Amén.

 

2. SALMODIA

Las antífonas y los salmos se toman del día correspondiente.
Aquí reproducimos las antífonas del IV domingo de Pascua y los salmos opcionales

Ant. 1 Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.

Salmo 22

El buen pastor

El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1 Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.

Ant. 2 En las tinieblas brilla como una luz el que es justo.

Salmo 79

Ven a visitar tu viña

Ven, Señor Jesús. (Ap 22, 20)

Pastor de Israel escucha,
tú que guías a José como a un rebaño;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece
ante Efraím, Benjamín y Manasés;
despierta tu poder y ven a salvarnos.

¡Oh Dios!, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Señor, Dios de los ejércitos,
¿hasta cuándo estarás airado
mientras tu pueblo te suplica?

Le diste a comer llanto,
a beber lágrimas a tragos;
nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,
nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;
le preparaste el terreno y echó raíces
hasta llenar el país;

Su sombra cubría las montañas,
y sus pámpanos, los cedros altísimos;
extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado la cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego:
con un bramido hazlos perecer.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 En las tinieblas brilla como una luz el que es justo.

Ant. 3 La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.


Ant. 3 La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios. Aleluya. 

 

3. LECTURA BREVE

Hb  13, 20-21

Que el Dios de la paz, que hizo subir de entre los muertos al  gran pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús,  en virtud de la sangre de la alianza eterna, los ponga a punto en todo bien para que cumplan su voluntad. Él realizará en nosotros lo que es de su agrado por  medio de Jesucristo; a él la gloria por los siglos de los siglos.  Amén.

 

4. RESPONSORIO BREVE

Cf. Jn 10, 14.  16

V. El buen Pastor conoce a sus ovejas, y  ellas escuchan su voz y lo siguen.
R. El buen Pastor conoce a sus ovejas, y  ellas escuchan su voz y lo siguen.

V. Derramó su sangre en sacrificio por ellas. 
R. Y  ellas  escuchan su voz y lo siguen.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El buen Pastor conoce a sus ovejas, y  ellas  escuchan su voz y lo siguen.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Congregaré a mis ovejas de todos los lugares por donde se desperdigaron, y  las traeré a  su  tierra.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Congregaré a mis ovejas de todos los lugares por donde se desperdigaron, y  las traeré a  su  tierra.

 

PRECES

Dirijamos nuestra oración a Cristo, resucitado de entre los  muertos  por el poder del Espíritu Santo  y  constituido Señor y Pastor  nuestro.  Digámosle:

Quédate con nosotros,  Señor.

Jesús, buen Pastor,  que has encomendado a los apóstoles y sus sucesores la tarea de continuar  
—tu misión,  guarda al papa  N., a nuestro obispo N.,  y a todos los  pastores  de tu Iglesia.

Jesús, buen Pastor,  que en el sacramento de la Eucaristía te entregas  continuamente a tu grey,
—concédenos  comprender  tus misterios y  participar activamente en ellos.

Jesús,  buen Pastor,  que nos has encomendado tu Evangelio de salvación,
—danos la gracia de escucharlo y difundirlo según el espíritu de la Iglesia.

Jesús, buen  Pastor,  que desde la cruz nos has dado a tu misma Madre,
—haz que nos pongamos en sus manos y dejemos que  ella  nos conduzca a ti.

Se pueden añadir intenciones libres.

Jesús, buen Pastor, que no abandonas al rebaño redimido con tu sangre,
— sacia en las fuentes de la vida eterna la sed de nuestros hermanos y hermanas que murieron creyendo y esperando en ti.

Oremos ahora como Cristo, nuestro Señor, nos ha enseñado.
Padre nuestro.

 

ORACIÓN

Dios misericordioso y fiel, que nos has enviado a tu Hijo Jesús como pastor y guardián de nuestras almas,  concédenos conocerlo, amarlo y seguirlo hasta dar nuestra vida como él,  para que haya un solo rebaño bajo la guía del  único buen Pastor.  El, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

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- Lecturas complementarias

JESÚS, BUEN PASTOR

I

De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios

(Homilía 14, 1-3: PL 76, 1128-1129)

El buen Pastor

Habéis oído, queridos hermanos en el pasaje evangélico, una enseñanza para vosotros y un riesgo para mí.

Aquel que es bueno por su misma esencia, y no por un don accidental, se presenta así: Yo soy el buen Pastor.

Inmediatamente después manifiesta cuál es el elemento constitutivo de su bondad, a fin de que también nosotros podamos imitarlo; y dice: El buen Pastor da la vida por sus ovejas.  El buen Pastor dio su vida a las ovejas de su rebaño, transformando su cuerpo y su sangre en sacramento para nosotros, para saciar con el alimento de su carne a los que había redimido.  De este modo se nos ha mostrado el camino del desprecio de la muerte, para que lo sigamos.

De este modo se nos ha dado un modelo a reproducir.

Ante todo, nosotros pastores de almas, debemos ofrecernos por ellas hasta la muerte.  Del don de las cosas, que es lo menor, se llega al don de la vida que es el mayor de todos los dones.

Puesto que esta alma, por la que vivimos, es incomparablemente más preciosa que los bienes humanos que poseemos, quien no da por las ovejas del Señor los bienes externos, ¿podrá dar acaso por ellos su alma? Y sin embargo, hay muchos que por amar las riquezas del mundo más que a las almas pierden justamente el derecho de llamarse pastores. De estos dice el Evangelio: El asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye.

Asalariado, no pastor, se denomina a aquel que apacienta a las ovejas del Señor guiado no por el amor sincero, sino por el deseo del premio material.  Es asalariado aquel que realiza el oficio de pastor, pero, en vez de buscar el bien de las almas, busca su comodidad, las ganancias terrenas, la gloria de las dignidades eclesiásticas.  No es posible distinguir un pastor de un asalariado hasta que no se presenta una ocasión extraordinaria.  En tiempos de ordinaria administración, pastor y asalariado apacientan el rebaño del mismo modo.  Cuando viene el lobo, es cuando se descubren las disposiciones interiores con las que cada uno guardaba el rebaño…

Entonces aquel que parecía pastor, pero no lo era, abandona las ovejas y huye porque teme el peligro que le acecha y no se atreve a resistir a la injusticia.  Decir que huye no significa que cambie de lugar, sino que no presta su ayuda.  Huye porque ve la injusticia y guarda silencio, huye porque se esconde en el silencio.

De estos falsos pastores dice el profeta Ezequiel: No habéis escalado a las brechas, ni habéis reconstruido los muros de la casa de Israel, para que pueda resistir en la batalla el día del Señor.  Escalar a las brechas equivale a resistir con palabra sincera y valiente a todos los poderosos que obran mal.  Además resistimos en la batalla el día del Señor y reconstruimos los muros de la casa de Israel si defendemos a los fieles inocentes, con la autoridad de la justicia, contra las injusticias de los malvados.  Para no hacer esto, el asalariado apenas ve venir al lobo, huye.

Acabáis de escuchar, queridos hermanos, el riesgo que corren los pastores; calibrad también, en las palabras del Señor, el que corréis también vosotros.  Mirad si sois, en verdad, sus ovejas, si le conocéis, si habéis alcanzado la luz de su verdad.  Si le conocéis, digo, no sólo por la fe sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras.

 

II      

De las homilías del papa Pablo sexto

(Homilía pronunciada en Manila el día 29 de noviembre de 1970)

Predicamos a Cristo hasta los confines de la tierra

¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!  Para esto me ha enviado el mismo Cristo.  Yo soy apóstol y testigo.  Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia nos apremia el amor.  Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda criatura, y todo se mantiene en él.

Él es también el maestro y redentor de los hombres; el nació, murió y resucitó por nosotros.  Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.

Yo nunca me cansaría de hablar él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, y la verdad, y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed, él es nuestro pastor, nuestra guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano.  Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente.  Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.

Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos.  A vosotros, pues cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y el omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra Madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.

¡Jesucristo!  Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.

 

III

De las enseñanzas del beato Santiago Alberione, presbítero 

(Prediche alle Suore Pastorelle, enero de 1955, vol. I, pp. 7-12 passim)

Jesús buen Pastor, camino, verdad y vida

Jesús dio muchas definiciones de sí mismo, pero la más completa es ciertamente ésta: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.  Las familias paulinas tienen como modelo a Jesús completo, ya que esta devoción lleva todo el hombre de Dios, mente, voluntad y corazón.

—Jesús es camino.  Él nos ha dado buen ejemplo y nos ha indicado el camino que hay que recorrer para llegar a él, para vivir santamente la vida religiosa, para realizar bien el apostolado.  Me diréis: “Pero ¿Por qué nosotras honramos a Jesús bajo el aspecto de pastor y no de maestro como las demás familias paulinas?”  ¡Porque debéis hacer de pastorcitas!  Jesús es siempre el mismo, pero vosotras debéis formaros para las almas y, como Jesús, saber dar la vida por las ovejas.  Él ha dicho: Lo que yo he hecho, hacedlo también vosotros.

—Jesús es la verdad.  Ha venido a traer la Verdad al mundo lleno de errores.  ¿Cómo amó a los hombres el buen Pastor? Dando la verdad; nuestra mente vive de la verdad: No sólo de pan vive el hombre. 

La verdad la encontramos en el catecismo y en el Evangelio, verdadero alimento para nuestras mentes.  En la coronita a Jesús buen Pastor ya se contempla esto, basta ponerlo de relieve.  Rezadla personalmente alguna vez, despacio, saboreándolas palabras como se saborea el pan.  La hermana pastorcita, alimentada con la Biblia, enseñará como ha enseñado Dios. 

Debéis alimentaros, más que con el pan material, con la palabra de Dios.  Aunque existiera sólo este amor a Dios, bastaría; el corazón queda adherido a las ideas y así toda la vida.

Pero luego no basta estudiar, escribir o leer: Jesús ha dado la vida.  Con vuestro apostolado completáis la obra de las demás familias paulinas.

—Jesús es la vida.  Él nos da la gracia que es la vida del alma.  Nuestro corazón debe vivir de la vida sobrenatural.  Jesús murió para darnos esta vida.  El pastor da la vida por las ovejas, ¡este es el programa!  Nosotros recibimos la vida de la gracia en el bautismo, la acrecentamos en la confirmación, la reparamos en la penitencia, la perfeccionamos en la Eucaristía. 

Debemos unirnos a Jesús Vida aumentando en nosotros la gracia con la Eucaristía, meditaciones, comuniones, visitas.  Sucede entonces que la mente, la voluntad y el corazón se hacen propiedad de Jesús.  En Jesús, camino, verdad y vida encontramos la santificación entera, la perfección religiosa.

Nadie tiene una devoción más completa que quien honra a Jesús en este sentido.  Es el culto más completo que se le da.  Es el cristianismo vivido.  ¡Qué sublime gracia os ha concedido el Señor!

No sé si os lo he dicho ya: desde Navidad de1900 al final de enero de 1901, el rector del seminario, que nutría un especial amor a Jesús nos predicó por primera vez esta devoción a todos los seminaristas: cuando nos hablaba, hablaba siempre de él.  Al final sentí como una revelación.  Comprendí que esta práctica absorbía toda la vida del hombre y sentí el deseo de que todos conozcan, practiquen y vivan esta devoción: comunicar y dar el bien es el don más hermoso que se puede ofrecer a quien se ama. 

 

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4. María Reina de los Apóstoles – Sábado después de la Ascensión del Señor

-Introducción

Sábado después de la Ascensión del Señor

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

Solemnidad para las Hermanas de María, Reina de los Apóstoles, para las vocaciones

Solemnidad en el Santuario-Basílica Reina de los Apóstoles, en Roma

FIESTA

María da a Jesús al mundo

La Misa en honor de la Virgen María, Reina de los Apóstoles, fue aprobada por primera vez por la Sagrada Congregación de Ritos el 17 de marzo de 1890, a propuesta de la «Pía Sociedad de las Misiones» (Palotinos) de Masio (Alejandría), y extendida a todo el instituto en 1915.

Fue adoptada por el padre Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, en torno al año 1923, celebrándose el sábado después de la Ascensión del  Señor. El 10 de marzo de 1943, el padre Alberione pidió a la Santa Sede que la Sociedad de San Pablo pudiera celebrar la fiesta con el grado de primera clase; la petición fue aceptada el 26 de marzo de 1943; en 1973 el texto fue revisado y estructurado según la nueva ordenación de la Misa aprobada por en Concilio; la traducción italiana fue aprobada el 4 de abril de 1983, a petición de todos los superiores generales de la Familia Paulina.

Los textos bíblicos y eucológicos de la Misa de la Virgen María, Reina de los Apóstoles, con las propuestas alternativas, tienden a resaltar, según el pensamiento del padre Alberione, todo el «apostolado de María»: desde la Anunciación hasta la Ascensión y en la vida de la Iglesia. En este sentido, el texto se aparta un poco de los primeros acentos de la devoción a María, Reina de los Apóstoles, del siglo XIX, cuando se consideraba sobre todo a María en el cenáculo, rodeada de los Apóstoles.

El padre Alberione, influido también en esto por el magisterio de León XIII, con la encíclica «Adiutricem populi», de 1985, ya desde 1919 orientó a sus hijos a honrar a María con el título de Reina de los Apóstoles, aunque especificando constantemente que hay que tener en cuenta todo el «apostolado» de María, que da a Jesús, Palabra de Dios hecha carne: «el fiat de la Anunciación constituye la primera acción apostólica de María. Introduce a Dios Salvador en el mundo. ¡Qué apostolado! Desde ese momento, la vida de María podría titularse: “Hechos del apostolado de María”» (cf. RdA 88). La globalidad con que se considera a María como Reina de los Apóstoles, se expresa ampliamente en la presentación del cuadro que el mismo padre Alberione mandó realizar a G. B. Conti en 1935 (cf. CISP 37-38).

Se da una gran coincidencia del enfoque del Fundador con el Concilio Vaticano II y con la mariología recogida en la constitución Lumen Gentium, especialmente en los números 64 y 65, donde María se presenta como «modelo de la Iglesia que engendra a Cristo en los corazones de los hombres con la palabra y los sacramentos»; otro tanto sucede con el magisterio de Pablo VI y de Juan Pablo II (cf. Marialis cultus y Redemptoris Mater). Finalmente el padre Alberione propone a María como Mediadora de gracia: ella intercede, guía, sostiene y conforta con su protección a los apóstoles de hoy y de todos los tiempos.

El padre Alberione dio el título de María, Reina de los Apóstoles, a uno de los cuatro Institutos femeninos: las Hermanas de  María, Reina de los Apóstoles (Apostolinas), para el apostolado vocacional, «la obra por excelencia», decía él.

 

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-Misa

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Hch 1, 14

Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús. Aleluya.

O bien:

Jdt 13, 23. 25

El Señor te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en boca de todos. Aleluya.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

— Nos confesamos culpables ante Dios y ante los demás e invocamos a nuestra madre, la Reina de los Apóstoles, que es también refugio de pecadores, para que interceda por nosotros, diciendo:

Yo confieso…

 

SE DICE GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso,
que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles,
reunidos en oración con María, la madre de Jesús,
concédenos, por intercesión de la Virgen,
entregarnos fielmente a tu servicio
y proclamar la gloria de tu nombre
con testimonio de palabra y de vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles

1, 12-14; 2, 1-4

Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
*

[Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.]

*Donde esta fiesta se celebra el sábado vigilia de Pentecostés, se omite el texto entre corchetes.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 86, 1-2. 3 y 5. 6-7 (R.: 3)

R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Él la ha cimentado sobre el monte santo,
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
R.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
R.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
R.

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Donde se celebra como solemnidad:

SEGUNDA LECTURA

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7

Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Palabra de Dios.

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ALELUYA

Estaba santa María,
Reina del cielo y Señora del mundo,
sufriendo junto a la cruz del Señor.

 

EVANGELIO

Dijo Jesús al discípulo: «Ahí tienes a tu madre»

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
—«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo:
—«Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.

 

Donde se celebra como solemnidad, se dice el Credo.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES
(Este formulario es opcional para la fiesta)

Oremos a Dios Padre, que ha querido asociar a la misión de su Hijo a la Virgen María, como corredentora y madre de los apóstoles. Digamos:

Escúchanos, Señor, por intercesión de María.

— Por la Iglesia: para que viva siempre el «Sí» de María a la palabra de Dios, roguemos al Señor.

—Por las vocaciones y los que aspiran al apostolado: para que en las dificultades se sientan siempre asistidos por María, como Juan al pie de la cruz, roguemos al Señor.

—Por todos aquellos que trabajan al servicio del Evangelio: para que se llenen del Espíritu Santo, como los apóstoles reunidos en el cenáculo en oración con María, roguemos al Señor.

—Por todas las mujeres asociadas a la misión sacerdotal: para que desplieguen en la Iglesia nuevas posibilidades de evangelización y santificación, a ejemplo de María, asociada a la misión de Cristo, roguemos al Señor.

—Por los que sufren, por los marginados, por los pobres de pan y de verdad: para que llegue a ellos el mensaje de la salvación y vean en María, Reina elevada al cielo y glorificada, un signo de esperanza cierta, roguemos al Señor.

—Por el mundo entero: para que, por intercesión de María, Reina de los Apóstoles, se apresure en todas las culturas la instauración del reino de Cristo Maestro, camino, verdad y vida, roguemos al Señor.

O bien:

Jesús Maestro y Pastor, antes de consumar su sacrificio redentor, nos entregó a María en la persona de Juan. Confiando en la intercesión de nuestra Madre y Reina, dirijamos al Padre nuestra oración, diciendo:

Escúchanos, Señor.

—Por la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, nacido de la cruz de Cristo: para que, guiada y asistida por la protección de María, lleve a todos la salvación, oremos.

—Por todos los llamados al apostolado: para que en las dificultades se sientan guiados y confortados por María, oremos.

—Por todos los que trabajan al Servicio del Evangelio: para que perseveren unánimes en la oración con María la madre de Jesús, y se llenen de los dones del Espíritu Santo, oremos.

—Para que todos los miembros de la Iglesia, sacerdotes, religiosos y laicos, colaboren eficazmente en la difusión del Evangelio, como María cooperó en la misión de Jesús.

—Por los pobres de pan y de verdad, por todos los que sufren y por los lejanos: para que les llegue el gozoso anuncio de la salvación en Jesús, y descubran en María, elevada al cielo y glorificada, un signo de esperanza cierta, oremos.

—Por todos los pueblos de la tierra: para que, por la intercesión y la protección de María, Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles. Por Cristo nuestro Señor.

Escucha, Padre la súplica humilde y ardiente que te dirigimos confiando en la intercesión de María, Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles. Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Por tu benignidad, Señor,
y por la intercesión de santa María, siempre Virgen,
nuestra ofrenda alcance a tu Iglesia
el aumento por el número de fieles,
y el resplandor constante
por la abundancia de las virtudes.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La Virgen María precedió a los apóstoles en el anuncio de Cristo

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
en esta fiesta (solemnidad) de santa María Virgen,
que precedió a los apóstoles en el anuncio de Cristo.
Porque ella, conducida por el Espíritu Santo,
llevó presurosa a Cristo al Precursor,
para que fuera causa de santificación
y alegría para él;
del mismo modo Pedro y los demás apóstoles,
movidos por el mismo Espíritu,
anunciaron animosos, a todos los pueblos,
el Evangelio
que había de ser para ellos
causa de salvación y de vida.
Ahora también la santísima Virgen
precede con su ejemplo a los heraldos del Evangelio,
los estimula con su amor
y los sostiene con su intercesión incesante,
para que anuncien a Cristo Salvador
por todo el mundo.
Por eso,
con todos los ángeles y los santos
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Lc 1, 48-49

Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. Aleluya.

O bien:

Jn 19, 26-27

Jesús dijo a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre. Aleluya.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Después de recibir tu ayuda, Señor, en este sacramento, al celebrar la fiesta (solemnidad) de la Virgen María, Reina de los Apóstoles, te pedimos perseverar siempre en tu amor y en el servicio a los hombres, para dedicarnos cada vez con mayor generosidad a la edificación de tu reino.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El padre, que, con la resurrección de su Hijo
llenó de alegría a la Virgen María y a la Iglesia naciente,
os colme de gozo espiritual.

R. Amén.

Jesucristo, el nacido de la Virgen inmaculada,
que salió del sepulcro dejándolo intacto,
conserve en vosotros íntegra la fe del bautismo.

R. Amén.

El Espíritu Santo,
cuyo descenso esperó confiadamente
la Virgen María en oración con los apóstoles,
os purifique y establezca su morada en vosotros.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Misa votiva

La Misa de la Virgen María, Reina de los Apóstoles puede celebrarse como misa votiva en las ferias del tiempo ordinario y por necesidades especiales, cuando lo permite el calendario universal.

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

Se dice la Misa correspondiente al sábado después de la Ascensión.  Para las lecturas, se toman las indicadas allí mismo, o bien otras lecturas adecuadas, tomadas del Común de Santa María Virgen (cf. Orientaciones generales, «Misas de la Virgen María», n° 40c). Entre ellas se propone las siguientes que colocamos a continuación.

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Hch 1, 14

Los discípulos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús. Aleluya.

O bien:

Jdt 13, 23. 25

El Señor te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en boca de todos. Aleluya.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

— Nos confesamos culpables ante Dios y ante los demás e invocamos a nuestra madre, la Reina de los Apóstoles, que es también refugio de pecadores, para que interceda por nosotros, diciendo: Yo confieso…

 

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso,
que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles,
reunidos en oración con María, la madre de Jesús,
concédenos, por intercesión de la Virgen,
entregarnos fielmente a tu servicio
y proclamar la gloria de tu nombre
con testimonio de palabra y de vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

La Virgen María, «arca del Señor»

Lectura del primer libro de las Crónicas
15,3-4. 15-16; 16,1-2

En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas, para trasladar el arca del Señor al lugar que le habían preparado. Luego reunió a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron en peso el arca de Dios, tal como había mandado Moisés por orden del Señor.

David mandó a los jefes de los levitas organizar a los cantores de sus familias, para que entonasen cantos festivos acompañados de instrumentos, arpas, cítaras y platillos.

Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión a Dios y, cuando David terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL
Sal 86, 1-2.3 y 5. 6-7 (R: 3)

R. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
R.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado».
R.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti»
R.

 

ALELUYA

Lc 1,47

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

 

EVANGELIO                  

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas
1,39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: —«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!   ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

María dijo: —«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es Santo, y su misericordia llega a su fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres—en favor de Abrahán y su descendencia por siempre». María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a casa.

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES
(Este formulario es opcional para la fiesta)

Oremos a Dios Padre, que ha querido asociar a la misión de su Hijo a la Virgen María, como corredentora y madre de los apóstoles. Digamos:

Escúchanos, Señor, por intercesión de María.

— Por la Iglesia: para que viva siempre el «Sí» de María a la palabra de Dios, roguemos al Señor.

—Por las vocaciones y los que aspiran al apostolado: para que en las dificultades se sientan siempre asistidos por María, como Juan al pie de la cruz, roguemos al Señor.

—Por todos aquellos que trabajan al servicio del Evangelio: para que se llenen del Espíritu Santo, como los apóstoles reunidos en el cenáculo en oración con María, roguemos al Señor.

—Por todas las mujeres asociadas a la misión sacerdotal: para que desplieguen en la Iglesia nuevas posibilidades de evangelización y santificación, a ejemplo de María, asociada a la misión de Cristo, roguemos al Señor.

—Por los que sufren, por los marginados, por los pobres de pan y de verdad: para que llegue a ellos el mensaje de la salvación y vean en María, Reina elevada al cielo y glorificada, un signo de esperanza cierta, roguemos al Señor.

—Por el mundo entero: para que, por intercesión de María, Reina de los Apóstoles, se apresure en todas las culturas la instauración del reino de Cristo Maestro, camino, verdad y vida, roguemos al Señor.

O bien:

Jesús Maestro y Pastor, antes de consumar su sacrificio redentor, nos entregó a María en la persona de Juan. Confiando en la intercesión de nuestra Madre y Reina, dirijamos al Padre nuestra oración, diciendo:

Escúchanos, Señor.

—Por la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, nacido de la cruz de Cristo: para que, guiada y asistida por la protección de María, lleve a todos la salvación, oremos.

—Por todos los llamados al apostolado: para que en las dificultades se sientan guiados y confortados por María, oremos.

—Por todos los que trabajan al Servicio del Evangelio: para que perseveren unánimes en la oración con María la madre de Jesús, y se llenen de los dones del Espíritu Santo, oremos.

—Para que todos los miembros de la Iglesia, sacerdotes, religiosos y laicos, colaboren eficazmente en la difusión del Evangelio, como María cooperó en la misión de Jesús.

—Por los pobres de pan y de verdad, por todos los que sufren y por los lejanos: para que les llegue el gozoso anuncio de la salvación en Jesús, y descubran en María, elevada al cielo y glorificada, un signo de esperanza cierta, oremos.

—Por todos los pueblos de la tierra: para que, por la intercesión y la protección de María, Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles. Por Cristo nuestro Señor.

Escucha, Padre la súplica humilde y ardiente que te dirigimos confiando en la intercesión de María, Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles. Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Por tu benignidad, Señor,
y por la intercesión de santa María, siempre Virgen,
nuestra ofrenda alcance a tu Iglesia
el aumento por el número de fieles,
y el resplandor constante
por la abundancia de las virtudes.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La Virgen María precedió a los apóstoles en el anuncio de Cristo

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias, siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
en esta fiesta (solemnidad) de santa María Virgen,
que precedió a los apóstoles en el anuncio de Cristo.
Porque ella, conducida por el Espíritu Santo,
llevó presurosa a Cristo al Precursor,
para que fuera causa de santificación
y alegría para él;
del mismo modo Pedro y los demás apóstoles,
movidos por el mismo Espíritu,
anunciaron animosos, a todos los pueblos,
el Evangelio
que había de ser para ellos
causa de salvación y de vida.
Ahora también la santísima Virgen
precede con su ejemplo a los heraldos del Evangelio,
los estimula con su amor
y los sostiene con su intercesión incesante,
para que anuncien a Cristo Salvador
por todo el mundo.
Por eso,
con todos los ángeles y los santos
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Lc 1, 48-49

Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. Aleluya.

O bien:

Jn 19, 26-27

Jesús dijo a su madre: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre. Aleluya.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Después de recibir tu ayuda, Señor, en este sacramento, al celebrar la fiesta (solemnidad) de la Virgen María, Reina de los Apóstoles, te pedimos perseverar siempre en tu amor y en el servicio a los hombres, para dedicarnos cada vez con mayor generosidad a la edificación de tu reino.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El padre, que, con la resurrección de su Hijo
llenó de alegría a la Virgen María y a la Iglesia naciente,
os colme de gozo espiritual.

R. Amén.

Jesucristo, el nacido de la Virgen inmaculada,
que salió del sepulcro dejándolo intacto,
conserve en vosotros íntegra la fe del bautismo.

R. Amén.

El Espíritu Santo,
cuyo descenso esperó confiadamente
la Virgen María en oración con los apóstoles,
os purifique y establezca su morada en vosotros.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

 

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-Oficio de Lectura

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. Aleluya.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Madre de Dios y madre de la Iglesia,
de quien todos nacimos en la cruz,
eres para tus hijos el modelo
que alienta nuestra fe con su virtud.

Si por Adán nacimos en pecado,
recobramos con Cristo la salud.
Si por Eva perdimos la esperanza,
con María, nueva madre de los hombres,
volvimos a la luz.

Mediadora ante Dios para los hombres,
de Cristo en su pasión corredentora,
eres luz, dulzura y esperanza,
abogada y consuelo en el camino
de aquellos que te imploran.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Por tu intercesión, abogada nuestra, se nos han abierto las puertas del paraíso. Aleluya.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Por tu intercesión, abogada nuestra, se nos han abierto las puertas del paraíso. Aleluya.

Ant. 2. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza. Aleluya.

Salmo 45

Dios refugio y fortaleza de su pueblo

Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios –con-nosotros» (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra has el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza. Aleluya.

Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, madre, maestra y reina nuestra! Aleluya.

Salmo 86

Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos

La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios, etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, madre, maestra y reina nuestra! Aleluya.

 

4. VERSÍCULO

V. Tú eres, María, puerta del cielo y estrella del mar. Aleluya.
R. Quien te alcanza, alcanza la vida y goza del favor del Señor. Aleluya.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Hechos de los Apóstoles

1, 12-14; 2, 1-4; 4, 5-7. 18. 23-24. 31-33

Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto a María, la madre de Jesús

Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que permite caminar en sábado. Llegados a casa subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.

Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del pueblo, los senadores y los letrados; entre ellos el sumo sacerdote Anás, Caifás y Alejandro, y los demás que eran familia de sumos sacerdotes. Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y les prohibieron en absoluto predicar y enseñar en nombre de Jesús. Puestos en libertad, volvieron al grupo de los suyos.

Todos juntos invocaron a Dios en voz alta. Al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo, y anunciaban con valentía la palabra de Dios.

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Todos eran muy bien vistos.

RESPONSORIO

V. María siempre Virgen, intercede por nuestra paz y nuestra salvación. Tú que engendraste a Cristo el Señor, Salvador de todos. Aleluya.
R. María siempre Virgen, intercede por nuestra paz y nuestra salvación. Tú que engendraste a Cristo el Señor, Salvador de todos. Aleluya.

V. El Señor te ha bendecido con su poder, derrotando por ti a todos nuestros enemigos.
R. Tú que engendraste a Cristo el Señor, Salvador de todos. Aleluya.

 

SEGUNDA LECTURA

De la Constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo.

(Núms. 59. 63-65)

María, imagen de la Iglesia en la misión apostólica

Como quiera que plugo a Dios no manifestar solemnemente el sacramento de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos a los apóstoles antes del día de Pentecostés dedicarse a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos, y a María implorando con sus ruegos el don del

Espíritu Santo quien ya la había cubierto con su sombra en la Anunciación.

La bienaventurada Virgen, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, con la que está unida al Hijo redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también íntimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es arquetipo de la Iglesia, como ya enseñaba san Ambrosio, a saber: en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo.

Ahora bien, la Iglesia, contemplando su arcana santidad e imitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, también ella es hecha madre, por la palabra de Dios fielmente recibida; en efecto, por la predicación y el bautismo, engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espíritu Santo, conserva virginalmente la fe íntegra, la sólida esperanza, la sincera caridad.

Mientas que la Iglesia en la Santísima Virgen ya llegó a la perfección, por la que se presenta sin mancha ni arruga, los fieles, en cambio, aún se esfuerzan en crecer en la santidad venciendo el pecado; y, por eso, levantan  sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes. La Iglesia, reflexionando piadosamente sobre ella y contemplándola en la luz de la Palabra hecha hombre, llena de veneración, entra más profundamente en el sumo misterio de la encarnación y se asemeja más a su Esposo.

Porque María, que, habiendo entrado íntimamente en la historia de la salvación, en cierta manera une y refleja en sí las más grandes exigencias de la fe, mientras es predicada y honrada, atrae a los creyentes hacia su Hijo y su sacrificio y hacia el amor del Padre. La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace más semejante a su excelso modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la caridad, buscando y obedeciendo en todas las cosas la divina voluntad.

Por lo cual, también en su obra apostólica, con razón la Iglesia mira hacia aquella que engendró a Cristo, concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen, precisamente para que, por la Iglesia, nazca y crezca también en los corazones de los fieles. La Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno que debe animar también a los que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan para regenerar a los hombres.

 

O bien:

De los escritos del beato Santiago Alberione, presbítero

(San Paolo, núm. 15 – CISP 37-38 – 1 de mayo de 1935)

En María se da la síntesis del apostolado cristiano

Queridísimos: ante nuestra madre, maestra y reina, viene espontáneo repetir: «Después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clementísima, oh piadosa, oh dulce virgen María.» En medio de una intensa luz, María realiza su apostolado: el de dar a Jesús al Padre, a los hombres y al cielo.

Ha dado a Jesucristo a la tierra: en ella Dios se ha engrandecido, haciéndose también Hombre y Salvador de los hombres, haciéndose por medio de su fiat «Jesus hominum Salvator».
Ella, en nuestro cuadro, resume la idea de la eucaristía formada con su sangre virginal; ofrece su fruto bendito, Jesús, lo presenta como sosteniendo con amor dulcísimo una Hostia viva, santa, agradable a Dios.

Lo ha dado también al Padre, que por Jesucristo recibe una gloria nueva, infinita.

Mostró a Jesús a los pastores, los primeros llamados a la cuna del Salvador, representando al pueblo humilde, heredero de las promesas divinas, que acogió la señal de Dios con la sencillez de un niño.

Mostró a Jesús a san José, su fiel esposo y padre adoptivo del niño. Mostró a Jesús a san Juan Bautista, que, como anillo de oro, había de concluir el tiempo antiguo e inaugurar el tiempo nuevo. Ellos representaban los dos tipos de santidad, todas las virtudes y sublimaciones de los dos testamentos, reuniendo en sí mismos toda gracia.

Mostró  a Jesús al pueblo pagano, representado por los Magos, llegados a la cuna de Belén, como primicias de los gentiles que un día constituirían el núcleo de la Iglesia católica.

Presentó a Jesús al templo, ofreciéndolo niño, víctima digna y sacerdote eterno según su vocación: «Tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones…» (Lc 2, 29s).

Mostró a Jesús a los egipcios, a quienes lo llevó como exiliado, siguiendo sublimes designios y realizando las antiguas profecías.

Lo mostró a Nazaret, como ejemplo perfecto de la vida privada y de virtud para todo hombre y para todos los tiempos; allí lo ayudó a crecer en sabiduría, en edad y en gracia. Allí él comenzó a trabajar; allí se convirtió en modelo divino en todas las virtudes personales, domésticas, sociales, religiosas y civiles.

Lo llevó al templo y, como realizadora de los divinos misterios, lo mostró a los doctores como sabiduría del Padre, «escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.»

Lo mostró a los apóstoles en las bodas de Caná, donde, intercediendo para que llegara la hora de manifestarse, consiguió que se realizara el milagro de la conversión del agua en vino: «Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos; manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él»; y por ellos la fe se transmitió al mundo.

Lo mostró crucificado, salvación para todo el mundo, en el Calvario, donde el infierno tembló derrotado; exultaron los justos de los tiempos antiguos a quienes se les abrieron las puertas del cielo; la justicia y la paz se besaron; los tiempos obtuvieron el sello del amor, que se inmola por el amado, bajo los auspicios de Jesucristo.

Lo mostró al Padre, devolviéndolo al cielo el día de la Ascensión: el cuerpo con las señales gloriosas; las heridas resplandecientes; el costado abierto, para lanzar dos rayos de amor, a Dios, y a los hombres; sol de gloria para el paraíso, fuerza omnipotente para atraer todo hacia sí; cabeza en la que habrían de incorporarse las almas…

María es la apóstol, la Reina de los Apóstoles, el modelo de todo apostolado, la inspiradora de todas las virtudes apostólicas. ¡Que le cante el cielo! ¡Que le cante la tierra! Y por ella, con ella y en ella se eleve toda alabanza a la Santísima Trinidad.

RESPONSORIO

V. De ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.
R. De ti salió el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.

V. Tú eres la mujer a quien Dios ha bendecido y por ti hemos recibido el fruto de  la vida.
R. Por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. Aleluya.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta fiesta de la Virgen María, Reina de los Apóstoles. Aleluya.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Estaban reunidos con María
la madre de Jesús,
la madre de la Iglesia que nacía
brotando de la cruz,
y descendió el Espíritu aquel día
con su fuerza, con su luz.

Reina de los Apóstoles,
unánimes contigo
clamamos con fervor:
ven, Espíritu Santo,
e infúndenos tu amor,
e infúndenos tu amor.

Por obra del Espíritu engendraste
a Cristo salvador,
y, fuerte en el Espíritu, ayudaste
a Cristo redentor;
a la naciente Iglesia la abrigaste
con ternura, con amor.

La Iglesia, con María, peregrina,
velando en oración,
al soplo del Espíritu camina
haciendo comunión.
Él es la fuerza y juventud divina
que mueve su corazón.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Tú eres la mujer a quien Dios ha bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida. Aleluya.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Tú eres la mujer a quien Dios ha bendecido, y por ti hemos recibido el fruto de la vida. Aleluya.


Ant. 2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza. Aleluya.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.



Ant. 2: Tú eres la gloria de Jerusalén; tú la alegría de Israel; tú, el orgullo de nuestra raza. Aleluya.


Ant. 3: Alégrate, Virgen María, Reina nuestra, ruega al Señor por nosotros. Aleluya.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: Alégrate, Virgen María, Reina nuestra, ruega al Señor por nosotros. Aleluya.

 

4. LECTURA BREVE

Cf. Is 61, 10

Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Quien me alcanza, alcanza la vida. Aleluya, aleluya.
R. Quien me alcanza, alcanza la vida. Aleluya, aleluya.

V. Y goza del favor del Señor.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Quien me alcanza, alcanza la vida. Aleluya, aleluya.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen se han vuelto a abrir a todos. Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Por Eva se cerraron a los hombres las puertas del paraíso, y por María Virgen se han vuelto a abrir a todos. Aleluya.

 

7. PRECES

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente,
―haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada,
―líbranos de la corrupción del pecado.

Salvador nuestro, que quisiste que tu madre estuviera junto a tu cruz,
―por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

Jesús, que, colgado en la cruz, diste a María a Juan como madre,
―haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Resumamos nuestras alabanzas y peticiones, con las mismas palabras de Cristo.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.

 

2. SALMODIA

Cuando se celebra como solemnidad, se utiliza la salmodia que colocamos a continuación. En caso contrario, los salmos se toman de la feria correspondiente.

Ant.: Todos se dedicaban a la oración en común, con María, la madre de Jesús. Aleluya.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Todos se dedicaban a la oración en común, con María, la madre de Jesús. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Hch 1, 12-14                                     

Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte  que llaman de los Olivos.  Llegados a casa subieron a la sala, donde se alojaban. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.     

V. Madre santa y Reina de los apóstoles. Aleluya.   
R. Ruega al Señor por nosotros.

 

4. ORACIÓN

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entréganos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Cuando se celebra como solemnidad, se utiliza la salmodia que colocamos a continuación. En caso contrario, los salmos se toman de la feria correspondiente.

Ant.: Dijo la madre de Jesús: «Haced lo que él os diga.»  Aleluya.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dijo la madre de Jesús: «Haced lo que él os diga.»  Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Za 9,9              

Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso.    

V. Grande es la gloria de nuestra Madre. Aleluya.   
R. Que ha engendrado al Rey del cielo. Aleluya.

 

4. ORACIÓN

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entréganos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Cuando se celebra como solemnidad, se utiliza la salmodia que colocamos a continuación. En caso contrario, los salmos se toman de la feria correspondiente.

Ant.: Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tus madre.» Aleluya.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tus madre.» Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Cf.Jdt 13,18-19                

Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Los que recuerden esta hazaña de Dios jamás perderán la confianza que tú inspiras.           

V. Reina de los Apóstoles, ruega al Señor de la mies. Aleluya.        
R. Que mande trabadores a su mies. Aleluya.

 

4. ORACIÓN

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la madre de Jesús, concédenos, por intercesión de la Virgen, entréganos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-I Vísperas (Primeras Vísperas)

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Reina de los Apóstoles,
madre de Dios:
forma tú nuestra mente y voluntad
y nuestro corazón.

Cuando se fue Jesús, tú te quedaste
al frente de la fe y de la oración,
alentando la unión de los discípulos
y esperando al Espíritu, que es vida y es amor.

Siempre estuviste, madre, con Cristo
y fuiste así quien más le conoció.
Eres hoy para todos la puerta abierta
que conduce hasta Cristo, camino y salvación.

Fuiste, María, el primer apóstol,
que al mundo le hizo entrega del Señor.
Le enseñaste a entregarse siempre a todos,
y de él aprendiste lo inmenso de su amor.

Sigues, oh madre, hoy viva en la Iglesia,
pendiente de quien va firme al timón,
esperando, puntual, con los que esperan
la llegada gozosa de Cristo redentor.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor te ha exaltado y coronado como Reina. Aleluya.

Salmo 112

Alabado sea el nombre del Señor

Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¡Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Alégrate, María, llena de gracia. El Señor te ha exaltado y coronado como Reina. Aleluya.

Ant. 2. Madre y Reina nuestra, ruega al fruto de tu vientre, Jesús, que mande trabajadores a su mies. Aleluya.

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Madre y Reina nuestra, ruega al fruto de tu vientre, Jesús, que mande trabajadores a su mies. Aleluya.

Ant. 3. Bajo tu protección nos acogemos, madre, maestra y reina nuestra. Aleluya.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Bajo tu protección nos acogemos, madre, maestra y reina nuestra. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Hch 1, 12-14

Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que permite caminar en sábado. Llegados a casa subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Alégrate, madre de la Iglesia, maestra y reina nuestra. Aleluya, aleluya.
R. Alégrate, madre de la Iglesia, maestra y reina nuestra. Aleluya, aleluya.

V. Bendito sea el Señor, que te ha exaltado sobre los ángeles y los santos.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Alégrate, madre de la Iglesia, maestra y reina nuestra. Aleluya, aleluya.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cantemos a Dios nuestro salvador en la conmemoración de María, Reina de los Apóstoles, que intercede por nosotros. Aleluya.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cantemos a Dios nuestro salvador en la conmemoración de María, Reina de los Apóstoles, que intercede por nosotros. Aleluya.

 

6. PRECES

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que nos ha dado a María como prenda cierta de consuelo y esperanza. Digamos confiadamente:

Que María, madre y reina interceda por nosotros.

OH Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la Inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,

―haz que todos tus hijos deseen esta misma gloria y caminen hacia ella.

Tú que nos diste a María por madre, concede, por su medicación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
―y a todos abundancia de salud y de paz.

Tú que hiciste de María la llena de gracia,
―concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
―y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que coronaste a María como reina del cielo,
―haz que los difuntos puedan alcanzar, con todos los santos, la felicidad de tu reino.

Ahora confirmemos nuestras alabanzas y peticiones diciendo la oración del Señor.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios todopoderoso, que derramaste el Espíritu Santo sobre los apóstoles, reunidos en oración con María, la Madre de Jesús, concédenos por intercesión de la Virgen, entregarnos fielmente a tu servicio y proclamar la gloria de tu nombre con testimonio de palabra y de vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-II Vísperas (Segundas Vísperas)

LA VIRGEN MARÍA, REINA DE LOS APÓSTOLES

Se celebran las I Vísperas de la  Solemnidad de Pentecostés.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Ven, Creador, Espíritu amoroso,
ven y visita el alma que a ti clama
y con tu soberana gracia inflama
los pechos que criaste poderoso.

Tú que abogado fiel eres llamado,
del Altísimo don, perenne fuente
de vida eterna, caridad ferviente,
espiritual unción, fuego sagrado.

Tú te infundes al alma en siete dones,
fiel promesa del Padre soberano;
tú eres el dedo de su diestra mano,
tú nos dictas palabras y razones.

Ilustra con tu luz nuestros sentidos,
del corazón ahuyenta la tibieza,
haznos vencer la corporal flaqueza,
con tu eterna virtud fortalecidos.

Por ti, nuestro enemigo desterrado,
gocemos de paz santa duradera,
y, siendo nuestro guía en la carrera,
todo daño evitemos y pecado.

Por ti al eterno Padre conozcamos,
y al Hijo, soberano omnipotente,
y a ti, Espíritu, de ambos procedente
con viva fe y amor siempre creamos. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.

Salmo 112

ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. Aleluya.


Ant. 2: Aparecieron sobre los apóstoles unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de ellos el Espíritu Santo. Aleluya.

Salmo 146.

PODER Y BONDAD DEL SEÑOR

Señor,  Dios  eterno,  alegres  te cantamos, a ti nuestra alabanza
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonad la acción de gracias al Señor,
tocad la cítara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes,
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirven al hombre;
que da su alimento al ganado,
y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los músculos del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confían en su misericordia.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 2: Aparecieron sobre los apóstoles unas como lenguas de fuego, y se posó sobre cada uno de ellos el Espíritu Santo. Aleluya.


Ant. 3: El Espíritu, que procede del Padre él me glorificará. Aleluya.

Cántico del libro del Apocalipsis    

15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES


Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: El Espíritu, que procede del Padre él me glorificará. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 8, 11

Si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la confesión de una sola fe.

Aleluya.

Cántico de la Santísima Virgen María    

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que con la diversidad de lenguas congregaste todos los pueblos en la confesión de una sola fe.

 

6. PRECES

Celebremos la gloria de Dios, quien, al llegar a su término en Pentecostés los cincuenta días de Pascua, llenó a los apóstoles del Espíritu Santo, y supliquemos con ánimo gozoso y confiado, diciendo:

Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra.

Tú que, al comienzo de los tiempos, creaste el cielo y la tierra y, al llegar la etapa final de la historia, quisiste que Cristo fuera cabeza de toda la creación,
—por tu Espíritu renueva la faz de la tierra y conduce a los hombres a la salvación.

Tú que infundiste el aliento de vida en el rostro de Adán,
—envía ahora tu Espíritu a la Iglesia, para que, vivificada y rejuvenecida, comunique tu vida al mundo.

Ilumina a todos los hombres con la luz de tu Espíritu y disipa las tinieblas de nuestro mundo,
—para que el odio se convierta en amor, el sufrimiento en gozo y la guerra en paz.

Fecundiza el mundo con tu Espíritu, agua viva que mana del costado de Cristo,
—para que la tierra entera se vea libre de todo mal.


Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que, por obra del Espíritu Santo, conduces sin cesar a los hombres a la vida eterna,
—dígnate llevar, por este mismo Espíritu, a los difuntos al gozo eterno de tu presencia.

Dirijámonos ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en nuestros labios: Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que has querido que la celebración del misterio pascual se prolongara simbólicamente durante cincuenta días, te pedimos que, por la acción del Espíritu Santo, lleves a la unidad en el amor a todas las naciones de la tierra, y que sus diversas lenguas se unan para proclamar unánimemente la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

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- Lecturas complementarias

LA  VIRGEN  MARÍA REINA  DE  LOS  APÓSTOLES

I

De la exhortación  apostólica Marialis cultus, del papa Pablo sexto (Núms.  35-37)

María,  modelo  de la mujer contemporánea

La Virgen María ha sido propuesta siempre por la Iglesia a la imitación de los fieles no precisamente por el tipo de vida que ella llevó y, tanto menos,  por el ambiente  socio-cultural en que se desarrolló, hoy día superado casi  en todas partes, sino porque en sus condiciones concretas de vida, ella se adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios;  porque acogió la palabra y la puso en práctica;  porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio;  porque, es decir, fue la primera y la más perfecta discípula de Cristo:  lo cual tiene valor universal y permanente.

Se debe considerar normal, pues, que las generaciones cristianas, al contemplar la figura y la misión de María  -como mujer nueva y perfecta cristiana que resume en sí misma las situaciones más características de la vida femenina porque es virgen, esposa, madre- , hayan considerado a la madre de Jesús como “modelo eximio”  de la condición femenina y ejemplar “limpidísimo” de la vida evangélica, y hayan plasmado estos sentimientos según las categorías y los modos expresivos propios de su época.

Nuestra época, como las precedentes, está  llamada a confrontar sus concepciones antropológicas y los problemas  que derivan de ellas con la figura de la Virgen tal cual nos es presentada por el Evangelio.  Esto llevará a descubrir cómo María puede ser tomada como espejo de las esperanzas de los hombres de nuestro tiempo.  De este modo, por poner algún ejemplo, la mujer contemporánea, deseosa de participar con poder de decisión en las elecciones de la comunidad, contemplará con íntima alegría a María que, puesta en diálogo con Dios, da su consentimiento y responsable no  a la solución de un problema contingente sino a la “obra de los siglos”  como se ha llamado justamente a la encarnación del Verbo (san Pedro Crisólogo);  se dará cuenta de que la opción del estado virginal no fue un acto de cerrarse a algunos de los valores del estado matrimonial, sino que constituyó una opción valiente, llevada a cabo para consagrarse totalmente al amor de Dios;  comprobará con gozosa sorpresa que María de Nazaret, aun habiéndose abandonado  a la  voluntad del Señor, fue algo del todo distinto de una mujer pasivamente remisa o de religiosidad alienante, antes bien, fue mujer que no dudó en proclamar que Dios es vindicador de los humildes y de los oprimidos y derriba de sus tronos a los poderosos del mundo;  reconocerá en María, que “sobresale entre los humildes y los pobres del Señor”,  una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio:  situaciones todas éstas que no pueden escapar a la atención de quien quiere secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre y de la sociedad;  y no se le presentará María como una madre celosamente replegada  sobre su propio Hijo divino, sino como una mujer que con su acción favoreció la fe de la  comunidad apostólica en Cristo y cuya función maternal se dilató, asumiendo sobre el Calvario dimensiones universales.

Son ejemplos.  Sin embargo, aparece claro en ellos cómo la figura de la Virgen no defrauda esperanza alguna profunda de los hombres de nuestro tiempo y les ofrece el modelo perfecto del discípulo del Señor: artífice de la ciudad terrena y temporal, pero peregrino diligente hacia la celeste y eterna;  promotor de la justicia que libera al oprimido y de la caridad que socorre al necesitado;  pero, sobre todo, testigo del amor que edifica a Cristo en los corazones. 

 

II      

De la exhortación apostólica Catechesi tradendae,  del papa Juan Pablo segundo

(Núms. 72- 73)

El Espíritu Santo y María, “madre y discípula”

El Espíritu  es prometido a la Iglesia y a cada fiel como un Maestro interior que, en la intimidad de la conciencia y del corazón, hace comprender lo que se había entendido, pero que no se había sido capaz  de captar plenamente.  “El Espíritu Santo desde ahora instruye a  los fieles -decía a este respecto san Agustín-  según la capacidad espiritual de cada uno.  Y él enciende en sus corazones un deseo más vivo en la medida en la que cada uno progresa en esta caridad que le hace amar lo que ya conocía y desear lo que todavía no conocía.”
Además, misión del espíritu es también transformar a los discípulos en testigos de Cristo: Él dará testimonio de mí y vosotros daréis también testimonio.   Más aún.  Para san Pablo, que sintetiza en este punto una teología latente en todo el Nuevo Testamento, la vida según el Espíritu es todo el “ser cristiano”, toda la vida cristiana, la vida nueva de los hijos de Dios.
Del Espíritu proceden todos los carismas que edifican la Iglesia, comunidad de cristianos.  En este sentido san Pablo da a cada discípulo de Cristo esta consigna: Llenaos del Espíritu.
Yo invoco ahora sobre la Iglesia catequizadora este Espíritu del Padre y del Hijo, y le suplicamos que renueve en esta Iglesia el dinamismo catequético.

Que la Virgen de Pentecostés nos lo obtenga con su intercesión.  Por una vocación singular, ella vio a su Hijo Jesús  crecer en sabiduría,  en edad y en gracia.   En su regazo y luego escuchándola, a lo largo de la vida oculta en Nazaret, este Hijo, que era el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, ha sido formado por ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre su pueblo, en la adoración al Padre.  Por otra parte, ella ha sido la primera de sus discípulos: primera  en el tiempo, pues ya al encontrarle en el templo, recibe de su Hijo adolescente unas lecciones que conserva en su corazón;  la primera, sobre todo, porque nadie ha sido enseñado por Dios con tanta profundidad.  “Madre y a la vez discípula”,  decía de ella san Agustín, añadiendo atrevidamente que esto fue para ella más importante que lo otro.  No sin razón en el aula sinodal se dijo de María que es “un catecismo viviente”, “madre y modelo de los catequistas.”

Quiera, pues, la presencia del Espíritu Santo, por intercesión de María, conceder a la Iglesia un impulso creciente en la obra catequética que le es esencial.  Entonces la Iglesia realizará con eficacia, en esta hora de gracia, la misión inalienable y universal recibida de su Maestro: Id, pues; enseñad a todas las gentes.

 

III 

De una exhortación del beato Santiago Alberione, presbítero

(Op. XI :  María Discepola e Maestra -  CISP  1334 – 1336)

Nadie nace ni renace a la gracia de Dios sin María

Junto a la vida natural, y por encima de ella, hay para el cristiano otra vida: la espiritual o sobrenatural.  Se trata de una realidad muy superior a la misma vida natural.  La gracia constituye para el cristiano como un organismo nuevo y sobrenatural que, por el injerto divino, Jesucristo, produce la fe en la mente, la esperanza en la voluntad y en el sentimiento el amor.

Es la vida misma de Dios que se comunica al hombre;  es la vida de Cristo en nosotros: la gracia.  La Iglesia, en la Salve, nos hace saludar a María como “vida”;  es más: en las letanías la llama  Madre de la divina gracia.  Ella no produjo la gracia, pero la comunica por misión.  Es madre, porque Jesús vida pasó a través de ella.  La comunica especialmente en tres momentos sucesivos:

a)  Nos concibió en Nazaret.  Nuestra  concepción espiritual se realizó  en el misterio de la encarnación.  Sin la encarnación estaríamos todos aún sepultados en la muerte del pecado.  Ahora bien, Dios realizó la encarnación en María, y quiso  que su concurso fuese libre, consciente y necesario.  Su hágase era un acto de consentimiento a nuestra concepción sobrenatural y a su maternidad con respecto a nosotros.

Aun suponiendo que Cristo en la cruz no hubiese pronunciado la suprema recomendación a María y a Juan ;  aun suponiendo que María hubiese desaparecido de la tierra inmediatamente después del nacimiento de su Hijo Jesús;  ella seguiría siendo con toda verdad nuestra madre, ya que, al concebir a Jesús, cabeza del cuerpo místico, María nos concebía también a nosotros, miembros de ese cuerpo.  La cabeza y los miembros forman una única realidad.  Por lo tanto, al decir que María junto con su Primogénito nos llevaba espiritualmente en su seno a todos nosotros,  expresamos no una simple analogía, sino una sublime realidad.

b)  Nos engendró en el Calvario.  El misterio de la encarnación halla su cumplimiento en el misterio de la redención.  Con su propia muerte, Cristo nos mereció definitivamente la posibilidad de poder vivir de su propia vida.  Lo que ya existía vino a la luz.  Consiguientemente, como nuestra generación espiritual, comenzada en el misterio de la encarnación, alcanzó su cumplimiento  en el de la redención, así  la maternidad espiritual de María, que había comenzado en Nazaret, llegó a su plenitud en el Calvario:  y es allí donde fue proclamada.

c)   Nos engendra individualmente en la fuente bautismal.  La fuente bautismal es Belén para cada uno de nosotros.  En nuestro nacimiento, desde el punto de vista sobrenatural, somos como seres nacidos muertos, y necesitamos que la vida que Cristo mereció con su muerte para todos, se nos infunda a cada uno en particular.  Esta infusión la realiza María.  El hijo del hombre, se hace así hijo de Dios.

Nadie nace ni renace a la gracia de Dios sin María. Todo auténtico progreso en el camino de la perfección se realiza por medio de la infusión de la gracia;  pero ésta, dice san Bernardino de Siena, nos viene de María.  Y María, nuestra madre, plasma en nosotros con sabiduría y amor la imagen de su Hijo.  Entreteje casi el organismo sobrenatural, lo alimenta y lo hace crecer, de manera semejante a como, después de la concepción, formó como madre de Jesús al fruto bendito de su vientre. A todos nos lleva en su espíritu.

El arcángel Gabriel la saludó como llena de gracia.  Esto se ha interpretado así en la doctrina común de la Iglesia: María es la mediadora y distribuidora  de la gracia adquirida por Jesucristo con la cooperación de María.

 

IV

De una instrucción del beato Santiago Alberione, presbítero

(Ut perfectus sit homo Dei, vol.  IV, pp. 268ss)

Dios quiso y quiere darnos todo por María

María Reina de los Apóstoles: es la primera devoción   de la Iglesia.  La quiso Jesús: Juan, ahí tienes a tu Madre.  Es decir: quería que la considerase, la amase, sirviese y tuviese consigo.  Y así Juan la recibió en su casa.  Juan representaba a los demás apóstoles.  Ellos la veneraban como madre de Jesús y madre suya;  ella era el ejemplo del modo de vivir el Evangelio;  con ella rezaron cuando les faltó Jesús: con María, dice el texto sagrado.  Y María les asistía;  los consolaba en las dificultades;  les manifestaba episodios de la vida privada de Jesús: la anunciación, la visita a santa Isabel, el nacimiento, la presentación de Jesús al templo,  la huida a Egipto, el hallazgo en el templo.  Luego los evangelistas lo escribieron.
Hay que notar: hoy es la hora de María Reina de los Apóstoles.  Esto es: formemos apóstoles.  Y démosles como apoyo, fuerza y guía a la santísima Virgen Reina de los Apóstoles…
La redención vino a través de María: éste es el camino escogido por Dios; debemos seguirlo como hizo él.  No queremos, no podemos actuar de modo diverso al establecido por Dios, que quiso y quiere darnos todo por medio de María.

San Jerónimo dice dirigiéndose a María: “Nunca se ha salvado nadie sino por medio de ti, Madre de Dios.  Nadie recibe el don de Dios sino por ti, llena de gracia.”
A María se la llama y es Reina de los Apóstoles y de todo apostolado por cuatro razones:

1)  María ha realizado y realiza todo lo que hacen todos los apóstoles juntos.

2)  María tiene la misión de formar, sostener y coronar de frutos a los apóstoles de todos los tiempos.

3)  Es Reina de los Apóstoles porque María, además de los apostolados comunes, realizó y realiza apostolados especiales.

En su vida terrena realizó el apostolado de la vida interior, de la oración, del ejemplo y del sufrimiento.

El primer apostolado es la vida interior bien vivida.  Quien se santifica a sí mismo contribuye al bien de toda la Iglesia, cuerpo místico.  El santo, por su parte, hace circular dentro de este cuerpo una sangre pura e inmaculada.  María es la criatura que, por ser santísima, contribuyó más que los apóstoles, los mártires, confesores y vírgenes, a edificar, embellecer y dar dinamismo a la Iglesia.  La vida interior es el alma de todo apostolado.

Segundo apostolado: la oración. Dice Santiago: Rezad unos por otros, para que os curéis.  Mucho puede hacer la oración del justo. Y san Pablo: Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los que están en el mundo… Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador;  Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.   Y María oró más que nadie y mejor que nadie por las necesidades de todos.

Tercer apostolado: el buen ejemplo: Para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo. Se ha escrito: “Un hombre santo, perfecto, virtuoso, proporciona a los hombres un bien mayor que otros muchos, cultos y activos, pero con menos espíritu.” El ejemplo es la predicación silenciosa que parte de la vida y va a reformar la vida.  Si la palabra sale únicamente de la boca, llega sólo a los oídos.  María es ejemplo de virtudes teologales, cardinales y religiosas.  

Cuarto apostolado: el sufrimiento.  Jesucristo redimió el mundo especialmente por su pasión y muerte.  Pero en el Calvario había dos altares: la cruz de Jesús y el corazón de María.  Una lanza atravesó el corazón de Jesús y una espada atravesó el alma de María.  El padre Faber se expresa así: “El sufrimiento es el más grande sacramento.”  Y es realmente el que da valor a los otros sacramentos. Y todos tenemos bastantes sufrimientos que ofrecer al Señor con espíritu apostólico.

Quinto apostolado: la palabra. María no predicó, pero habló seguramente con amor y prudencia sumos en casa y fuera de ella.  Conservamos siete palabras suyas que constituyen un auténtico apostolado;  destaca entre ellas de manera especial el magníficat.  Los Padres dicen que fue María quien reveló a san Lucas el evangelio de la infancia de Jesús.  Cada palabra suya es aún hoy luz para los espíritus reflexivos.

Sexto apostolado: la acción.  La vida de María antes de la encarnación y durante los treintaitrés años que pasó con Jesús, es una continuidad de obras y trabajo para realizar su misión, el gran apostolado.  Durante los primeros días después de la ascensión de Jesús, en el cenáculo, y mientras la Iglesia daba los primeros pasos, en el período de las primeras oposiciones e incertidumbres, María era el consuelo, la fuerza y el apoyo de los apóstoles.  Y ninguna mujer católica podrá desarrollar entre las mujeres la actividad, el celo y la acción formativa que desarrolló María entre las mujeres y las jóvenes discípulas de su Hijo divino, hasta llevar a cabo su misión en esta tierra.

Conclusión: formemos apóstoles y démosles como guía a María.

 

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5. Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote – Jueves después de Pentecostés

-Introducción

Jueves después de Pentecostés

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

Titular (en España) del Instituto Jesús Sacerdote

FIESTA

Jesucristo, Sacerdote y Víctima por ser la Vida

En la Familia Paulina se venera a Cristo especialmente con el título de Maestro, subrayando así la dimensión docente de la misma, y su condición de discipulado permanente en el seguimiento de Cristo. Con todo, el Fundador expresó en múltiples ocasiones su convicción de que, al hablar de Jesús Maestro, hay que entender la persona de Cristo en su totalidad. Así lo expresa claramente cuando afirma que decir Cristo Maestro equivale a decir Cristo, camino, verdad y vida. O lo que es lo mismo: Cristo, Profeta-Maestro, Pastor-Rey y Sacerdote-Víctima. «Él realizó su misión —afirma el Fundador— con sus tres principales cometidos: el de Maestro, por ser la Verdad; el de Rey y Modelo por ser el Camino; y el de Sacerdote y Víctima por ser la Vida» (CISP 584).

Se trata en definitiva, de acoger y presentar a Cristo completo, como lo presenta san Pablo, que es «el discípulo que conoce al Maestro divino en su plenitud; él lo vive por completo; sondea los profundos misterios de su doctrina, de su corazón, de su santidad, de su humanidad y divinidad: lo ve como doctor, víctima y sacerdote; nos presenta al Cristo total, como él mismo se había definido: “camino, verdad y vida”.  En esta visión está la religión: dogma, moral y culto; en ella está Jesucristo integral; por esta devoción queda el hombre totalmente absorbido, conquistado por Jesucristo» (AD 159-160).

Este contenido inicial y fundamental se fue explicitando con el tiempo, al subrayar la dimensión pastoral de la Familia Paulina (con la fundación de las Hermanas de Jesús Buen Pastor) y posteriormente, al dar el título de «Jesús Sacerdote» al instituto destinado al clero secular.

Cristo es la vida y ha sido enviado para dar la vida al mundo (cf. Jn 10, 10). Y la da mediante la oferta sacrificial de su propia vida; por eso es el sumo Sacerdote que, como nosotros, ha sido probado en todo y puede compadecerse de nuestras debilidades (cf. Hb  4, 15ss). Él es el sumo Sacerdote, «santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo», que se ofreció de una vez para siempre y vive siempre para interceder en nuestro favor (cf. Hb 7, 25ss). Por eso es el mediador entre Dios y los hombres: por él llega a los hombres el Espíritu del Padre y por él, en el mismo Espíritu, van los hombres al Padre. Es el Espíritu el que hace presente a Cristo vida, sacerdote de la alianza nueva y eterna, que nos ha procurado la participación trinitaria; de ahí nace la Iglesia, pueblo que vive la nueva vida de Cristo, sacramento «primordial», que ofrece y comunica esta vida a través de los sacramentos, cuya cumbre es la Eucaristía; ella es memorial de la Pascua, en la que Cristo, que padeció y fue glorificado, se hace presente en el Espíritu para reconciliar a los hombres con el Padre y entre sí, y para colmarlos de la vida divina.

Este es el ministerio que Cristo ha querido compartir con los sacerdotes. Él, constituido Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, no sólo ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino que, para perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio, ha elegido a hombres de este pueblo que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión y, entregando su vida por él y por la salvación de los hermanos, vayan configurándose a Cristo, dando testimonio constante de fidelidad y amor (cf. Prefacio).
Parece bastante lógico pensar que, lo mismo que el propio Fundador propuso como fiesta titular a las Pastorcitas el IV domingo de Pascua (fiesta del buen Pastor), habría propuesto, de haber existido en su tiempo, la de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, al Instituto que lleva ese nombre.

«Adoremos a Jesucristo sacerdote —escribía el padre Alberione en junio de 1957—, con quien todo presbítero constituye un único sacerdocio… Demos gracias a Jesucristo sacerdote, en el cual, por el cual y con el cual damos gloria a la Santísima Trinidad. Reparemos ante Jesucristo sacerdote las traiciones que desde Judas se ha ido sucediendo a lo largo de los siglos, hasta hoy. Pidámosle a Jesucristo sacerdote que llame en todo tiempo a un número suficiente de sacerdotes, que sean luz del mundo, sal de la tierra, ciudad situada en lo alto de un monte» (CISP 1476).

La fiesta de Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, nació en 1952 en España, por iniciativa de monseñor José María García Lahiguera, que la dio precisamente como fiesta titular a su congregación de Oblatas de Cristo Sacerdote, cuyo fin específico es la oración y la entrega de la propia vida por la santificación de los sacerdotes. La Conferencia Episcopal Española la incorporó como fiesta en el calendario particular de España (con la aprobación de la Santa Sede el 22 de agosto de 1973), adquiriendo progresivamente la dimensión de fiesta sacerdotal por excelencia.

Esta orientación está, pues, en plena sintonía con la dimensión sacerdotal que el Fundador quiso imprimir desde el comienzo a su Familia Paulina, que se explicita y encarna de manera especial en los miembros del Instituto Jesús Sacerdote, como parte del carisma paulino, por constituir una de las «abundantes riquezas» que el Señor ha querido conceder a la «admirable Familia Paulina».

 

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-Misa

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

Jueves después de Pentecostés

(-Misa votiva
La Misa votiva de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, puede celebrarse en las ferias del Tiempo Ordinario, que no sean memorias obligatorias (cf. OGMR 316c; 333-334). Se toman los mismos elementos de la misa del Jueves después de Pentecostés.)

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Hb 7, 24

Cristo, mediador de una nueva alianza, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

— A ti, que entregaste tu vida por nosotros, te llamamos: Señor, ten piedad. R.
— A ti, mediador e intercesor nuestro, te invocamos: Cristo, ten piedad. R.
— A ti, que permaneces siempre con nosotros, te pedimos: Señor, ten piedad. R.

SE DICE GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios,
que para gloria tuya y salvación del género humano
constituiste a tu Hijo único,
sumo y eterno Sacerdote,
concede a quienes él eligió
para ministros y dispensadores de sus misterios
la gracia de ser fieles
en el cumplimiento del ministerio recibido.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Lectura del libro de Isaías 52, 13—53, 12

Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,
así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?
Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado por los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Nuestro castigo saludable vino sobre él,
sus cicatrices nos curaron.
Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;
como un cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.
Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron.

¿Quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes,
ni hubo engaño en su boca.
El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte,
y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre pecadores,
él tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios.

O bien:

PRIMERA LECTURA

Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 12-23

Hermanos:
Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.

Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: «Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días —dice el Señor—: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente», añade: «Y no me acordaré y a de sus pecados ni de sus crímenes.» Donde hay perdón, no ha ofrenda por los pecados.

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente  de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.

Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 39, 6. 7. 8-9. 10. 11 (R.: 8 a y 9 a)

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
R.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio.
R.

Entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes.
R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.
R.

 

ALELUYA

Is 42, 1

Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.

 

EVANGELIO

Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre.

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-23, 56

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:

—«He deseado enormemente comer esa comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»
Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:

—«Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.»

Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se los dio, diciendo:

—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
—«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES
(Este formulario es opcional para la fiesta)

Jesucristo, por su condición de Dios y hombre verdadero, es el mediador perfecto entre Dios y los hombres. Dirijamos nuestra oración al Padre por medio de él.

A cada intención respondemos:

Escúchanos Señor

—Por la Iglesia, que actualiza siempre, a través de los tiempos, el único e irrepetible sacerdocio de Cristo, roguemos al Señor.

—Por el papa, los obispos, los presbíteros y los diáconos, que participan del sacerdocio ministerial de Cristo: para que su vida sea siempre servicio y entrega a sus hermanos, roguemos al Señor.

—Por los gobernantes: para que cumplan su gestión con espíritu de servicio y no caigan en la tentación de dominar a sus pueblos, roguemos al Señor.

—Por los marginados, los desterrados, los enfermos, los encarcelados, los que sufren hambre y sed: para que puedan comprender que Cristo se identifica con ellos, roguemos al Señor.

—Por los miembros del Instituto Jesús Sacerdote: para que sean fiel reflejo del amor de Cristo y de su entrega hasta el extremo, roguemos al Señor.

—Por nosotros: para que probemos nuestra fidelidad a Cristo con el testimonio del amor y la entrega en el servicio, roguemos al Señor.

Escucha, Padre nuestras súplicas, que te dirigimos por medio de Jesucristo, nuestro sumo y único Sacerdote. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Jesucristo, nuestro Mediador,
te haga aceptables estos dones, Señor,
y nos presente juntamente con él
como ofrenda agradable a tus ojos.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

El sacerdote de Cristo y el ministerio de los sacerdotes

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Que constituiste a tu único Hijo
Pontífice de la Alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.
Él no solo confiere el honor del sacerdocio real
a todo su pueblo santo,
sino también, con amor de hermano,
elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de las manos,
participen de tu sagrada misión.
Ellos renuevan en nombre de Cristo
el sacrificio de la redención,
preparan a tus hijos el banquete pascual,
presiden a tu pueblo santo en el amor,
lo alimentan con tu palabra
y lo fortalecen con los sacramentos.
Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti
y por la salvación de los hermanos,
van configurándose a Cristo,
y han de darte así
testimonio constante de fidelidad y amor.
Por eso,
nosotros, Señor,
con los ángeles y los santos
cantamos tu gloria diciendo:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Mt 28, 20

Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo —dice el Señor—.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

La eucaristía que hemos ofrecido y recibido, nos dé la vida, Señor, para que, unidos a ti en caridad perpetua, demos frutos que siempre permanezcan.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios de la paz, que resucitó de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, nuestro Señor Jesús, os haga perfectos en todo bien, en virtud de la sangre de la alianza eterna, para que cumpláis su voluntad, realizando en vosotros lo que es de su agrado.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

 

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-Oficio de Lectura

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

A ti, Jesús,  te alaban las naciones;
que  a tu reino nos llevas,
y en ti cobra esperanza nuestra súplica,
único mediador de cielo y tierra.  

Verbo de Dios, por quien todo fue hecho,
nacido de María;
tú, la hostia pura, santa, inmaculada,
que de ofrecerse a Dios sola fue digna.  

Ungido por el Padre, Jesucristo, 
eterno sacerdote,
reconcilias al cielo con la tierra,
los hombres y los ángeles te adoren.

Dios de Dios verdadero,
igual al Padre,
por nosotros te ofreces  
en sacrificio, y mueres por nosotros,
troncando en vida eterna nuestra muerte.  

Clavado en Cruz, nos mira, te miramos,
crece el amor, la entrega. 
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro conto y nuestra ofrenda. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant.1. Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones.                        

Salmo 2         

El Mesías, rey vencedor       

Se aliaron contra tu santo siervo Jesús, tu Ungido (Hch 4,27)                                              

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?         

Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«Rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»   

El que habita en él sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los  espanta con su cólera:
«Yo mismo he establecido  a mi rey
en Sion, mi monte santo.» 

Voy a proclamar el decreto del Señor,
él me  ha dicho:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en  herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando,
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén. 
        

Ant.1. Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones.

Ant. 2.  Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.          

Salmo 39,2-13             

Acción de gracias y petición de auxilio                  

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas pero me has preparado un cuerpo (Hb 10, 5)                    

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito:   

me levanto de la fosa fatal,
de la charca fangosa; 
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró  mi pasos;    

me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios,
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. 

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idolatras
que se extravían con engaños.      

Cuántas maravillas ha hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede  comparar. 
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número. 

Tu no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad.»

Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. 

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén.

Ant. 2.  Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.

Ant.3. Cristo amó a su iglesia; él se entregó a si mismo por ella, para consagrarla.       

Salmo 84  

Nuestra salvación está cerca        

Dios bendijo a nuestra tierra cuando le envió el salvador (Orígenes)           

Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.   

Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a  prolongar tu ira de edad en edad?   

¿No vas a devolveremos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo? 
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a su amigos
y a los que se convierten de corazón.»       

La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan,

la fidelidad brota de la tierra;
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto. 

La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.  

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén. 
 

Ant.3. Cristo amó a su iglesia; él se entregó a si mismo por ella, para consagrarla. 

 

4. VERSÍCULO

V. Cristo ofreció por los pecados un solo sacrificio. 
R. Y ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA                      

De la carta a los Hebreos                          

4,14—5,10              

Jesucristo, sumo sacerdote                       

Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que  tenemos un sacerdote grande, que ha atravesado  el cielo, Jesús, Hijo de Dios.        

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.      

Porque todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede  comprender a los ignorantes y  extraviados, ya que él mismo está  envuelto en debilidades. A causa de ella tiene que  ofrecer sacrificios  por sus propios  pecados, como por los del pueblo. Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón.  

Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel  que le dijo: «Tú eres mi  Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»  

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y  con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos  los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

RESPONSORIO

Flp 2, 8; Is 53, 7

V. Cristo se rebajó hasta someterse incluso a la muerte.
R. Cristo se rebajó hasta someterse incluso a la muerte.

V. Maltratado, voluntariamente se humillaba.
R. Hasta someterse incluso a la muerte.

 

SEGUNDA LECTURA

De la carta encíclica Mediator Dei papa Pío doce (AAS 39 [1947], 552-553)

Cristo, sacerdote y víctima

Cristo es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él, en nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las aspiraciones y sentimientos religiosos de los hombres. Es también víctima, pero lo es igualmente para nosotros, ya que se pone en lugar del hombre pecador. Por eso aquella frase del Apóstol: Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús exige de todos los cristianos que, en la medida de las posibilidades humanas, reproduzcan en su interior las mismas disposiciones que tenía el divino Redentor cuando ofrecía el sacrificio de sí mismo: disposiciones de una humilde sumisión, de adoración a la suprema majestad divina, de honor, alabanza y acción de gracias.

Les exige asimismo que asuman en cierto modo la condición de víctimas, que se nieguen a sí mismos, conforme a las normas del Evangelio, que espontánea y libremente practiquen la penitencia, arrepintiéndose y expiando los pecados.

Exige finalmente que todos, unidos a Cristo, muramos místicamente en la cruz, de modo que podamos hacer nuestra aquella sentencia de san Pablo: Estoy crucificado con Cristo.

RESPONSORIO

Ga 2, 20

V. Vivo de la fe en el Hijo, que me amó hasta entregarse por mí.
R. Vivo de la fe en el Hijo, que me amó hasta entregarse por mí.

V. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R. Que me amó hasta entregarse por mí.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Cantan tu gloria, Cristo sacerdote,
los cielos y la tierra:
a ti que por amor te hiciste hombre
y al Padre como víctima te ofrendas.

Tu sacrificio nos abrió las puertas,
de par en par, del cielo;
ante el trono de Dios, es elocuente
tu holocausto en la cruz y tu silencio.

Todos los sacrificios de los hombres
quedaron abolidos:
todos eran figuras que anunciaban
al Sacerdote eterno, Jesucristo.

No te basta el morir, que quieres darnos
alimento de vida:
quedarte con nosotros y ofrecerte
sobre el altar: hacerte eucaristía.

Clavado en cruz, nos miras, te miramos,
crece el amor, la entrega.
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: El Padre, por la sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres del cielo y de la tierra.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: El Padre, por la sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres del cielo y de la tierra.


Ant. 2: Todo fue creado por Cristo y para Cristo.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Todo fue creado por Cristo y para Cristo.


Ant. 3: Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo; ella es su cuerpo.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo; ella es su cuerpo.

 

4. LECTURA BREVE

Hb 10, 5-10

Cuando Cristo entró en el mundo, dijo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad”.” Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias”, que se ofrecen según la ley. Después añade: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.” Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Aquí estoy, para hacer tu voluntad.
R. Aquí estoy, para hacer tu voluntad.

V. Llevo tu ley en las entrañas.
R. Para hacer tu voluntad.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Aquí estoy, para hacer tu voluntad.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has enviado.

 

7. PRECES

En el comienzo de este día, alabemos a Jesucristo, fuente de salvación eterna para todos los hombres, y pidámosle con humildad:

Señor óyenos.

Jesús, Hijo de Dios vivo,
—guíanos hacia la luz de tu verdad.

Cristo, Palabra de Dios, que estás junto al Padre desde siempre y por siempre,
—consagra tu Iglesia en la unidad.

Jesús, ungido por el Padre con fuerza del Espíritu Santo,
—consagra a tu Iglesia en la santidad.

Cristo, sumo sacerdote del nuevo Testamento,
—comunica a los sacerdotes tu santidad, para gloria del Padre.

Cristo, sabiduría de Dios, paz y reconciliación nuestra,
—haz que nos mantengamos todos unánimes y concordes en tu Iglesia.

Cristo, sacerdote eterno, glorificador del Padre,
—haz que sepamos ofrecernos contigo, para alabanza de la gloria eterna.

Se pueden añadir intenciones libres.

Ahora, confirmemos nuestras alabanzas y peticiones diciendo la oración del Señor.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos se toman del jueves correspondiente.
Aquí reproducimos los salmos para las solemnidades.

Ant.: Por Cristo todos podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Por Cristo todos podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

 

3. LECTURA BREVE

Hb 7, 26-27

Tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día –como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo-, porque Jesucristo, Señor nuestro, lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

V. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo.
R. Para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos se toman del jueves correspondiente.
Aquí reproducimos los salmos para las solemnidades.

Ant.: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

 

3. LECTURA BREVE

1P 2, 4-5

Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

V. Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según él.
R. Arraigados en él, dejaos construir y edificar en la fe.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos se toman del jueves correspondiente.
Aquí reproducimos los salmos para las solemnidades.

Ant.: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo, para la edificación de su cuerpo, que es la Iglesia.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo, para la edificación de su cuerpo, que es la Iglesia.

 

3. LECTURA BREVE

1 P 2, 9-10

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y entrar en su maravillosa. Antes erais “no pueblo”, ahora sois “pueblo de Dios”; antes erais “no compadecidos”.

V. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón.
R. A ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

A ti, sumo y eterno Sacerdote
de la nueva alianza,
se ofrecen nuestros votos y se elevan
los corazones en acción de gracias.

Desde el seno del Padre, descendiste
al de la Virgen Madre;
te haces pobre, y así nos enriqueces;
tu obediencia, de esclavos libres hace.

Tú eres el Ungido, Jesucristo,
tu amor complace al Padre;
siendo la hostia de tu sacrificio,
hijos de Dios y hermanos tú nos haces.

Para alcanzar la salvación eterna,
día a día se ofrece
tu sacrificio, mientras, junto al Padre,
sin cesar por nosotros intercedes.

A ti, Cristo pontífice, la gloria
por los siglos de los siglos;
tú que vives y reinas y te ofreces
al Padre en el amor del Santo Espíritu. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno.”

Salmo 109, 1-5. 7

El Mesías, Rey y Sacerdote

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno.”

Ant. 2. Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo.

Salmo 110

Grandes son las obras del Señor

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente (Ap 15, 3)

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza,
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás;
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo.

Ant. 3. Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.

Cántico

Col 1, 12-20

Himno a Cristo, primogénito de toda creatura y primer resucitado de entre los muertos

Demos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.

 

3. LECTURA BREVE

Hb 10, 19-23

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
R. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

V. Y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
R. Por medio de nuestro Señor Jesucristo.

V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Padre, te ruego por ellos, que son tuyos, y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.

Cántico de la Santísima Virgen María    

Lc 1, 46-55

ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Padre, te ruego por ellos, que son tuyos, y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.

 

6. PRECES

Dirijámonos confiadamente a Cristo, nuestro sumo sacerdote, y presentémosle nuestros deseos y peticiones, diciendo con humildad:

Escúchanos, Señor, te suplicamos con fe.

Cristo, tú que eres la Palabra del Padre,
—pon en nuestros labios lo que hemos de pedir.

Cristo sacerdote, tú que eres el pan de la vida,
—haz que los que tú has elegido vivan el don de su sacerdocio, consumando en ti su propia oblación.

Cristo glorioso, que vives siempre para interceder ante el Padre en favor nuestro,
—haz que seamos fieles en la oración por tu Iglesia.

Cristo Señor, que fuiste enviado por el Padre,
—haz que todos encuentren en ti la vida y el camino del reino.

Se pueden añadir intenciones libres.

Cristo, Hijo de Dios vivo, que con tu muerte venciste a la muerte,
—haz que la oblación final de nuestros difuntos los lleve al gozo eterno de la gloria.

Oremos ahora como Cristo, nuestro Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

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6. Santos Pedro y Pablo – 29 junio

-Introducción

29 de junio

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

SOLEMNIDAD

San Pedro y san Pablo, los grandes pastores

En la congregación de las Hermanas de Jesús buen Pastor la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo se ha celebrado desde el principio, con la Iglesia universal, el 29 de junio. El padre Alberione propone a los dos Apóstoles como los máximos pastores de la Iglesia y modelos de la pastoral. El Fundador dio indicaciones para su representación en la pintura y el mosaico dedicados a la Madre del buen Pastor y para el medallón del rosario que llevaban las religiosas, donde quiso que estuviera escrito: «Pascite qui in vobis est gregem Dei»: «Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo» (1P 5,2). En la fiesta de los santos Apóstoles las Pastorcitas celebraban, y siguen celebrando aún, las etapas iniciales de su formación.

También en honor de los santos Apóstoles compuso el padre Alberione una coronita.

«San Pedro y san Pablo son los dos grandes pastores. Pedro, siempre el primero en la fe, y también el primero en la caridad, en la generosidad. Y Pedro tuvo una respuesta que, de momento, le pareció bastante misteriosa, pero que fue realizándose con el paso del tiempo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la derrotarán”.

Pedro es maestro de fe; Pedro es maestro de santidad; Pedro es maestro de oración.

Mirad a Pablo especialmente en el apostolado. ¿Qué no hizo san Pablo después de su conversión? Se hizo todo a todos, como una madre, como un padre, como un hermano, como un siervo, un esclavo y un prisionero por Cristo, para conducir a todos al mismo Jesucristo salvador de las almas. ¿Y qué otra cosa podía hacer sino doblar la cabeza y recibir el golpe de espada? No le quedaban más que las últimas energías y la última prueba de su gran amor a las almas» (Alle Suore di Gesú Buon Pastore, 1960, núms. 127-135, passim).

«Estos dos son santos son inseparables, son los dos mayores Apóstoles, los pastores que amaron a las almas hasta el heroísmo, ya que por ellas dieron su vida y derramaron su sangre. El trabajo de una “Pastorcita” será tanto más fructífero cuanto más santa sea y más ame a las almas. Pongamos nuestros propósitos en manos de los santos Apóstoles para que nos concedan su mismo espíritu pastoral» (PP I, 20-24, passim).

 

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-Misa vespertina de la vigilia

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

Esta misa se utiliza en la tarde del día 28 de junio, antes o después de las primeras Vísperas de la solemnidad, y como votiva.

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

RITO DE ENTRADA

Pedro, el apóstol, y Pablo, el doctor de las gentes, nos enseñaron tu ley, Señor.

 

ACTO PENITENCIAL

—Tú que perdonaste a Pedro, cuando renegó de ti: Señor, ten piedad. R.
—Tú que convertiste a Pablo en apóstol tuyo: Cristo, ten piedad. R.
—Tú que, por la sucesión apostólica, nos aseguras el perdón de los pecados: Señor, ten piedad. R.

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, Dios nuestro, tú que entregaste a la Iglesia las primicias de tu obra de salvación mediante el ministerio apostólico de san Pedro y san Pablo, concédenos, por su intercesión y sus méritos, los auxilios necesarios para nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles

3, 1-10

En aquellos días, subían al templo Pedro y Juan, a la oración de media tarde, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna. Pedro, con Juan a su lado, se le quedó mirando y le dijo: —«Míranos.» Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo.

Pedro le dijo: —«No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.»

Agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios; al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa, quedaron estupefactos ante lo sucedido.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 18, 2-3. 4-5 (R.: 5a)

R. A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
R.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Dios me escogió desde el seno de mi madre

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas

1, 11-20

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.

Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.

Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él.

Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.

Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Jn 21, 17d

Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.

 

EVANGELIO

Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

+ Lectura del santo evangelio según san Juan

21, 15-19

Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice Simón Pedro: —«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»
Él le contestó: —«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: —«Apacienta  mis corderos.»

Por segunda vez le pregunta: —«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contestó: —«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: —«Pastorea mis ovejas.»

Por tercera vez le pregunta: —«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: —«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: —«Apacienta  mis ovejas.»
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.»

Esto lo dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: —«Sígueme.»

Palabra del Señor.

 

Se dice CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Animados por la fe de los apóstoles san Pedro y San Pablo, oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, diciendo:

Señor auméntanos la fe.

—Tú que llamaste al humilde pescador de Galilea y lo transformaste en piedra fundamental de la fe de la Iglesia, concede al pueblo cristiano docilidad a tu palabra y a tu voluntad. Oremos.

—Tú que elegiste al apóstol san Pablo para anunciar a los pueblos el misterio de la salvación, sigue enviando hombres conforme a tu corazón, para que iluminen con la luz del Evangelio a los paganos de nuestro tiempo. Oremos.

—Tú que pides más amor a los que llamas a seguirte de cerca, asiste al papa N. y a todos los pastores de la Iglesia, para que sirvan con total entrega al pueblo que les has encomendado. Oremos.

—Tú, que haces partícipes de tu pasión a los que has incorporado a ti por el bautismo, acepta como ofrenda pura los padecimientos de todos nuestros hermanos perseguidos por causa del Evangelio. Oremos.

—Tú que amas a todos los hombres y los sostienes con tu gracia, danos el gozo de seguirte y hacer nuestra vida una continua entrega y un sacrificio de alabanza. Oremos.

—Tú que sigues llamando a algunos creyentes para que sigan las huellas de los apóstoles san Pedro y san Pablo, concede a las Pastorcitas la gracia de hacerse todo a todos, con un deseo de entrega desinteresada y firme que imite tu sed de amor. Oremos.

Acuérdate, Padre, del testimonio de los apóstoles san Pedro y San Pablo, que, mediante el anuncio del Evangelio, nos engendraron a la vida nueva en el Espíritu; confírmanos en la fe y condúcenos a los gozos eternos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE  LAS OFRENDAS

Señor, al celebrar con alegría la festividad de tus apóstoles san Pedro y san Pablo, traemos a tu altar nuestras ofrendas y te suplicamos que, al desconfiar de nuestros propios méritos, nos gloriemos de alcanzar la salvación como gracia de tu misericordia.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La doble misión de Pedro y Pablo en la Iglesia

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en los apóstoles Pedro y Pablo
has querido dar a tu Iglesia
un motivo de alegría:
Pedro fue el primero en confesar la fe,
Pablo, el maestro insigne que la interpretó;
aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel,
éste, la extendió a todas las gentes.
De esta forma, Señor, por caminos diversos,
los dos congregaron la única Iglesia de Cristo,
y a los dos, coronados por el martirio,
celebra hoy tu pueblo con una misma veneración.
Por eso
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Jn 21, 15. 17

Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que fortalezcas con estos sacramentos al pueblo a quien has iluminado con la doctrina de tus santos apóstoles.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios todopoderoso,
que por la confesión de Pedro os ha fortalecido
y os ha edificado sobre la roca de la fe de la Iglesia,
os dé su bendición.

R. Amén.

Dios, que os ha instruido con la predicación de Pablo,
cuya palabra sigue resonando en la Iglesia,
os ayude a seguir su ejemplo
de ganar hermanos para Cristo.

R. Amén.

Para que así, por las llaves de Pedro,
la palabra de Pablo
y la oración de ambos,
nos sintamos animados a luchar por aquella patria
a la que ellos llegaron
muriendo en la cruz uno
y otro bajo la espada.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
Descienda sobre vosotros.

R. Amén.

 

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-Misa del día

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Éstos son los que mientras estuvieron en la tierra con su sangre plantaron la Iglesia: bebieron el cáliz del Señor y lograron ser amigos de Dios.

 

ACTO PENITENCIAL

—Tú que perdonaste a Pedro, cuando renegó de ti: Señor, ten piedad. R.
—Tú que convertiste a Pablo en apóstol tuyo: Cristo, ten piedad. R.
—Tú que, por la sucesión apostólica, nos aseguras el perdón de los pecados: Señor, ten piedad. R.

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Era verdad: el Señor me ha librado de las manos de Herodes

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

12, 1-11

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando de su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.

De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: —«Date prisa, levántate.»

Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: —«Ponte el cinturón y las sandalias.»

Obedeció y el ángel le dijo: —«Échate el manto y sígueme.»

Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: —«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5b)

R. El Señor me libró de todas mis angustias.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.
R.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis angustias.
R.

Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.
R.

El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Ahora me aguarda la corona merecida

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo

4, 6-8. 17-18

Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.

El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Mt 16, 18

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

 

EVANGELIO

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: —«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: —«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»

Él les preguntó: —«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo: —«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió: —«¡Dichoso tú, Simón hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Palabra del Señor.

 

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Animados por la fe de los apóstoles san Pedro y San Pablo, oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, diciendo:

Señor auméntanos la fe.

—Tú que llamaste al humilde pescador de Galilea y lo transformaste en piedra fundamental de la fe de la Iglesia, concede al pueblo cristiano docilidad a tu palabra y a tu voluntad. Oremos.

—Tú que elegiste al apóstol san Pablo para anunciar a los pueblos el misterio de la salvación, sigue enviando hombres conforme a tu corazón, para que iluminen con la luz del Evangelio a los paganos de nuestro tiempo. Oremos.

—Tú que pides más amor a los que llamas a seguirte de cerca, asiste al papa N. y a todos los pastores de la Iglesia, para que sirvan con total entrega al pueblo que les has encomendado. Oremos.

—Tú, que haces partícipes de tu pasión a los que has incorporado a ti por el bautismo, acepta como ofrenda pura los padecimientos de todos nuestros hermanos perseguidos por causa del Evangelio. Oremos.

—Tú que amas a todos los hombres y los sostienes con tu gracia, danos el gozo de seguirte y hacer nuestra vida una continua entrega y un sacrificio de alabanza. Oremos.

—Tú que sigues llamando a algunos creyentes para que sigan las huellas de los apóstoles san Pedro y san Pablo, concede a las Pastorcitas la gracia de hacerse todo a todos, con un deseo de entrega desinteresada y firme que imite tu sed de amor. Oremos.

Acuérdate, Padre, del testimonio de los apóstoles san Pedro y San Pablo, que, mediante el anuncio del Evangelio, nos engendraron a la vida nueva en el Espíritu; confírmanos en la fe y condúcenos a los gozos eternos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Haz, Señor, que la oración de tus apóstoles acompañe esta ofrenda que te presentamos y nos vuelva agradables a ti, al celebrar este santo sacrificio.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La doble misión de Pedro y Pablo en la Iglesia

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en los apóstoles Pedro y Pablo
has querido dar a tu Iglesia
un motivo de alegría:
Pedro fue el primero en confesar la fe,
Pablo, el maestro insigne que la interpretó;
aquél fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel,
éste, la extendió a todas las gentes.
De esta forma, Señor, por caminos diversos,
los dos congregaron la única Iglesia de Cristo,
y a los dos, coronados por el martirio,
celebra hoy tu pueblo con una misma veneración.
Por eso
con todos los ángeles y santos,
te alabamos, proclamando sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Mt 16, 16. 18

Pedro dijo a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús respondió: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concede, Señor,
a los que has alimentado con este sacramento,
la gracia de vivir de tal modo en tu Iglesia
que, perseverando en la fracción del pan
y en la doctrina de los apóstoles,
tengamos un solo corazón y una sola alma,
arraigados firmemente en tu amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios todopoderoso,
que por la confesión de Pedro os ha fortalecido
y os ha edificado sobre la roca de la fe de la Iglesia,
os dé su bendición.

R. Amén.

Dios, que os ha instruido con la predicación de Pablo,
cuya palabra sigue resonando en la Iglesia,
os ayude a seguir su ejemplo
de ganar hermanos para Cristo.

R. Amén.

Para que así, por las llaves de Pedro,
la palabra de Pablo
y la oración de ambos,
nos sintamos animados a luchar por aquella patria
a la que ellos llegaron
muriendo en la cruz uno
y otro bajo la espada.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
Descienda sobre vosotros.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Pedro, roca; Pablo, espada.
Pedro, la red en las manos;
Pablo, tajante palabra.

Pedro, llaves; Pablo, andanzas.
Y un trotar por los caminos
con cansancio en las pisadas.

Cristo tras los dos andaba:
a uno lo tumbó en Damasco,
y al otro lo hirió con lágrimas.

Roma se vistió de gracia:
crucificada la roca,
y la espada muerta a espada. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Si me amas, Simón Pedro, pastorea mis ovejas.

Salmo 18 A

Alabanza al Dios creador del universo

Nos visitará el sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1, 78. 79)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Si me amas, Simón Pedro, pastorea mis ovejas.

Ant. 2. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Salmo 63

Súplica contra los enemigos

Este salmo se aplica especialmente a la pasión del Señor (S. Agustín)

Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme dela conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Ant. 3. Señor, si eres tú, mándame ir a ti andando sobre el agua.

Salmo 96

Gloria del Señor, rey de justicia

Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos (S. Atanasio)

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por sus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Señor, si eres tú, mándame ir a ti andando sobre el agua.

 

4. VERSÍCULO

V. La palabra del Señor permanece para siempre.
R. Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas                                                      

1, 15―2, 10

Encuentro de Pablo y Pedro en Jerusalén

Hermanos: Cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, enseguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él. Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.

Fui después a Siria y a Cilicia. Las Iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente; sólo habían oído decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba destruir, y alababan a Dios por causa mía.

Después, transcurridos catorce años, subí otra vez a Jerusalén en compañía de Bernabé, llevando también a Tito. Subí por una revelación. Les expuse el Evangelio que predico a los gentiles, aunque en privado, a los más representativos, por si acaso mis afanes de entonces o de antes eran vanos. Con todo, ni siquiera obligaron a circuncidarse a mi compañero Tito, que era griego.

Di este paso por motivo de estos intrusos, de esos falsos hermanos que se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús. Querían esclavizarnos, pero ni por un momento cedimos a su imposición, para preservaros la verdad del Evangelio. En cambio, de parte de los que representaban algo (lo que fueran o dejaran de ser no me interesa, que Dios no mira eso), como decía, lo más representativos no tuvieron nada que añadirme.

Al contrario, vieron que Dios me ha encargado de anunciar el Evangelio a los gentiles, como a Pedro de anunciarlo a los judíos; el mismo que capacita a Pedro para su misión entre los judíos me capacita a mí  para la mía entre los gentiles. Reconociendo, pues, el don que he recibido, Santiago, Pedro y Juan, considerados como columnas, nos dieron la mano a Bernabé y a mí en señal de solidaridad, de acuerdo en que nosotros fuéramos a los gentiles y ellos a los judíos. Una sola cosa nos pidieron: que nos acordáramos de sus pobres, y esto lo he tomado muy a pecho.

RESPONSORIO 

Mt 16, 18-19

V.  Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos.
R.  Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos.

V.  Lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará atado en el cielo.
R. Te daré las llaves del reino de los cielos.

 

SEGUNDA LECTURA

De los sermones de san Agustín, obispo

(Sermón 295, 1-2. 4. 7-8: PL 38, 1348-1352)

Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.

San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Ahora te digo yo: Tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y cristo le replicó: «Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro. » «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.

A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.

En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

RESPONSORIO

V. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, mereces en verdad ser glorificado.
R. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, mereces en verdad ser glorificado.

V. Por ti todos los gentiles conocieron la gracia de Dios.
R. Mereces en verdad ser glorificado.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, Dios nuestro, tú que entregaste a la Iglesia las primicias de tu obra de salvación, mediante el ministerio apostólico de san Pedro y san Pablo, concédenos, por su intercesión y sus méritos, los auxilios necesarios para nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Cuando el gallo, tres veces
negaste a tu Maestro;
y él tres veces te dijo:
«¿Me amas más que éstos? »

Se te puso muy triste
tu llanto y tu silencio:
pero la Voz te habló
de apacentar corderos.

Tu pecado quemante
se convirtió en incendio,
y abriste tus dos brazos
al madero sangriento.

La cabeza hacia abajo
y el corazón al cielo:
porque, cuando aquel gallo,
negaste a tu Maestro. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. 1: Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.


Ant. 2: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.


Ant. 3: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.

 

4. LECTURA BREVE

1P 4, 13-14

Queridos hermanos, estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros, porque el Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Entregaron sus vidas  por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
R. Entregaron sus vidas  por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

V. Iban contentos de haber merecido aquel ultraje.
R. Por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
R. Entregaron sus vidas  por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.» Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dijo Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.» Aleluya.

 

7. PRECES

Llenos de alegría invoquemos confiadamente a Cristo, que edificó su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y digámosle:

Señor, colma de bienes a tu Iglesia.

Tú que pediste por Pedro, para que su fe no se apagara,
―da firmeza a la fe de tu Iglesia.

Tú que, después de resucitado, te apareciste a Simón Pedro y te manifestaste a Saulo,
―ilumina nuestras mentes para que reconozcamos que vives para siempre.

Tú que escogiste al apóstol Pablo para dar a conocer tu nombre a los pueblos paganos,
―haznos auténticos pregoneros de tu Evangelio.

Tú que perdonaste misericordiosamente las negaciones de Pedro,
―perdónanos todas nuestras deudas.

Se pueden añadir intenciones libres.

Concluyamos nuestras preces con la oración dominical.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras, y hablaban en lenguas extrañas y proclamaban la grandeza de Dios.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras, y hablaban en lenguas extrañas y proclamaban la grandeza de Dios.

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras, y hablaban en lenguas extrañas y proclamaban la grandeza de Dios.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras, y hablaban en lenguas extrañas y proclamaban la grandeza de Dios.

 

3. LECTURA BREVE

Hch 15, 7b-9

Dios me escogió para que los gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, mostró su aprobación dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe.

V.  A toda la tierra alcanza su pregón.
R.  Y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

4. ORACIÓN

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Hacia el mediodía, subió Pedro a la azotea a orar.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Hacia el mediodía, subió Pedro a la azotea a orar.

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Hacia el mediodía, subió Pedro a la azotea a orar.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Hacia el mediodía, subió Pedro a la azotea a orar.

 

3. LECTURA BREVE

Ga 1, 15-16a. 17b-18a

Cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, me fui a Arabia, y después volví a Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro.

V.  Guardaron los preceptos del Señor.
R.  Las normas y mandatos que les ordenó.

 

4. ORACIÓN

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Pedro y Juan subían al templo, a la oración de media tarde.

 

3. LECTURA BREVE

2Co 4, 13-14

Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros.

V.  Estad alegres, dice el Señor.
R.  Porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

 

4. ORACIÓN

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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- I Vísperas (Primeras Vísperas)

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

La eterna luz que alumbra el santo triunfo
de estos dos Príncipes de los apóstoles
es la misma que muestra en este día
el rumbo de los astros a los hombres.

Hoy llegan a la gloria estos benditos
Padres de Roma y jueces de los pueblos;
el maestro del mundo, por la espada,
y, por la cruz, el celestial Portero.

Dichosa tú, que fuiste consagrada,
oh Roma, con la sangre de estos Príncipes,
y que, vestida con tan regia púrpura,
excedes en nobleza a cuanto existe.

Honra, poder y sempiterna gloria
sean al Padre, al Hijo y al Espíritu,
que en unidad gobiernan toda cosa,
por infinitos e infinitos siglos. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!»

Salmo 116

Invitación universal a la alabanza divina

Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rom 15, 9)

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!»

Ant. 2. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Ant. 3. Tú eres un instrumento elegido, apóstol san Pablo, anunciador de la verdad por el mundo entero.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Tú eres un instrumento elegido, apóstol san Pablo, anunciador de la verdad por el mundo entero.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 1, 1-2. 7

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.

V. Y daban testimonio de la resurrección de Jesucristo.
R. Con valentía.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Estos gloriosos apóstoles que se amaron tanto en la vida, tampoco se separaron en la muerte.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Estos gloriosos apóstoles que se amaron tanto en la vida, tampoco se separaron en la muerte.

 

6. PRECES

Llenos de alegría, invoquemos confiadamente a Cristo, que edificó su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y digámosle:

Señor, ven en ayuda de tu pueblo.

Tú que llamaste a Simón, que era pescador, para hacerlo pescador de hombres,
―continúa eligiendo obreros que trabajen en la salvación del mundo.

Tú que increpaste a la tempestad marítima para que no se hundiera la barca de los discípulos,
―protege de toda perturbación a la Iglesia y fortalece al sucesor a Pedro.

Tú que, después de resucitado, reuniste a tu grey dispersa en torno a Pedro,
―congrega, buen Pastor, a todo el pueblo, para que forme un solo rebaño.

Tú que enviaste al apóstol Pablo a evangelizar a los gentiles,
―haz que el mensaje de salvación sea proclamado a toda la creación.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que confiaste a tu Iglesia las llaves del reino de los cielos,
―abre las puertas del cielo a todos los que, cuando vivían, confiaron en tu misericordia.

Alabemos a Dios nuevamente y roguémosle con las mismas palabras de Cristo.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú que entregaste a la Iglesia las primicias de tu obra de salvación, mediante el ministerio apostólico de san Pedro y san Pablo, concédenos, por su intercesión y sus méritos, los auxilios necesarios para nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-II Vísperas (Segundas Vísperas)

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

San Pedro y san Pablo, unidos
por un martirio de amor,
en la fe comprometidos,
llevadnos hasta el Señor.

El Señor te dijo: «Simón, tú eres Piedra,
sobre este cimiento fundaré mi Iglesia:
la roca perenne, la nave ligera.
No podrá el infierno jamás contra ella.
Te daré las llaves para abrir la puerta.»
Vicario de Cristo, timón de la Iglesia.

Pablo, tu palabra, como una saeta,
llevó el Evangelio por toda la tierra.
Doctor de las gentes, vas sembrando Iglesias;
leemos tus cartas en las asambleas,
y siempre de Cristo nos hablas en ellas;
la cruz es tu gloria, tu vida y tu ciencia.

San Pedro y san Pablo: en la Roma eterna
quedasteis sembrados cual trigo en la tierra;
sobre los sepulcros, espigas, cosechas,
con riego de sangre plantasteis la Iglesia.
San Pedro y san Pablo, columnas señeras,
testigos de Cristo y de sus promesas.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Yo he pedido por ti, Pedro, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.

Salmo 115

Acción de gracias en el templo

Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Yo he pedido por ti, Pedro, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.

 

Ant. 2. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes de Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

 

Ant. 3. Tú eres el pastor de las ovejas, Príncipe de los apóstoles; te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Tú eres el pastor de las ovejas, Príncipe de los apóstoles; te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.

 

3. LECTURA BREVE

1Co 15, 3-5. 8

Lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los doce; por último se me apareció también a mí.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.

V. Y daban testimonio de la resurrección de Jesucristo.
R. Con valentía.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Los apóstoles anunciaban la palabra de Dios con valentía.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Pedro, el apóstol, y Pablo, el maestro de los gentiles, nos enseñaron tu ley, Señor.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Pedro, el apóstol, y Pablo, el maestro de los gentiles, nos enseñaron tu ley, Señor.

 

6. PRECES

Llenos de alegría, invoquemos confiadamente a Cristo, que edificó su Iglesia sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y digámosle:

Señor, ven en ayuda de tu pueblo.

Tú que llamaste a Simón, que era pescador, para hacerlo pescador de hombres,
―continúa eligiendo obreros que trabajen en la salvación del mundo.

Tú que increpaste a la tempestad marítima para que no se hundiera la barca de los discípulos,
―protege de toda perturbación a la Iglesia y fortalece al sucesor de Pedro.

Tú que, después de resucitado, reuniste a tu grey dispersa en torno a Pedro,
―congrega, buen Pastor, a todo tu pueblo, para que forme un solo rebaño.

Tú que enviaste al apóstol Pablo a evangelizar a los gentiles,
―haz que el mensaje de salvación sea proclamado a toda la creación.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que confiaste a tu Iglesia las llaves del reino de los cielos,
―abre las puertas del cielo a todos los que, cuando vivían, confiaron en tu misericordia.

Acuérdate de nosotros, Señor, cuando vinieres a tu reino y enséñanos a orar.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tú que nos llenas de santa alegría en la celebración de la fiesta de san Pedro y san Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de aquellos que fueron fundamento de nuestra fe cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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- Lecturas complementarias

SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES

I

Del sermón de san León Magno en el natalicio de san Pedro y san Pablo

(II misterio del Natale,  EP,  1983,  pp.  171, passim)

Pedro y Pablo,  mártires en Roma

Queridos hermanos, todo el mundo toma parte en la solemnidad; y la piedad que brota de la única fe exige que se celebre con común alegría todo lo que veneramos, realizado para la salvación de todos.  Sin embargo, la festividad de hoy, además de esa veneración que merece en todo el mundo, debe celebrarse con exultación especial y propia en nuestra ciudad,  para que en el día del martirio se dé la máxima alegría allí donde aconteció el glorioso tránsito de los apóstoles.

Oh Roma, éstos son los que te han elevado a gloria tan sublime que te han hecho santa, pueblo elegido, ciudad sacerdotal y real, y, convertida en capital del mundo por la sagrada sede de san Pedro, ejerces una jurisdicción más amplia por la religión divina que por la dominación humana.  En efecto, aunque adornada por muchas victorias hayas extendido tu dominio por tierra y mar, es menos lo que has sometido con los esfuerzos de la guerra que lo que has conquistado con la paz cristiana.

Así pues, santísimo apóstol Pedro, no temes venir a esta ciudad y, mientras Pablo apóstol, compañero de tu gloria, está todavía ocupado en la organización de las otras Iglesias, tú entras con mayor decisión que cuando caminabas sobre el agua.  ¿No temes a Roma, dueña del mundo, tú que en la casa de Caifás tuviste miedo de la criada del sacerdote?  ¿Acaso había menor poder en Claudio y crueldad en Nerón que en el juicio de Pilato y en la furia de los judíos?  Pero la fuerza del amor vencía los motivos  del temor:  estabas convencido de que no debías temer lo que habías comenzado a amar.  Ciertamente habías concebido ya este afecto de caridad intrépida cuando la profesión de tu amor al Señor se vio robustecida por el misterio de la triple  interrogación.  Y no se pidió a tu corazón nada más que distribuir el alimento, del cual tú mismo estabas muy enriquecido, a las ovejas de aquel a quien tú amas, necesitadas de pastos.

A esta ciudad acudió Pablo, tu bienaventurado socio en el apostolado, instrumento elegido y peculiar maestro de los gentiles;  y se hizo compañero tuyo en aquel tiempo en el que ya toda inocencia, todo pudor y toda libertad padecía bajo el gobierno de Nerón.   El furor de éste, inflamado por el exceso de todos los vicios, lo precipitó hasta tal abismo de locura que persiguió atrozmente y en primer lugar el nombre cristiano, casi como si a través de la matanza de los santos pudiera extinguirse la gracia de Dios.  Pero para los santos constituía la  máxima ganancia, ya que el desprecio de esta vida pasajera equivalía a la adquisición de la felicidad  eterna.  

De este auxilio, queridísimos, que se nos ha preparado divinamente, como ejemplo de paciencia y consolidación en la fe,  debemos gozar todos con ocasión de la conmemoración de cada santo;  pero con mayor exultación debemos gloriarnos con toda justicia por la dignidad de estos padres que la gracia de Dios ha elevado a tanta altura entre todos los miembros de la Iglesia, que en el cuerpo, cuya cabeza es Cristo, ellos constituyen casi como la luz de los ojos.  Sobre sus méritos y virtudes, que superan toda capacidad oratoria, no debemos imaginar ninguna diversidad y ninguna distinción, ya que la elección los ha igualado, las fatigas los han hecho semejantes y la muerte los ha hecho iguales.

 

II

Del discurso del papa Pablo sexto en el XIX centenario del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo

(22 de febrero de 1967)

Pedro y Pablo, primeras columnas de toda la Iglesia

Los santos apóstoles Pedro y Pablo son justamente considerados por los fieles como columnas primarias no sólo de esta santa sede romana, sino también de toda la Iglesia universal del Dios vivo…

Y como la primera comunidad cristiana de Roma exaltó conjuntamente el martirio de Pedro y Pablo, y seguidamente la Iglesia fijó la conmemoración del aniversario de ambos apóstoles en una única fiesta litúrgica (29 de junio),  Nos hemos pensado unir también, en esta celebración centenaria, el glorioso martirio de los príncipes de los apóstoles.

Y que también estamos obligados a evocar el recuerdo de este aniversario lo dice la costumbre, ya universalmente conocida, de conmemorar hechos y personas, que dejaron una huella en el transcurso del tiempo, y que, considerados a distancia  de los años transcurridos y supervivientes en la proximidad de las memorias, ofrecen a quienes piensan en ellos y casi los hace revivir, no lecciones vanas sobre el valor de las cosas humanas, tal vez más evidentes para los que vivieron posteriormente y que hoy lo descubren, que no para los contemporáneos, que entonces no siempre y no todo lo comprendieron.  La educación moderna al “sentido de la historia”  nos doblega fácilmente a este replanteamiento, mientras el culto de las sagradas tradiciones, elemento principal de la espiritualidad católica,  estimula la memoria,  enciende el espíritu, sugiere propósitos, por lo que la celebración de un aniversario se traduce en una gozosa y piadosa festividad.

Esta experiencia espiritual Nos parece  que se debe realizar especialmente mediante la evocación de los dos sumos apóstoles Pedro y Pablo, que a la temporal mortalidad pagaron con el martirio por Cristo su humano tributo,  y que de la inmortalidad de Cristo nos transmitieron a nosotros y hasta los últimos que vengan detrás como sacramento perenne la Iglesia,  ganando para sí la herencia incorruptible, incontaminada e inalterable, reservada en el cielo…

Sabéis muy bien que el mismo Padre celestial  reveló a Pedro quién era Jesús:  El Cristo, el Hijo del Dios vivo, el maestro y el salvador de quien nos viene a nosotros la gracia y la verdad, la salvación, el corazón de nuestra fe;  sabéis que en la fe de Pedro se funda todo el edificio de la santa Iglesia; sabéis que cuando muchos abandonaron a Jesús, después del discurso de Cafarnaún, fue Pedro quien, en nombre del colegio apostólico, proclamó la fe en Cristo Hijo de Dios.

Sabéis que Cristo mismo, con su oración personal, se hizo garante de la indefectibilidad de Pedro, y a él, a pesar de sus debilidades humanas, le encomendó la tarea de confirmar en ella a sus hermanos;  y sabéis también que la Iglesia viviente tuvo comienzo, al venir el Espíritu Santo el día de Pentecostés, con el testimonio de fe de Pedro.

¿Qué podríamos pedir a Pedro en nuestro favor, ofrecer a Pedro en su honor, sino la fe, de la que tiene origen nuestra salud espiritual, y  nuestra promesa, por él reclamada, de ser “fuertes en la fe”?

Sabéis igualmente qué defensor  de la fe  fue san Pablo:  a él le debe la Iglesia  la doctrina fundamental de la fe como principio de nuestra justificación, es decir, de nuestra salvación y de nuestras relaciones sobrenaturales con Dios;  a él la primera determinación teológica del misterio cristiano, a él el primer análisis  del acto de fe, a él la afirmación de la relación entre la fe, única e inequívoca, y la consistencia de la Iglesia visible, comunitaria y  jerárquica.  ¿Cómo no invocar a nuestro perenne maestro de fe;  cómo no pedirle la grande y esperada fortuna de la reintegración de todos los cristianos en una única fe, en una única esperanza, en una única caridad del único cuerpo místico de Cristo?  ¿ Y cómo no depositar en su tumba de “apóstol y mártir”  nuestro compromiso de profesar con valentía apostólica, con anhelo misionero, la fe que él enseñó y transmitió a la Iglesia  y al mundo con su palabra, con sus escritos, con su ejemplo y con su sangre?

 

III

De las enseñanzas del beato Santiago Alberione, presbítero

(Fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo, 29 de junio de 1955; Prediche alle Suore Pastorelle, I 20-25, passim)

Las condiciones necesarias para ser apóstoles

En este día, consagrado a la memoria de los santos apóstoles Pedro y Pablo, consideremos nuestro apostolado y las condiciones necesarias para ser verdaderos apóstoles en las obras parroquiales.  Consideremos a los dos apóstoles Pedro y Pablo, los más grandes pastores de la Iglesia y modelos de todo pastor y de toda pastorcita, y saquemos después algunos propósitos.  En el primer punto de la coronita se pide al buen Pastor, por intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, la victoria sobre el defecto predominante y el amor y la correspondencia a la vocación como correspondieron los dos santos apóstoles.  San Pedro  tuvo su vocación: Desde ahora serás pescador de hombres,  dijo Jesús a Pedro cambiándole de oficio.

También san Pablo tuvo su vocación: antes era perseguidor de la Iglesia, aunque de buena fe;  pero, al llamarlo Jesús, inmediatamente pregunta: “Señor, ¿qué quieres que haga?”  Y apenas conoce la verdad se manifiesta dispuesto a seguir a Jesús.  Y Jesús le da inspiraciones interiores acerca de la vocación, pero luego quiere que todo sea comunicado y decidido por el ministro de Dios, y lo  manda ir a Ananías, ya advertido en sueños.

Después de su conversión, Pablo se retiró durante tres o cuatro años al desierto de Arabia para prepararse al apostolado, y después fue a Tarso hasta que Pedro lo mandó llamar.  En Antioquía se mantuvo retirado, sin atreverse a hablar y se dedicó a los trabajos más humildes hasta que el Espíritu Santo lo llamó al apostolado que le correspondía.  Entonces se hicieron en la Iglesia ayunos y oraciones;  después Pablo, junto con Bernabé, fue ordenado sacerdote y después obispo, y comenzó a predicar la fe en el mundo siendo fidelísimo a su vocación.  ¿Y Pedro?  También él fue fidelísimo a su vocación, hasta el punto de dejarse apresar por su fe y más adelante murió en la cruz.

Pedro y Pablo sufrieron muchísimo por su fe y ambos derramaron su sangre por Jesús.  San Pedro fue crucificado a los pies de la colina vaticana;  san Pablo fue decapitado en la vía Ostiense.  En su honor fueron edificadas las dos grandes basílicas de san Pedro y de san Pablo extramuros. Estos dos santos son inseparables, son los dos mayores apóstoles, los pastores que amaron a los hombres hasta el heroísmo, ya que por ellos dieron la vida, derramaron su sangre.  En este día gran agradecimiento a Jesús, que os ha dado esta vocación, y propósito de trabajar interiormente.  Pongamos nuestros propósitos en manos de los  santos apóstoles, para que nos den su espíritu pastoral.

 

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7. San Pablo Apóstol – 30 junio

-Introducción

30 de junio

SAN PABLO, APÓSTOL

PATRONO DE LA FAMILIA PAULINA

Titular de la Sociedad de San Pablo

Titular de la Pía Sociedad de las Hijas de San Pablo

SOLEMNIDAD

«Para mí vivir es Cristo»

En el opúsculo Amarás al Señor con toda tu mente, publicado por entregas en «San Paolo» desde octubre 1954 hasta mayo de 1955, el padre Alberione explica así la elección de Pablo: «La Familia Paulina se propone representar y vivir a san Pablo, hoy, pensando, trabajando, orando y santificándose como lo haría san Pablo si viviese hoy. Él vivió los dos preceptos: el del amor a Dios y el del amor al prójimo de modo tan perfecto que podía mostrar en sí a Cristo mismo… Él formó la Sociedad de San Pablo, de la que es fundador. No fue la Sociedad de San Pablo la que lo eligió a él, sino que él nos eligió a nosotros» (CISP 1152).

Con ocasión del 40 aniversario de la fundación («San Paolo», julio-agosto de 1954) escribe: «El agradecimiento más cordial se dirige a san Pablo apóstol, que es el verdadero fundador de la institución. Efectivamente él es su padre, maestro, modelo y protector. Él se ha formado esta Familia con una intervención tan física y espiritual que ni siquiera ahora, pensándolo bien, se puede comprender y mucho menos explicar» (CISP 147).

Estas frases ponen en evidencia la importancia que para la Familia Paulina tiene la celebración  de esta solemnidad. El fin de toda celebración es ayudarnos y convencernos a trasladar a la vida lo que la solemnidad reclama a nuestro espíritu.

El valor fundamental que esta solemnidad nos exige es el «espíritu paulino», que es el alma de todo lo que somos y hacemos. Así lo describe el padre Alberione: «El espíritu de un Instituto se define como una forma característica y permanente de ver, sentir y querer, hasta llegar a reproducirlo en la vida. El nuestro se reduce fundamentalmente a esto: vivir integralmente el Evangelio de Jesucristo, camino, verdad y vida, como lo interpretó  y vivió san Pablo, bajo la mirada de María, madre, maestra y reina» (UPS I, 51).

Pero ¿por qué precisamente san Pablo? «Se requería un santo que sobresaliera por su santidad y fuera al mismo tiempo ejemplo de apostolado. San Pablo unió santidad y apostolado» (Pr SP 302).

¿Cuál es el secreto de la grandeza? «Todo el secreto de la grandeza de san Pablo  estriba en la vida interior. Podemos decir que él venció desde dentro: desde su gran espíritu de pobreza, desde el estudio, desde la ciencia profundísima, desde el amor a Jesucristo, y desde el espíritu de abnegación» (Pr SP 302).
Por eso la celebración de la solemnidad de san Pablo «tiene tres fines:

*hacernos conocer, retener y creer las grandes enseñanzas del Apóstol, doctor de las gentes;

*conducirnos a la imitación de sus grandes virtudes, especialmente el amor a Dios, el amor a Jesucristo y el celo por las almas: vivir de Jesucristo;

*inspirarnos confianza y devoción hacia nuestro protector y padre, que se nos ha dado por especial providencia del Señor» (CISP 41-42).

 

 

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-Misa

SAN PABLO, APÓSTOL

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

2 Tm 1, 12; 4, 8

Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene  poder para asegurar  hasta el último día, en que vendrá como juez justo, el encargo que me dio.

 

ACTO PENITENCIAL

—Tú que convertiste a Pablo de perseguidor en apóstol: Señor, ten piedad. R.
—Tú que lo llamaste para anunciar el evangelio a las gentes: Cristo, ten piedad. R.
—Tú que lo hiciste partícipe de tu pasión y de tu gloria: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, Dios nuestro,
que por amor a los hombres
elegiste y enviaste al apóstol san Pablo
para predicar el evangelio de Jesucristo
muerto y resucitado,
concede a quienes lo veneramos
como inspirador y padre,
anunciar como él la Palabra de la salvación
a los hombres de nuestro tiempo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Te hago luz de las naciones

Lectura del libro de Isaías 49, 3. 5-6

El Señor me dijo:
«Tú eres mi siervo,
de quien estoy orgulloso.»
Y ahora habla el Señor,
que desde el vientre me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que le reuniese a Israel
—tanto me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza—:
«Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.»

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 R.: 8a y 9a

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito:
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
R.

Tu no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio.
R.

Entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
  R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Me llamó por su gracia y se dignó revelar a su Hijo en mí

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas

1, 11-20

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y me quedé quince días con él.
Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.
Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Apóstol san Pablo,
anunciador de la verdad y maestro de los gentiles,
eres digno de gloria.

 

EVANGELIO

Mirad que os mando como ovejas entre lobos

+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 16-22

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: —Mirad que os mando como ovejas entre lobos;  por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.

Pero no os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento  se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu  de vuestro  Padre hablará por vosotros.

Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor.

 

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Oremos confiadamente a Dios nuestro Padre, que quiso revelar a su Hijo al apóstol Pablo para que lo anunciase a los lejanos, y lo hizo partícipe de su pasión. Digámosle:

Escúchanos, Padre, por intercesión de san Pablo.

—Por la Iglesia: para que viva siempre la preocupación del apóstol san Pablo por la salvación de todos los hombres, roguemos al Señor.

—Por los miembros de la Familia Paulina: para que, dóciles a la gracia de Dios, se conviertan continuamente al Señor, hasta la plena configuración con Cristo, roguemos al Señor.

—Por todos los consagrados: para que siguiendo con fidelidad a Cristo pobre, casto y obediente, den testimonio de la vida evangélica que vivió y enseñó san Pablo, roguemos al Señor.

—Por los escritores y por todos los agentes de la comunicación social: para que promuevan los verdaderos valores humanos y proclamen en todo el mundo el mensaje de la salvación, roguemos al Señor.

—Por nosotros, aquí reunidos: para que viviendo el misterio eucarístico e imitando las virtudes del Apóstol, llevemos a cabo la consigna de nuestro Fundador, de «ser san Pablo vivo hoy», roguemos al Señor.

Acoge, Padre, las súplicas que te dirigimos por intercesión del apóstol san Pablo, que entregó su vida por dar testimonio de Cristo tu Hijo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor,
que aceptes las ofrendas que te presentamos,
por intercesión del apóstol san Pablo,
y que su protección nos haga más agradables a ti.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La misión apostólica de san Pablo

En verdad es justo darte gracias,
es bueno bendecir su nombre,
Padre santo, lleno de amor a los hombres,
por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
En los comienzos de la predicación apostólica
tú suscitaste al apóstol san Pablo,
para que, impulsado por el amor de tu Hijo,
predicara el Evangelio a todos los pueblos,
para hacer de ellos, mediante la fe y el bautismo,
un solo cuerpo
en Cristo, Señor y Maestro.
Por estos dones de tu benevolencia,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Ga 2, 20

Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor Dios nuestro,
que los sacramentos que hemos recibido
nos enciendan en el fuego de amor,
que abrasaba el corazón de san Pablo
y le impulsaba al servicio de todas las Iglesias.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios que os ha edificado
sobre el cimiento de los apóstoles
por la intercesión gloriosa
de san Pablo apóstol,
os llene de sus bendiciones.

R. Amén.

El que os ha enriquecido con la palabra
y el ejemplo del apóstol san Pablo
os conceda su ayuda
para que seáis testigos de la verdad ante el mundo.

R. Amén.

Para que así obtengáis la heredad del reino eterno,
por la intercesión de los apóstoles,
por cuya palabra os mantenéis firmes en la fe.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

SAN PABLO, APÓSTOL

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, que eligió al apóstol san Pablo para anunciar el Evangelio.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, que eligió al apóstol san Pablo para anunciar el Evangelio.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Te elevan tus hijos, con gozo y fervor,
siguiendo tus huellas, un canto de amor:
apóstol de Cristo, llamado por Dios,
del fuego divino transmite el calor.

Llevaste a las gentes de Cristo el amor,
sanaste las mentes, venciste el error:
infunde a tus hijos tu celo y tu ardor.
Haz tú que llevemos los hombres a Dios.

Al mundo que avanza por sendas del mal
indica el sendero de amor fraternal;
Tú, llévale a Cristo, camino, verdad
y vida del hombre, Maestro veraz.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. El mismo que capacita a Pedro para su misión entre los judíos me capacita a mí para la mía entre los gentiles.

Salmo 18 A

Alabanza al Dios creador del universo

Nos visitará el sol que nace de lo alto, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz (Lc 1, 78. 79)

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. El mismo que capacita a Pedro para su misión entre los judíos me capacita a mí para la mía entre los gentiles.

Ant. 2. He anunciado a los gentiles las obras de Dios, sus maravillas a todas las naciones.

Salmo 63

Súplica contra los enemigos

Este salmo se aplica especialmente a la pasión del Señor (S. Agustín)

Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme dela conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:

afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.

Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen: «¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.

Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.

Todo el mundo se atemoriza,
proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.

El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. He anunciado a los gentiles las obras de Dios, sus maravillas a todas las naciones.

Ant. 3. Soy ante Dios fragancia de Cristo, entre los que se salvan y los que se pierden.

Salmo 96

Gloria del Señor, rey de justicia

Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos (S. Atanasio)

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por sus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Soy ante Dios fragancia de Cristo, entre los que se salvan y los que se pierden.

 

4. VERSÍCULO

V.  Contó las hazañas del Señor y su poder.
R.  Sus maravillas ocultas desde siempre.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Hechos de los apóstoles                                                                     
13, 1-13

Apartadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a que los he llamado

En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del rey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a que los he llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron.
Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, teniendo a Juan como ayudante. Atravesaron toda la isla hasta Pafos y encontraron a un mago y falso profeta judío llamado Bar-Jesús, que vivía al lado del gobernador Sergio Pablo, hombre de buen criterio. Este mandó llamar a Bernabé y a Saulo, ya que deseaba escuchar la palabra de Dios. Pero se les opuso Elimas, el mago, que trataba de apartar de la fe al gobernador.

Entonces Saulo, también llamado Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijó los ojos en él y dijo: «Tú, hijo del diablo, lleno de engaño y de maldad, enemigo de todo bien, ¿cuándo terminarás de torcer los rectos caminos del Señor? Ahora la mano del Señor va a caer sobre ti. Quedarás ciego y por algún tiempo no verás la luz del sol.» Al instante lo envolvieron oscuridad y tinieblas. Y andaban a tientas en busca de alguien que le diera la mano. El gobernador, al ver lo que había pasado, creyó. Le impresionaba la doctrina del señor. Pablo y sus compañeros navegaron desde Pafos hasta Perge de Panfilia. Allí Juan se separó de ellos y regresó a Jerusalén.

 

O bien:

De la segunda carta a los Corintios                                                                      

2, 14-17; 3, 1-8

Pablo, ministro de una alianza nueva

Doy gracias a Dios, que siempre nos asocia a la victoria de Cristo y que, por medio nuestro, difunde en todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque somos el incienso que Cristo ofrece a Dios, entre los que se salvan y los que se pierden; para éstos, olor de muerte que mata; para los otros, olor de vida que da vida. Pero, ¿quién está a la altura de esto? Por lo menos no somos como tantos otros que falsean la palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad, de parte de Dios y bajo la mirada de Dios, como miembros de Cristo.

¿Ya empezamos otra vez a hacernos la propaganda?; ¿será que, como algunos individuos, necesitamos presentarnos o pediros cartas de recomendación? Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón. Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo.

No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de una alianza nueva, no de código escrito, sino de espíritu; porque la ley escrita mata, el Espíritu da vida. Aquel ministerio de muerte ―letras grabadas en piedra― se inauguró con gloria; tanto que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, por el resplandor de su rostro, caduco y todo como era. Pues con cuánta mayor razón el ministerio del espíritu resplandecerá de gloria.

 

RESPONSORIO

Ga 1, 11-12, 2Cor 11, 10. 7

V.  El Evangelio anunciado por mí no es de origen humano;  yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
R.  El Evangelio anunciado por mí no es de origen humano;  yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

V.  Por la verdad de Cristo que poseo, os anuncié el Evangelio de Dios.
R. Yo no lo he recibido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

 

SEGUNDA LECTURA

Del tratado de san Agustín, obispo, sobre la gracia y el libre albedrío
(Cc. 6-7; PL 44, 890-892)

Nuestra capacidad nos viene de Dios

Consideremos al apóstol Pablo, que se encuentra vacío de méritos y cargado más bien de deméritos. Pero una vez conseguida la gracia de Dios, que da bien por mal, veamos lo que dice escribiendo a Timoteo cuando sentía ya próxima su partida: Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Recuerda ahora sus méritos para alcanzar tras ellos el premio, él que tras los deméritos había alcanzado la gracia. Pues considerad lo que sigue: Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el señor, juez justo, me premiará en aquel día. Pero ¿a quién daría la corona el juez justo, si no hubiese dado antes la gracia como Padre misericordioso? Y ¿cómo existiría esta corona merecida si no precediera la gracia que justifica al culpable? ¿Cómo se darían estas cosas debidas si antes no se dieran aquellas gratuitas?

Consideremos ahora los méritos del apóstol san Pablo, por los que dijo había de darle una corona merecida el juez justo, y veamos si son suyos, es decir, por él adquiridos, o si más bien son dones gratuitos de Dios: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. En primer lugar, estas buenas obras serían nulas de no haber sido precedidas de buenos pensamientos. Pero mirad lo que dice de estos pensamientos cuando escribe a los Corintios: No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios. Veamos después lo que dice ya en particular: He combatido bien mi combate. Y pregunto yo con qué fuerza combatió: si con una que procedía de sí mismo o más bien de otra que le venía de arriba.  Pero no podemos pensar que tan excelso maestro ignorase la ley de Dios, que dice en el Deuteronomio: No digas en tu corazón: «Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas.» Acuérdate del Señor tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas. Pero ¿de qué sirve un buen combate si no se corona con la victoria? Y ¿quién da la victoria, sino aquel de quien el mismo Apóstol dice: Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo?

Mas los hombres, no entendiendo lo que el mismo Apóstol dijo: Sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley, interpretaron que le es suficiente al hombre la fe, aun acompañada de una mala vida, carente de buenas obras. Cosa que en modo alguno pensó san Pablo, quien al decir: Como cristianos, da lo mismo estar circuncidado o no estarlo, luego añade: lo que cuenta es una fe activa en la práctica del amor. Y porque, al igual que nuestra fe y nuestra caridad, esas mismas obras buenas provienen de Dios, el Maestro de los gentiles alcanzó la gracia de la vida eterna.

 

O bien:

De un artículo del beato Santiago Alberione, presbítero

(San Paolo, octubre 1954- CISP 1152)

Os exhorto a que sigáis mi ejemplo como yo sigo el de Cristo

La Familia Paulina se propone representar y vivir a san Pablo hoy, pensando, trabajando, orando y santificándose como lo haría san Pablo si viviese hoy. Él vivió los dos preceptos del amor a Dios y al prójimo de modo tan perfecto que podía mostrar en sí a Cristo mismo: Es Cristo quien vive en mí.

Él formó la Sociedad de San Pablo, de la que es Fundador. No fue la Sociedad de San Pablo la que lo eligió a él, sino que él nos eligió, más aún, nos engendró a nosotros: Soy yo quien os ha engendrado para Cristo Jesús.

Si san Pablo viviese, continuaría ardiendo con aquella doble llama de un mismo incendio: el celo por Dios y por su Cristo, y por los hombres de todos los pueblos. Y para que le oyeran subiría a los más elevados púlpitos y multiplicaría su palabra con los medios del progreso actual: prensa, cine, radio y televisión. Su doctrina no sería fría ni abstracta. Cuando él iba, no se presentaba para dar conferencia ocasional, sino que se detenía y formaba para obtener el asentimiento de la inteligencia, para persuadir, convertir, unir a Cristo y orientar a una vida plenamente cristiana. Y no marchaba hasta que no existía en los suyos la certeza moral de la perseverancia. Dejaba presbíteros que continuasen su obra; volvía a menudo con su palabra o con sus escritos; quería estar informado, permanecía unido a ellos con el espíritu y rezaba por ellos.

Él dice a los paulinos: Conoced, amad y seguid al Divino Maestro Jesús. Os exhorto a que sigáis mi ejemplo como yo sigo el de Cristo. Esta invitación es general, para todos sus fieles y seguidores. Pero mucho más para nosotros que somos sus hijos. Los hijos viven la vida del padre; por lo tanto debemos vivir en él, de él, por él y con él, para vivir a Jesucristo. Son apropiadas para nosotros las palabras dirigidas a sus hijos de Tesalónica, a quienes recuerda que se ha hecho «molde» para ellos: Para moldearos a vosotros. Jesucristo es el perfecto original; Pablo fue y se hizo para nosotros molde sobre el que nosotros hemos de modelarnos para reproducir a Jesucristo. San Pablo es molde no para una reproducción física de rasgos corporales, sino para comunicarnos lo más perfectamente posible su personalidad: mentalidad, virtudes, celo, espiritualidad…,  todo. La Familia Paulina, compuesta por muchos miembros, debe ser Pablo vivo en un cuerpo social. Debemos conocer y meditar a san Pablo en la vida, en las obras y en las cartas, de modo que pensemos, razonemos, hablemos y actuemos como él, invocando su paternal asistencia.

 

RESPONSORIO

Cf. 1Co 15, 10; 2Tm 4, 7

V. Por la gracia de Dios soy lo que soy. Y su gracia no se ha frustrado en mí.
R. Por la gracia de Dios soy lo que soy. Y su gracia no se ha frustrado en mí.

V. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
R. Y su gracia no se ha frustrado en mí.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, Dios nuestro, que por amor a los hombres elegiste y enviaste al apóstol san Pablo para predicar el Evangelio de Jesucristo muerto y resucitado, concede a quienes lo veneramos como inspirador y padre, anunciar como él la Palabra de la salvación a los hombres de nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

SAN PABLO, APÓSTOL

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, que eligió al apóstol san Pablo para anunciar el Evangelio.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, que eligió al apóstol san Pablo para anunciar el Evangelio.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

¿Cómo has logrado, Señor,
este cambio nunca visto:
de Saulo, el perseguidor,
en Pablo, heraldo de Cristo?

Pablo muele en su molino
el Antiguo Testamento,
Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.

Siempre la Iglesia recibe,
como un eco del Señor,
las cartas que Pablo escribe,
dictadas por el amor.

Infatigable viajero,
recorres la tierra entera,
apóstol y misionero
hasta el fin de tu carrera.

Como una flecha bruñida,
vas a la meta, de suerte
que sólo Cristo es tu vida,
y una ganancia la muerte.

Descúbrenos la victoria
de Jesús crucificado,
para compartir la gloria
del Señor resucitado. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.


Ant. 2: Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

 

Ant. 3: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

 

4. LECTURA BREVE

2Tm 4, 7-8

He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.
R. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.

V. Anunciador de la verdad por el mundo entero.
R. Apóstol san Pablo. 

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
R. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.

 

7. PRECES

Por medio de los apóstoles el Señor Jesús, resucitado de entre los muertos, nos ha hecho herederos del reino de los cielos. Démosle gracias por todos sus dones, diciendo:

El coro de los apóstoles te ensalza, Señor.

Te bendecimos Jesús, por tu gran misericordia al hacer de san Pablo un apóstol incansable de la Iglesia,
―concédenos, por su intercesión, vivir en continua conversión y configurarnos plenamente contigo.

Te bendecimos Jesús, porque has elegido al apóstol Pablo para testimoniar y promover la virginidad por el reino,
―haz que te conozcamos, te amemos y te sirvamos sólo a ti, único Señor y Maestro.

Te bendecimos Jesús, por habernos dado en san Pablo un modelo de perfecta obediencia,
―por su intercesión, concede a nosotros tus discípulos, una obediencia al Padre como la tuya, en el amor.

Te bendecimos Jesús, por habernos enseñado en san Pablo la verdadera pobreza,
―haz que sepamos perderlo todo para poseerte a ti, que eres el camino, la verdad, y la vida.

Te bendecimos Jesús, que has llenado el corazón de san Pablo de celo y amor a tu Iglesia,
―llena de tu amor nuestros corazones.

Te bendecimos Jesús, por haber elegido y enviado a todos los pueblos al apóstol san Pablo,
―abre nuestras mentes a tu Palabra para que podamos llevar el Evangelio a todos los pueblos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Acuérdate de nosotros, Señor, cuando vinieres a tu reino y enséñanos a orar.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que por amor a los hombres  elegiste y enviaste al apóstol san Pablo para predicar el Evangelio de Jesucristo muerto y resucitado, concede a quienes lo veneramos como inspirador y padre, anunciar como él la Palabra de la salvación a los hombres de nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

SAN PABLO, APÓSTOL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Dios nos ha elegido ministros de la nueva Alianza según el Espíritu, no según la letra.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Dios nos ha elegido ministros de la nueva Alianza según el Espíritu, no según la letra.

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Dios nos ha elegido ministros de la nueva Alianza según el Espíritu, no según la letra.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dios nos ha elegido ministros de la nueva Alianza según el Espíritu, no según la letra.

 

3. LECTURA BREVE

Ga 1, 15-16

Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles.

V.   Daré gloria a tu nombre por siempre, Señor.
R.   Por tu gran piedad para conmigo.

 

4. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que por amor a los hombres elegiste y enviaste al apóstol san Pablo para predicar el evangelio de Jesucristo muerto y resucitado, concede a quienes lo veneramos como inspirador y padre, anunciar como él la Palabra de la salvación a los hombres de nuestro tiempo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

SAN PABLO, APÓSTOL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: La armadura de nuestro apostolado es la fuerza que procede de Dios para el anuncio de Cristo.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: La armadura de nuestro apostolado es la fuerza que procede de Dios para el anuncio de Cristo.

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: La armadura de nuestro apostolado es la fuerza que procede de Dios para el anuncio de Cristo.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: La armadura de nuestro apostolado es la fuerza que procede de Dios para el anuncio de Cristo.

 

3. LECTURA BREVE

Ga 1, 11-12

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

V.    Señor, tú eres mi lámpara.
R.    Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.

 

4. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que por amor a los hombres elegiste y enviaste al apóstol san Pablo para predicar el evangelio de Jesucristo muerto y resucitado, concede a quienes lo veneramos como inspirador y padre, anunciar como él la Palabra de la salvación a los hombres de nuestro tiempo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

SAN PABLO, APÓSTOL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Manteneos firmes en la esperanza del Evangelio que yo, Pablo, os he enseñado.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Manteneos firmes en la esperanza del Evangelio que yo, Pablo, os he enseñado.

 

Salmodia Complementaria

Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Manteneos firmes en la esperanza del Evangelio que yo, Pablo, os he enseñado.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Manteneos firmes en la esperanza del Evangelio que yo, Pablo, os he enseñado.

 

3. LECTURA BREVE

Ga 2, 19b-21

Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que amó hasta entregarse por mí. Yo no anulo la gracia de Dios.

V.   Estad alegres, dice el Señor.
R.   Porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

 

4. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que por amor a los hombres elegiste y enviaste al apóstol san Pablo para predicar el evangelio de Jesucristo muerto y resucitado, concede a quienes lo veneramos como inspirador y padre, anunciar como él la Palabra de la salvación a los hombres de nuestro tiempo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

SAN PABLO, APÓSTOL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Camino de Damasco, Jesucristo,
el Señor en su Iglesia perseguido,
derribó tu caballo e hirió tu orgullo
con su grito de amor en luz vertido.

Escuchaste su voz, en el delirio
de la herida de Dios en tus entrañas, 
y, perdido en la noche tus ojos,
empezaste en la Luz nuevas hazañas.

Combatiste sin tregua el gran combate
de la fe y del amor, tu vida entera,
tu vivir fue el de Cristo para siempre,
tu morir el triunfo en la carrera.

Recibiste del Padre el premio eterno,
por tu amor tan fiel al Hijo amado
en unión del Espíritu infinito,
que de Saulo hizo Pablo, el gran heraldo. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Salmo 115

Acción de gracias en el templo

Por medio de Jesús ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza (Hb 13, 15)

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Ant. 2. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes de Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer.

Ant. 3. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; yo he de gloriarme en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.

 

3. LECTURA BREVE

1Co 15, 9-10

Yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Te alabaré, Señor, de todo corazón.
R. Te alabaré, Señor, de todo corazón.

V. Daré gloria a tu nombre entre los gentiles.
R. De todo corazón

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Te alabaré, Señor, de todo corazón.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Apóstol san Pablo, anunciador de la verdad y maestro de los gentiles, intercede por nosotros ante Dios, que te ha elegido.

 

6. PRECES

Hermanos, edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Padre santo, que quisiste que tu Hijo, resucitado de entre los muertos, se manifestara en primer lugar a los apóstoles,
―haz que también nosotros seamos testigos de Cristo hasta los confines del mundo.

Padre santo, que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los pobres,
―haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.

Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra,
―concede una cosecha abundante a los trabajadores del Evangelio.

Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
―haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.

Tú que nos has llamado a anunciar el Evangelio con los instrumentos de la comunicación social,
―haz que usemos siempre estos medios con espíritu pastoral.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que has sentado a tu Hijo a tu derecha, en el cielo,
―admite a nuestros hermanos y hermanas difuntos en tu reino de felicidad.

Y ahora, secundando la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, nos atrevemos a decir.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, que por amor a los hombres elegiste y enviaste al apóstol san Pablo para predicar el Evangelio de Jesucristo muerto y resucitado, concede a quienes lo veneramos como inspirador y padre, anunciar como él la Palabra de la salvación a los hombres de nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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- Lecturas complementarias

SAN PABLO, APÓSTOL

I

De la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi,  del papa Pablo sexto

(Núms.  45-46. 75)

La evangelización con los medios de comunicación social para “predicar sobre los terrados

En nuestro siglo influenciado por los medios de comunicación social, el primer anuncio, la catequesis o el ulterior ahondamiento de la fe no pueden prescindir de esos medios,  como hemos dicho antes.  Puestos al servicio del Evangelio, ellos ofrecen la posibilidad de extender casi sin límites el campo de la audición de la palabra de Dios, haciendo llegar la buena nueva a millones de personas.

La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios,  que la inteligencia humana perfecciona  cada vez más.  Con ellos la Iglesia “pregona sobre los terrados” el mensaje del que es depositaria.  En ellos encuentra una versión moderna y eficaz del “púlpito”.  Gracias a ellos puede hablar a las masas.

Sin embargo, el empleo de los medios de comunicación social en la evangelización supone casi un desafío: el mensaje evangélico deberá, sí, llegar a través de ellos, a las muchedumbres, pero con capacidad para penetrar en las conciencias, para posarse en el corazón de cada hombre en particular,  con todo lo que éste tiene de singularidad y personal, y con capacidad para suscitar en favor suyo una adhesión y un compromiso verdaderamente personales.

Por estos motivos, además de la proclamación, que podríamos llamar colectiva, del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra transmisión de persona a persona.   El Señor la practicó frecuentemente –como lo prueban, por ejemplo, las conversaciones con Nicodemo, Zaqueo, la Samaritana, Simón el fariseo- y lo mismo hicieron los apóstoles.  En el fondo, ¿hay otra forma de comunicar el Evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe?   La urgencia de comunicar la Buena Nueva a las masas de hombres no debería hacer olvidar esa forma de anuncio mediante la cual se llega a la conciencia personal del hombre y se deja en ella el influjo de una palabra verdaderamente extraordinaria.

En efecto, solamente después de la venida del Espíritu Santo, el día de Pentecostés, los Apóstoles salen hacia  todas las partes del mundo para comenzar la gran obra de evangelización de la Iglesia, y Pedro explica el acontecimiento como la realización de la profecía de Joel: Yo derramaré mi Espíritu.  Pablo mismo está lleno del Espíritu Santo antes de entregarse a su ministerio apostólico, como lo está también Esteban cuando es elegido diácono y más adelante, cuando da testimonio con su sangre.  El Espíritu que hace hablar a Pedro, a Pablo y a los Doce, inspirando las palabras que ellos deben pronunciar,  desciende también sobre los que escuchan la Palabra.

Gracias al apoyo del Espíritu Santo, la Iglesia crece. Él  es el alma de esta Iglesia.  Él es quien explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio.  Él  es quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia, actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por él, y pone en los labios las palabras que por sí solo no podría hallar, predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta y acogedora de la buena nueva y del reino anunciado.

Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu.  La preparación más refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin él.  Sin él, la dialéctica más convincente es impotente sobre el espíritu de los hombres.  Sin él, los esquemas más elaborados sobre bases sociológicas o sicológicas se revelan pronto desprovistos de todo valor.

Puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: él es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio  y quien en lo hondo de la conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación.  Pero se puede decir igualmente que él es el término de la evangelización: solamente él suscita la nueva creación, la humanidad nueva a la que la evangelización debe conducir, mediante la unidad en la variedad que la misma evangelización querría provocar en la comunidad cristiana.  A través de él, la evangelización penetra en los corazones, ya que él es quien hace discernir los signos de los tiempos –signos de Dios- que la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia.

 

II

De la carta encíclica Redemptoris  missio,  del papa Juan Pablo segundo

(Núms. 34-37)

Ámbitos de la misión ad gentes

La actividad misionera específica, o misión ad gentes, tiene como destinatarios “a los pueblos o grupos humanos que todavía no creen en Cristo”, “a los que están alejados de Cristo”, entre los cuales la Iglesia “no ha arraigado todavía”,  y cuya cultura no ha sido influenciada aún por el Evangelio.  Esta actividad se distingue de las demás actividades eclesiales porque se dirige a grupos y ambientes no cristianos, debido a la ausencia o insuficiencia del anuncio evangélico y de la presencia eclesial.  Por tanto, se caracteriza como tarea de anunciar a Cristo y a su evangelio, de edificación de la Iglesia local, de promoción de los valores del Reino.  La peculiaridad de esta misión ad gentes está en el hecho de que se dirige a los “no cristianos”.  Por tanto, hay que evitar que esta “responsabilidad más específicamente misionera que Jesús ha confiado y diariamente se vuelve a confiar a su Iglesia”  se vuelva una flaca realidad dentro de la misión global del pueblo de Dios y consiguientemente, descuidada u olvidada… 

La misión ad gentes en virtud del mandato universal de Cristo no conoce confines. Sin embargo, se pueden delinear varios ámbitos en los que se realiza, de modo que se pueda tener una visión real de la situación.

a)  Ámbitos territoriales.  La actividad misionera ha sido definida normalmente en relación con territorios concretos.  El concilio Vaticano II ha reconocido la dimensión territorial de la misión ad gentes, que también hoy es importante, en orden a determinar responsabilidades, competencias y límites geográficos de acción.  Es verdad que a una misión universal debe corresponder una perspectiva universal.  En efecto, la Iglesia no puede aceptar que límites geográficos o dificultades de índole política sean obstáculo para su presencia misionera. Pero también es verdad que la actividad misionera ad gentes, al ser diferente de la atención pastoral a los fieles y de la nueva evangelización de los no practicantes, se ejerce en territorios y entre grupos humanos bien definidos…

b)  Mundos y fenómenos sociales nuevos.  Las rápidas y profundas transformaciones que caracterizan el mundo actual, en particular el sur, influyen grandemente en el campo misionero: donde antes existían situaciones humanas y sociales estables, hoy día todo está  cambiado.  Piénsese, por ejemplo, en la urbanización y en el incremento masivo de las ciudades, sobre todo donde es más fuerte la presión demográfica.  Ahora mismo, en no pocos países, más de la mitad de la población vive en algunas megalópolis, donde los problemas humanos a menudo se agravan incluso por el anonimato en que se ven sumergidas las masas humanas.

En los tiempos modernos la actividad misionera se ha desarrollado sobre todo en regiones aisladas, distantes de los centros civilizados e inaccesibles por las dificultades de comunicación, de lengua y de clima.  Hoy la imagen de la misión ad gentes quizá está cambiando: lugares privilegiados deberían ser las grandes ciudades, donde surge  nuevas costumbres y modelos de vida, nuevas formas de cultura, que luego influyen sobre la población.  Es verdad que la “opción de los últimos” debe llevar a no olvidar los grupos humanos más marginados y aislados, pero también es verdad que no se pueden evangelizar las personas o los pequeños grupos descuidando, por así decir, los centros donde nace una humanidad nueva con nuevos modelos de desarrollo.  El futuro de las jóvenes naciones se está formando en las ciudades.

Hablando del futuro no se puede olvidar a los jóvenes, que en numerosos países representan ya más de la mitad de la población.  ¿Cómo hacer llegar el mensaje de Cristo a los jóvenes no cristianos que son el futuro de continentes enteros?  Evidentemente, ya no bastan los medios ordinarios de la pastoral; hacen falta asociaciones e instituciones, grupos y centros apropiados, iniciativas culturales y sociales para los jóvenes.  He ahí un campo en el que los movimientos eclesiales modernos tienen amplio espacio para trabajar con empeño.

Entre los grandes cambios del mundo contemporáneo, las migraciones han producido un fenómeno nuevo: los no cristianos llegan en gran número a los países de antigua cristiandad, creando nuevas ocasiones de comunicación e intercambios culturales, lo cual exige a la Iglesia la acogida, el diálogo, la ayuda y, en una palabra, la fraternidad.  Entre los emigrantes, los refugiados ocupan un lugar destacado y merecen la máxima atención.  Éstos son ya muchos millones en el mundo y no cesan de aumentar;  han huido de condiciones de opresión política y de miseria inhumana, de carestías y sequías de dimensiones catastróficas. La Iglesia debe acogerlos en el ámbito de su solicitud apostólica…

c)  Áreas culturales o areópagos modernos.  Pablo, después de haber predicado en numerosos lugares, una vez llegado a Atenas se dirige al areópago, donde anuncia el evangelio usando un lenguaje adecuado y comprensible en aquel ambiente.  El areópago representaba entonces el centro de la cultura del docto pueblo ateniense, y hoy puede ser tomado como símbolo de los nuevos ambientes donde debe proclamarse el evangelio.

El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola –como suele decirse-  en una “aldea global”.  Los medios de comunicación social han alcanzado tal importancia que para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales,  familiares y sociales.  Las nuevas generaciones, sobre todo, crecen en un mundo condicionado por estos medios. Quizás se ha descuidado un poco este areópago: generalmente se privilegian otros instrumentos para el anuncio evangélico y para la formación social se dejan a la iniciativa de individuos o de pequeños grupos y entran en la programación pastoral sólo a nivel secundario.  El  trabajo en estos medios, sin embargo, no tiene solamente el objetivo de multiplicar el anuncio.  Se trata de un hecho más profundo, porque la evangelización misma de la cultura moderna depende en gran parte de su influjo.   No basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta “nueva cultura”  creada por la comunicación moderna.  Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, aún antes de que los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos psicológicos.  Mi predecesor Pablo VI decía que “la ruptura entre evangelio y cultura es sin duda  alguna el drama de nuestro tiempo”;  y el campo de la comunicación actual confirma  plenamente este juicio. 

Existen otros muchos nuevos areópagos del mundo moderno hacia los cuales debe orientarse la actividad misionera de la Iglesia.  Por ejemplo, el compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos;  los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo los de las minorías;  la promoción de la mujer y del niño;  la salvaguardia de la creación, son otros tantos sectores que han de ser iluminados con la luz del evangelio.

Hay que recordar, además, el vastísimo areópago de la cultura, de la investigación científica, de las relaciones internacionales, que favorecen el diálogo y conducen a nuevos proyectos de vida.  Conviene estar atentos y comprometidos con estas instancias modernas.  Los hombres se sienten como navegantes en el mar tempestuoso de la vida, llamados siempre a una mayor unidad y solidaridad: las soluciones a los problemas existenciales deben ser estudiadas, discutidas y  experimentadas con la colaboración de todos.

 

III

De una meditación del beato Santiago Alberione, presbítero

(Archivo  FSP, vos “San Paolo”)

San Pablo es nuestro modelo

Admiramos a san Pablo y tornan a nuestra mente todas sus grandes hazañas.  Revivimos sus viajes apostólicos en los que recorrió el mundo llevando por todas partes a Jesucristo y a Jesucristo crucificado.  Fue en busca de almas:  desde los habitantes de las montañas de Oriente y de Asia Menor, hasta los atenienses que se asentaban en el areópago para discutir de altísima filosofía;  hasta los romanos, los grandes dominadores del mundo de entonces; él no faltó a nadie;  más bien, como se ha dicho, le faltaron a él los pueblos.

Es por la profundidad de su doctrina, sus virtudes heroicas, sus dotes de escritor, los carismas que le acompañaban, la constancia, la fortaleza, el celo y la dulzura de su trato, que atraían a él a tanta gente, por lo que él fundó todas las Iglesias de las que se habla en los Hechos de los apóstoles y en la historia de la Iglesia.

¿Por qué es tan grande san Pablo?  ¿Por qué realizó obras tan maravillosas?  ¿Por qué, año tras año, su doctrina, su apostolado y su misión en la Iglesia de Jesucristo se conocen, se admiran y celebran cada vez más?  Él es uno de los santos que día a día rejuvenecen, dominan y conquistan.  ¿Por qué?  El porqué  hay que buscarlo en su vida interior.  Ahí está el secreto.

Cuando hay vida interior uno se convierte en semilla: la planta permanece por algún tiempo escondida,  ya que todo está encerrado en un embrión oculto bajo tierra; pero cuando el embrión se desarrolla, la semilla aparece primero como una plantita, luego como un arbusto, y por fin como una planta grande y magnífica.  Pues bien: el apóstol Pablo vivía una profunda vida interior: él meditaba, oraba…

Encontramos además en él toda clase de virtudes: virtudes individuales, sociales y apostólicas;  las virtudes que perfeccionan al hombre en sí mismo y las que le convienen en sus relaciones con los demás hombres.  No es casualidad que el Señor nos haya dado a san Pablo como modelo.  San Pablo reúne en sí todas las virtudes de un apóstol, y en primer lugar el celo y la prudencia…

En algunas ocasiones se nos muestra con un ingenio realmente agudo, como un hombre santamente sagaz con una sagacidad tan grande que casi sería condenable por prudencia humana.  Pero la realidad es bien diversa.  Él amaba al Señor y lo amaba con un amor práctico, y sabía servirse al efecto de todos los medios lícitos que Dios ponía a su disposición.  Él fue el hombre de la oración: fue el espíritu de oración el que le sostuvo en medio de los múltiples padecimientos y tentaciones.  Quien ora es fuerte.

Escribió catorce cartas.  Al principio san Pablo parece un poco duro, pues sus argumentaciones son difíciles;  por eso se requiere un esfuerzo;  pero a medida que se hace un poco de esfuerzo se va haciendo más comprensible.  Sería indigno que los hijos de san Pablo recibieran catorce cartas de su padre y no leyesen ni una sola;  ¿qué diríamos?.

Las cartas de san Pablo ayudan a elevarse cuando uno se siente a ras de la tierra, dirigen hacia la más alta perfección y tienen para vosotros un lenguaje especial.  Si me decís que tenéis dificultad en comprenderlas, os respondo: «Decid a san Pablo: “Explícanos, padre.”» ¿Qué luces, qué gracias no ha de conceder san Pablo, y antes de nada la de poder entender sus cartas?  Todas las personas que tomaron gusto en la lectura de san Pablo llegaron a ser espíritus fuertes.  Quien lee a san Pablo, quien se familiariza con él, llega a adquirir poco a poco un espíritu semejante al suyo. Con sólo leer los escritos paulinos se alcanza la gracia de llegar a ser auténticos paulinos.

San Pablo es, pues, nuestro modelo.  Él se propone a sí mismo como ejemplo absoluto, pero no como ejemplo absoluto, sino en la medida y en el modo como él imitaba a Jesucristo, que es verdaderamente el modelo absoluto de toda perfección.  Dice él: Me he hecho forma para vosotros. ¿Qué quiere decir “forma”?  Cuando habéis compuesto un libro y lo habéis ajustado, metéis la forma en la máquina.  Y quiere decir que sobre esa forma, sobre esa composición, se deben imprimir las copias.  Él es la forma sobre la que han de imprimirse los paulinos y las paulinas:   todos según esta forma divina.  Para nosotros es una gracia: el Señor nos propone y nos coloca delante este modelo: conformaos a vuestro Padre; es decir, imprimíos sobre la misma forma.  Cuando se va a hacer una estatua de san Pablo, igualmente, se hace antes el molde y luego se vierte en el molde el cemento o la escayola. Consideremos a san Pablo como nuestro “molde”.  Es molde en toda clase de virtudes y en el apostolado.  Hemos de imitar sus virtudes en nuestra vida personal y además en el apostolado.

Debemos vivir, es decir, pensar, actuar, trabajar, como él pensó, actuó y trabajó por la salvación de los hombres;  como él oró.  ¡Ser de veras paulinos y paulinas! De aquí el programa general: llegar a ser auténticos paulinos y auténticas paulinas.

 

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8. María Madre del Buen Pastor – 3 septiembre

-Introducción

3 de septiembre

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

Fiesta para las hermanas de Jesús buen Pastor

Memoria para los demás Institutos de la Familia Paulina

FIESTA

María protectora de los pastores

La devoción a María «madre del buen Pastor» tuvo origen en España, a partir del año 1703, por iniciativa de los Capuchinos; desde aquí se extendió a Europa y al mundo. La Misa y la Liturgia de las Horas fue aprobada por Pío VII en 1801 y, posteriormente, enriquecida por León XIII.

El padre Alberione la propuso a la congregación de las Hermanas de Jesús Buen Pastor, desde sus comienzos (29 de octubre de 1938), como la forma de devoción mariana más adecuada a su carisma propio.

Él la enriqueció con el «color» de su espiritualidad, eligiendo como fecha de celebración el 3 de septiembre, que desde 1955, coincide con la profesión de las Pastorcitas en Italia.
«Entre todas las fiestas litúrgicas de la Virgen… ésta tiene una especial importancia para vosotras, que sois las Hermanas de Jesús buen Pastor. Para comprender mejor este nobilísimo título de la Virgen, es necesario conocer y entender bien lo que significa “buen Pastor”. Buen Pastor es el que cuida de sus ovejas y las ama, hasta dar la vida por ellas. Todos los hombres constituyen el gran rebaño de Jesús. Pero no todos los hombres son ovejas dóciles y buenas… Jesús buen Pastor dio en la cruz hasta la última gota de su sangre para salvar a los pecadores, pero no olvidó a los buenos y los animó a seguirlo por el camino  de la perfección» (Alla Sorgente, p. 7).

La mariología del padre Alberione con relación a la Madre del buen Pastor se expresa en todas las oraciones que compuso, especialmente la coronita. También se manifiesta en la iconografía, para la que dio indicaciones bien precisas.

«Es todo un sermón el cuadro que tenéis, donde aparece representada la divina Pastora, que tiene junto a sí a Jesús jovencito apacentando las ovejas, lo mismo que ella apacienta las ovejas; luego, a la derecha  y a la izquierda, los dos apóstoles: Pedro encomendando la Iglesia a María, y Pablo que la empuja hacia ella… María está en medio como divina Pastora. Este título le corresponde a María porque ella es la madre del divino Pastor, y porque tuvo que sufrir mucho por los hombres y mucho se preocupa en el cielo por la salvación de las almas, de los pecadores y de los infelices que están fuera de la Iglesia, y de los que procuran avanzar por el camino de la santidad y la justicia… María protege al Pastor universal de la Iglesia, el Papa» (Alle Suore di Gesú Buon Pastore, 1959, núms. 57-58, passim).

Por eso «las Pastorcitas, cuando llegan a la parroquia, deben pensar inmediatamente en instaurar una devoción intensa a la Virgen María. Difundir e instaurar el culto a la Madre del buen Pastor es un gratísimo cometido de las “pastorcitas”; es secreto de éxito en su apostolado; es asegurarse el consuelo de este buen Pastor» (Alla sorgente, p. 55, passim).
Los textos de esta celebración fueron aprobados por la Congregación para el Culto Divino el 28 de julio de 1991.

 

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-Misa

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

La Misa de la Virgen María, madre del buen Pastor, puede celebrarse como misa votiva en las ferias del tiempo ordinario y por necesidades especiales cuando lo permite el calendario.

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Si 24, 18. 25

Yo soy la madre del amor puro. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

— Nos confesamos culpables ante Dios y ante los demás, e invocamos a María, madre del buen Pastor y madre nuestra, que es también refugio de pecadores, para que interceda por nosotros, diciendo: Yo confieso…

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor,
para reunir a la humanidad dispersa,
concede al rebaño que él redimió
y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María,
acoger  fielmente su llamada
y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Yo soy la madre del amor puro

Lectura del libro del Eclesiástico 24, 17-22

Como vid hermosa retoñé:
mis flores y frutos son bellos y abundantes.
Yo soy la madre del amor puro, del temor,
del conocimiento y de la esperanza santa.
En mí está toda gracia de camino y de verdad,
en mí toda esperanza de vida y de virtud.
Venid a mí, los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,
y mi herencia, mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed;
el que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará;
el que me honra poseerá la vida eterna.

Palabra de Dios.

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O bien:

PRIMERA LECTURA

Se dedicaban a la oración, junto con María, la madre de Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1, 12-14

Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala, donde se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.

Palabra de Dios.

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SALMO RESPONSORIAL

Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10b)

R. Me alegro con mi Dios

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.
R.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
R.

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia.
R.

 

ALELUYA

Cf. Jn 19, 25-26; 10, 14-15

Junto a la cruz de Jesús, buen Pastor,
que daba la vida por sus ovejas,
estaba María, su madre,
y el discípulo que tanto quería.

 

EVANGELIO

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
—«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo:
—«Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la fiesta)

Dirijamos nuestra oración unánime a Dios nuestro Padre que, al darnos a su Hijo por medio de la Virgen María, nos ha enriquecido con toda clase de bienes, y digamos:

Escúchanos, Padre, por intercesión de María.

—Por la Iglesia, pueblo de Dios: guíala en su camino, consérvala en la fe y haz que gaya un solo rebaño y un solo Pastor. Oremos.

—Por el Papa y los obispos: danos pastores santos y sabios, que en su misión conduzca a la humanidad a Jesucristo camino, verdad y vida. Oremos.

—Por todos los llamados a colaborar en la misión de Jesús: que por la entrega, la oración y las actividades apostólicas sean sal de la tierra, ayuda de los pobres y guías del pueblo de Dios. Oremos.

—Por todos los que sufren: da fuerza a los débiles, conforta a los atribulados y asiste a los agonizantes. Oremos.

Dios, Padre bueno y lleno de misericordia, acoge la oración humilde de tu Iglesia, que confía en la intercesión de María. Por Jesucristo tu Hijo, nuestro buen Pastor, que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Jubilosos de poder celebrar
la festividad de María, madre del buen Pastor,
te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza,
y te suplicamos que, por estos sagrados misterios,
se acrecienten en nosotros los frutos
de la redención eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

María madre del buen Pastor, favorece la unidad de los Hijos de Dios

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque él, buen Pastor, amante de la unidad y de la paz,
eligió para sí una Madre incorrupta de alma y cuerpo,
y quiso como Esposa a la Iglesia una e indivisa.
Elevado sobre la tierra,
en presencia de la Virgen Madre,
congregó en la unidad a tus hijos dispersos,
uniéndolos a sí mismo con vínculos de amor.
Vuelto a ti y sentado a tu derecha,
envió sobre la Virgen María,
en oración con los apóstoles,
el Espíritu de la concordia y de la unidad,
de la paz y del perdón.
Por eso nosotros,
unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos con gozo el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Jn 19, 25. 27

Jesús dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con estos sacramentos,
te pedimos, Señor, que cuantos nos gozamos
en la festividad de la Virgen María,
madre del buen Pastor,
nos entreguemos como ella
al servicio de tu plan de salvación sobre los hombres.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, que en su providencia amorosa
quiso salvar al género humano
por el fruto bendito del seno de la Virgen María,
os colme de sus bendiciones

R. Amén.

Que os acompañe siempre la protección de la Virgen,
por quien habéis recibido al Autor de la vida.

R. Amén.

Y a todos vosotros,
reunidos hoy para celebrar con devoción
la fiesta de la Virgen María, madre del buen Pastor,
el Señor os conceda la alegría del Espíritu
y los bienes de su reino.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.

R. Amén.

 

 

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-Oficio de Lectura

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: En esta fiesta de María Virgen, aclamemos al Señor, su Hijo y nuestro Pastor.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: En esta fiesta de María Virgen, aclamemos al Señor, su Hijo y nuestro Pastor.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Madre de Dios y madre de la Iglesia,
de quien todos nacimos en la cruz,
eres para tus hijos el modelo
que alienta nuestra fe con su virtud.

Si por Adán nacimos en pecado,
recobramos con Cristo la salud.
Si por Eva perdimos la esperanza,
con María, nueva madre de los hombres,
volvimos a la luz.

Mediadora ante Dios para los hombres,
de Cristo en su pasión corredentora,
eres luz, dulzura y esperanza,
abogada y consuelo en el camino
de aquellos que te imploran.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Por tu intercesión, abogada nuestra, se nos han abierto las puertas del paraíso. Aleluya.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Por tu intercesión, abogada nuestra, se nos han abierto las puertas del paraíso. Aleluya.

Ant. 2. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza. Aleluya.

Salmo 45

Dios refugio y fortaleza de su pueblo

Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios –con-nosotros» (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra has el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de fuerza. Aleluya.

Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, madre, maestra y reina nuestra! Aleluya.

Salmo 86

Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos

La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios, etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, madre, maestra y reina nuestra! Aleluya.

 

4. VERSÍCULO

V. Tú eres, María, puerta del cielo y estrella del mar. Aleluya.
R. Quien te alcanza, alcanza la vida y goza del favor del Señor. Aleluya.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas                                                                 

3, 22―4, 7

Por la fe somos hijos y herederos de Dios

Hermanos: La Escritura presenta al mundo entero prisionero del pecado, para que lo prometido se dé por la fe en Jesucristo a todo el que cree.

Antes de que llegara la fe, estábamos prisioneros, custodiados por la ley, esperando que la fe se revelase. Así, la ley fue nuestro pedagogo hasta que llegara Cristo y Dios nos justificara por la fe. Una vez que la fe ha llegado, ya no estamos sometidos al pedagogo, porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.

Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.

Quiero decir: mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, pues, es dueño de todo, lo tienen bajo tutores y curadores, hasta la fecha fijada por su padre. Igual nosotros, cuando éramos menores estábamos esclavizados por lo elemental del mundo. Pero, cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abbá!» (Padre). Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

 

RESPONSORIO                                                                                                                  

Cf. Ga 4, 4-5; Ef 2, 4; Rm 8, 3

V.  Mirad, ya se acerca el tiempo en que envió Dios a su Hijo, nacido de la Virgen, nacido bajo la ley. Para rescatar a los estaban bajo la ley.
R.  Mirad, ya se acerca el tiempo en que envió Dios a su Hijo, nacido de la Virgen, nacido bajo la ley. Para rescatar a los estaban bajo la ley.

V.  Dios, por el gran amor con que nos amó, envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra.
R. Para rescatar a los estaban bajo la ley.

 

SEGUNDA LECTURA

De la Constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano Segundo

(Núms. 58-59.61)

María en la vida de Jesús y de la Iglesia

En la vida pública de Jesús aparece reveladoramente su madre ya desde el principio, cuando en las bodas de Caná de Galilea, movida a misericordia, suscitó con su intercesión el comienzo de los milagros de Jesús Mesías.

A lo largo de su predicación acogió las palabras con que su Hijo, exaltando el reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente. Así avanzó también la Santísima Virgen en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la víctima que ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús agonizante en la cruz como madre al discípulo con estas palabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Por no haber querido Dios manifestar solemnemente el misterio de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos que los Apóstoles, antes del día de Pentecostés, perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la Madre de Jesús, y con los hermanos de éste, y que también María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación ya la había cubierto a ella con su sombra.

Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de culpa original, terminado el decurso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y fue ensalzada por el Señor como reina universal con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte.

La Santísima Virgen, desde toda la eternidad, fue predestinada como madre de Dios, al mismo tiempo que la encarnación del Verbo, y por disposición de la divina Providencia fue en la tierra la madre excelsa del divino Redentor y, de forma singular, la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor.

Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando él moría en la cruz, cooperó de forma única a la obra del Salvador, por su obediencia, su fe, su esperanza y su ardiente caridad, para restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por todo ello es nuestra madre en el orden de la gracia.

 

O bien:

De las enseñanzas del beato Santiago Alberione, presbítero
(A las Hermanas Pastorcitas, vol. VIII, pp.82-84 passim)

María, madre del buen Pastor

Dirijamos la mirada a nuestra madre María, invocada como madre del divino Pastor. Si Jesucristo es rey, María es reina; si Jesús es Redentor, María es corredentora; si Jesús es el buen Pastor, María es la divina Pastora.

Jesús es buen Pastor, María es la divina Pastora.

Jesús que es el buen Pastor porque llama a las almas y las salva, las nutre de sí mismo: «Yo soy el pan del cielo» (Jn 6, 41). María dio a Jesús a toda la humanidad, a los que han vivido, a los que viven y a los que vivirán: apacienta, pues, a las almas con su Jesús… Para estar bien preparada en su misión fue concebida inmaculada. Nunca jamás se repetirá el saludo del ángel: «Alégrate, llena de gracia» (Lc 1, 28). María es la llena de gracia, según su vocación. La noche santísima de Navidad, María tiene entre sus brazos al Niño divino al que expone a la humanidad para que venga a él. A esta exposición participan primero los ángeles, y después los pastores porque Jesús es el Pastor divino y María la divina Pastora.

La divina Pastora llevará al Pastorcito al templo porque el templo es verdaderamente suyo. Estaba profetizado: «vendrá el Señor del templo. » María no sólo presentó al Niño sino que después lo ayudó a crecer, lo rodeó de toda clase de cuidados, preparando a la humanidad al Sacerdote eterno, la Hostia de propiciación, el Crucificado, el Maestro divino, el buen Pastor que busca a la oveja perdida. Habíamos caído muy bajo y ahí estamos todavía, pero Jesús viene a buscarnos para levantarnos.

María asistió a Jesús durante su predicación, en la pasión, siempre; hizo de consejera de Juan a quien había sido encomendada; reunió en oración en el cenáculo a los apóstoles dispersos, oró con ellos para obtener el Espíritu Santo; los consolaba, los confortaba, los asistía en sus primeras predicaciones; los iluminaba, les hablaba sobre la infancia de Jesús.
Asistía a la Iglesia naciente, era como «Reina» de los apóstoles. Ahora desde el cielo, continúa su misión. No hay gracia que no pase a través de ella. Todas las gracias de las que está colmada nuestra alma han pasado por María. También las gracias de hoy pasan a través de María…

Podemos decir a la Virgen lo mismo que decimos a Jesús: Tú nos pasce, nos tuére. Nútrenos, dándonos el alimento celestial: Jesús camino, verdad y vida; defiéndenos, asístenos; que podamos estar contigo en el Paraíso.

 

RESPONSORIO

Lc 23, 33; Jn 19, 25; cf. Lc 2, 35

V. Cuando  llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.
R. Cuando  llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.

V. Entonces una espada de dolor le traspasó el alma.  
R. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: En esta fiesta de María Virgen, aclamemos al Señor, su Hijo y nuestro Pastor.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: En esta fiesta de María Virgen, aclamemos al Señor, su Hijo y nuestro Pastor.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

María, madre del buen Pastor, ilumina,
guía y conforta a la Iglesia de Dios.

Camina con el pueblo de Abrahán
la madre de creyentes bendecida;
quien haya de esperar contra esperanza,
se acerque a ella, espere con María.

Oh Virgen esforzada, fiel creyente,
sendero de la Iglesia, firme guía,
tu vida maternal en fe comienza,
en fe germina y crece, en fe termina.

Oh Dios de los secretos insondables,
que vienes, moras y haces maravillas,
a ti te bendecimos con la Virgen,
la Madre de la fe y de la acogida. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio) Donde se celebra como memoria, las antífonas y los salmos se toman de la feria correspondiente.

Ant. 1: Alégrate, María, llena de gracia, Dios te ha elegido como madre de su Hijo.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Alégrate, María, llena de gracia, Dios te ha elegido como madre de su Hijo.


Ant. 2: Bendita tú eres entre las mujeres. De ti ha nacido el Salvador del mundo.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Bendita tú eres entre las mujeres. De ti ha nacido el Salvador del mundo.



Ant. 3: Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: Junto a la cruz de Jesús estaba su madre.

 

4. LECTURA BREVE

Si 24, 23-25

Como vid hermosa retoñé: mis flores y frutos son bellos y abundantes. Yo soy la madre del amor puro, del temor, del conocimiento y de la esperanza santa, en mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de virtud.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Bendito el fruto de tu vientre, Madre del amor hermoso.
R. Bendito el fruto de tu vientre, Madre del amor hermoso.

V. Has engendrado al Pastor y Señor de nuestras almas.
R. Madre del amor hermoso.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Bendito el fruto de tu vientre, Madre del amor hermoso.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Engendraste al que te creó y permanecerás virgen para siempre, madre del buen Pastor.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Engendraste al que te creó y permanecerás virgen para siempre, madre del buen Pastor.

 

7. PRECES

Elevemos nuestras súplicas a Cristo buen Pastor, que quiso nacer de María virgen, y digámosle:

Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros

Jesús, que, naciendo de la Virgen te has hecho prójimo de todo hombre,
―enséñanos a compartir los sufrimientos, alegrías y esperanzas de cuantos encontramos en nuestro camino.

Jesús, que, como buen Pastor has entregado tu vida con un amor sin medida,
―asiste y protege a todos los que has hecho partícipes de tu misión pastoral.

Jesús, que, al formar y custodiar tu rebaño quisiste contar con la colaboración de María,
―haz que, siguiendo su ejemplo pongamos toda nuestra vida al servicio de tu reino.

Jesús, que, has querido que tu palabra de salvación se oyera por todos los caminos de los hombres,
―enséñanos a anunciar el Evangelio, fieles a ti y a tu Iglesia en toda circunstancia.

Jesús, que sigues llamando a hombres y mujeres a seguirte con generosidad por el bien de tu pueblo,
―ayúdanos a cuidar las vocaciones que tú suscitas, sostenidos por la presencia de la madre que nos ha dado.

Se pueden añadir intenciones libres.

Y ahora, poniendo en práctica el mandato del Señor, digamos.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos son de la feria correspondiente. Aquí reproducimos los correspondientes a las solemnidades.

Ant.: Todos se dedicaban a la oración en común, con María, la madre de Jesús.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Todos se dedicaban a la oración en común, con María, la madre de Jesús.

 

3. LECTURA BREVE

Hch 1, 12-14

Los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos. Llegados a casa subieron a la sala, donde se alojaban. Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con María, la madre de Jesús.

V.  Virgen María, madre de la Iglesia.
R.  Ruega al Señor por nosotros.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos son de la feria correspondiente. Aquí reproducimos los correspondientes a las solemnidades.

Ant.: Dijo la madre de Jesús: «Haced lo él os diga.»

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dijo la madre de Jesús: «Haced lo él os diga.»

 

3. LECTURA BREVE

Za 9, 9

Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso.

V. Grande es la gloria de María.
R. Que ha engendrado a Cristo, Rey y Pastor de nuestras almas.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos son de la feria correspondiente. Aquí reproducimos los correspondientes a las solemnidades.

Ant.: Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Dijo el Señor a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»

 

3. LECTURA BREVE

Cf. Jdt 13, 18-19

Que el Altísimo te bendiga, hija, más que a todas las mujeres de la tierra. Los que recuerden esta hazaña de Dios jamás perderán la confianza que tú inspiras.

V. Bendita tú eres entre las mujeres.
R. Y bendito el fruto de tu vientre.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

LA VIRGEN MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Alégrate, María, la elegida,
primera entre los pobres del Señor;
pues grandes maravillas en ti ha hecho
el Dios que con su amor venció al pecado.

Tu alma traspasada por la espada
se une al sacrificio del Pastor.
Dijiste al Padre: «En mí se cumpla»:
la grey ha sido hallada y redimida.

De pie, junto a la cruz del gran Cordero,
amor que por nosotros fue inmolado,
con Juan, el fiel discípulo, acogiste
tu nuevo encargo: «Ahí tienes a tu Hijo.»

Presencia que congrega en asamblea
discípulos que esperan al Espíritu,
cual alba del gran día que despunta:
dichosa tú que cumples la palabra.

Al padre, con el Hijo y el Espíritu,
la Iglesia entera eleve su alabanza;
la madre del Pastor y Rey que es Cristo,
nos guíe hasta los pastos de la gloria. Amén.

 

2. SALMODIA

Donde se celebra como memoria, las antífonas y los salmos se toman de la feria correspondiente. Donde se celebra como Fiesta, se toman los que colocamos a continuación.

Ant. 1. Dichosa eres tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Dichosa eres tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Ant. 2.  El Todopoderoso ha engrandecido tu nombre, madre de Jesús.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2.  El Todopoderoso ha engrandecido tu nombre, madre de Jesús.

Ant. 3. Dichosa tú, Virgen obediente, elegida para ser madre del buen Pastor.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Dichosa tú, Virgen obediente, elegida para ser madre del buen Pastor.

 

3. LECTURA BREVE

Ga 4, 4-7

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abbá! Padre.»  Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Madre del Cordero crucificado, has colaborado en nuestra redención.
R. Madre del Cordero crucificado, has colaborado en nuestra redención.

V. Nos ha redimido con su sangre el buen Pastor.
R. Has colaborado en nuestra redención.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Madre del Cordero crucificado, has colaborado en nuestra redención.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»  Y al discípulo que tanto quería: «Ahí tienes a tu madre.»

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»  Y al discípulo que tanto quería: «Ahí tienes a tu madre.»

 

6. PRECES

Unidos en la alabanza, oremos a Cristo, pastor y guía de la Iglesia, que ha querido asociar a su madre a la misión de salvar al mundo. Dirijamos a él nuestra oración:

Pastor eterno de nuestras almas, envía buenos trabajadores a tu mies.

Pastor bueno, que en la infancia y la adolescencia te confiaste a María para que te alimentara y educara,
―haz que sea también para nosotros protección y guía en el camino de la vida.

Pastor fiel, que en el calvario confiaste a tu madre a los discípulos,
―por su solicitud defiende a la Iglesia de las asechanzas del maligno y condúcela a la unidad.

Pastor misericordioso, que has dado a tu madre como refugio de pecadores,
―haz que los descarriados encuentren en ella la guía segura para volver al redil y la fuerza necesaria para no volver a separarse de ti.

Pastor universal, que llamas a tu seguimiento a personas dispuestas a cumplir tu voluntad,
―multiplica las vocaciones consagradas, y consíguenos a todos el don de la fidelidad.

Se pueden añadir intenciones libres.

Pastor eterno, que has sentado a María a tu derecha en la comunión de los santos,
―concede a nuestros hermanos y hermanas difuntos participar de la bienaventuranza de los pastos eternos.

Empleando el modelo de oración propuesto por Cristo, nuestro Señor, digamos.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh dios, que enviaste al mundo a tu Hijo, buen Pastor, para reunir a la humanidad dispersa, concede al rebaño que él redimió y confió desde la cruz a su madre, la Virgen María, acoger fielmente su llamada y seguirlo hasta las verdes praderas de su reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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- Lecturas complementarias

LA  VIRGEN  MARÍA, MADRE  DEL  BUEN  PASTOR 

I

De los sermones de san Bernardo, abad

(Sermón en el domingo infraoctava de la Asunción,  14-15: Opera Omnia, edición cisterciense,  5 [1968],  273-274)

La Madre estaba junto a la cruz 

El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor.  Éste  -dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús- está puesto como una bandera discutida;  y a ti –añade, dirigiéndose a María -  una espada te traspasará el alma.

En verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma.  Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma.  En efecto, después que aquel Jesús  -que es de todos pero que es tuyo de un modo especialísimo-  hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aún después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya.   Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar.  Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y, por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.

¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo?  ¡Vaya cambio!  Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del Dios verdadero.  ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aún nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?  No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma.  Que se admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el carecer de piedad.  Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.

Pero quizás alguien dirá: “¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?”  Sí, y con toda certeza. “¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?”  Sí, y con toda seguridad.  “¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?” Sí, y con toda vehemencia.  Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que de la pasión del Hijo de María?  Éste murió en su cuerpo,  ¿y ella no pudo morir en su corazón?  Aquella fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre;  esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquel, no tiene semejante. 

 

II

De la exhortación apostólica  Marialis cultus,  del papa Pablo sexto

(Núm.  20) 

La Virgen  oferente 

María es la “Virgen oferente”.  En el episodio de la Presentación de Jesús en el Templo, la Iglesia, guiada por el Espíritu, ha vislumbrado, más allá del cumplimiento de las leyes relativas a la oblación del primogénito y de la purificación de la madre, un misterio de salvación relativo a la historia salvífica:  esto es, ha notado la continuidad de la oferta fundamental que el Verbo encarnado hizo al Padre al entrar en el mundo;  ha visto proclamada la universalidad de la salvación, porque Simeón, saludando en el Niño la luz que ilumina las gentes y la gloria de Israel, reconocía en él al Mesías, al Salvador de todos , ha comprendido la referencia profética a la pasión de Cristo:  que las palabras de Simeón, las cuales unían en un solo vaticinio al Hijo,  “signo de contradicción”, y a la madre, a quien la espada habría de traspasar el alma, se cumplieron sobre el Calvario.   Misterio de salvación, pues que el episodio de la Presentación en el Templo orienta en sus varios aspectos hacia el acontecimiento salvífico de la Cruz.  Pero la misma Iglesia, sobre todo a partir de los siglos de la Edad Media,  ha percibido  en el corazón de la Virgen que lleva al Niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,  una voluntad de oblación que trascendía el significado ordinario del rito.  De dicha intuición encontramos un testimonio en el apóstrofe de san Bernardo: “Ofrece tu Hijo, Virgen sagrada, y presenta al Señor el fruto bendito de tu vientre. Ofrece por la reconciliación de todos nosotros la victima santa, agradable a Dios”.

Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la redención alcanza su culminación en el Calvario, donde Cristo se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios y donde María estuvo junto a la Cruz, “sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con ánimo materno a su sacrificio, adhiriéndose amorosamente a la inmolación de la Víctima por ella engendrada”  y ofreciéndola ella misma al Padre eterno.  Para perpetuar en los siglos el sacrificio de la cruz, el Salvador instituyó el sacrificio eucarístico, memorial de su muerte y resurrección, y lo confió a la iglesia su esposa, la cual, sobre todo el domingo, convoca a los fieles para celebrar la Pascua del Señor hasta que él vuelva:  lo que cumple la Iglesia en comunión con los santos del cielo y, en primer lugar, con la bienaventurada Virgen, de la que imita la caridad ardiente y la fe inquebrantable. 

 

III

De las enseñanzas del beato Santiago Alberione,  presbítero

(Alla Sorgente,  29 de octubre de 1938, pp. 7-10, passim)

María,  Madre del buen Pastor 

Entre todas las fiestas litúrgicas de la Virgen está también la de la Madre de Jesús, buen Pastor.  Esta fiesta tiene una importancia especial para vosotras, que sois hermanas de Jesús, buen Pastor.  Para comprender mejor este nobilísimo título de la Virgen, necesitamos conocer y comprender bien lo que significa “Buen Pastor”.

Buen Pastor es el que cuida de sus ovejas y las ama,  hasta el punto de dar la vida por ellas.  Todos los hombres constituyen el gran rebaño de Jesús, buen Pastor.  Pero no todos los hombres son ovejas dóciles y buenas;  algunas de estas ovejas se ponen en peligro por bosques y barrancos e irían buscando su ruina si el pastor no dejara las noventa y nueve al seguro, para ir a buscar las otras, lo mismo que un padre busca a su hijo.

Jesús, buen Pastor, derramó toda su sangre en la cruz, para salvar a los pecadores, pero no olvidó a los buenos,  y los animó a seguirlo por el camino de la perfección: El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.  Al concluir su misión en la tierra, antes de subir al cielo, Jesús ordenó a san Pedro que continuara su misión: Apacienta mis corderos,  apacienta mis ovejas.

Y vinieron el papa, los obispos y los párrocos a apacentar el rebaño de la Iglesia de Dios con su doctrina y enseñanza, con el ejemplo de las virtudes cristianas, con los sacramentos, prendas de vida eterna.  Durante la vida pública de Jesús, la oración era la misión específica de la Virgen.  Y también ahora, en el paraíso, ella ora e intercede constantemente por los sacerdotes, continuadores  de la obra de su Hijo.  Pero no basta con rezar por los sacerdotes, también hay que ayudarles.  Y ¿quién les ayudará con más constancia, sacrificio y desinterés?  La religiosa. Sí, vosotras estáis llamadas a ayudar a los párrocos.

Todos aquellos que han querido hacer el bien, han sentido la necesidad de asociar a su obra a mujeres de espíritu bueno y ardiente amor a Jesús.  Pensemos en santo  Domingo, en san Juan Bosco y en otros muchos santos.  Esto es conforme a los designios de Dios en la creación; ¿acaso no leemos en la Escritura que la mujer fue creada para ayuda del hombre?  No es bueno que el hombre esté solo;  voy a hacerle alguien como él que le ayude.  Y dejando caer sobre él un sueño profundo, le sacó una costilla de la que formó a Eva, la madre de los vivientes. Eva fue la compañera de Adán, lo ayudaba, lo animaba y le aconsejaba.  Lo que sucedió en el orden de la naturaleza, sucede también en el campo de la gracia: Jesús, el primer apóstol, el enviado del Padre, puso a su lado a María. El cometido de la hermana de Jesús, buen Pastor, es semejante al de la Virgen.

Debéis sentir la necesidad de imitar a Jesús, buen Pastor, y de seguirlo como lo siguió la Virgen, llevando con él, por valles y barrancos vuestro rebaño y entre los brazos a la oveja perdida.

 

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9. San Gregorio Magno – 4 septiembre

 

-Introducción

4 de septiembre

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

Memoria

Un papa al servicio de los hombres

¿Por qué san Gregorio Magno en el calendario propio de la Familia Paulina? La memoria de este papa se celebra en el calendario litúrgico el día 3 de septiembre; a nosotros nos toca celebrarla el 4 de septiembre. El órgano competente de la Santa Sede —que aprobó el «calendario paulino» (cf. P. 15)— consideró importante que esta memoria no quedara suprimida al conceder para el día 3 la fiesta-memoria de la Virgen María, madre del buen Pastor. ¿Es esto providencial? Sí, porque san Gregorio Magno, junto con san Bernardo, es considerado «padrino» de la Familia Paulina. Efectivamente, el 12 de marzo de 1927 —en el calendario litúrgico de entonces se celebraba ese día la memoria del santo papa— mons. José Francisco Re firmó el decreto de erección y aprobación de la Pía Sociedad de San Pablo.

El padre Alberione juzgó importante su recuerdo y quiso que su estatua se colocara —junto con la de san Bernardo, cuya memoria coincide el 20 de agosto, fecha de nacimiento de la Familia Paulina— en una de las columnas corintias (la de la derecha) que flanquean la majestuosa «Gloria» de la primera iglesia paulina, dedicada a san Pablo, en Alba.

Es nuestro deber rezarle e invocar su protección.

En este papa —cuyo pontificado duró desde el 3 de septiembre del año 590 al 12 de marzo del 604— se descubren en grado eminente todas las cualidades del gobernante, el sentido del deber, de la mesura y de la dignidad. En él se admira «la sagacidad, la justicia, la mansedumbre, la capacidad de iniciativa, la tolerancia» (Harnack), «el modelo perfecto de cómo se gobierna la Iglesia» (Bossuet).

La familia Anicia, a la que pertenecí, era una de las principales de Roma a la muerte de su padre Jordán. Siendo aún muy joven (nació hacia el año 540), Gregorio era ya prefecto de la ciudad. Admirador de la excepcional figura de san Benito, decidió muy pronto transformar sus posesiones de Roma (en el monte Celio) y Sicilia en otros tantos monasterios. Pero él no logró permanecer en ellos durante mucho tiempo, pues el papa Pelagio II lo envió como nuncio a Constantinopla. De vuelta a la paz del monasterio de Celio, disfrutó de él por muy poco tiempo, ya que fue llamado al supremo pontificado por el entusiasmo del pueblo y las insistencias del clero y del senado de Roma.

Físicamente no era un coloso y su salud fue siempre precaria. Y sin embargo su actividad, en los 14 años escasos que duró su pontificado, es increíble: organizó la defensa de Roma, amenazada por Aguilufo, con el que entabló después relaciones de buena vecindad; administró la cosa pública con escrupulosa equidad, supliendo la incuria de los funcionarios imperiales; se preocupó de los acueductos; favoreció el asentamiento de los colonos eliminando todo resto de servidumbre de la gleba; animado por el celo, promovió la misión en Inglaterra. Capaz de ensanchar la mirada más allá de los confines de la cristiandad, no desdeñaba las pequeñas atenciones de la vida cotidiana: poco antes de morir encontró la forma de hacer llegar al obispo de Chiusi una capa para el invierno.

Su epistolario (nos han llegado 848 cartas) y las homilías dirigidas al pueblo documentan ampliamente su múltiple actividad. En todas partes dejó su impronta: baste recordar, en el campo litúrgico, la promoción del canto gregoriano. También fue muy vasta su actividad como escritor.

Tiene mucho que decirnos. El considerarlo «padrino» de la Familia Paulina es para nosotros un título de honor, pero nos obliga a considerarlo como uno de nuestros padres en la fe.

 

 

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-Misa

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

RITO DE ENTRADA

Cf. Si 45, 30

El Señor hizo con él una alianza de paz, y lo nombró príncipe para que fuera sacerdote eternamente.

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia
y lo gobiernas con amor,
concede el don de sabiduría,
por intercesión del papa san Gregorio Magno,
a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia,
para que el progreso de los fieles
sea el gozo eterno de sus pastores.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, así seguiré yo el rastro de mis ovejas

Lectura del profeta Ezequiel 34, 11-16

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro.

Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones.

Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.

Las apacentaré en ricos pastizales, tendrán sus prados en los montes de Israel; se recostarán en fértiles prados y pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré reposar —oráculo del Señor Dios—.

Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas; a las gordas y fuertes las guardaré, y las apacentaré como es debido.»

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1)

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
R.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sostienen.
R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
R.

 

ALELUYA

Cf. 1P 2, 25

Andabais descarriados como ovejas,
pero ahora habéis vuelto
al pastor y guardián de vuestras vidas.

 

EVANGELIO                  

El buen pastor da la vida por las ovejas

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

—«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la fiesta)

Oremos al Señor, nuestro Dios, en la conmemoración de san Gregorio Magno. Digamos:

Escúchanos Señor.

—Por la Iglesia, necesitada siempre de reforma en sus instituciones y de conversión en sus miembros, roguemos al Señor.

—Por el papa y los obispos, a quienes Cristo ha confiado el cuidado de todas las Iglesias, roguemos al Señor.

—Por los laicos, comprometidos en la acción misionera de la Iglesia, roguemos al Señor.

—Por los gobernantes, en su difícil gestión de gobernar a los pueblos, roguemos al Señor.

—Por la multitud de bautizados que viven al margen de la Iglesia, roguemos al Señor.

—Por nosotros, aquí reunidos, llamados a participar en la solicitud pastoral de la Iglesia, roguemos al Señor.

 

Escucha, Señor, nuestras súplicas, que hoy te dirigimos, confiando en la valiosa intercesión de san Gregorio Magno, y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Asístenos con tu gracia, Señor,
para que al celebrar la festividad de san Gregorio,
nos sirva de provecho esta ofrenda
con cuya inmolación
se perdonan los pecados del mundo.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La presencia de los santos Pastores en la Iglesia

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque nos concedes la alegría
de celebrar hoy la memoria de san Gregorio Magno,
fortaleciendo a tu Iglesia
con el ejemplo de su vida,
instruyéndola con su palabra
y protegiéndola con su intercesión.
Por eso, con los ángeles y los santos,
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Cf. Jn 10, 11

El buen Pastor dio la vida por las ovejas.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, que cuantos hemos sido fortalecidos con Cristo,
verdadero pan de vida
y único maestro de los hombres,
aprendamos en la fiesta del papa Gregorio
a conocer tu verdad y a vivirla con amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

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-Oficio de Lectura

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña.

¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!

Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.

No basta con gritar
sólo palabras vanas,
ni tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.

Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.

Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.

¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1: Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.

Salmo 20, 2-8. 14

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1: Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo 91

ALABANZA DEL DIOS CREADOR

I

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Ant. 3: Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3: Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

 

4. VERSÍCULO

V. Oirás de mi boca una palabra.
R. Y les advertirás de mi parte.

 

5. LECTURAS

Primera Lectura

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses

2, 1-13. 19-20

RECORDAD NUESTROS ESFUERZOS Y FATIGAS

Sabéis muy bien, hermanos, que vuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor –apoyados en nuestro Dios– para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos no para contentar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestras intenciones.

Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada.

Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. Recordad si no, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no serle gravoso a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.

Vosotros sois testigos, y Dios también, de lo leal, recto e irreprochable que fue nuestro proceder con vosotros, los creyentes; sabéis perfectamente que tratamos con cada uno de vosotros personalmente, como un padre, con sus hijos, animándoos con tono suave y enérgico a vivir como se merece Dios, que os ha llamado a su reino y gloria.

Esa es la razón por la que no cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en nosotros, los creyentes.

Al fin y al cabo, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría y nuestra honrosa corona ante nuestro Señor Jesús cuando venga? Sí, nuestra gloria y alegría sois vosotros.

 

RESPONSORIO

Cf. Hch 20, 28; 1 Co 4, 2

V. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.
R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

 

Segunda Lectura

De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro del profeta Ezequiel

(Libro 1,11, 4-6: CCL 142,170-172)

POR AMOR A CRISTO, CUANDO HABLO DE ÉL, NI A MÍ MISMO ME PERDONO

Hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel. Fijémonos cómo el Señor compara sus predicadores a un atalaya. El atalaya está siempre en un lugar alto para ver desde lejos todo lo que se acerca. Y todo aquel que es puesto como atalaya del pueblo de Dios debe, por su conducta, estar siempre en alto, a fin de preverlo todo y ayudar así a los que tiene bajo su custodia.

Estas palabras que os dirijo resultan muy duras para mí, ya que con ellas me ataco a mí mismo, puesto que ni mis palabras ni mi conducta están a la altura de mi misión.

Me confieso culpable, reconozco mi tibieza y mi negligencia. Quizá esta confesión de mi culpabilidad me alcance el perdón del Juez piadoso. Porque, cuando estaba en el monasterio, podía guardar mi lengua de conversaciones ociosas y estar dedicado casi continuamente a la oración. Pero, desde que he cargado sobre mis hombros la responsabilidad pastoral, me es imposible guardar el recogimiento que yo querría, solicitado como estoy por tantos asuntos.

Me veo, en efecto, obligado a dirimir las causas, ora de las diversas Iglesias, ora de los monasterios, y a juzgar con frecuencia de la vida y actuación de los individuos en particular; otras veces tengo que ocuparme de asuntos de orden civil, otras, de lamentarme de los estragos causados por las tropas de los bárbaros y de temer por causa de los lobos que acechan al rebaño que me ha sido confiado. Otras veces debo preocuparme de que no falte la ayuda necesaria a los que viven sometidos a una disciplina regular, a veces tengo que soportar con paciencia a algunos que usan de la violencia, otras, en atención a la misma caridad que les debo, he de salirles al encuentro.

Estando mi espíritu disperso y desgarrado con tan diversas preocupaciones, ¿cómo voy a poder reconcentrarme para dedicarme por entero a la predicación y al ministerio de la palabra? Además, muchas veces, obligado por las circunstancias, tengo que tratar con las personas del mundo, lo que hace que alguna vez se relaje la disciplina impuesta a mi lengua. Porque, si mantengo en esta materia una disciplina rigurosa, sé que ello me aparta de los más débiles, y así nunca podré atraerlos adonde yo quiero. Y esto hace que, con frecuencia, escuche pacientemente sus palabras, aunque sean ociosas. Pero, como yo también soy débil, poco a poco me voy sintiendo atraído por aquellas palabras ociosas, y empiezo a hablar con gusto de aquello que había empezado a escuchar con paciencia, y resulta que me encuentro a gusto postrado allí mismo donde antes sentía repugnancia de caer.

¿Qué soy yo, por tanto, o qué clase de atalaya soy, que no estoy situado, por mis obras, en lo alto de la montaña, sino que estoy postrado aún en la llanura de mi debilidad? Pero el Creador y Redentor del género humano es bastante poderoso para darme a mí, indigno, la necesaria altura de vida y eficacia de palabra, ya que por su amor, cuando hablo de él, ni a mí mismo me perdono.

 

Responsorio Breve

V. Sacando de la fuente de la sagrada Escritura enseñanzas morales y místicas, hizo llegar hasta el pueblo las corrientes del Evangelio; y, después de muerto aún sigue enseñando.
R. Sacando de la fuente de la sagrada Escritura enseñanzas morales y místicas, hizo llegar hasta el pueblo las corrientes del Evangelio; y, después de muerto aún sigue enseñando.

V. Como un águila que recorre el mundo, cuida de mayores y pequeños con magnánima caridad.
R. Y, después de muerto aún sigue enseñando.

 

6. ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, concede el don de sabiduría, por intercesión del papa san Gregorio Magno, a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.

¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!

El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.

Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.

¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.

Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.

Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.


Ant. 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.


Ant. 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.


Ant. 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.

 

4. LECTURA BREVE

Hb 13, 7-9a

Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Gregorio, pastor eximio, nos dejó un modelo y una regla de vida pastoral.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Gregorio, pastor eximio, nos dejó un modelo y una regla de vida pastoral.

 

7. PRECES

Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y
supliquémosle diciendo:

Apacienta a tu pueblo, Señor.

Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores has revelado tu misericordia y tu amor,
— haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de
tu pueblo,
—  no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y
de las almas,
—  haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una
vida santa.

Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los
santos,
—  haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Se pueden añadir intenciones libres.

Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, concede el don de sabiduría, por intercesión del papa san Gregorio Magno, a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant.: Padre, como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Padre, como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo.

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 4, 16

Vigílate a ti mismo y a tu enseñanza; sé constante en ello; obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.

V. Escogió el Señor a su siervo.
R. Para pastorear a Jacob, su heredad.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, concede el don de sabiduría, por intercesión del papa san Gregorio Magno, a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Ant.: Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

3. LECTURA BREVE

Jr 32,40

Haré con ellos alianza eterna y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor para que no se aparten de mí.

V. De Dios viene mi salvación y mi gloria.
R. Él es mi refugio.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, concede el don de sabiduría, por intercesión del papa san Gregorio Magno, a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Ant.: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

Salmo 118, 41-48

Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa:
así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra;
no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.

Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás;
andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos;
comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré.

Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 39, 2-14. 17-18 I –
ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO


Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;

me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;

me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.

¡Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Nadie se te puede comparar:
intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
-como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»

Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 39 II

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he proclamado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea.

Tú, Señor, no me niegues tu clemencia,
que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,
porque me cercan desgracias sin cuento.

Se me echan encima mis culpas,
y no puedo huir;
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me falta el valor.

Señor, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación.

Yo soy pobre y desdichado,
pero el Señor cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

 

3. LECTURA BREVE

Ez 34, 31

Dice el Señor Dios: «Vosotros sois rebaño mío, ovejas de mi grey; y yo soy vuestro Dios.»

V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. En verdes praderas me hace recostar.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que cuidas a tu pueblo con misericordia y lo gobiernas con amor, concede el don de sabiduría, por intercesión del papa san Gregorio Magno, a quienes confiaste la misión del gobierno en tu Iglesia, para que el progreso de los fieles sea el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Verbo de Dios, eterna luz divina,
fuente eternal de toda verdad pura,
gloria de Dios, que el cosmos ilumina,
antorcha toda luz en noche oscura.

Palabra eternamente pronunciada
en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,
que en el tiempo a los hombres nos fue dada
en el seno de Virgen, hecha Hijo.

Las tinieblas de muerte y de pecado,
en que yacía el hombre, así vencido,
su verdad y su luz han disipado,
con su vida y su muerte ha redimido.

Con destellos de luz que Dios envía,
no dejéis de brillar, faros divinos;
de los hombres y pueblos sed su guía,
proclamad la verdad en los caminos. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1: Soy ministro del Evangelio por don de la gracia de Dios.

Salmo 14

¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1: Soy ministro del Evangelio por don de la gracia de Dios.

Ant. 2: Administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Salmo 111

FELICIDAD DEL JUSTO

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2: Administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Ant. 3: Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

Cántico Ap 15, 3-4

CANTO DE LOS VENCEDORES

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3: Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

 

3. LECTURA BREVE

St 3, 17-18

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. En la asamblea le da la palabra.
R. En la asamblea le da la palabra.

V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Le da la palabra.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea le da la palabra.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El papa san Gregorio realizaba en su vivir lo que enseñaba con sus labios; así fue ejemplo vivo de aquella vida cristiana que explicó con su palabra.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El papa san Gregorio realizaba en su vivir lo que enseñaba con sus labios; así fue ejemplo vivo de aquella vida cristiana que explicó con su palabra.

 

6. PRECES

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

Salva a tu pueblo, Señor.

Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,
—haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.

Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,
—purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.

Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,
—llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.

Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,
—no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,
—salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración: Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor Dios, que cuidas a tu pueblo con ternura y lo gobiernas con amor, te pedimos que, por intercesión del papa san Gregorio Magno, concedas el espíritu de sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia, para que así el progreso de los fieles constituya el gozo eterno de sus pastores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

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10. Arcángeles – 29 septiembre

-Introducción

29 de septiembre

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

Titular del Instituto San Gabriel Arcángel

FIESTA

Gabriel, fuerza de Dios

El calendario renovado ha reunido en una única celebración a los tres arcángeles, Miguel, Gabriel y Rafael. En esta fiesta estamos invitados a unir nuestras voces a la liturgia celestial que proclama la gloria de Dios tres veces santo. Todas las criaturas, visibles e invisibles cantan un himno de amor y alabanza a Aquel que llama a todos, según el rol de cada uno, a proclamar su eterno esplendor.

Los arcángeles y todas las criaturas celestiales son los mensajeros de la trascendencia de Dios.

¿Cuál es el rol de los tres arcángeles?

Miguel es un nombre hebreo que significa “¿Quién como Dios?” Es quien combate contra los enemigos de Dios y a favor de sus amigos (Ap 12,7-9; Dn 10,13.21) Era protector de la Sinagoga, ahora es protector de la Iglesia universal.

Rafael significa “Dios ha curado”, “Dios sana”. Es el arcángel que acompaña a  Tobías en un viaje y concedió después la curación de su ceguera a su anciano padre (Tb 5,6.12).

Gabriel significa “Fuerza de Dios”. Es el enviado de Dios, el que anuncia tan fielmente la voluntad de Dios, que en el texto sagrado se puede decir indiferentemente: “El ángel del Señor dijo…” y “El Señor dijo…” Es el arcángel que explica a Daniel la visión del carnero y el macho cabrío (Dn 8,16-27), el que anuncia a Daniel la profecía de las setenta semanas (Dn 9,20-27) el que lleva a Zacarías la noticia de la concepción de Juan en el seno estéril de su mujer Isabel (Lc 1,19-20), y, sobre todo, es el arcángel de la anunciación a María: el que anuncia la encarnación de la Palabra de Dios, volando sobre las alas del tiempo, que ya ha entrado en la eternidad. Con toda justicia Gabriel. Con toda justicia Gabriel fue declarado por Pío XII patrono de quienes usan los instrumentos de comunicación social; como consecuencia, estos medios han sido puestos bajo su protección (Pío XII, Miranda prorsus).

Este detalle no podía menos de llamar la atención del padre Alberione: acostumbrado como estaba a aprovechar todos los estímulos (“del canónigo Chiesa había aprendido a transformar todo en objeto de meditación ante el Maestro divino”, AD 68), no sólo compuso una oración confiando al arcángel Gabriel a todos los que trabajan en el campo de la comunicación social, sino que pensó también en fundar un Instituto secular, cuyos miembros se llaman “Gabrielinos”.

Escribe él: “Los Institutos seculares responden a una necesidad del momento actual, como formas nuevas y muy adecuadas para las nuevas necesidades. El Instituto San Gabriel toma el nombre de San Gabriel arcángel, porque pretende formar y encaminar a sus miembros a una vida apostólica incisiva usando, entre otros medios, el cine, la televisión y la radio, que han sido puestos bajo el patrocinio de San Gabriel arcángel por S.S. Pío XII… Su fin especial: servir y cooperar con la Iglesia en dar a la humanidad a Jesucristo, camino, verdad y vida, con la difusión del pensamiento cristiano, de la moral cristiana y de los medios de elevación de la vida individual y social, especialmente utilizando formas modernas” (CISP 1302).

En un folio mecanografiado explica aún mejor: “¿Por qué no podemos intentar también nosotros… legar a todas partes… con los medios de comunicación?... El Instituto San Gabriel pretende precisamente formar miembros que se preparan a un apostolado incisivo de este tipo.”

Con fecha del 15 de septiembre de 1999, la Congregación para el Culto Divino aprobó el texto en italiano de la Misa en honor de san Gabriel Arcángel, propia del Instituto que lo tiene como Titular.

 

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-Misa

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Sal 102,20

Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

—Defensor de los pobres: Señor, ten piedad. R.

—Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad. R.

—Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que con admirable sabiduría
distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres,
te pedimos que nuestra vida
esté siempre protegida en la tierra
por aquellos que te asisten continuamente en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Miles y miles le servían

Lectura de la profecía de Daniel 

7, 9-10.13-14

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.
Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios.

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O bien:

PRIMERA LECTURA

Miguel y sus ángeles declararon guerra al dragón

Lectura del libro del Apocalipsis                                       

12,7-12a

Se trabó una batalla en el cielo; Miguel y sus ángeles declararon la guerra al dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedó lugar en el cielo. Y al gran dragón, a la serpiente primordial que se llama diablo y Satanás, y extravía la tierra entera, lo precipitaron a la tierra, y a sus ángeles con él. Se oyó una gran voz en el cielo:

Ahora se estableció la salud y el poderío,  y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo, porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba ante Dios día y noche.  

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte. Por eso, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8 (R.:1,c)

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré ante tu santuario.
R.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
R.

 

ALELUYA

Salmo 102,21

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,  servidores que cumplís sus deseos.

 

EVANGELIO                  

Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre

+ Lectura del santo evangelio según san Juan
1,47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: - “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.”
Natanael le contesta: -“¿De qué me conoces?”

Jesús le responde: -“Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.”
Natanael respondió: -“Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.”

Jesús le contestó: -“¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.”
Y le añadió: -“Yo les aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES
(Este formulario es opcional para la fiesta)

Confiemos nuestra oración al ministerio de los ángeles mensajeros de Dios e intercesores nuestros, y oremos diciendo:

Por la intercesión de tus ángeles, escúchanos, Señor.

—Por el pueblo de Dios: para que, por la protección del arcángel san Miguel, mantenga intacta su fe y resista a las asechanzas del mal del mal, oremos.

—Por los obispos, presbíteros y diáconos: para que, asociados a la alabanza de los ángeles sean fieles dispensadores de los sagrados misterios, oremos.

—Por los educadores: para que, imitando al arcángel san Rafael, sean guías y sabios de todos los que han sido encomendados a sus cuidados, oremos.

—Por los evangelizadores y catequistas: para que, con la ayuda del arcángel san Gabriel, sean fieles portadores de la buena noticia y la confirmen con una vida santa, oremos.

—Por los agonizantes: para que los ángeles del Señor los conduzcan en el éxodo hacia la casa del Padre y los lleven a la Jerusalén del cielo, oremos.

—Por los hermanos del instituto paulino San Gabriel Arcángel: para que, cooperando a la realización del plan de Dios, se sientan comunicadores de la Palabra de vida, oremos.

Dios, Padre nuestro, que nos congregas en la asamblea de los santos, acoge los deseos y plegarias que te presentamos, y haz que seamos adoradores en espíritu y verdad, y compañeros de los ángeles en la tierra eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza
y te suplicamos humildemente
que, llevado a tu presencia por manos de los ángeles,
lo recibas con bondad, y nos sirva para nuestra salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La gloria de Dios manifestada en los ángeles.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Y proclamar tus alabanzas
por la creación de los ángeles y los arcángeles,
objeto de tu complacencia.
El honor que les tributamos manifiesta tu gloria,
y la veneración que merecen
es signo de tu inmensidad y excelencia
sobre todas tus creaturas.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno
de tu gloria:
Santo, santo, santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Sal 137,1

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti.

O bien:

Jn 1,51

Veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que nos fortalezca, Señor,
el pan celestial con que nos has alimentado,
para que caminemos seguros
por la senda de la salvación
bajo la fiel custodia de tus ángeles.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios de todo consuelo
disponga vuestros días en su paz
y os otorgue el don de su bendición.

R. Amén.

Que él os libre de toda perturbación
Y afiance vuestros corazones en su amor.

R. Amén.

Para que, enriquecidos por los dones de la fe,
la esperanza y la caridad,
abundéis en esta vida en buenas obras
y alcancéis sus frutos en la eterna.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Misa san Gabriel Arcángel

MISA PROPIA DEL INSTITUTO SAN GABRIEL ARCANGEL

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Sal 102,20

Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes, prontos a la voz de su palabra.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

—Defensor de los pobres: Señor, ten piedad. R.

—Refugio de los débiles: Cristo, ten piedad. R.

—Esperanza de los pecadores: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que encomendaste al arcángel san Gabriel
el gozoso anuncio de la encarnación de tu Hijo,
y lo constituiste mensajero al servicio de la Palabra,
haz que, por su intercesión,
seamos fieles colaboradores de su ministerio
y testigos coherentes de tu santidad.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

He venido para explicarte el sentido

Lectura de la profecía de Daniel

9,21-26

Estaba pronunciando mi súplica, cuando aquel Gabriel que había visto en la visión llegó volando hasta mí, a la hora de la ofrenda vespertina. Al llegar, me habló así:

“Daniel, acabo de salir para explicarte el sentido. Al principio de tus súplicas, se pronunció una sentencia, y yo he venido para comunicártela, porque eres un predilecto. ¡Entiende la palabra, comprende la visión!:

Setenta semanas están decretadas para tu pueblo y tu ciudad santa; para encerrar el delito, sellar el pecado, expiar el crimen, para traer una justicia perenne, para sellar la visión y al profeta y ungir el lugar santísimo.

Has de saberlo y comprenderlo: desde que se decretó la vuelta y la reconstrucción de Jerusalén hasta el Príncipe ungido pasarán siete semanas; durante sesenta y dos semanas estará reconstruida con calles y fosos,  en tiempos difíciles.

Pasadas las sesenta y dos semanas matarán al Ungido inocente; vendrá un príncipe con su tropa y arrasará la ciudad y el templo.
El final será un cataclismo y hasta el fin están decretadas guerra y destrucción.”

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 137, 1-2a. 2b-3. 4-5. 7c-8 (R.:1,c)

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré ante tu santuario.
R.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
R.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Son espíritus que se envían en ayuda de los que han de heredad la salvación

Lectura de la carta a los Hebreos

1,14—2,4

¿Qué son todos sino espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación?

Por esa razón, para no ir a la deriva, tenemos que prestar más atención a lo aprendido.

Pues, si la ley dictada por ángeles tuvo validez, y otra transgresión y desobediencia fue justamente castigada, ¿cómo escaparemos nosotros si desdeñamos una salvación tan excepcional? Una que fue anunciada al principio por el Señor y que nos han confirmado los que la oyeron, mientras Dios añadía su testimonio con portentosas señales, con variados milagros y distribuyendo dones del Espíritu Santo según su voluntad.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Sal 102, 21

Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos.

 

EVANGELIO                  

No temas, porque has encontrado gracia ante Dios.

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas

1,26-38

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: -“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.

El ángel le dijo: -“No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y María dijo al ángel: -“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”

El ángel le contestó: -“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.

Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.”
María contestó: -“Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.”
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la fiesta)

Confiemos nuestra oración al ministerio de los ángeles mensajeros de Dios e intercesores nuestros, y oremos diciendo:

Por la intercesión de tus ángeles, escúchanos, Señor.

—Por el pueblo de Dios: para que, por la protección del arcángel san Miguel, mantenga intacta su fe y resista a las asechanzas del mal del mal, oremos.

—Por los obispos, presbíteros y diáconos: para que, asociados a la alabanza de los ángeles sean fieles dispensadores de los sagrados misterios, oremos.

—Por los educadores: para que, imitando al arcángel san Rafael, sean guías y sabios de todos los que han sido encomendados a sus cuidados, oremos.

—Por los evangelizadores y catequistas: para que, con la ayuda del arcángel san Gabriel, sean fieles portadores de la buena noticia y la confirmen con una vida santa, oremos.

—Por los agonizantes: para que los ángeles del Señor los conduzcan en el éxodo hacia la casa del Padre y los lleven a la Jerusalén del cielo, oremos.

—Por los hermanos del instituto paulino San Gabriel Arcángel: para que, cooperando a la realización del plan de Dios, se sientan comunicadores de la Palabra de vida, oremos.

Dios, Padre nuestro, que nos congregas en la asamblea de los santos, acoge los deseos y plegarias que te presentamos, y haz que seamos adoradores en espíritu y verdad, y compañeros de los ángeles en la tierra eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

El arcángel san Gabriel, a quien nos has dado, Señor, como guía y patrono,
lleve nuestra ofrenda hasta el altar del cielo
y nos asocie a la solemne liturgia de los ángeles,
que cantan sin cesar tu alabanza.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

El arcángel Gabriel, mensajero de Dios

En verdad es justo darte gracias,
es bueno cantar tu gloria,
Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno
y alabarte y bendecirte
por Jesucristo tu Hijo, Señor nuestro.
Porque por medio del ángel Gabriel
anunciaste a la Virgen María
el gozo de la maternidad divina,
y con la promesa de la redención
abriste a la esperanza el corazón humano.
Tú anuncias ahora a los hombres
este misterio de salvación
por medio de la Iglesia
que, utilizando todos los medios modernos,
transmite sin cesar
el alegre mensaje del Evangelio.
Por este don de tu benevolencia,
te alabamos y te damos gracias,
y unidos a los ángeles y a los santos,
cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Sal 137,1

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Alimentados con el pan de los ángeles,
te pedimos, Señor, que por la intercesión del arcángel san Gabriel,
tu Iglesia anuncie eficazmente a todos los hombres
la verdad que han de creer
y el camino que deben seguir.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios de todo consuelo
disponga vuestros días en su paz
y os otorgue el don de su bendición.

R. Amén.

Que él os libre de toda perturbación
Y afiance vuestros corazones en su amor.

R. Amén.

Para que, enriquecidos por los dones de la fe,
la esperanza y la caridad,
abundéis en esta vida en buenas obras
y alcancéis sus frutos en la eterna.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.  

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

“¿Quién como Dios;” Es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el “si” de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1: Se agitó el  mar y la tierra tembló cuando el arcángel Miguel bajaba del cielo.

Salmo 96

Gloria del Señor, rey de justicia        

Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos (S. Atanasio)

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.

Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1: Se agitó el  mar y la tierra tembló cuando el arcángel Miguel bajaba del cielo.

Ant. 2: El  ángel  Gabriel  se  apareció  a  Zacarías  y  le dijo: “Tu  mujer  Isabel  te  dará  un  hijo,  y  le pondrás por nombre Juan.”

Salmo 102

Himno a la misericordia de Dios

Por la entrañable misericordia  de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto (Lc 1, 78)                    

I

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2: El  ángel  Gabriel  se  apareció  a  Zacarías  y  le dijo: “Tu  mujer  Isabel  te  dará  un  hijo,  y  le pondrás por nombre Juan.”

Ant. 3: Yo  soy  el  ángel  Rafael, que  estoy  al  servicio de Dios; vosotros  bendecid  al Señor  y  escribid  todo  lo  que os ha ocurrido.

II

Porque él conoce nuestra masa
se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
El Señor puso en el cielo su trono
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3: Yo  soy  el  ángel  Rafael, que  estoy  al  servicio de Dios; vosotros  bendecid  al Señor  y  escribid  todo  lo  que os ha ocurrido.

 

4. VERSÍCULO

V.  Bendecid al Señor, ángeles suyos.
R.  Poderosos ejecutores de sus órdenes.

 

5. LECTURAS

Primera Lectura

Del libro del Apocalipsis

12, 1- 17

Batalla de Miguel con el dragón

Apareció  una  figura  portentosa  en  el  cielo: Una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce  estrellas.  Estaba encinta, y gritaba entre los espasmos del parto, y por el tormento de dar a luz. Apareció  otra señal en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas  y  diez  cuernos y siete  diademas  en  las  cabezas. Con  la cola barrió del cielo un  tercio  de  las  estrellas, arrojándolas a la tierra.

El  dragón  estaba  enfrente  de  la  mujer  que  iba  a  dar a luz   dispuesto  a  tragarse el  niño  en  cuanto naciera.  Dio a  luz  un  varón,  destinado  a  gobernar  con vara  de hierro a  los  pueblos.  Arrebataron  al  niño  y  lo  llevaron  junto al trono  de  Dios. La  mujer  huyó  al  desierto, donde  tiene un lugar  reservado  por  Dios,  para  que  allí  la  sustenten  mil  doscientos sesenta días.

Se  trabó  una  batalla  en  el  cielo;  Miguel  y  sus  ángeles declararon  la  guerra  al  dragón.  Lucharon  el  dragón y sus ángeles,  pero  no  vencieron,  y  no  quedó  lugar  para  ellos en  el  cielo. Y  al  gran  dragón, a la serpiente primordial que se  llama  diablo  y  Satanás,  y  extravía  la  tierra  entera,  lo precipitaron  a  la  tierra,  y  a sus  ángeles con él. Se oyó una gran voz en el cielo:

“Ahora  se  estableció  la salud  y  el  poderío,  y el reinado de  nuestro  Dios,  y  la  potestad  de  su  Cristo;  porque  fue precipitado  el  acusador  de  nuestros  hermanos,  el  que los acusaba  ante  nuestro  Dios día  y  noche. Ellos le vencieron en  virtud  de  la  sangre  del  Cordero  y  por  la  palabra  de testimonio   que   dieron,  y  no  amaron  tanto  su  vida  que temieran  la  muerte.  Por  esto,  estad  alegres,  cielos, y  los que  moráis  en  sus  tiendas. ¡Ay de  la  tierra  y  del mar! El diablo  bajó  contra  vosotros rebosando furor, pues sabe que le queda poco tiempo.”

Cuando  vio  el dragón  que  lo  habían  arrojado  a la tierra se  puso  a  perseguir a la mujer  que  había dado a luz el hijo varón. Le pusieron  a  la mujer  dos  alas  de  águila real para que  volase  a  su lugar  en  el desierto, donde será sustentada un año y otro año y medio año, lejos de la serpiente.

La serpiente,  persiguiendo  a  la mujer,  echó  por  la  boca un  río  de  agua,  para que  el  río la arrastrase;  pero la tierra salió  en  ayuda  de  la  mujer, abrió  su boca y se bebió el río salido  de  la  boca  de  la  serpiente.  Despechado  el  dragón por  causa  de  la  mujer, se marchó  a hacer la guerra al resto de  su  descendencia, a  los  que  guardan  los  mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.

RESPONSORIO                                              

Ap 12, 7. 8. 10

V.  Se  hizo  silencio  en  el  cielo  cuando  el  dragón  trabó batalla  con  el  arcángel  Miguel.  Se  oyó  una  voz  que decía:  “Victoria,  honor  y  poder  al  Dios  todopoderoso.”
R.  Se  hizo  silencio  en  el  cielo  cuando  el  dragón  trabó batalla  con  el  arcángel  Miguel.  Se  oyó  una  voz  que decía:  “Victoria,  honor  y  poder  al  Dios  todopoderoso.”

V.  Ahora  se  estableció  la  salud  y  el  poderío,  y  la  potestad de su Cristo.
R.  Se  oyó  una  voz  que decía:  “Victoria,  honor  y  poder  al  Dios  todopoderoso.”

 

SEGUNDA LECTURA

De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios

(Homilía 34, 8-9: PL 76, 1250-1251)

El nombre de “ángel” designa la función, no el ser

Hay  que saber que  el  nombre de  “ángel”  designa  la función,  no el ser del  que  lo  lleva.  En efecto,  aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que sola- mente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles. Por esto, a la Virgen María  no le  fue enviado un ángel cualquiera, sino el arcángel Gabriel, ya que  un mensaje de  tal  trascendencia requería que fuese  transmitido por un ángel de  la máxima categoría.

Por  la misma razón, se  les atribuye  también  nombres personales, que  designan  cuál  es  su  actuación  propia. Porque  en aquella  ciudad santa, allí  donde la visión del Dios  omnipotente da un conocimiento  perfecto de  todo, no son necesarios estos  nombres  propios para conocer a las personas, pero sí lo son para nosotros, ya que a través de estos nombres conocemos cuál es la misión específica para  la cual  nos  son enviados. Y, así,  Miguel significa: “¿Quién  como  Dios?”,  Gabriel  significa: “Fortaleza de Dios” y Rafael significa: “Medicina de Dios”.

Por esto, cuando se trata de alguna misión que requiera un  poder  especial,  es enviado  Miguel, dando a entender por  su  actuación  y por su nombre que nadie puede hacer lo  que  sólo  Dios puede  hacer. De ahí que aquel antiguo enemigo, que  por  soberbia  pretendió  igualarse  a  Dios, diciendo: Escalaré  los  cielos, por  encima  de  los  astros divinos  levantaré mi trono, me  igualaré  al Altísimo, nos es  mostrado luchando contra el arcángel Miguel, cuando, al fin del mundo, será desposeído de su poder y destinado al extremo suplicio, como  nos lo presenta Juan:  Se trabó una batalla con el arcángel Miguel.

A María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa: “Fortaleza de Dios”, porque venía a anunciar a aquel que, a  pesar de su  apariencia  humilde,  había de reducir a los Principados y Potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es el Señor de los ejércitos y héroe en las batallas.

Rafael  significa, como  dijimos: “Medicina de Dios”; este nombre le viene del hecho de haber curado a Tobías, cuando, tocándole los ojos con sus manos, lo libró de las tinieblas de su ceguera. Si,  pues,  había  sido  enviado  a curar, con razón es llamado “Medicina de Dios”.

 

RESPONSORIO

Cf. Ap 8, 3. 4; Dn 7, 10

V. Un ángel  se  puso junto al altar del  templo con un incensario de oro en sus manos, y le entregaron  muchos perfumes.  Y por  manos  del ángel subió a la presencia del Señor el humo de los perfumes.
R. Un ángel  se  puso junto al altar del  templo con un incensario de oro en sus manos, y le entregaron  muchos perfumes.  Y por  manos  del ángel subió a la presencia del Señor el humo de los perfumes.

V. Miles  y  miles  le  servían, millones  estaban a sus órdenes.
R. Y por  manos  del ángel subió a la presencia del Señor el humo de los perfumes.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh Dios, que con admirable sabiduría  distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en  la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.  

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

“¿Quién como Dios;” Es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el “si” de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Alabemos al Señor, a quien alaban los ángeles, y  los querubines  y  serafines proclaman tres veces santo.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Alabemos al Señor, a quien alaban los ángeles, y  los querubines  y  serafines proclaman tres veces santo.


Ant. 2: Ángeles  del  Señor, bendecid  al  Señor  eternamente.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Ángeles  del  Señor, bendecid  al  Señor  eternamente.


Ant. 3: Los ángeles en el cielo te aclaman, Señor santo, diciendo a una voz: “Oh Dios, tú mereces un himno.”


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: Los ángeles en el cielo te aclaman, Señor santo, diciendo a una voz: “Oh Dios, tú mereces un himno.”

 

4. LECTURA BREVE

Gn 28, 12-13a

Tuvo  Jacob  un  sueño: Una escalinata apoyada en  la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y  bajaban  por  ella. El  Señor estaba en  pie sobre  ella y dijo: “Yo soy el Señor, el Dios  de  tu padre Abrahán y el Dios de Isaac.”

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Un  ángel se puso junto al  altar  del  templo.
R. Un  ángel se puso junto al  altar  del  templo.

V. Con un  incensario  de  oro  en  su mano.
R. Junto al  altar  del  templo.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Un  ángel se puso junto al  altar  del  templo.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Yo os  aseguro: veréis  el  cielo abierto y  a  los  ángeles de Dios  subir  y  bajar  sobre el Hijo del hombre.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Yo os  aseguro: veréis  el  cielo abierto y  a  los  ángeles de Dios  subir  y  bajar  sobre el Hijo del hombre.

 

7. PRECES

Confesemos, queridos hermanos, al Señor, a quien asisten millares de ángeles, y aclamémosle gozosos:

Bendecid al Señor, ángeles  suyos.

Oh Dios, que a tus ángeles has dado órdenes para que nos guarden en nuestros caminos,
—condúcenos hoy sin tropiezo por tus sendas.

Padre, cuyo  rostro están siempre viendo nuestros ángeles en el cielo,
—haz que busquemos continuamente tu rostro.

Oh Dios, cuyos hijos serán como ángeles del cielo,
—danos la castidad del corazón y del cuerpo.

Oh Dios, envía  a  Miguel, príncipe  supremo, en  auxilio de tu pueblo,
—a fin de que lo defienda en las batallas contra  Satanás y sus ángeles.

Se pueden añadir intenciones libres.

Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh  Dios, que  con  admirable  sabiduría  distribuyes  los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos se toman de la feria correspondiente, pero aquí reproducimos los de las solemnidades.

Ant.: Miguel, uno  de  los  príncipes supremos, vino en mi auxilio.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Miguel, uno  de  los  príncipes supremos, vino en mi auxilio.

 

3. LECTURA BREVE

Dn 12, 1

En el tiempo aquel, se  levantará  Miguel, el  arcángel que se ocupa de tu pueblo:  serán tiempos difíciles, como  no los  ha  habido  desde que  hubo naciones hasta ahora.
Entonces  se salvará tu pueblo: todos  los inscriptos en el libro.

V. Enviará  el  Señor  a  sus  ángeles con trompetas sonoras
R. Y reunirán  a sus elegidos de los cuatro vientos.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que  con  admirable  sabiduría  distribuyes  los ministerios  de  los  ángeles  y  los  hombres, te  pedimos que  nuestra  vida  esté  siempre  protegida en la tierra por aquellos  que  te  asisten  continuamente  en  el  cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos se toman de la feria correspondiente, pero aquí reproducimos los de las solemnidades.

Ant.: Gabriel, a quien   había  visto  en  la  visión, llegó volando hasta mí y me habló.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Gabriel, a quien   había  visto  en  la  visión, llegó volando hasta mí y me habló.

 

3. LECTURA BREVE

Dn 9, 22-23

El ángel Gabriel me habló así: “Daniel, acabo de  salir para explicarte el sentido. Al principio de tus súplicas, se pronunció  una  sentencia, y  yo  he venido para comunicártela, porque  eres  un predilecto. ¡Entiende la palabra, comprende la visión!”

V. Bendecid al Señor, ejércitos suyos.
R. Servidores que cumplís sus deseos.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que  con  admirable  sabiduría  distribuyes  los ministerios  de  los  ángeles  y  los  hombres, te  pedimos que  nuestra  vida  esté  siempre  protegida en la tierra por aquellos  que  te  asisten  continuamente  en  el  cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Los salmos se toman de la feria correspondiente, pero aquí reproducimos los de las solemnidades.

Ant.: El ángel Rafael fue enviado a Tobit y a Sara para curarlos.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El ángel Rafael fue enviado a Tobit y a Sara para curarlos.

 

3. LECTURA BREVE

Tb 12, 15a. 18a. 20b

Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios. Mi presencia entre vosotros no se ha debido a mí, sino  a  la voluntad  de  Dios. Bendecidlo  siempre  y cantadle himnos. Yo subo ahora al que me envió. Vosotros escribid todo lo que os ha ocurrido.

V. A sus ángeles Dios ha dado órdenes.
R. Para que te guarden en tus caminos.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que  con  admirable  sabiduría  distribuyes  los ministerios  de  los  ángeles  y  los  hombres, te  pedimos que  nuestra  vida  esté  siempre  protegida en la tierra por aquellos  que  te  asisten  continuamente  en  el  cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Miguel, Gabriel, Rafael,
los espíritus señeros
y arcángeles mensajeros
de Dios, que estáis junto a él.  

A vuestro lado se siente
alas de fiel protección,
incienso de la oración
y el corazón obediente.

“¿Quién como Dios;” Es la enseña,
es el grito de Miguel,
y el orgullo de Luzbel
al abismo se despeña.

Gabriel trae la embajada
divina, y le lleva al Padre
el “si” de la Virgen Madre,
del Sol de Cristo alborada.

Por la ruta verdadera
Rafael nos encamina
y nos da la medicina
que cura nuestra ceguera.

Dios que nos diste a los ángeles
por guías y mensajeros,
danos el ser compañeros
del cielo de tus arcángeles. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Ensalzaste  tu majestad  sobre  los cielos, Rey de los ángeles.

Salmo 8

Majestad del Señor y dignidad del hombre

Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo (Ef 1, 22)

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo al cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrella que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Ensalzaste  tu majestad  sobre  los cielos, Rey de los ángeles.

Ant. 2: Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.

Salmo 137

Acción de gracias

Los reyes de la tierra llevarán a la ciudad santa su esplendor (cf. Ap 21, 24)

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

Por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2: Delante de los ángeles, tañeré para ti, Dios mío.

Ant. 3: Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.

Cántico

Col 1, 12-20

Himno a Cristo, primogénito de toda criatura y primer resucitado de entre los muertos

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención.
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él
fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3: Vi delante del trono a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado. Y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del trono.

 

3. LECTURA BREVE

Ap 1, 4b-5

Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, y de parte de los siete espíritus que están ante su trono y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el  primogénito  de entre  los  muertos, el príncipe  de  los reyes  de  la  tierra. Aquel que nos  amó  nos  ha librado de  nuestros  pecados por su sangre.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Subió el humo de los perfumes, a la presencia del Señor.
R. Subió el humo de los perfumes, a la presencia del Señor.

V. Por  manos  del  ángel.
R. A la presencia del Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Subió el humo de los perfumes, a la presencia del Señor.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: “Concebirás  en  tu vientre  y  darás a  luz un hijo, y  le pondrás por nombre Jesús.”

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El ángel Gabriel habló a María, diciendo: “Concebirás  en  tu vientre  y  darás a  luz un hijo, y  le pondrás por nombre Jesús.”

 

6. PRECES

Pidamos al Señor que, como los ángeles, poderosos ejecutores de sus órdenes, seamos siempre  prontos  a la voz de su palabra. Implorémosle, diciendo:

Te rogamos, óyenos.

Para que  por  manos  de  los ángeles  suban a tu presencia nuestras oraciones
—como el humo de los perfumes.

Para  que nuestras ofrendas  sean llevadas  a  tu presencia,
—hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel.

Para  que, con  la  legión  del  ejército  celestial, podamos proclamar la gloria a Dios en el cielo,
—y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Para que al  fin de  nuestra vida, los ángeles  nos  reciban
—y nos lleven a la patria del paraíso.

Se pueden añadir intenciones libres.

Para que san Miguel, el abanderado, introduzca en la luz sagrada
—las almas de los fieles difuntos.

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración: Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh Dios, que con  admirable  sabiduría  distribuyes  los ministerios  de  los ángeles  y  los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive  y  reina  contigo en  la unidad  del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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11. Timoteo Giaccardo – 19 octubre

 

-Introducción

22 de octubre

BEATO TIMOTEO GIACCARDO, PRESBÍTERO

MEMORIA

Un sacerdote de corazón puro

El beato Timoteo Giaccardo nació el 13 de junio de 1896 en Narzole, de la diócesis de Alba y provincia de Cúneo. Bautizado el mismo día de su nacimiento, se le puso como primer nombre el de José. El nombre de Timoteo lo tomará más tarde, con ocasión de su profesión religiosa.

En el mes de mayo de 1908 se encontró por primera vez con el padre Alberione. Este encuentro determinó toda su vida.

El 8 de diciembre de 1912, a la edad de  dieciséis años, vistió el hábito clerical en la capilla del seminario.

El padre Santiago Alberione afirmó de él: “Desde 1909 a 1914, cuando la divina Providencia estaba preparando la Familia Paulina, él, aunque sin comprenderlo todo, tuvo claramente como una intuición de ella. Las luces que recibía de la Eucaristía, de la que era muy devoto, su ferviente piedad mariana, la meditación, más que la lectura, de los documentos pontificios lo iluminaban acerca de todas las necesidades de la Iglesia y de los medios modernos para el bien.”

Ingresó en 1917 como maestro de los primeros chiquillos, reunidos con vistas a la formación de la Pía Sociedad de san Pablo.

Fue ordenado sacerdote el 19 de octubre de 1919. El mismo Giaccardo, en vísperas de su ordenación, escribía en su diario: “He subido al altar llevando el ideal de mi vocación al sacerdocio: ¨Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). Me resulta sumamente grato recordar y dar gracias de forma explícita a la Virgen, ya que todo sacerdote sale de su corazón; y yo he salido de él con sobreabundancia de afectos, de cuidados, de providencia, de gracia y de vida.”

En enero de 1926 fue enviado a Roma con un reducido grupo de aspirantes para abrir la primera casa filial del Instituto.

En 1937 regresó a Alba para dirigir la Casa Madre. Fue el maestro que precedía a todos con el ejemplo, que lo enseñaba todo y aconsejaba a todos.

En 1946 volvió a Roma para atender a la nueva tarea de Vicario General de la congregación. Murió santamente el sábado 24 de enero de 1948, después de haber renovado el ofrecimiento de su vida al Señor por la Familia Paulina.

En la homilía fúnebre, el padre Alberione dijo también de él: “Al padre Timoteo se le llamaba y era realmente el Señor Maestro. Representaba perfectamente al Señor en el altar, en el confesionario, en el púlpito, en las conversaciones, en las clases, en los recreos, en las relaciones, en todo el conjunto de tareas que desempeñaba y en su vida privada, siempre representaba perfectamente al Señor; era el alter Chistus…” (CISP 393).

 

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-Misa

BEATO TIMOTEO GIACCARDO, PRESBÍTERO

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

Los textos, excepto la oración colecta, corresponden al común de pastores (misioneros).

ELEMENTOS PROPIOS:

 

RITO DE ENTRADA

2 Tm 2, 1. 3

Saca fuerzas de la gracia de Cristo Jesús, y toma parte en los trabajos como buen soldado de Cristo Jesús.

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios,
que has guiado al beato Timoteo Giaccardo, sacerdote,
en la vida y en el apostolado, 
con la luz de tu Palabra y la fuerza de la Eucaristía:
haz que, por su intercesión,
en la Iglesia y en el mundo,
los instrumentos de la comunicación social
sean correctamente utilizados para fomentar el bien
y contribuyan válidamente en todas partes
a la difusión del evangelio.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo        

1, 13-14; 2,1-3

Querido hermano:

Ten delante la visión que yo te dí con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús. Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Por tanto, hijo mío, saca fuerzas de la gracia de Cristo Jesús, y lo que me oíste a mí, garantizado por muchos testigos, confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros.
Toma parte en las penalidades, como buen soldado de Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 10 (R.:3)

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R.

Decid a los pueblos: “El Señor es rey,
él afianzó el orbe y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.”
R.

 

ALELUYA

Jn 15, 15b

A vosotros los llamo amigos
-dice el Señor-,
porque todo lo he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.

 

EVANGELIO                  

Os he destinado para que vayáis y deis fruto

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan

15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -“Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, es lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros.”

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES
(Este formulario es opcional para la memoria)

En la conmemoración del beato Timoteo Giaccardo, oremos al Señor, nuestro Dios, fuente de toda verdad.

—Por el papa y los obispos, a quienes Cristo ha confiado el poder de enseñar con autoridad la palabra de Dios, roguemos al Señor.

—Por los que viven entregados a la investigación científica y técnica, roguemos al Señor.

—Por los organismos e instituciones para promover la investigación y difundir la cultura, roguemos al Señor.

—Por los gobernantes, responsables de la educación cívica de los pueblos, roguemos al Señor.

—Por los que no pueden creer por falta de signos de fe, en sus ambientes, roguemos al Señor.

—Por nosotros, llamados a profundizar y madurar en la fe, y a propagarla con los medios de comunicación social, roguemos al Señor.

Señor, Dios nuestro, que nos has enviado a tu Hijo, tu Palabra, como luz del mundo, por intercesión del beato Timoteo Giaccardo, escucha las súplicas de tus fieles, que quieren permanecer a la escucha de tu Hijo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Derrama, Señor, tu bendición desde el cielo
sobre los dones que te presentamos
en memoria del Beato Timoteo Giaccardo,
para que al recibirlos,
alcancemos de tu misericordia
el perdón de nuestras culpas
y la abundancia de los bienes del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

Significado de la vida de consagración exclusiva a Dios

En verdad es justo y necesario
que te alaben, Señor,
tus criaturas del cielo y de la tierra,
y, al recordar al beato Timoteo Giaccardo,
que por el reino de los cielos se consagró a Cristo,
celebremos la grandeza de tus designios.
Porque en los consagrados, Señor,
recobra el hombre
la santidad primera que de ti había recibido,
y gusta ya en la tierra
los dones reservados para el cielo.
Por eso, con los ángeles y santos te alabamos proclamando sin cesar.
Santo, Santo, Santo…

 

O bien el prefacio de los santos pastores:

La presencia de los santos Pastores en la Iglesia

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque nos concedes la alegría
de celebrar hoy la memoria de san Gregorio Magno,
fortaleciendo a tu Iglesia
con el ejemplo de su vida,
instruyéndola con su palabra
y protegiéndola con su intercesión.
Por eso, con los ángeles y los santos,
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Lc 10,1.9

Envió el Señor a los discípulos a anunciar por los pueblos: Está cerca de vosotros el reino de Dios.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Vivifícanos, Señor,
por estos sacramentos que hemos recibido,
y al celebrar con gozo la memoria
del beato Timoteo Giaccardo,
concédenos que el ejemplo
de su celo apostólico
nos impulse a crecer cada día
en gracia y santidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

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-Oficio de Lectura

BEATO TIMOTEO GIACCARDO, PRESBÍTERO

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Timoteo Giaccardo.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Timoteo Giaccardo.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Cantemos a Cristo Maestro,
que al grupo de sus elegidos
llamó a Timoteo Giaccardo,
discípulo fiel y prudente.

Siguiendo las huella de Pablo,
apóstol de todos los pueblos,
gastó su existencia por Cristo,
por Dios se entregó a los hermanos.

Con fuego de Espíritu Santo
al mundo anunció la Palabra,
gritó con los medios modernos
la buena noticia que salva.

Su fuerza fue el Pan de la vida,
su luz, la Palabra divina;
mirando confiado a María,
llegó hasta la santa montaña. 

Con Pablo, su padre y modelo,
podía afirmar sin mentira:
“Yo vivo, mas no soy quien vive,
pues vive ya en mí Jesucristo.”

Regalo que Dios nos envía,
nos marca las pautas que, en Cristo,
nos dio como herencia preciosa
quien fue nuestro padre y maestro.

Al Padre la gloria infinita,
y a Cristo, Pastor y Maestro;
la gloria al Espíritu Santo,
por todos los siglos eternos. Amén.

 

3. SALMODIA

Las antífonas y salmos se toman de la feria correspondiente.
Aquí reproducimos las antífonas y los salmos de la Fiesta de Alberione.

Ant. 1: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

Salmo 20,2-8. 14

Acción de gracias por la victoria del rey

El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término  (S. Ireneo)

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo 91

Alabanza del Dios creador

Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo (S. Atanasio)

I

Es bueno dar gracias al Señor,
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende,
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados,
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Ant. 3: Empleado bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto,
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi –roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3: Empleado bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

 

4. VERSÍCULO

V.  Escucharás una palabra de mi boca.
R.  Y les darás la alarma de mi parte.

 

5. LECTURAS

Para la primera lectura, cf. Liturgia de las Horas, vol. IV, “Común de  Pastores”, o  bien  del  “Común de santos varones”.

Primera Lectura

De la primera carta a Timoteo

5, 17-22; 6, 10-14  

El buen combate del presbítero y del hombre de Dios

Querido  hermano:  Los  presbíteros  que  dirigen  bien merecen  doble  honorario, sobre  todo  los que  se atarean predicando y enseñando; porque  dice  la Escritura: “No le pondrás  bozal  al  buey  que  trilla”, y también: “el obrero merece su jornal.” No  admitas  una  acusación  contra  un presbítero, a  menos  que  esté  apoyada  por dos o tres testigos. A  los  que pequen,  repréndelos  públicamente, para que los demás escarmienten.

Por Dios, por Jesucristo  y  por  los ángeles  elegidos, te pido  encarecidamente  que  observes estas normas, excluyendo todo prejuicio y sin ser parcial en nada. A ninguno le impongas las manos a la ligera, ni te hagas cómplice de pecados  ajenos; tú, consérvate honesto. Porque la codicia es la raíz  de  todos los  males, y  muchos, arrastrados  por ella, se  han apartado de  la  fe y se han acarreado muchos sufrimientos.

Tú, en  cambio, hombre  de  Dios, huye  de  todo  esto; practica  la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la  amabilidad. Conquista  la  vida  eterna  a  la que fuiste llamado, y de la que  hiciste noble profesión ante muchos  testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de  Cristo Jesús, que  dio testimonio  ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta  la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.

RESPONSORIO BREVE                                              

1Co 4, 1-2; Pr 20-6

V.  Que  la  gente sólo  vea  en  nosotros  servidores  de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel.
R.  Que  la  gente sólo  vea  en  nosotros  servidores  de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel.

V.  Muchos alardean de buenos, pero ¿quién hallará un hombre veraz?
R.  Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel.

 

SEGUNDA LECTURA

Del libro Regina degli Apostoli  del  beato Timoteo Giaccardo, presbítero.

(II ed., pp. 177ss. – XVI Consideración)

El apostolado de la prensa es la predicación escrita de la palabra de Dios, hecha por autoridad de la Iglesia

La Virgen María  es  reina  del apostolado de la prensa, porque es Reina de los  apóstoles:  y  el  apostolado  de  la prensa, según el Santo Padre Pío XI, “es la obra más apostólica que se pueda realizar.” Reina de la prensa llamamos también  a  la dulce  y  poderosa Reina  de  los  Apóstoles, para  que la prensa no se sustraiga  al universal imperio de la Virgen, y  sirva  para  poner  bajo su dominio  todas  las cosas. La prensa de  la que  la Santísima  Virgen es  Reina es  la del santo Evangelio, que  parte  de la cátedra  de  san  Pedro: para esta prensa  es  Reina  de amor, que  ilumina y conforta,  bendice y  premia. Confíe  la prensa católica, ya  que  está bajo  la  protección  de  María; tiemble  la prensa que va contra  María, por  haber atacado  su terrible  calcañal. El apostolado  de  la prensa, que  se  reviste  de  libros y  periódicos, es  la  palabra viva de  Dios vivo y salvador, como  era palabra viva de Dios y  salvador  la predicación, que se reviste de sonidos articulados.

El apostolado de  la  prensa es  la predicación escrita de la  palabra de Dios, hecha por autoridad  de  la Iglesia. Es, por  lo  tanto, la  publicación, la defensa, la explicación, la divulgación, la aplicación, la popularización  del  Evangelio, tal como se recaba de la santa Iglesia católica: la difusión de la palabra del Papa, tanto en la solemne e infalible, como  la  del  magisterio ordinario, universal  y seguro. El apostolado de  la prensa es totalmente sobrenatural debido al fin al que tiende, el mandato del que proviene, el objeto que administra, y la autoridad con que trabaja. Pero incluso naturalmente la prensa es un reino, y María lo rige.

El fenómeno  de  la prensa  es  hoy, quizá,  la  principal manifestación en el campo  de  la actividad humana y uno de  los principales medios  de  apostolado. La mayor parte de  la  actividad  intelectual  de los  hombres está dedicada a  la prensa. El  periódico constituye  el  hambre de hoy, la sed de hoy,  la respiración  de hoy:  el periódico suscita las ideas, dirige  la  voluntad,  forma  las conciencias,  domina la  opinión pública. La palabra pasa, pero la prensa permanece. Al periódico, a  la  prensa  se  la  ha llamado con una frase  muy  cierta  y  expresiva  “el  rey  de  los tiempos”, y la  prensa  y  los  hombres  reconocen a la santísima Virgen como  su Reina. El apostolado  de  la prensa, lo mismo que la  predicación  oral, es  un  gran sacramental de  la Iglesia; y,  en  la  medida que es difusión  de  la Revelación,  participa  del  gran  misterio  de  la  redención,  que  es  verdad, camino y vida.

Dios  es  el primer autor. Él  ordenó escribir de la misma forma  que  mandó  predicar,  incluso  con  mayor  frecuencia. Ahí  está  la caridad  de  la  luz,  de  la verdad, de la fe; la  caridad  que  es  el  camino que conduce a la gracia, a la salvación,  a  la felicidad.  San  Pablo  fue  el  apóstol  más ardiente,  y  sin embargo  nos  dicen  los  que  más  profundamente  conocen  su  espíritu:  Si  san  Pablo volviese hoy al  mundo, se  haría  periodista:  “mi  lengua  es  la pluma.”

La  Virgen  María  es  toda  ojos, y  todo  corazón para este majestuoso  instrumento  de  bien, que  hoy  la Providencia ha dado al mundo.

RESPONSORIO BREVE

2Tm 4, 1-2. 5. 17

V. Ante  Dios  y  ante  Cristo  Jesús, que  ha de  juzgar  a vivos  y  muertos, te  conjuro  por  su  venida en  majestad: Proclama  la  Palabra. Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu servicio.
R. Ante  Dios  y  ante  Cristo  Jesús, que  ha de  juzgar  a vivos  y  muertos, te  conjuro  por  su  venida en  majestad: Proclama  la  Palabra. Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu servicio.

V. El  Señor  me  ayudó  y  me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje.
R. Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu servicio.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh  Dios, que  has  guiado  al  beato Timoteo Giaccardo, sacerdote,  en  la  vida  y  en  el  apostolado, con  la  luz de tu  Palabra  y  la  fuerza  de  la  Eucaristía: haz  que  por  su  intercesión,  en  la  Iglesia  y  en el mundo, los instrumento de  la  comunicación social  sean  correctamente  utilizados para  fomentar  el  bien  y contribuyan válidamente en todas partes  a  la difusión  del  Evangelio.  Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que  vive  y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

BEATO TIMOTEO GIACCARDO, PRESBÍTERO

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Timoteo Giaccardo.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Timoteo Giaccardo.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.

Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo hizo apóstol y nombró en la Iglesia
guía del pueblo.

Él fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.

Pobre y humilde, casto y obediente,
llevó a los pueblos la Palabra eterna,
abrió caminos, puso a su servicio
todos los medios.

Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.

 

3. SALMODIA

Las antífonas y los salmos se toman de la feria correspondiente.
Aquí reproducimos los salmos del domingo de la semana I del salterio, y las antífonas de la fiesta de Alberione

Ant. 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.


Ant. 2:
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.


Ant. 3:
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.

 

4. LECTURA BREVE

Rm 12, 1-2

Os  exhorto,  hermanos,  por  la  misericordia  de  Dios, a   presentar   vuestros  cuerpos  como  hostia  viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para  que  sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Lleva  en  el corazón la  ley de su Dios.
R. Lleva  en  el corazón la  ley de su Dios.

V. Y sus pasos no vacilan.
R. Ley de su Dios.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva  en  el corazón la  ley de su Dios.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: «El  que  cumple  la  voluntad  de   mi Padre, ese  es  mi hermano  y  mi hermana  y  mi  madre», dice el Señor.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: «El  que  cumple  la  voluntad  de   mi Padre, ese  es  mi hermano  y  mi hermana  y  mi  madre», dice el Señor.

 

7. PRECES

Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que  nos  enseñe  a  servirle con santidad y justicia en  su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:

Santifica a tu pueblo, Señor.

Señor Jesús, probado  en  todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
—compadécete de nuestras debilidades.

Señor Jesús, que  a  todos  nos  llamas  a  la perfección  del amor,
—danos el progresar  por  caminos  de  santidad  siguiendo el ejemplo del beato Timoteo Giaccardo.

Señor Jesús, que  quieres que seamos la  sal  de  la  tierra  y la luz del mundo,
—ayúdanos  a  serlo  a  través  de  los  instrumentos  de  la comunicación social.

Señor Jesús, que viniste  al  mundo  para  servir, y  no para que te sirvieran,
—haz  que sepamos  servirte  a  ti  y  a nuestros  hermanos ofreciendo a todos la caridad de la verdad.

Señor Jesús, reflejo  de  la gloria del  Padre  e  impronta de su ser,
—haz  que  en la gloria, con  todos  los  santos, contemplemos tu rostro.

Se pueden añadir intenciones libres.

Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó: Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh Dios, que has guiado  al  beato Timoteo  Giaccardo, sacerdote, en  la  vida  y  en  el  apostolado, con  la luz  de tu  Palabra  y  la fuerza  de  la Eucaristía: haz  que  por  su intercesión, en la Iglesia  y  en el mundo, los instrumentos de  la  comunicación social  sean  correctamente utilizados para fomentar el bien  y  contribuyan válidamente en todas partes  a la  difusión  del Evangelio. Por  nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en  la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

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-Vísperas

BEATO TIMOTEO GIACCARDO, PRESBÍTERO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Cantemos al Señor con alegría,
unidos al beato Timoteo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor para su pueblo.

Obediente al mandato del Maestro,
consagrando su vida por el Reino
y adoptando los medios del progreso,
anunció la Palabra al mundo entero.

Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.

Es la voz del Señor la que nos llama
en la voz del maestro que ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro Cristo.

Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores. Amén.

 

2. SALMODIA

Las antífonas y los salmos se toman de la feria correspondiente.
Aquí reproducimos los salmos y las antífonas de la fiesta de Alberione

Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.

Salmo 14

¿Quién es justo ante el Señor?

Os habéis acercado al monte Sión, Ciudad del Dios vivo (Hb 12, 22)

Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.

Ant. 2. Éste es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Salmo 111

Felicidad del justo

Caminad como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz (Ef 5,8-9)

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia        
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Éste es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Cántico

Ap 15, 3-4

Himno de adoración

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 8, 28-30

Sabemos que  a  los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a  los que  ha  llamado conforme  a  su designio. A los que había escogido, Dios  los predestinó  a  ser  imagen de su  Hijo, para que  él  fuera  el  primogénito  de  muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. El Señor es justo. Y ama la justicia. El Señor.
R. El Señor es justo. Y ama la justicia. El Señor.

V. Los buenos  verán  su  rostro.
R. Y ama la justicia. El Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo. Y ama la justicia. El Señor.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Vosotros   los  que  lo  habéis  dejado todo  y  me  habéis  seguido, recibiréis  cien veces  más,  y heredaréis la vida eterna.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vosotros   los  que  lo  habéis  dejado todo  y  me  habéis  seguido, recibiréis  cien veces  más,  y heredaréis la vida eterna.

 

6. PRECES

Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que, con la intercesión  y  el ejemplo del beato Timoteo, nos impulse  a  una vida santa, según nuestro bautismo  y  nuestra misión paulina, y digamos:

Haznos santos, porque tú, Señor, eres santo.

Padre santo, que has querido  que  nos llamemos y seamos hijos tuyos,
—haz que la Iglesia santa, extendida  por  los confines  de la tierra, cante tus grandezas.

Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu beneplácito,
—ayúdanos  a  dar  fruto de buenas obras  a  través del uso de los medios de comunicación social.

Padre santo, que  nos  reconciliaste  contigo  por  medio de Cristo,
—guárdanos en tu nombre, para que todos seamos uno.

Padre santo, que  nos convocas  al  banquete de  tu  reino,
—haz  que  alimentados  en  la  mesa de  su cuerpo y de su palabra,  alcancemos  la  perfección  del  amor  ofreciéndolos a todos.

Se pueden añadir intenciones libres.

Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos,
—y admite  a  nuestros hermanos  y  hermanas difuntos en tu reino, para que puedan contemplar tu rostro.

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración: Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh Dios, que  has  guiado  al  beato Timoteo Giaccardo, sacerdote, en  la  vida  y  en  el  apostolado, con  la  luz  de tu  Palabra  y  la fuerza  de  la  Eucaristía: haz  que  por  su intercesión, en  la Iglesia y  en el  mundo, los instrumentos de  la  comunicación  social  sean  correctamente utilizados para  fomentar el bien  y  contribuyan válidamente en todas partes  a  la  difusión  del  Evangelio. Por nuestro  Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive  y  reina contigo en  la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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12. Jesús Divino Maestro – Último domingo de octubre

 

-Introducción

Último domingo de octubre

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

Titular de las hnas. Pías Discípulas del Divino Maestro.

Titular del Inst. Jesús Sacerdote.

SOLEMNIDAD

Jesucristo Maestro, camino, verdad y vida.

La solemnidad de Jesús Maestro fue aprobada oficialmente por la Sta. Sede el20 de enero de1958, e incluida en las Constituciones de la Sociedad de San Pablo el 24 de septiembre del mismo año (CISP 473), a petición expresa de nuestro fundador (cf. Art. 158 de las Const. De entonces,  correspondiente al art. 9 de las actuales). 

En múltiples ocasiones el fundador ilustró el sentido de nuestra espiritualidad centrada en Cristo Maestro, cuya solemnidad anual pretende ser punto de partida y meta de una intensa vida espiritual, estímulo para no dejar nunca de ahondar en lo que para cada uno de nosotros significa estar a la escuela del Maestro Divino.

Llegó a decir: “Esta devoción no se reduce a la simple oración o a algún canto, sino que envuelve a toda la persona. Si se practica bien, da a Dios  un culto completo: siempre en Cristo y por Jesucristo… Nuestra devoción al Maestro divino ha de aprenderse para aplicarla luego al trabajo espiritual, al estudio, al apostolado y a toda la vida religiosa. Conviene recordar lo que tantas veces se ha meditado y que sirve para la piedad, pero que, con mayor razón, debe partir de la piedad y extenderse a toda la vida apostólica, pues el fruto de nuestro apostolado es proporcional a esto: presentar a Jesucristo camino-verdad-vida. Sólo entendida en este sentido, la devoción a Jesús Maestro producirá un gran progreso espiritual en las almas y  responderá a las necesidades espirituales del hombre… se es paulino en la medida que se vive de este espíritu y en este espíritu (Pr DM 80). Por tanto, la devoción a Jesús Maestro no es simplemente un conjunto de prácticas, sino un estilo de vida, un modo de pensar, de razonar y de obrar. El padre Alberione se preguntará en una meditación ¿cuál es la suprema personalidad? ¿Cuál es el ideal paulino? ¿Cómo y cuándo se realiza y se vive? Cuando se puede decir como San Pablo: “Vivo yo, pero ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí” Ga 2,20.
Es una transformación total en Jesucristo en la que ambas parte (Jesucristo y el alma) se entregan recíprocamente, transfundiendo el uno en el otro la total posesión de sí mismo…

Se consigue así la personalidad en Cristo que predican San Juan evangelista y el apóstol San Pablo CISP 783

Este es el estilo peculiar de santidad y apostolado que Dios ha revelado al padre Alberione y que él nos ha comunicado a nosotros. En una meditación de Navidad de 1957 decía: “debemos acercarnos al pesebre con el mismo espíritu de María y tratar de comprender bien qué es lo que quería indicarnos el Señor cuando nos dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, que comprende la Iglesia, que comprende el Evangelio. ¡Comprender y amar! Si amamos esta devoción a Jesús Maestro, considerándolo tal como él es, ciertamente realizaremos un progreso en todos los aspectos, tendremos mucho más méritos… Seamos agradecidos para con la providencia de Dios, que nos ha concedido la inmensa riqueza de comprender mejor a Jesucristo. Aceptemos lo que es obligatorio, lo que constituye el espíritu, el alma del Instituto; es decir vivir la devoción  Jesús Maestro, camino, verdad y vida: una devoción que no es sólo oración, sino que comprende  todo lo que se hace en la vida diaria… porque la voluntad de Dios, la adquisición del auténtico espíritu paulino, consiste en esto, que es el alma de la congregación… no es una frase bonita, no es un consejo, es la esencia de la Congregación… ¡es ser o no ser paulinos! (Pr DM 72-73).

 

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-Misa

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Sal 77, 1

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclina el oído a las palabras de mi boca.

 

ACTO PENITENCIAL

— Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad. R.

— Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos: Cristo, ten piedad. R.

— Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, Padre de la Luz,
Que en la plenitud de los tiempos has hablado a los hombres por tu Hijo amado,
Concede a quienes lo confesamos Señor y Maestro ser fieles discípulos suyos, y anunciarlo al mundo como camino, verdad y vida.
Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA (CICLO A)

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado

Lectura del libro de Isaías

50, 4-7

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído; y yo no resistí ni me eché atrás:
Ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

Palabra de Dios.

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O bien:

PRIMERA LECTURA – (CICLO B y C)

Suscitaré un profeta de entre tus hermanos, y pondré mis palabras en su boca. A él lo escucharéis.

Lectura del libro del Deuteronomio 

18,15-19

Moisés habló al pueblo diciendo: “Un profeta de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.”
El Señor me respondió: “Tienen razón; suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que les mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas”
.

Palabra de Dios.

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SALMO RESPONSORIAL   

SAL 24,4-5. 10. 12-15

R. Señor enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas.

Haz que camine con lealtad,
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi Salvador.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
R.

¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
Su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá
la  tierra.
R.

El Señor se confía en sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

(CICLOS A y B)

Esta voz del cielo la oímos nosotros

Lectura de la carta del apóstol san Pedro       

1, 16-19

Queridos hermanos:
Cuando os dimos a conocer el poder y la última  venida  de  nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido  testigos oculares de su grandeza.
Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz:
“Este es mi Hijo amado, mi predilecto.” Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada.
Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.

Palabra de Dios.

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O bien:

SEGUNDA LECTURA (CICLO C)

Dios nos ha hablado por el Hijo.

Lectura de la carta a los Hebreos

1,1-6

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es el reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: “ Hijo mío eres tú hoy te he entregado”, o:  “Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Y en otro pasaje, el introducir en el mundo al primogénito, dice: “Adórenlo todos los ángeles de Dios.”

Palabra de Dios.

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ALELUYA           

Jn 14,6

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida – dice el Señor-; nadie va al Padre, sino por mí.

 

EVANGELIO (CICLO A)

Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan

13, 1-17

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo  le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía d Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos  con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dijo: -“Señor ¿lavarme los pies tu a mí?"
Jesús le replicó: -“Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”

Pedro le dijo: -“No me lavarás los pies jamás”
Jesús le contestó: -“Si no te lo lavo, no tienes nada que ver conmigo”

Simón Pedro le dijo: -“Señor no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”
Jesús le dijo: -“Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpio, aunque no todos.”

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: -“No todos estáis limpios.”

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: -“¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”. Vosotros me llamáis EL MAESTRO y EL SEÑOR y decís bien porque lo soy. Pues si yo el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Os aseguro: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.”

Palabra del Señor.

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O bien:

EVANGELIO (CICLO B)

Uno solo es vuestro Padre, el del cielo; uno solo es vuestro Maestro, Cristo

+ Lectura del santo evangelio según San Mateo

23, 1-10

En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mov3er un dedo para empujar.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.

Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, y todos vosotros sois hermanos.

Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.”

Palabra del Señor.

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O bien:

EVANGELIO (CICLO C)

Yo Soy el camino, y la verdad, y la vida. Quién me ha visto a mí ha visto al Padre.

+ Lectura del santo evangelio según San Juan

14, 1-14

En aquel tiempo, dijo  Jesús a sus discípulos. “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a preparaos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y donde yo voy, ya sabéis el camino.”

Tomás le dice:” Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”

Jesús le responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre”. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”
Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.”

Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mi hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi Nombre yo lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Si me pedís algo en mi Nombre yo lo haré.”

Palabra del Señor.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - - - -

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Demos gracias a Dios Padre, que en Jesucristo, camino, verdad y vida, nuestro Señor y Maestro, nos ha dado los mayores regalos: el Evangelio, la Eucaristía, la Iglesia, el Sacerdocio, la vida consagrada y a María como Madre. Invoquémosle confiadamente, diciendo:

Escúchanos, Señor.

—Por todos los hombres: para que «reconozcan que sólo Jesús es el verdadero Maestro, es decir, la verdad, el camino y la vida, y sigan a aquel a quien el Padre ha enviado diciendo: Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo», oremos.

—Por la Iglesia: para que, viviendo y proclamando el misterio de Cristo en toda su plenitud, «revele al mundo la multiforme sabiduría de Dios», oremos.

—Por los miembros de la Familia Paulina: para que vivan y promuevan la devoción al Divino Maestro, como la más preciosa herencia del Fundador, que dijo: «No tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo os lo doy: a Jesucristo Maestro, camino, verdad y vida, su doctrina, su moral y sus medios de gracia», oremos.

—Por los que estamos aquí reunidos: para que, conscientes de nuestra pobreza, «sintamos la necesidad de acercarnos a la fuente de la vida y alimentarnos con la Palabra y el Cuerpo de Cristo», oremos.

Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Divino Maestro, enséñanos la sublime ciencia del Evangelio según el espíritu del apóstol san Pablo, para que podamos hacer discípulos suyos de todos los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Recibe, Señor,
Estos dones que te presentamos con gozo y por estos sacramentos que ahora celebramos haz de nosotros una ofrenda pura para la alabanza de tu gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

Cristo Maestro único y universal

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
glorificarte, Padre Santo,
Dios de misericordia infinita,
que, desde toda la eternidad,
ofreces a los hombres tu vida inmortal.
Tú creaste el mundo
y con amor infinito lo conservas.
Como Padre bueno, velas por tus criaturas
y reúnes en una sola familia
a todos los hombres
creados para gloria de tu nombre,
redimidos por la cruz de tu Hijo
y señalados con el sello de tu Espíritu.
Te damos gracias por Jesucristo,
a quien nos diste como Maestro único y universal.
Él es tu Palabra viviente, el camino seguro que nos conduce hacia ti,
la verdad eterna que nos hace libres,
y la vida sin fin que nos colma de alegría.
Por este don de tu benevolencia,
unidos a los ángeles y a los santos,
te entonamos nuestro canto
y proclamamos tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Mt 17, 5e

Éste es mi hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.

O bien:

Jn 13, 15

Os he dado ejemplo para lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concede Señor, a quienes  has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, perseverar fielmente en la escuela de su Evangelio para compartir la plenitud de su vida divina.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios todopoderoso os bendiga con su misericordia
y os llene de la sabiduría eterna.

R. Amén.

Él aumente en vosotros la fe
y os dé la perseverancia en el bien obrar.

R. Amén.

Atraiga hacia vuestros pasos
y os muestre el camino del amor y de la paz.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Misa votiva

Estas Misas votivas podrán celebrarse en las ferias del Tiempo Ordinario, que no sean memorias obligatorias (cf. OGMR 316c; 333-334). Por razones pastorales, en vez de las lecturas del día pueden proclamarse las que se indican a continuación.

JESUCRISTO, DIVINO MAESTRO

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Sal 77, 1

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclina el oído a las palabras de mi boca.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

— Tú que eres el camino que conduce al Padre: Señor, ten piedad. R.

— Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos: Cristo, ten piedad. R.

— Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad. R.

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, Padre de la Luz,
Que en la plenitud de los tiempos has hablado a los hombres por tu Hijo amado,
Concede a quienes lo confesamos Señor y Maestro ser fieles discípulos suyos, y anunciarlo al mundo como camino, verdad y vida.
Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Dios nos ha hablado por el Hijo

Lectura de la carta a los Hebreos                                                                              

1,1-6

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas.

Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.

Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo»?

Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL                                                             

Sal 32, 3-6.8-11 (R.: Jn 6, 68)

R.: Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones:
que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales.
R.

Él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra,
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos.
R.

Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió.
R.

El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
R.

 

ALELUYA 

Jn 14,6

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida –dice el Señor—; nadie va al Padre, sino por mí.

 

EVANGELIO

Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo                                                   

17, 1-8

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: —«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Todavía estaba halando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: —«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.

Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: —«Levantaos, no temáis».

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Palabra del Señor.

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O bien:

EVANGELIO

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan                                                    

14, 1-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya os preparare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice: —«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».

Jesús responde: —«Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice: —«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica: —«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el padre sea glorificado en el Hijo.

Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Palabra del Señor.

 

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la fiesta)

Demos gracias a Dios Padre, que en Jesucristo, camino, verdad y vida, nuestro Señor y Maestro, nos ha dado los mayores regalos: el Evangelio, la Eucaristía, la Iglesia, el Sacerdocio, la vida consagrada y a María como Madre. Invoquémosle confiadamente, diciendo:

Escúchanos, Señor.

—Por todos los hombres: para que «reconozcan que sólo Jesús es el verdadero Maestro, es decir, la verdad, el camino y la vida, y sigan a aquel a quien el Padre ha enviado diciendo: Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo», oremos.

—Por la Iglesia: para que, viviendo y proclamando el misterio de Cristo en toda su plenitud, «revele al mundo la multiforme sabiduría de Dios», oremos.

—Por los miembros de la Familia Paulina: para que vivan y promuevan la devoción al Divino Maestro, como la más preciosa herencia del Fundador, que dijo: «No tengo ni oro ni plata, pero lo que tengo os lo doy: a Jesucristo Maestro, camino, verdad y vida, su doctrina, su moral y sus medios de gracia», oremos.

—Por los que estamos aquí reunidos: para que, conscientes de nuestra pobreza, «sintamos la necesidad de acercarnos a la fuente de la vida y alimentarnos con la Palabra y el Cuerpo de Cristo», oremos.

Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Divino Maestro, enséñanos la sublime ciencia del Evangelio según el espíritu del apóstol san Pablo, para que podamos hacer discípulos suyos de todos los pueblos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Recibe, Señor,
Estos dones que te presentamos con gozo y por estos sacramentos que ahora celebramos haz de nosotros una ofrenda pura para la alabanza de tu gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

Cristo Maestro único y universal

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
glorificarte, Padre Santo,
Dios de misericordia infinita,
que, desde toda la eternidad,
ofreces a los hombres tu vida inmortal.
Tú creaste el mundo
y con amor infinito lo conservas.
Como Padre bueno, velas por tus criaturas
y reúnes en una sola familia
a todos los hombres
creados para gloria de tu nombre,
redimidos por la cruz de tu Hijo
y señalados con el sello de tu Espíritu.
Te damos gracias por Jesucristo,
a quien nos diste como Maestro único y universal.
Él es tu Palabra viviente, el camino seguro que nos conduce hacia ti,
la verdad eterna que nos hace libres,
y la vida sin fin que nos colma de alegría.
Por este don de tu benevolencia,
unidos a los ángeles y a los santos,
te entonamos nuestro canto
y proclamamos tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Mt 17, 5e

Éste es mi hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.

O bien:

Jn 13, 15

Os he dado ejemplo para lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concede Señor, a quienes  has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, perseverar fielmente en la escuela de su Evangelio para compartir la plenitud de su vida divina.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios todopoderoso os bendiga con su misericordia
y os llene de la sabiduría eterna.

R. Amén.

Él aumente en vosotros la fe
y os dé la perseverancia en el bien obrar.

R. Amén.

Atraiga hacia vuestros pasos
y os muestre el camino del amor y de la paz.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid   adoremos  a  Jesucristo,  nuestro  único Maestro.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid   adoremos  a  Jesucristo,  nuestro  único Maestro.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Oh Cristo, el único sol,
la verdad que ilumina a los hombres,
ahuyentas la noche y ofreces la senda
de la salvación.

La voz amorosa del Padre
te proclama Maestro del mundo,
quien sigue tus pasos evita las rutas
oscuras del mal.

Enseñas con fuerza y dulzura,
es tu mismo vivir una escuela,
tu gracia confirme en la mente del hombre
la eterna verdad.

Tu amor nos revela el misterio
de la vida, el dolor y la muerte;
al hombre que busca le muestras la vida
de Dios en su Espíritu.

Cumplida tu hora, la pascua,
a este mundo le entregas la Iglesia
maestra infalible que guía a los hombres
por sendas de amor. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Me guía  por  el  sendero  justo, por el  honor de su nombre.

Salmo 22

El buen pastor

El Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 17)

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero  justo,
por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Me guía  por  el  sendero  justo, por el  honor de su nombre.

Ant. 2. Haz que camine  con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Salmo 24

Oración por toda clase de necesidades

La esperanza no defrauda (Rm 5, 5)                                        

I

A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad,
enséñame, porque tú eres mi Dios y salvador,
y todo el día te estoy esperando.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.

Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Haz que camine  con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Ant. 3. Ensancha  mi  corazón  oprimido  y  sácame de mis tribulaciones.

II

¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.

El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red.

Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.             
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.

Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados;
mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel.

Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti.

Salva, oh Dios, a Israel
de todos sus peligros.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Ensancha  mi  corazón  oprimido  y  sácame de mis tribulaciones.

 

4. VERSÍCULO

V. Tu alianza, Señor, es sublime.
R. Por eso me mantengo fiel a ella.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Proverbios                   

8, 12-14. 17. 22-32

Dichosos los que siguen mis caminos

Yo, sabiduría, soy  vecina  de la sagacidad  y  busco  la compañía de la reflexión. El temor del Señor odia  el  mal. Yo detesto el  orgullo  y  la soberbia, el  mal  camino  y  la boca falsa, yo poseo el buen consejo y el acierto, son mías la prudencia y el valor.

Yo amo  a  los que  me  aman, y los  que  madrugan por mí me encuentran.

El Señor me estableció al principio  de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes  de  los manantiales de  las aguas. Todavía  no  estaban aplomados  los montes, antes de las montañas fui engendrada. No  había  hecho  aún  la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba  los cielos, allí  estaba  yo; cuando  trazaba la bóveda sobre la faz  del  abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y  fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite  al  mar, cuyas aguas  no  traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo  era  su encanto cotidiano, todo el tiempo  jugaba  en  su presencia: jugaba con  la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.

Por  tanto, hijos  míos, escuchadme: dichosos  los  que siguen mis caminos.

 

RESPONSORIO                                                   

Si 1, 1. 5. 7-8

V. La  raíz  de la sabiduría, ¿a quién se reveló?  La destreza de sus obras, ¿quién la conoció? El Señor la repartió entre los vivientes, se la regaló a los que le temen.
R. La  raíz  de la sabiduría, ¿a quién se reveló?  La destreza de sus obras, ¿quién la conoció? El Señor la repartió entre los vivientes, se la regaló a los que le temen.

V. Toda sabiduría viene del Señor y está con  él eternamente.
R. Se la regaló a los que le temen.

 

SEGUNDA LECTURA

De los sermones de san Buenaventura, obispo

(Serm. de Temp.: Dom. 22 p. Pent.; Op. omnia IX, 441)

          
No se debe llamar ni considerar como maestro a nadie más que a Cristo

Maestro, sabemos  que eres sincero  y  que  enseñas  el camino  de  Dios conforme  a  la verdad. El testimonio de alabanza  más alto  no  es  únicamente  el  que procede de los amigos,  sino  también  el  que  procede  de los enemigos. Por  eso  no  hay  que maravillarse de que justamente los  judíos  se  hayan  visto  obligados  a  exaltar  -desgraciadamente  sólo con la boca  y  no por amor  y con el corazón- a  la Verdad  misma, nuestro  Señor, al  pronunciar esas palabras: Maestro, sabemos  que  eres sincero  y  que enseñas  el  camino  de  Dios conforme  a  la  verdad. Con estas  palabras, reconocen  y  exaltan  a  Cristo: en  primer lugar  por  la  grandeza de su misión; luego  por  la certeza de su enseñanza,  y  por  fin  por la utilidad de sus afirmaciones. Por  la  primera razón, se hace  acreedor de humilde veneración; por  la segunda, es  digno  de una fe firme; por  la  tercera, se merece fidelidad y amor.

Dicen los judíos: Maestro. De aquí brota la dignidad de la  misión de Cristo, por  la  que  se merece humilde veneración. Tal  veneranda dignidad  de  nuestro Dios, aparece clara  por  tres prerrogativas  que le pertenecen de  manera eminente. Ante todo, posee una ciencia extraordinaria, por la que conoce de  modo infalible; en segundo lugar,  posee una  especial fuerza  y  eficacia para  expresarse adecuadamente;  y  en tercer lugar, posee  una  excepcional santidad de vida que confirma saludablemente sus enseñanzas.

Estas tres cosas –ciencia práctica, comunicativa eficaz y  testimonio  vital  de  ambas-  son necesarias para cualquiera que enseña o predica. Efectivamente, la enseñanza y la predicación son peligrosas si no son normativas, estériles si carecen de fuerza comunicativa, faltas de credibilidad si no van confirmadas por una conducta coherente.

A  Cristo  se  le  debe, pues, humilde  veneración como Maestro  excelso, ante todo por  la dignidad de su misión, pues  es  tal su ciencia, que conoce  infaliblemente, por  lo que se puede decir de él de manera eminente: No os dejéis llamar  maestro  en  la  tierra, porque  uno  sólo  es vuestro Maestro: Cristo. Por eso  no  se  debe llamar  ni considerar como maestro a nadie más que a Cristo. En segundo lugar,  de cuanto se ha dicho se deduce que Cristo se impone por la solidez de su enseñanza, y  por  tanto  se  le ha de creer firmemente  por razón de su verdad. Y esto por tres motivos: primero, porque  posee en  su  mente  la verdad pura; segundo, porque con su palabra  elocuente en sumo grado expresa perfectamente esta verdad; y, tercero, porque confirma esta verdad con el testimonio de su vida santa.

Los judíos continúan: Enseñas  el  camino de Dios conforme  a  la verdad. Cristo se  impone  aquí por la utilidad de lo que dice y, como consecuencia, se le ha de amar con toda sinceridad. Se le ha de amar sinceramente por su testimonio, por tres motivos: en primer lugar, porque hay que creer a quien enseña conforme a la verdad; luego, porque lo  que  él enseña  coincide  felizmente  con  las  promesas divinas; y por fin,  porque  todo  lo  que enseña produce en nosotros  de  manera  eficaz  frutos de vida. De este modo, se excluye toda falsedad  y  error, se corrige la volubilidad del corazón y se sana la acidia del cuerpo.

 

O bien:

De un artículo del beato Santiago Alberione, presbítero

(San Paolo, junio-julio 1963 – CISP 1379 – 1383)

Configurarnos con Cristo, para alcanzar la perfección

Todo  el  mensaje  de  san Pablo  se  puede  resumir así: configurarnos con  Cristo, para alcanzar  la perfección a la que todos estamos llamados.

Sucede  que  en   diversos  libros,  aun  de  predicación, se  pone  poco  de relieve  la  función preponderante  de la persona de  Cristo en  nuestra santificación. La devoción a nuestro  Señor  aparece  tal vez  como un medio más entre  tantos:  por  ejemplo,  la  lectura  espiritual, el  examen  de conciencia, etc. Nuestra  devoción  e  incorporación a Jesucristo es el comienzo y el fin y la esencia misma de nuestra vida sobrenatural: en eso consiste  la ascética  y  la mística. Las  prácticas  no  son  más  que  ayudas  o  consecuencias. Si  de  veras  se  desea  la santificación  es  necesario evitar discusiones y controversias sobre  las diversas  escuelas de espiritualidad, y dedicarse  en  cambio  a  vivir  de  manera cada vez más plena la vida de Cristo. Lograremos alcanzar pronto  la  meta de la santificación. Procuremos  no  deformar  la  espiritualidad de los fieles  y  no apoyar  ideas que desorientan el progreso espiritual.
Es  posible resumir  en  sus  ideas fundamentales  la doctrina  cristológica con relación  a  la vida espiritual: se trata de  vivir  a Cristo tal como él mismo se ha definido: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.

Por el pecado original  todo el hombre sufrió una degradación en cuanto a sus facultades naturales de inteligencia, voluntad y sentimiento; y lo que es más importante, perdió la gracia, es decir, la vida sobrenatural.

Escribe  san  Juan:  En  esto  se  manifestó  el  amor que Dios  nos  tiene: en  que  Dios  envió  al  mundo a  su Hijo único  para  que  vivamos  por  medio  de  él. Cristo  es  el camino  de  la  restauración  del  hombre,  quien  ha  visto de  nuevo  la  luz  en  una  edición  mejorada por medio de Jesucristo. Jesucristo  recuperó  para  el  hombre la gracia, la  vida  sobrenatural,  disponiendo  nuevos  hijos  para  el Padre del cielo.
Además, Jesucristo  restauró  al  hombre en  sus facultades, proporcionando la  revelación  para  la inteligencia, su santidad  para  la voluntad,  y  para  el sentimiento el amor de  Dios.

Esto  corresponde  a  las  palabras  de  Jesús: Yo soy  el camino, y  la  verdad, y  la  vida. En el  libro de  los Hechos de los apóstoles se lee: Bajo el cielo  no  se nos ha dado  otro  nombre  que  pueda salvarnos. La santificación consiste en participar  de la vida de Dios que Jesucristo ha traído  al  mundo; ésta  es  la  única forma posible de santidad; ésta es, según  expresión  de  Marmion, la esencia  del cristianismo.

Jesucristo  es  el Camino, con  sus  obras, con su moral y con su vida. Según el libro de  los Hechos de los apóstoles, Jesucristo  comenzó a actuar y a enseñar; primero  a  actuar y después a enseñar. Su vida  y  su doctrina constituían una única  realidad  armónica   de  la  que  se  elevaba  incesantemente  hacia  el  cielo  la  más  hermosa  glorificación  de  Dios. La Palabra de  Dios, Cristo,  al  asumir  la  naturaleza humana, quiso  darnos  en  su  persona un ejemplo acabado de  todas  las virtudes. Adorable  designio de la divina Providencia para con el hombre.

Él  es el ejemplo supremo de toda perfección y santidad. Es  el  ideal  mismo  de  Dios: Quien  me ha visto a  mí, ha visto  al  Padre. Y el Padre  dice  del  hijo: Éste es mi Hijo, el Amado, mi predilecto. Escuchadlo.

Jesucristo  es  la Verdad:  En  el  principio  ya  existía  la Palabra,  y  la  palabra  estaba  junto  a  Dios,  y  la  palabra era  Dios. En  la  Palabra  había  vida, y  la  vida  era  la luz de  los  hombres.  La  Palabra   era  la  luz   verdadera,  que alumbra  a  todo  hombre. La  inteligencia de  Cristo  es  un abismo infinito; en Cristo  había cuatro especies de ciencia: divina, beatífica, infusa y adquirida.

Con  razón  san  Pablo se  queda maravillado  al contemplar  en  Cristo  todos  los  tesoros  de  la sabiduría  y  de la ciencia. Plugo al Padre comunicarlos a sus hijos  adoptivos en la medida  y  grado necesarios para la vida sobrenatural. Después  de  la última cena, en la oración que dirigió al Padre, dijo Jesús: Yo  les  he comunicado (a los apóstoles) las palabras  que  tú  me diste, y ellos  las  han  recibido, y  han conocido verdaderamente  que  yo  salí  de  ti, y han creído que  tú  me  has enviado. Los que  le escuchaban  quedaban admirados: Jamás ha hablado nadie así.

Jesucristo  es  la Vida: La gracia  es  una cualidad sobrenatural, inherente  a  nuestro  espíritu, que  nos  otorga  una participación física y formal, aunque  análoga y accidental, de  la naturaleza  de Dios. Constituye  la  vida  de Cristo en nosotros.

San  Pablo  describe  así  los efectos de  la gracia santificante: Habéis  recibido  no  un  espíritu  de esclavitud, para recaer  en  el  temor,  sino  un  espíritu  de  hijos  adoptivos, que  nos  hace  gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu  y  nuestro  espíritu  dan  un testimonio  concorde: que somos hijos de  Dios; y  si  somos  hijos, también  herederos,  herederos de  Dios  y  coherederos  con  Cristo, ya  que  sufrimos con él, para ser también con él glorificados.

 

RESPONSORIO

Is 61, 1; Jn 8, 42

V. El Espíritu  del  Señor  está sobre mí, porque el Señor me  ha ungido. Me  ha enviado para  dar  la buena noticia a los que sufren, para  vendar  los  corazones  desgarrados, para  proclamar  la  amnistía  a  los cautivos, y a los prisioneros la libertad.
R. El Espíritu  del  Señor  está sobre mí, porque el Señor me  ha ungido. Me  ha enviado para  dar  la buena noticia a los que sufren, para  vendar  los  corazones  desgarrados, para  proclamar  la  amnistía  a  los cautivos, y a los prisioneros la libertad.

V. Yo salí de Dios,  y  aquí  estoy, no  he venido por  mi cuenta, sino que él me envió.
R. Para vendar los  corazones  desgarrados, para  proclamar  la  amnistía  a  los cautivos, y a los prisioneros la libertad.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh  Dios,  Padre  de  la  luz,  que  en  la plenitud  de  los tiempos  has  hablado  a  los  hombres  por  tu Hijo amado, concede  a quienes lo confesamos  Señor y Maestro ser fieles  discípulos suyos, y anunciarlo al mundo como camino, verdad y vida. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

 

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-Laudes

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid   adoremos  a  Jesucristo,  nuestro  único Maestro.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid   adoremos  a  Jesucristo,  nuestro  único Maestro.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Eres, Cristo, el Camino verdadero
y los hombres, ovejas descarriadas;
al vencer lo escabroso de este mundo
nos llevas a la patria suspirada.

Abrazaste la condición humana,
ejemplar y modelo de los hombres;
a seguirte nos llamas por tus huellas
y atraes hacia ti los corazones.

Tiritando, al nacer, en una cueva,
nazareno sudando en el trabajo,
perdonando al morir en duro leño,
nos dices: “Aprended de mí”, hermanos.

Fiel te sigue la Iglesia, Esposa y Madre,
y al buscar que sus hijos se parezcan
en la vida y costumbres al Modelo
los haces dignos de la vida eterna.

No podrán las tinieblas de la muerte
con la Iglesia y los hijos que le sigan,
el destierro florece en esperanza,
del cielo escalarán las altas cimas.

Oh Jesús-Cristo, la Verdad eterna
por la que caminamos y vivimos,
a tu Padre y a ti, como al Espíritu,
honor, poder y gloria por los siglos. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: El  que tenga sed, que  beba  del  agua  viva  que mana de las fuentes del Salvador.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: El  que tenga sed, que  beba  del  agua  viva  que mana de las fuentes del Salvador.


Ant. 2: Tu  Palabra  todopoderosa   ha  bajado,  Señor, desde el trono real de los cielos.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Tu  Palabra  todopoderosa   ha  bajado,  Señor, desde el trono real de los cielos.


Ant. 3: Jesucristo, el  Señor, nos  ha  sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado a su reino.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: Jesucristo, el  Señor, nos  ha  sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado a su reino.

 

4. LECTURA BREVE

1Jn 2, 24. 27-28

Lo  que habéis  oído  desde  el  principio  permanezca en vosotros.  Si  permanece  en  vosotros  lo  que  habéis  oído desde  el  principio,  también  vosotros   permaneceréis  en el Hijo y en el Padre. No  necesitáis  que  nadie  os  enseñe. Pero  como su unción os enseña acerca de  todas  las  cosas -y  es  verdadera  y  no  mentirosa-  según  os  enseñó,  permaneced  en él  para  que, cuando se  manifieste, tengamos plena confianza  y  no  quedemos  avergonzados lejos de él en su venida.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten  piedad  de  nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten  piedad  de  nosotros.

V. Tú que eres nuestro  único Maestro.
R. Ten  piedad  de nosotros.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten  piedad  de  nosotros.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Maestro,  sabemos  que  eres   sincero y  que  enseñas  el  camino  de  Dios  conforme a la verdad. Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Maestro,  sabemos  que  eres   sincero y  que  enseñas  el  camino  de  Dios  conforme a la verdad. Aleluya.

 

7. PRECES

Unidos  en  comunión,  alabemos   a   Cristo,   a  quien  el Padre  ha  enviado   como   Maestro,  e   invoquémosle diciendo:

Jesús Maestro, camino, verdad y vida, sálvanos.

Cristo, luz esplendorosa  que  brilla  en las tinieblas, rey de la vida, único camino de salvación,
—te  pedimos que  tu Iglesia sea fiel al espíritu  evangélico y dé al mundo testimonio de virtud.

Salvador nuestro, que por  nosotros te has  hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz,
—haz  que  todos  participemos  con  abundancia de la plenitud de vida que con tu muerte nos has comunicado.

Señor  Jesucristo,  que  nos  has  dado  ejemplo  de  amor para  que  lo  que  tú  has   hecho  lo  hagamos  también nosotros,
—haz  que  nos  entreguemos  de  tal modo  al  servicio  de nuestros  hermanos,  que  seamos  para  todos  los  hombres  un  claro  testimonio  de  la  vida  nueva  que  en  ti vivimos.

Cristo Maestro, que  por boca  del Fundador nos has dicho: “El   religioso   completo,  feliz,  verdaderamente   espiritual,  es  el  que  llega  a  poder decir: “es  Cristo  quien vive en mi”,
—realiza  en  nosotros, por  medio  del Espíritu, esa identificación con Cristo para bien de los hermanos.

Cristo, Hijo del Padre, que  has  hecho de  nosotros un pueblo de reyes, sacerdotes y profetas,
—enséñanos  a  ofrecer  con  alegría  nuestro  sacrificio  de alabanza.

Se pueden añadir intenciones libres.

Empleando el modelo de oración propuesto por Cristo, nuestro Señor, digamos. Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh  Dios,  Padre  de  la  luz, que  en  la  plenitud  de  los tiempos  has  hablado  a  los  hombres  por  tu  Hijo amado, concede  a quienes  lo confesamos Señor y Maestro ser fieles discípulos  suyos, y anunciarlo al mundo como camino, verdad y vida. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Ant.: El agua que yo os daré  se  transformará en torrente que salta hasta la vida eterna.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: El agua que yo os daré  se  transformará en torrente que salta hasta la vida eterna.

 

3. LECTURA BREVE

1Jn 5, 20

Sabemos que el Hijo  de  Dios  ha venido y  nos ha dado inteligencia  para  que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero,  en su Hijo  Jesucristo. Éste  es el Dios verdadero y la vida eterna.

V.  Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
R.  El que permanece en mí tendrá la luz de la vida.

 

4. ORACIÓN

Oh  Dios,  Padre  de  la  luz, que  en  la  plenitud  de  los tiempos  has  hablado  a  los  hombres  por  tu Hijo amado, concede  a  quienes  lo  confesamos  Señor  y  Maestro  ser fieles  discípulos  suyos,  y  anunciarlo  al mundo como camino,  verdad  y  vida. Él,  que  vive  y  reina por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Ant.: El que cree en el Hijo de Dios tiene vida eterna.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: El que cree en el Hijo de Dios tiene vida eterna.

 

3. LECTURA BREVE

1Jn 5, 11-12

Este  es  el  testimonio: Dios  nos  ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien  tiene  al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

V. Vosotros me llamáis “el Maestro”, y decís bien.
R. Porque lo soy.

 

4. ORACIÓN

Oh  Dios,  Padre  de  la  luz, que  en  la  plenitud  de  los tiempos  has  hablado  a  los  hombres  por  tu Hijo amado, concede  a  quienes  lo  confesamos  Señor  y  Maestro  ser fieles  discípulos  suyos,  y  anunciarlo  al mundo como camino,  verdad  y  vida. Él,  que  vive  y  reina por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Ant.: Cuando sea elevado  sobre  la tierra, atraeré a todos hacia mí.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Cuando sea elevado  sobre  la tierra, atraeré a todos hacia mí.

 

3. LECTURA BREVE

2Jn 9-10

Todo el que  se  propasa  y  no permanece  en la doctrina de Cristo  no  posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee  al  Padre  y  al  Hijo. Si  os  visita alguno que no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa.

V.  Despierta, tú  que  duermes,  levántate  de  entre  los muertos.
R.  Y  Cristo será tu luz.

 

4. ORACIÓN

Oh  Dios,  Padre  de  la  luz, que  en  la  plenitud  de  los tiempos  has  hablado  a  los  hombres  por  tu Hijo amado, concede  a  quienes  lo  confesamos  Señor  y  Maestro  ser fieles  discípulos  suyos,  y  anunciarlo  al mundo como camino,  verdad  y  vida. Él,  que  vive  y  reina por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-I Vísperas (Primeras vísperas)

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Eres. Cristo, la Luz para los hombres,
iluminas su angustia y pesadumbre,
sus errores ahuyentas, sus pecados;
serena la verdad se nos descubre.

Sin tu luz queda envuelto el orbe entero
en tinieblas espesas de negrura;
que en la fe y el amor los corazones
movidos por tu gracia se reúnan.

Que tu nombre proclame toda lengua:
en los juegos, las artes y las letras,
en los libros y efímeros diarios,
y en todo cuanto alumbran las imprentas.

Tu pregón cantarán en todo el orbe
de la radio las ondas y satélites;
tu mensaje resuene en todas partes;
la luz de tu belleza se nos muestre.

Que la Iglesia en tu nombre reunida
triunfe por el amor del Evangelio
y congregue en la paz a las naciones
unidas en el gozo del encuentro.

Oh Jesús-Cristo, la Verdad eterna,
por la que caminamos y vivimos,
a tu Padre y a ti, como al Espíritu,
honor, poder y gloria por los siglos. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. El Señor envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza.

Salmo 110

Grandes son las obras del Señor

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente (Ap 15, 3)

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,

el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 1. El Señor envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza.

 

Ant. 2. En las tinieblas brilla como  una  luz  el  Señor justo, clemente y compasivo.

Salmo 111

Felicidad del justo

Caminad como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz (Ef 5, 8-9)

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 2. En las tinieblas brilla como  una  luz  el  Señor justo, clemente y compasivo.

Ant. 3. El tesoro de gracia, sabiduría y prudencia del Señor Jesús ha sido un derroche para con nosotros.

Cántico

Ef 1, 3 – 10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 3. El tesoro de gracia, sabiduría y prudencia del Señor Jesús ha sido un derroche para con nosotros.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 15, 8 – 12

Cristo  se  hizo servidor  de  los judíos  para  probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas, y por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios  por su misericordia. Así dice la Escritura: “Te alabaré en medio de  los gentiles  y  cantaré tu nombre.” Y también: “Alégrense todos los gentiles junto con su  pueblo.”  Y  añade  en  otro lugar: “Alabad  al  Señor todas  las naciones, ensalzadlo todos los pueblos.” Y por otro  lado  Isaías dice: “Brotará un renuevo del tronco de Jesé, se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles.”

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. La vida  eterna, que  estaba   con  el  Padre, se  hizo visible. Y se nos manifestó.
R. La vida  eterna, que  estaba   con  el  Padre, se  hizo visible. Y se nos manifestó.

V. Éste  es  el  Dios  verdadero  y  la vida eterna.
R. Y se nos manifestó.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La vida  eterna, que  estaba   con  el  Padre, se  hizo visible. Y se nos manifestó.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cristo  nos  amó, nos  compró  con  su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Aleluya.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Cristo  nos  amó, nos  compró  con  su sangre y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Aleluya.

 

6. PRECES

Sin Cristo no podemos  hacer  nada. Por eso él mismo  se propone como camino, verdad  y  vida  para el hombre de  todos  los  tiempos. Glorifiquémoslo, pues, e  invoquémosle, diciendo:

Jesús Maestro, sólo tú tienes palabras de vida eterna.

Tú gobiernas todas las cosas con firmeza y suavidad;
—ven en  ayuda del mundo, envuelto en discordias  y divisiones y haz que encuentre en ti la paz y la unidad.

Tú que eres luz sin ocaso y guía en nuestro caminar,
—purifícanos con tu verdad y dirige  nuestros  pasos por el camino de la santidad.

Tú nos señalas el camino para ir al Padre;
—haz que, caminando  siempre  como  hijos  de  la  luz, consigamos alcanzar tu reino.

Tú nos enseñas que, si creemos en tu resurrección de entre los  muertos y confesamos  que  eres  el  Señor, seremos salvos;
—no permitas  que  tus  fieles  sean  torpes  y  necios para creer ni dejen de proclamar tu alabanza.

Tú nos has dicho  por boca de nuestro Fundador que quieres  que  cultivemos la vida espiritual  según el  método “camino, verdad y vida”;
—haz que te demos a conocer a todos los  hombres como único Maestro, con los instrumentos  de  comunicación social.

Se pueden añadir intenciones libres.

Alumbra con tu luz a nuestros hermanos difuntos,
—para que, libres de las tinieblas, puedan contemplar tu rostro.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh  Dios, Padre  de  la luz, que  en  la  plenitud  de  los  tiempos  has  hablado  a  los hombres  por  tu Hijo amado, concede a quienes lo confesamos Señor y Maestro ser fieles discípulos suyos, y anunciarlo al mundo como camino, verdad y vida. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

-------------------------------------------------------------

-II Vísperas (Segundas Vísperas)

JESUCRISTO DIVINO MAESTRO

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Cristo, fuente de Vida inagotable,
donde toda la vida mana y fluye,
al romper las cadenas de la muerte
de nuevo nuestra vida restituyes.

Desde el cielo bajaste a darnos vida,
nos la das abundosa a los mortales;
que en la fuente salida de tu pecho
la gracia brota en ríos a raudales.

En tu místico Cuerpo nos injertas
a los que renacemos del Bautismo.
Como arroyos, tus siete sacramentos
divina gracia dan, al recibirlos.

Nuestra naturaleza quedó herida
del primer padre, Adán, por el pecado;
se rehace ahora en nueva vida
al premio de los cielos caminando.

Reinará la concordia en las naciones,
crecerán solidarias las ciudades,
sonreirá la inocencia en las familias
que acogen los domésticos hogares.

Oh Jesús-Cristo, la Verdad eterna,
por la que caminamos y vivimos,
a tu Padre y a ti, como al Espíritu,
honor, poder y gloria por los siglos. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Cristo Jesús, habiendo  realizado  la  purificación de los pecados, está sentado a la derecha de Dios Padre.

Salmo 109, 1-5. 7

El Mesías, Rey y Sacerdote

Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies (1Co 15, 25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Cristo Jesús, habiendo  realizado  la  purificación de los pecados, está sentado a la derecha de Dios Padre.

Ant. 2. Nadie  ha  subido  al cielo, sino  el  que  bajó  del cielo, el Hijo del Hombre.

Salmo 113A

Israel librado de Egipto: las maravillas del Éxodo

Reconoced que también vosotros, los que renunciasteis, habéis salido de Egipto (S. Agustín)

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Nadie  ha  subido  al cielo, sino  el  que  bajó  del cielo, el Hijo del Hombre.

Ant. 3. El Hijo de Dios, nuestro  Maestro, se  ha convertido  para todos  los que  le obedecen en autor de salvación eterna.

Cántico Flp 2, 6-11

Cristo, siervo de Dios, en su misterio pascual

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. El Hijo de Dios, nuestro  Maestro, se  ha convertido  para todos  los que  le obedecen en autor de salvación eterna.

 

3. LECTURA BREVE

Ef 2, 4-7

Dios,  rico  en  misericordia, por  el  gran  amor  con  que nos  amó, estando  nosotros  muertos  por  los  pecados, nos ha  hecho  vivir  con  Cristo  –por  pura gracia  estáis  salvados-, nos  ha resucitado con  Cristo Jesús  y  nos  ha sentado en  el  cielo con  él. Así  muestra  a  las  edades futuras la inmensa  riqueza  de  su gracia, su  bondad  para con nosotros en Cristo Jesús.

 

4. RESPONSORIO BREVE

Jn 15, 5.4

V. Yo  soy  la  vid, vosotros  los  sarmientos. El  que  permanece en mí  y  yo en él, ése da fruto abundante;  porque sin mí no podéis hacer nada.
R. Yo  soy  la  vid, vosotros  los  sarmientos. El  que  permanece en mí  y  yo en él, ése da fruto abundante;  porque sin mí no podéis hacer nada.

V. Como  el  sarmiento  no  puede  dar fruto  por sí, si no permanece en la vid,  así tampoco  vosotros  si no permanecéis  en  mí.
R. Porque sin mí no podéis hacer nada.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
R. Yo  soy  la  vid, vosotros  los  sarmientos. El  que  permanece en mí  y  yo en él, ése da fruto abundante;  porque sin mí no podéis hacer nada.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo  soy  el  camino,  y  la  verdad,  y  la vida. El que permanece  en  mí  no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Aleluya.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo  soy  el  camino,  y  la  verdad,  y  la vida. El que permanece  en  mí  no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Aleluya.

 

6. PRECES

Reunidos  para  la oración  de  la tarde, fieles  al Espíritu de Jesucristo camino, verdad  y  vida, que  ora  en  nosotros, elevemos a él nuestra súplica, diciendo:

Maestro, nuestra vida y nuestro gozo, escúchanos.

Tú eres la luz del mundo;
—derrama  sobre  todos  los  hombres  la  plenitud  de  tu verdad,  para  que  todos  te conozcan  y te sigan.

Tú  nos  alimentas con  el  pan de tu Palabra y de tu Cuerpo en la eucaristía;
—danos la capacidad  de  querer lo que el Padre quiere y de amar  como  tú  amas, para que  también nosotros seamos palabra y alimento para nuestros hermanos.

Tú eres el  fundamento  de  la unidad  y  la  comunión  entre los hermanos;
—haz que, fieles al mandamiento del amor, permanezcamos siempre unidos a ti.

Tú “respondes a  las exigencias  fundamentales del hombre, quien  posee  una  inteligencia  que  ha  de  ser iluminada, una voluntad  que  ha de  ser guiada al bien, y un corazón que debe ser santificado”;
—danos  sabiduría  y  conocimiento  para  comprender  el misterio de tu presencia entre nosotros.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú eres  la  lámpara  que  ilumina  la ciudad  santa de  Dios;
—muestra tu rostro a nuestros hermanos difuntos,  para que  alcancen contigo la felicidad eterna.

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh  Dios,  Padre  de  la  luz,  que  en  la  plenitud  de  los tiempos  has  hablado  a  los  hombres  por  tu  Hijo  amado, concede a quienes lo confesamos Señor y Maestro ser fieles discípulos  suyos,  y  anunciarlo  al  mundo  como  camino, verdad y vida. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

 

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- Lecturas complementarias

JESUCRISTO,  DIVINO  MAESTRO

I

De los tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan

(Tratado 34, 8-9: CCL 36, 315-316)

Cristo  es  el  camino hacia la luz,  la verdad  y la  vida

El Señor dijo concisamente: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.  Con estas palabras nos mandó una cosa y nos prometió otra.  Hagamos lo que os mandó y, de esta forma, no desearemos de manera insolente lo que nos prometió;  no sea que tenga que decirnos el día del juicio: “¿Hiciste lo que mandé, para poder pedirme ahora lo que prometí?” “¿Qué es lo que mandaste, Señor, Dios nuestro?”  Te dice: “Que me siguieras.” Pediste un consejo de vida.  ¿De qué vida sino de aquella de la que se dijo: En ti está la fuente de la vida

Conque hagámoslo ahora, sigamos al Señor;  desatemos aquellas ataduras que nos impiden seguirlo.  Pero ¿quién será capaz de desatar tales nudos, si no nos ayuda aquel mismo a quien se dijo: Rompiste mis cadenas?   El mismo de quien en otro salmo se afirma: El Señor liberta a los cautivos, el Señor endereza a los que se doblan. ¿Y en pos de qué corren los liberados y los puestos en pie, sino de la luz de la que han oído: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en tinieblas?  Porque el Señor abre los ojos al ciego.  Quedaremos iluminados, hermanos, si tenemos el colirio de la fe.  Porque fue necesaria la saliva de Cristo mezclada con tierra para ungir al ciego de nacimiento.  También nosotros hemos nacido ciegos por causa de Adán, y necesitamos que el Señor nos ilumine.  Mezcló saliva con tierra;  por ello está escrito: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.  Mezcló saliva con tierra, pues estaba también anunciado: La verdad brota de la tierra; y él mismo había dicho: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.

Disfrutaremos de la verdad cuando lleguemos a verlo cara a cara, pues también esto se nos promete.  Porque ¿quién se atrevería a esperar lo que Dios no se hubiese dignado dar o prometer?  Lo veremos cara a cara.  El Apóstol dice: Ahora vemos confusamente en un espejo, entonces veremos cara a cara. Y Juan añade en su carta: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal cual es.   Ésta es una gran promesa.

Si lo amas, síguelo. “Yo lo amo -me dices-, pero ¿por qué camino lo sigo?”  Si el Señor, tu Dios, te hubiese dicho: “Yo soy la verdad y la vida”, y tú deseases la verdad y anhelaras la vida, sin duda que hubieras preguntado por el camino para alcanzarlas, y te estarías diciendo: “Gran cosa es la verdad, gran cosa es la vida;  ojalá mi alma tuviera la posibilidad  de llegar hasta ellas.”

¿Quieres saber por dónde has de ir?  Oye que el Señor dice primero:   Yo soy el camino.  Antes de decirte a donde, te dijo por dónde: Yo soy el camino. ¿Y a dónde lleva el camino?  A la verdad y a la vida.  Primero dijo por donde tenías que ir,  y luego a donde.  Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Permaneciendo junto al Padre, es la verdad y la vida; al vestirse de carne, se hace camino.

No se te dice: “Trabaja por dar con el camino, para que llegues a la verdad y a la vida”; no se te ordena esto.  Perezoso, ¡levántate!  El mismo camino viene hacia ti y te despierta del sueño en que estabas dormido, si es que es verdad te despierta;  levántate, pues,  y anda.

A lo mejor estás intentando andar y no puedes, porque te duelen los pies. Y  ¿por qué te duelen los pies?;  ¿acaso porque anduvieron por caminos tortuosos, bajo los impulsos de la avaricia?  Pero piensa que la Palabra de Dios sanó también a los cojos. “Tengo los pies sanos –dices-, pero no puedo ver el camino.”  Piensa que también iluminó a los ciegos.

 

II

Del comentario de santo Tomás de Aquino, presbítero, sobre el evangelio de san Juan

(Cap.  14, lec. 2)

El camino para llegar a la vida verdadera

Cristo en persona es el camino, por esto dice: Yo soy el camino.  Lo cual tiene una explicación muy verdadera, ya que por medio de él podemos acercarnos al Padre. Más, como este camino no dista de su término, sino que está unido a él, añade: Y la verdad, y la vida;  y, así, él mismo es a la vez el camino y su término.  Es el camino según su humanidad, el término según su divinidad.  En este sentido, en cuanto hombre, dice: Yo soy el camino;  en cuanto Dios, añade: Y la verdad, y la vida,  dos expresiones que indican adecuadamente el término de este camino.

Efectivamente, el término de este camino es la satisfacción del deseo humano, y el hombre desea principalmente dos cosas: en primer lugar, el conocimiento de la verdad, lo cual es algo específico suyo; en segundo lugar, la prolongación de su existencia, lo cual le es común con los demás seres.  Ahora bien, Cristo es el camino para llegar al conocimiento de la verdad, con todo y que él mismo en persona es la verdad: Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad. Cristo es asimismo el camino para llegar a la vida, con todo y que él mismo en persona es la vida;  Me enseñarás el sendero de la vida.

Por esto, el evangelista  identifica  el término de este camino con las nociones de verdad y vida, que ya antes ha aplicado a Cristo.  En primer lugar, afirma que él es la vida, al decir que en la Palabra había vida;   en segundo lugar, afirma que es la verdad, cuando dice que era la luz de los hombres,  ya que luz y verdad significan lo mismo.  Si buscas, pues, por dónde has de ir, acoge en ti a Cristo, porque él es el camino: Éste es el camino, camina por él.   Y san Agustín dice: “Camina a través del hombre y llegarás a Dios.” Es mejor andar por el camino, aunque sea cojeando, que caminar rápidamente fuera de camino.  Porque el que va cojeando por el camino, aunque adelante poco, se va acercando al término;  pero el que anda fuera del camino, cuanto más corre, tanto más se va alejando del término.  Si buscas a dónde has de ir, adhiérete a Cristo, porque él es la verdad a la que deseamos llegar: Mi paladar repasa la verdad.  

Si buscas dónde has de quedarte, adhiérete a Cristo, porque él es la vida: Quien me alcanza la vida y goza del favor del Señor

Adhiérete, pues, a Cristo, si quieres vivir seguro;  es imposible que te desvíes, porque él es el camino.  Por esto, los que a él se adhieren no van descaminados, sino que van por el camino recto.  Tampoco pueden verse engañados, ya que él es la verdad y enseña la verdad completa, pues dice:   Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para  ser testigo de la verdad. Tampoco pueden verse decepcionados, ya que él es la vida y dador de vida,  tal como dice: Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

 

III 

De la exhortación apostólica  Catechesi tradendae,  del papa Juan Pablo segundo

(Núms.  8-9) 

Jesús,  el único  Maestro

El que enseña así (con autoridad) merece a título único el nombre de Maestro.  ¡Cuántas veces se le da este título de maestro a lo largo de todo el nuevo Testamento, y especialmente en los evangelios!  Son evidentemente los Doce, los otros discípulos y las muchedumbres que lo escuchan quienes le llaman Maestro con acento a la vez de admiración, de confianza y de ternura.  Incluso los fariseos y los saduceos, los doctores de la Ley y los judíos en general no le rehúsan esta denominación: Maestro, quisiéramos ver una señal tuya;  Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?  Pero sobre todo Jesús mismo se llama Maestro en ocasiones particulares solemnes y muy significativas: Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor” y decís bien, porque de verdad lo soy;  y proclama la singularidad, el carácter único de su condición de Maestro: Uno solo es vuestro Maestro Cristo.  Se comprende que a lo largo de dos mil años, en todas las lenguas de la tierra, hombres de toda condición, raza y nación, le hay dado con veneración este título repitiendo a su manera la exclamación de Nicodemo: has venido como Maestro de parte de Dios.  Esta imagen  de Cristo que enseña, a la vez majestuosa y familiar, impresionante y tranquilizadora, imagen trazada por la pluma de los evangelistas y evocada después, con frecuencia por la iconografía desde la época paleocristiana -¡tan atractiva es!-, deseo ahora evocarla en el umbral de estas reflexiones  sobre la catequesis en el mundo actual.

No olvido, haciendo esto, que la majestad de Cristo que enseña, la coherencia y la fuerza persuasiva únicas de su enseñanza, no se explican sino porque sus palabras, sus parábolas y razonamientos no pueden separarse nunca de su vida  y de su mismo ser.  En este sentido, la vida entera de Cristo fue una continua enseñanza:  su silencio, sus milagros, sus gestos, su oración, su amor al hombre, la  predilección por los pequeños y los pobres, la aceptación del sacrificio total en la cruz por la salvación del mundo, su resurrección son la actuación de su palabra y el cumplimiento de la revelación.  De suerte que para los cristianos el Crucifijo es una de las imágenes más sublimes y populares de Jesús que enseña.

Estas consideraciones, que están en línea con las grandes tradiciones de la Iglesia, reafirman en nosotros el fervor hacia Cristo, el Maestro que revela a Dios a los hombres y al hombre a sí mismo;  el Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, exige, que conmueve, que endereza, juzga, perdona, camina diariamente con nosotros en la historia;  el Maestro que viene y que vendrá en la gloria.

 

IV

De la carta encíclica Redemptor hominis,  del papa Juan pablo segundo

(Núm.  19)

La Iglesia,  responsable de la verdad

A la luz de la sagrada doctrina del concilio Vaticano II, la Iglesia se presenta ante nosotros como sujeto social de responsabilidad de la verdad divina.  Con profunda emoción escuchamos a Cristo mismo cuando dice: La palabra que oís no es mía, sino del Padre, que me ha enviado.  En esta afirmación de nuestro Maestro, ¿no se advierte quizás la responsabilidad por la verdad revelada, que es propiedad de Dios mismo, si incluso él,  Hijo unigénito que vive en el seno del Padre,  cuando la transmite como profeta y maestro, siente la necesidad de subrayar que actúa en fidelidad plena a su divina fuente?

La misma fidelidad debe ser una cualidad constitutiva de la fe de la Iglesia, ya sea cuando enseña, ya sea cuando la profesa.  La fe, como virtud sobrenatural específica infundida en el espíritu humano, nos hace partícipes del conocimiento de Dios, como respuesta a su Palabra revelada.  Por esto se exige de la Iglesia que, cuando profesa y enseña la fe, esté íntimamente unida a la verdad divina y la traduzca en conductas vividas de “rationabile  obsequium”, obsequio conforme con la razón.  Cristo mismo, para garantizar la fidelidad a la verdad divina, prometió a la Iglesia la asistencia especial del Espíritu de verdad, dio el don de la infabilidad a aquellos a quienes ha confiado el mandato de transmitir esta verdad y de enseñarla  -como había definido ya claramente el concilio Vaticano I y, después repitió el concilio Vaticano II-  y dotó, además, a todo el pueblo de Dios de un especial sentido de la fe.  Por consiguiente, hemos sido hechos partícipes de esta misión de Cristo, profeta, y en virtud de la misma misión, junto con él servimos a la verdad divina en la Iglesia.  La responsabilidad de esta verdad significa también amarla y buscar  su comprensión más exacta, para hacerla más cercana a nosotros mismos y a los demás en toda su fuerza salvífica, en su esplendor, en su profundidad y sencillez juntamente.

Este amor y esta aspiración a comprender la verdad deben ir juntos, como lo demuestran las vidas de los santos de la Iglesia.  Ellos estaban iluminados por la auténtica luz que aclara la verdad divina, porque se aproximaban a esta verdad con veneración y amor:  amor sobre todo a Cristo, Verbo viviente de la verdad divina y, luego, amor a su expresión humana en el Evangelio, en la tradición y en la teología.

También hoy son necesarias, ante todo, esta comprensión y esta interpretación de la Palabra divina;  es necesaria esta teología. La teología tuvo siempre y continúa teniendo una gran importancia, para que la Iglesia, pueblo de Dios, pueda de manera creativa y fecunda participar en la misión profética de Cristo.   Por esto, los teólogos, como servidores de la verdad divina, que dedican sus estudios y trabajos a una comprensión siempre más penetrante de la misma,  no pueden nunca perder de vista el significado de su servicio en la Iglesia,  incluido en el concepto del “intellectus fidei”. Este concepto funciona, por así decirlo, con ritmo bilateral, según la expresión de san Agustín:  “comprende para creer; cree para comprender”, y funciona de manera correcta cuando ellos buscan servir al magisterio, confiado en la Iglesia a los obispos, unidos por el vínculo de la comunión jerárquica con el sucesor de Pedro, y cuando ponen al servicio su solicitud en la enseñanza y en la pastoral, como también cuando se ponen al servicio de los compromisos apostólicos de todo el pueblo de Dios.

Como en las épocas anteriores, así también hoy  -y quizá todavía más- los teólogos y todos los hombres de ciencia en la Iglesia están llamados a unir la fe con la ciencia y la sabiduría, para contribuir a su recíproca compenetración, como leemos en la oración litúrgica en la fiesta de san Alberto, doctor de la Iglesia.   Este compromiso hoy se ha ampliado enormemente por el progreso de la ciencia humana,  de sus métodos y de sus conquistas en el conocimiento del mundo y del hombre.  Esto se refiere tanto a las ciencias exactas, como a las ciencias humanas, así como también a la filosofía, cuya estrecha trabazón con la teología ha sido recordada por el concilio Vaticano II.

En este campo del conocimiento humano, que continuamente se amplía y al mismo tiempo se diferencia, también la fe debe profundizarse constantemente, manifestando la dimensión del misterio revelado y tendiendo a la comprensión de la verdad,  que tiene en Dios la única fuente suprema.   Si es lícito  -y es necesario incluso desearlo- que el enorme trabajo por desarrollar en este sentido tome en consideración un cierto pluralismo de métodos, sin embargo, dicho trabajo no puede alejarse de la unidad fundamental en la enseñanza de la fe y de la moral, como fin que le es propio.

Es, por tanto, indispensable una estrecha colaboración de la teología con el magisterio.  Cada teólogo debe ser particularmente consciente de lo que Cristo mismo expresó, cuando dijo: La palabra que oís no es mía, sino del Padre, que me ha enviado.  Nadie, pues, debe  hacer de la teología una especie de colección de los propios conceptos personales, sino que cada uno debe ser consciente de permanecer en estrecha unión con esta misión de enseñar la verdad,  de la que es responsable la Iglesia.

La participación en la misión profética de Cristo mismo forja la vida de toda la Iglesia, en su dimensión fundamental.  Una participación particular en esta misión compete a los Pastores de la Iglesia, los cuales enseñan y, sin interrupción y de diversos modos, anuncian y transmiten la doctrina de la fe y de la moral cristiana.  Esta enseñanza, tanto bajo el aspecto misionero como bajo el ordinario, contribuye a reunir al pueblo de Dios en torno a Cristo, prepara a la participación en la eucaristía, indica los caminos de la vida sacramental.

 

V

De una reflexión del beato Santiago Alberione,  presbitero 

(San Paolo, julio-agosto 1954 – CISP  148- 149)             

No temáis,  yo estoy con vosotros

No hay nada que cambiar;  no hay más que purificar, mejorar, realizar con formas nuevas.  Conviene recordar:  “En momentos de especial dificultad para la Familia Paulina, cuando el sacerdote Alberione revisaba toda su conducta por si hubiera por su parte impedimentos a la acción de la gracia, pareció que el Divino Maestro quería consolidar el Instituto iniciado pocos años antes.  En el sueño que tuvo después, le pareció tener una respuesta.  Jesús Maestro, en efecto, decía: “No temáis, yo estoy con vosotros.  Desde aquí quiero iluminar.  Vivid en continua conversión.”

Habló de esto con el director espiritual, advirtiendo en qué luz se hallaba envuelta la figura del Maestro.  Le respondió: “Tranquilízate; sea sueño o no, lo que dijo es santo; haz de ello como un programa práctico de vida y de luz para ti y para todos los miembros.”

En la devoción a Jesús Maestro está todo: dogma, moral y culto;  en esta devoción se encuentra al Cristo integral; por esta devoción el hombre es asumido, injertado en Jesucristo.  La espiritualidad adquiere plenitud y tanto el religioso como el sacerdote crecen de este modo en sabiduría (ciencia y sabiduría celestial), edad (virilidad y virtud)  y gracia (santidad) hasta llegar él a ocupar el lugar del hombre: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive  en mí.  En esta devoción convergen todas las devociones a la persona de Jesucristo Hombre-Dios.
Cómo interpretó él, en el conjunto de las circunstancias, estas expresiones: 

a)  “Yo estoy con vosotros”,  es decir: con vuestra Familia, que yo he querido, que alimento, de la que formo parte como cabeza. ¡No dudéis!  Aun cuando sean muchas las dificultades…; que yo pueda estar siempre con vosotros: ¡nada de pecados!

b)  “Desde aquí quiero iluminar.”  Esto es, yo soy vuestra luz y me serviré de vosotros para iluminar;  os doy esta misión y quiero que la cumpláis.  La luz que envolvía al Divino Maestro, la fuerza de voz de aquel “quiero” y “desde aquí” y la prolongada indicación con la mano hacia el sagrario fueron entendidas así: como una invitación a tomarlo todo de él, Maestro divino presente en el sagrario;  que ésta es su voluntad;  que la (entonces) amenazada Familia irradiaría gran luz…Por eso estimó más conveniente sacrificar la gramática al sentido, escribiendo “Ab hinc”.  Cada uno piense que es transmisor de luz, altavoz de Cristo, secretario de los evangelistas, de san Pablo, de san Pedro…   

c)  “Vivid en continua conversión”  significa un reconocimiento habitual de nuestros pecados, de los defectos e insuficiencias.  Distinguir en nuestra vocación lo que es de Dios de lo que es nuestro: a Dios todo el honor y a nosotros el desprecio.  De aquí nació la oración de la fe: “Pacto o secreto del éxito.”

 

 

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13. Dedicación Iglesia Divino Maestro – 31 octubre

-Introducción

31 de Octubre

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

Solemnidad en la misma

Una digna casa para Jesús Maestro

Después de haber realizado el proyecto de construcción del templo dedicado a San Pablo, en Alba, y al santuario dedicado a María Reina de los Apóstoles, en Roma, el Fundador de la Familia Paulina, quiso expresamente una iglesia dedicada a Jesucristo Divino Maestro, como lugar santo en el que, según palabras del mismo beato Santiago Alberione, “se pida intensamente luz para el mundo.”

Cuando en 1958 las Pías Discípulas del Divino Maestro consultaron al Fundador sobre la posibilidad de ampliar los locales de la Casa General, que era también casa de formación , el padre Alberione sugirió: “ Antes de pensar en ampliar vuestra casa, pensad en edificar una digna casa para Jesús Maestro.” Las hermanas se pusieron manos a la obra  y casi en vísperas del concilio Vaticano II, EL 3 DE Octubre de 1962, en presencia del Fundador, se bendecía y colocaba la primera piedra de lo que sería la iglesia dedicada a Jesús Maestro.

El padre Alberione siguió muy de cerca el proyecto y los trabajos. Quiso que la iglesia, en su estructura arquitectónica, así como las vidrieras y toda la ornamentación fuese, dentro de lo posible obra de las Pías Discípulas. Ya en 1947, cuando daban los primeros pasos en el desarrollo de su misión, el Fundador les había pedido: “El campo litúrgico es vuestro. Dedicaos al bordado, a la pintura, a la escultura y progresad. ¡Oh, sí tuvierais buenas pintoras, escultoras; si tuvierais quienes realicen estudios superiores, alguna hermana ingeniera, arquitecta, delineante, constructora! (A las Pías Discípulas del Divino Maestro 1947, 480)

Fueron varias las hermanas que, con el apoyo de personas competentes, llevaron adelante el proyecto de construcción. Puede afirmarse que la iglesia de Jesús Maestro se construyó con la colaboración artística de muchas hermanas y con la aportación económica de todas las comunidades de la Congregación. No era raro ver a las jóvenes en formación y a las hermanas en momentos de recreo, acarreando ladrillos y otros elementos, para acelerar el trabajo de los obreros, y también para que la iglesia fuese de veras obra de sus manos.

El 18 de Marzo de 1966, tuvo lugar la dedicación del altar de la cripta. El mismo día, el padre Alberione celebraba en él la primera eucaristía. Fue entonces cuando la comunidad las Pías Discípulas inició la adoración eucarística perpetua “orando en especial por las intenciones del santo Padre, por la diócesis de Roma, por nuestra parroquia, por la humanidad entera y para obtener que en toda la Familia Paulina se comprenda y se viva del Maestro Divino, para irradiarlo en la misión específica.” El día 31 de Octubre de 1999, el cardenal Giovanni Canestri, que había dedicado el altar de la cripta, dedicaba también solemnemente la iglesia de Jesús Maestro. Desde ese día, las Pías Discípulas mantienen allí la adoración eucarística perpetua, dejando la cripta para los grupos que tienen encuentros de formación y oración en los locales contiguos a la iglesia y participan en las celebraciones litúrgicas y la adoración eucarística. Porque, como afirman con razón las Premisas del rito de la dedicación (n.27), será la comunidad cristiana que se reúna en esta iglesia para escuchar la Palabra de Dios, para orar, para celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos, la que haga santo este edificio, signo de la Iglesia peregrina en la tierra, imagen de la Iglesia de los bienaventurados en el cielo.

 

 

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-Misa

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Sal 67,6-7,36

Dios vive en su santa morada. Dios, que prepara casa a los desvalidos, da fuerza y poder a su pueblo.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional propio)

Opcional:

— Tú que has venido a reunir a los hijos de  Dios dispersos: Señor, ten piedad.  R.

— Tú que  edificas la Iglesia de Dios con piedras vivas: Cristo, ten piedad.  R.

— Tú que quieres  que seamos templos vivos de Dios: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que nos haces revivir cada año, el día de la consagración de esta iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Vi que manaba agua del lado derecho del templo, y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.

Lectura de la profecía de Ezequiel   

47,1-2.8-9.12

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.

Del zaguán del templo manaba agua hacia levante – el templo miraba a levante -. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.

Me sacó por la puerta septentrional  y me llevó a la puerta exterior que miraba a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.

Me dijo: “Esta agua fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.

A la vera del río, en sus dos riberas crecerán todas clases de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.”

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL   

Sal 45,2-3., 5-6.8-9 (R: 5)

R. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
Poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y  los montes se desplomen en el mar.
R.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Como piedras vivas entráis en la construcción del templo del Espíritu

Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro

2, 4-9

Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para obtener sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

Dice la Escritura:
“Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.”

Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular, en piedra de tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir  de la tiniebla ya entrar en su luz maravillosa.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA           

Cf. Ez 37, 27

Elijo y consagro este templo -dice el Señor- para que esté en el él mi nombre eternamente.

 

EVANGELIO

Hablaba del templo de su cuerpo

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan

2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los Judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y haciendo un azote de cordeles,  los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de Padre.”

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora.”

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: “¿Qué signos nos muestras para obrar así?” Jesús contestó: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.”
Los judíos le replicaron: “Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿ y tú lo vas a levantar en tres días?”

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de lo que había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor.

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional)

Por la fe y el bautismo hemos llegado a ser templos vivos de  Dios, su pueblo sacerdotal.  Oremos por la edificación de la Iglesia y por la  salvación de todos los  hombres, diciendo:

Congréganos, Padre, en la unidad de tu amor.

— Por la  santa  iglesias de Dios: para que, purificada y  fortalecida por el  Espíritu Santo, congregue a todos los  pueblo en un solo rebaño bajo un solo pastor, oremos.

— Por los miembros  de nuestra comunidad religiosa [parroquial]: para que, escuchando la palabra de vida y participando en los sacramentos, lleguen a ser auténticos discípulos  de  Cristo y testigos creíbles del Evangelio, oremos.

— Por nuestra comunidad: para  que  al recordar la dedicación de esta iglesia, experimente el gozo de pertenecer  al Padre y ser esposa de Cristo, oremos.

— Por  los padres y madres de familia, por los empresarios y los obreros, por los profesores y alumnos, por todos los que trabajan en el ámbito familiar y social: para que el Espíritu del Señor los haga felices  y perseverantes en su servicio, oremos.

—Por los enfermos, ancianos y marginados, por los que están solos: para que  experimente en la comunidad la presencia viva y consoladora del, oremos.

Oh Dios, que nos  convocas en tu  casa para alabarte, escuchar tu palabra y celebrar los  misterios de la salvación, haz que tu Espíritu nos libre de todo individualismo y nos congregue en la unidad de una sola familia. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Al conmemorar el día en el que dignaste llenar tu casa de gloria y santidad, te rogamos, Señor,
Que hagas de nosotros una ofrenda agradable a tus ojos.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La iglesia peregrina y la nueva Jerusalén

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en esta casa visible que hemos construido,
donde reúnes y proteges sin cesar
a esta familia que hacia ti peregrina,
manifiestas y realizas de manera admirable
el misterio de tu comunión con nosotros.
En este lugar, Señor,
tú vas edificando aquel templo
que  somos nosotros,
y así la Iglesia extendida por toda la tierra,
crece unida, como Cuerpo de Cristo,
hasta llegar a ser la nueva Jerusalén,
verdadera  visión de paz.
Por eso Señor, 
te celebramos en el templo de tu gloria,
y con todos los ángeles
te bendecimos y te glorificamos, diciendo:
Santo, Santo, Santo….

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Mt 21, 13; Lc 11, 10

Mi casa es de oración – dice el Señor – en ella quien pide, recibe, quien busca encuentra, halla y al que llama, se le abre.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que tu pueblo santo reciba la gracia y el gozo de tu bendición,  para que consiga en el espíritu los frutos de la conmemoración que ha celebrado en esta eucaristía.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, Señor del cielo y de la tierra,
que ha querido congregaros hoy
para celebrar el aniversario
de la  dedicación de esta iglesia,
os enriquezca con sus bendiciones.   
         
R. Amén.       

Él, que quiso reunir en Cristo a todos los hijos dispersos,
haga de vosotros templo suyo
y morada del Espíritu Santo.
    
R. Amén.         

Para que así, purificados de todas mancha,
gocéis de Dios, que  vienes a vosotros
y en vosotros hacen morada,
y alcancéis un día, con todos los santos,
la heredad del reino eterno.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO        

I        

No rechazaremos
la piedra angular.
Sobre el cimiento de tu cuerpo
levantaremos la cuidad.

Una ciudad para todos.  
Un gran techo común.
Una mesa redonda como el mundo.    
Un pan de  multitud.    
Un lenguaje de corazón abierto.  
Una esperanza: «Ven, Señor Jesús. »     

Suben las tribus del mundo,
suben a la ciudad.   
Los que  hablaba en lenguas diferentes
proclaman la unidad. 
Nadie grita: «¿Quién eres?», o «¿de dónde?
Todos se llaman hijos de la paz.         

II

¡Jerusalén, cuidad dichosa!    
¡Jerusalén, visión de paz!
Sobre los cielos te levantas,
alta cuidad de piedra vivas,
y ángeles puros te coronan
como una joven desposada.   

¡Jerusalén, cuidad dichosa!  
Desciendes virgen de los cielos
y entras al tálamo de  bodas
para ser cuerpo del Esposo; 
tus azoteas y tus muros 
son construcción de oro purísimo.        

Relampaguea jubilosa
la pedrería de tus puertas; 
abres tus ámbitos sagrados
y, por la palma de sus méritos,
penetra en ellos el que sufre
pasión por Cristo en este mundo.

¡Oh hermosas piedra bien labradas,
prueba tras prueba, golpe a golpe!   
¡Cómo se ajustan en  sus puestos
bajo la mano del  artífice,
y permanecen duraderas
en los sagrados edificios!   

Gloria y honor al Dios altísimo,
al Padre, al hijo y al Paráclito.
Suyo el poder y la alabanza
por los siglos. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas.

Ant. 2. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! +

Salmo 83

Añoranza del templo

Aquí no tenemos ciudad permanente sino que andamos en busca de la futura (Hb  13, 14)           

¡Que deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!    

+ Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.     

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares,  Señor de los ejércitos
Rey mío y Dios mío.       

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre. 
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación; 

cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
las cubriera de  bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión.            

Señor de los ejército, escucha mi suplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.     

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con malvados.      

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.      

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Ant. 3. ¡Que pregón tan glorioso  para ti, cuidad de Dios!

Salmo 86

Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos

La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios, etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. ¡Que pregón tan glorioso  para ti, cuidad de Dios!

 

4. VERSÍCULO

V. Me postraré hacia tu santuario.
R. Daré gracias a tu nombre, Señor.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pedro    

2,1-17                                 

Como piedras vivas, entráis en la construcción

Querido hermanos: Despojaos de toda maldad, de todo doblez, fingimiento, envidia y de toda malicia.   Como el niño recién nacido ansía la leche, ansiad vosotros la auténtica, no adulterada, para crecer con ella sano;  ya que habéis saboreado lo  bueno que es el Señor.

Acercándoos al Señor, la pierda viva desechada por los hombre, pero escogida y preciosa ante Dios también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.       

Dice la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.»

Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en  piedra angular». En piedra de  tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tiniebla y a entrar en su luz  maravillosa. Antes erais «no pueblo», ahora sois «pueblo de Dios»; antes erais «no compadecidos»,  ahora sois «compadecidos. »                 

Queridos hermanos, como forasteros en país extraño, os recomiendo que os apartéis de los deseos carnales que os hacen la guerra. Vuestra conducta entre los gentiles sea buena; así, mientras os calumnian como sin fuerais criminales, verán con sus propios ojos que os portáis  honradamente y darán gloria a Dios el día que él los visite.              

Acatad toda institución humana por amor del Señor; lo mismo al emperador, como a soberano, que a los  gobernadores,  como delegado suyos  para  castigar a los malhechores y premiar a los que hacen el bien.  Porque así lo quiere Dios: que, haciendo el bien, le tapéis la boca a la estupidez de los ignorantes; y esto como hombres libres; es decir, no usando la libertad como tapadera de la villanía, sino como siervos de Dios.  Mostrad consideración a todo el mundo, amad a vuestros hermanos, temed a Dios, honrad al emperador.

 

RESPONSORIO                                                   

Cf. 21, 19-21; Tb 13, 17

V. Tus murallas serán adornadas con piedras preciosas, y tus torres serán construidas con perlas.
R. Tus murallas serán adornadas con piedras preciosas, y tus torres serán construidas con perlas.

V. Las puertas de Jerusalén serán renovadas con zafiros y esmeraldas, y todos tus muros con piedras preciosas.
R. Y tus torres serán construidas con perlas.

 

SEGUNDA LECTURA

De las homilías de orígenes, presbítero, sobre el libro de Josué         

(Homilía 9, 1-2: SC 71, 244-246)                            

Somos edificados a manera de piedra vivas como casa y alta de Dios.  

Todos los que creemos en Cristo Jesús somos llamados piedra vivas, de acuerdo con lo afirma la Escritura: Vosotros, como piedra vivas, entráis en la construcción del templo del espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificio espirituales que Dios acepta por Jesucristo.      

Cuando se trata de piedras  materiales, sabemos que se tiene cuidado de colocar en los cimientos las piedras más sólidas y resistentes con el fin de que todo el peso del edificio pueda descansar con seguridad sobre ellas. Hay que entender que esto se aplica también a las piedras vivas, de las cuales algunas son como cimientos del edificio espiritual. ¿Cuáles son estas piedras que se colocan como cimiento?  Los apóstoles y profetas. Así lo afirma Pablo cuando nos dice: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

Para que te prepares con mayor interés, tú que me escuchas, a la construcción de este edificio, para que sea una  de las piedras próximas a los cimientos, debe saber que es  Cristo mismo el cimiento de este edificio que estamos describiendo. Así lo afirma el apóstol Pablo: Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto. Que es Jesucristo. ¡Bienaventurados, pues, aquellos que construyen edificios espirituales sobre cimiento tan noble!

Pero en este edificio de la iglesia conviene también que haya un altar. Ahora bien, yo creo que son capaces de llegar a selo todos aquellos que, entre vosotros, piedras vivas, están dispuestos a  dedicarse a la oración, para ofrecer a Dios día y noche sus intercesiones, y a inmolarle las victimas de sus súplicas, ésos son, en efecto, aquellos con los que Jesús edifica su altar.

Considera, pues, qué alabanza se  tributa a las piedras del altar. La Escritura afirma que se construyó, según está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras sin labrar, a las que no había tocado el hierro. ¿Cuáles, piensas tú, que son estas piedras sin labrar? Quizá estas piedras sin labrar y sin mancha sean los santos apóstoles, quienes, por su unanimidad y su concordia, formaron como un único altar. Pues se nos dice, en efecto, que todos ellos perseveraban unánimes en  las oraciones, y que abriendo los  labios decían: Señor, tu penetras el corazón de todos.  Ellos, por tanto, que oraban concordes con una misma voz y un mismo espíritu, son digno de formar un único altar sabré el que Jesús ofrezca su sacrificio al Padre.

Pero nosotros también, por nuestra parte, debemos esforzarnos por tener todos un  mismo pensar y un mismo sentir, no obrando por envidia ni por ostentación, sino  permaneciendo en el mismo espíritu y  en los mismo sentimientos, con el fin de que también nosotros podamos   llegar a ser piedra aptas para la construcción del altar.      

 

RESPONSORIO BREVE

CF. Is 2,2. 3; Sal 125,6

V. La casa del Señor está firme sobre la cima de los montes, y ha sido encumbrada sobre las montañas. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»
R. La casa del Señor está firme sobre la cima de los montes, y ha sido encumbrada sobre las montañas. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»

V. Al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
R. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»

 

O bien:

De los sermones de san Agustín, obispo

(Sermón 336,1.6: PL [edición 1861], 1471-1472.1475)

Edificación y consagración de la casa de Dios en nosotros

El motivo que hoy nos congrega es la consagración de una casa de oración. Estas es la casa de nuestras oraciones, pero la casa de Dios somos nosotros mismo.  Por eso nosotros, que  somos la casa de Dios, nos vamos edificando durante esta vida, para ser consagrados al final de los tiempos. El edificio o, mejor dicho, la construcción del edificio exige ciertamente trabajo; la consagración, en cambio, trae consigo el gozo.  

Lo que aquí se hacía, cuando se iba construyendo esta casa, sucede también cuando los creyentes  se congregan en Cristo. Pues, al acceder a la Fe, es como si se extrajeran de los montes y de las selvas las piedras y los troncos; y, cuando reciben la catequesis y el bautismo, es como si fueran tallándose, alineándose y nivelándose por las manos de los artífices y carpinteros.       

Pero no llegan a ser casa de Dios sino cuando se  aglutinan en la  caridad. Nadie  entraría en esta casa si las piedras y los maderos no estuviesen unidos y  compactos con un determinado  orden, si no estuviesen bien trabados, y si la unión entre  ellos no fuera tan íntima que en cierto modo puede decirse que se aman. Pues cuando ves en un edificio que las piedras y que los maderos están perfectamente unidos, entras sin miedo y no temes que se hunda.   

Así, pues, porque nuestro Señor Jesucristo quería entrar  en nosotros y habitar en  nosotros, afirmaba, como si nos estuviera edificando: Os doy  un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. «Os doy —dice— un mandamiento. Antes erais hombre viejos, todavía  no erais, para mí una  casa, yacíais en vuestra propia ruina. Para salir, pues, de la caducidad de  propia  ruina, amaos, unos a otros.»                            

Considerad, pues, que esta casa,  como fue profetizado y  prometido, debe ser edificada por todo el mundo.  Cuando se construía el templo después del  exilio, como se afirma en un salmo, decían:   Cantad al Señor un cántico nuevo;  cantad al señor, toda  la tierra. Lo que allí decía: Un Cantico nuevo, el Señor lo llama: Un  mandamiento  nuevo. Pues ¿Qué novedad posee un cantico, si no es el amor nuevo? Cantar es propio de quien de quien ama santo.  

Así, pues, lo que vemos que se realiza aquí materialmente en las paredes, hagámoslo espiritualmente en nuestras almas. Los que consideramos como una obra perfecta en las piedras y en los maderos, ayudados por la gracia de Dios, hagamos que sea perfecto  también en nuestros cuerpos. 

En primer lugar, demos gracias a Dios, nuestro Señor, de quien proviene todo buen don y toda dádiva perfecta. Llenos de gozo, alabemos su bondad, pues para construir esta casa de oración ha visitado las almas de sus fieles, ha despertado su afecto, les ha concedido su ayuda, ha inspirado a los reticentes para que quieran, ha ayudado sus buenos intentos para que obren, y de esta forma Dios, que activa en los suyos el querer y la actividad según su beneplácito, el mismo ha comenzado y han llevado a  perfección todas  estas cosas.                

 

RESPONSORIO

Sal 83, 2-3. 5

V. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
R. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.

V. Los que viven en tu casa te alabarán siempre.
R. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la  consagración de esta iglesia  dedicada a  Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención.   

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Piedra angular y fundamentos es Cristo
del templo espiritual que  al Padre alaba,
en comunión de amor con el Espíritu
viviente, en lo más íntimo del alma. 

Piedras vivas son  todos los  cristianos,
cuidad, reino de Dios edificándose,
entre sonoros cánticos de júbilo,
al Rey del universo, templo santo.       

El cosmos de alegría se  estremece
al latido vital de nueva savia,
al pregustar el gozo y la alegría
de un cielo y una tierra renovados.     

Cantad, hijos de Dios, adelantados, 
Cristo total, humanidad salvada,
en la que  Dios en todos será todo,
comunión viva en plenitud colmada.   

Demos  gracias al Padre, que  nos llama
a ser sus hijos en el Hijo amado,
abramos nuestro espíritu al Espíritu,
adoremos a Dios que a todos salva. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Mi casa se llama  casa de oración.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Mi casa se llama  casa de oración.


Ant. 2: Bendito eres, Señor, en el tempo de tu santa gloria.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Bendito eres, Señor, en el tempo de tu santa gloria.


Ant. 3: Cantad al  Señor en la asamblea de los fieles.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. 3: Cantad al  Señor en la asamblea de los fieles.

 

4. LECTURA BREVE

Is 56, 7

Los traeré mi monte santo, los alegraré en mi casa de  oración, aceptaré sobre mi  altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.
R. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.

V. En la cuidad de nuestro Dios, en su monte santo.
R. Y muy digno de alabanza.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: «Zaqueo, baja en seguida; porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él  bajó en seguida y lo recibió muy contento. «Hoy  Dios ha dado la salvación a  esta casa.» Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: «Zaqueo, baja en seguida; porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él  bajó en seguida y lo recibió muy contento. «Hoy  Dios ha dado la salvación a  esta casa.» Aleluya.

7. PRECES

Como piedras vivas, edificadas sobre Cristo, la piedra es cogida, oremos al Padre todopoderoso por  su  Iglesia amada y confesemos nuestra fe en ella, diciendo:

Ésta es la casa de  Dios y la puerta del cielo.

Padre del cielo, tú eres el labrador, guarda,  purifica y acrecienta tu viña,
—haciendo que sus sarmientos llenen toda la  tierra.             

Pastor eterno, protege y acrecienta tu rebaño,
—y haz que todas las ovejas  se reúnan en  un solo redil bajo un solo pastor,  Jesucristo, tu hijo.

Sembrador todopoderoso, siembra la palabra en tu campo,
—y haz que dé frutos del ciento por uno para la vida eterna.        

Arquitecto prudente, santifica tu familia, que es la Iglesia,
—y  haz que aparezca ante el mundo como cuidad celestial, nueva  Jerusalén y esposa sin tacha.

Se pueden añadir intenciones libres.

Empleando el modelo de oración propuesto por Cristo, nuestro Señor, digamos.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Señor, tú que nos haces  revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las  plegarias de tu pueblo, y haz que en este  lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los  Frutos  de una plena redención. Por  nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad de Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

 

3. LECTURA BREVE

I Co 3, 16-17

¿No sabéis que sois templo de Dios y el Espíritu de  Dios habita en vosotros?   Si alguno destruye el templo de Dios, Dios los destruirá a él, porque el tempo de Dios es santo. Ese templo sois vosotros.                                                     

V.  Señor, yo amo la belleza de tu casa.     
R.   El lugar donde reside tu gloria.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta  iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este  lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tu fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

 

3. LECTURA BREVE

2 Co 6, 16

Nosotros somos templo del Dios vivo, así lo dijo él: «Habitare y caminaré con ellos; seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.»      

V. Desead la paz a Jerusalén.     
R. Vivan seguros los que te aman.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta  iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este  lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tu fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

 

3. LECTURA BREVE

Jr 7, 2b. 4-5a. 7a                              

¡Escuchad la palabra del Señor, los que entráis  por estas puertas para adorar al Señor!  No os creáis seguros con  palabras engañosas, repitiendo: «Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del  Señor.» Si enmendáis  vuestra conducta y vuestras acciones, entonces habitaré con vosotros en este lugar.

V. Entrad por las puertas del  Señor con acción de gracias.               
R. Por sus atrios con  himnos.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta  iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este  lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tu fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-I Vísperas (Primeras vísperas)

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Nueva Jerusalén y cuidad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de dios en Cristo edificada,
Iglesia santa.

Esposa engalanada, con Cristo desposada
por obra del Espíritu en sólida  alianza,
divino hogar, fuego de Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el nuevo Adán recrea a sus hermanos,
donde el «no» del pecador, por pura gracia,
donde el «si» eterno de amor de Dios alcanza,
Iglesia santa.

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que  en el Hijo Jesús, Señor constituido,
del hombre que ha caído raza de  Dios levanta,
Iglesia Santa. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. En las plazas de Jerusalén reina la alegría, y en sus villas resuena el canto de gozo: «Aleluya.»

Salmo 146

Poder y bondad de Dios

A ti, oh Dios, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
el sana los corazones destrozados,
venda sus heridas. 

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y   poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. 

Entonad la  acción de gracias del Señor,
tocad la citara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes, 
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirve al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las  crías de cuervo que graznan. 

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confía en su misericordia.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 1. En las plazas de Jerusalén reina la alegría, y en sus villas resuena el canto de gozo: «Aleluya.»

 

Ant. 2. El Señor ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. El Señor ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

 

Ant. 3. En la ciudad de Dios se alegra la muchedumbre de los santos, y los ángeles cantan himnos de júbilo ante el trono de Dios. Aleluya.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,

(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,

(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,

(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. En la ciudad de Dios se alegra la muchedumbre de los santos, y los ángeles cantan himnos de júbilo ante el trono de Dios. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Ef 2, 19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de  Dios. Estáis edificados sobre  el cimiento  de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él  también vosotros os vais integrando en la construcción. Para ser morada de Dios, por el Espíritu.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.
R. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.

V. Por días sin término.
R. Es el adorno de tu casa.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Gozad con Jerusalén, todos los que la amáis, y alegraos de su alegría.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Gozad con Jerusalén, todos los que la amáis, y alegraos de su alegría.

 

6. PRECES

Oremos, hermanos, a nuestro Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos, y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Señor Jesús, que cimentaste tu casa en la  roca,
—confirma y robusteces la fe y la esperanza de tu  Iglesia.

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
—renueva la iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza.    

Señor Jesús, que estás en medio de los se reúnen en tu nombre,
— atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.  

Señor Jesús, que con el Padre viene y haces morada en los que te aman,
—perfecciona a tu Iglesia por la caridad.   

Se pueden añadir intenciones libres.

Señor Jesús, que no echas fuera a ninguno de los viene a ti,
—acoge a todos los difuntos en la mansión de Padre.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada años el  día de la consagración  de esta iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que  en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tu fieles obtengan los frutos de una plena redención.  Por nuestro Señor Jesucristo, tú Hijos, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los  siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-II Vísperas (Segundas Vísperas)

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL DIVINO MAESTRO, EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Nueva Jerusalén y cuidad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de  Dios en  Cristo edificada.
Iglesia santa.          

Esposa engalanada, con  Cristo desposada
por obra del Espirita en  sólida alianza, 
divino hogar, fuego de  Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.                

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el  nuevo Adán recrea a su hermanos,
donde el «no» del pecador, por pura gracia,
el «si» eterno de amor de Dios alcanza, 
Iglesia santa.    

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que en el hijo Jesús, Señor constituido,
del  hombre que ha  caído raza de  Dios levanta. 
Iglesia santa. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. El  Altísimo consagra su morada; teniendo a  Dios en medio de ella, no vacila.

Salmo 45

Dios refugio y fortaleza de su pueblo

Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios –con-nosotros» (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra has el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. El  Altísimo consagra su morada; teniendo a  Dios en medio de ella, no vacila.

Ant. 2. Vamos alegres a la casa del Señor

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Vamos alegres a la casa del Señor

Ant. 3. Alabad a Dios, todos sus santos.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,

(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,

(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,

(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Alabad a Dios, todos sus santos.

 

3. LECTURA BREVE

Ap 21,2-3, 22. 27

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que  descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios.» Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Nunca entrará en ella nada impuro, ni idólatras ni impostores, sólo entrarán los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.
R. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

V. Alabándote siempre.
R. En tu casa.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es  la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es  la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

 

6. PRECES

Oremos, hermanos, a nuestro  Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos; y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Señor Jesús, que cimentaste en tu casa en la roca,
—confirma y robustece la fe y la esperanza de tu iglesia                   

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
—renueva la Iglesia con los sacramentos de la nueva  y eterna alianza.       

Señor Jesús, que estás en medio de los que se reúne en tu nombre,
—atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.             

Señor Jesús, que con el Padre vienes y  haces morada en los que te aman,
—perfecciona a tu Iglesia por la caridad.      

Se pueden añadir intenciones libres.

Señor Jesús, que no  echas fuera a ninguno de los que vienen a ti,
—acoge a todos los difuntos en la mansión del Padre.

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a Jesucristo, Divino Maestro, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que  en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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- Lectura complementaria

DEDICACIÓN  DE  LA  IGLESIA DEL  DIVINO  MAESTRO, EN  ROMA 

De una meditación del beato Santiago Alberione, presbítero

(Alle Pie Discepole del Divin  Maestro,  1963,  337-339;  1964,  385)

Una iglesia en la que se pedirá constantemente luz para el mundo

En las casas en las que sea posible, junto a vosotras, en las horas de adoración, podría haber también seglares.  Pero incluso cuando no sea posible recibirlos en vuestras casas, inspirad, fomentad la adoración del Santísimo Sacramento, y especialmente la participación en la Misa. Que los fieles lleguen a apreciar más la Misa y también la comunión. Y que puedan comprometerse, por ejemplo, a hacer una hora al mes o una hora semanal de adoración.  

La Eucaristía es el centro de todo, de toda la liturgia.

Por lo tanto, cooperad todas para que Dios, el Divino Maestro os ilumine cada vez más para saber presentar cada vez mejor la sagrada liturgia.  Incluso en las ilustraciones, pero más aún en los diversos artículos, cuanto más vuestros sean, más poseerán una bendición, ya que nacen de vuestro corazón y de vuestra mente de almas consagradas a Dios, que tienen una gracia y una unción especial.  Sí,  que la liturgia mejore cada vez más.

Hay que cuidar, pues, la cooperación.  Formar cooperadores que trabajen en la pastoral vocacional, para vosotras y para toda la Familia Paulina.

Ahora bien, existe una razón muy importante y es ésta:  un mérito, que ahora en cierto sentido podemos considerar temporal, es decir, la construcción de la iglesia del Divino Maestro.  ¡Que sean muchos los que cooperen!  Aunque fuerais capaces de realizar toda vuestra construcción sin ninguna ayuda, tendrías mucho mérito, pero conviene hacer partícipes a otros de este mérito: ¡el de erigir un monumento al Maestro Divino en Roma! 

Cuando nos llamaron para que aceptáramos una parroquia en Roma, en la diócesis de Roma, yo había dicho: “Nuestra parroquia estará dedicada a Jesús Maestro.”  Se me respondió: “Está muy bien, pero todavía no es popular porque aún se venera poco este título de Jesús “Maestro.” Respondí: “Entonces al Buen Pastor.” Pero llegará el momento en que, precisamente en el centro de Roma Jesús tendrá una iglesia dedicada en su honor, en la que se pedirá constantemente luz para el mundo. Porque el Maestro quiere iluminar: “Yo soy la luz.” Eso es: “Desde aquí quiero iluminar.” E ilumina desde el Sagrario.  Y vosotras con la oración, conseguiréis que esta luz se difunda y llegue cada vez más a todas las almas del mundo, a todos los hombres.

Que la iglesia que se está construyendo llegue a ser de veras lo que está en las intenciones: el centro de la Congregación para todas las casas dispersas por Italia y las demás naciones.  El centro.  Lo cual, significa orar por todo el Instituto, es decir, por todas las casas y, al mismo tiempo, que todos los corazones de todas las Pías Discípulas extendidas por el mundo estén orientados a la iglesia central y se sientan, en esta forma, realmente unidas, formando un solo cuerpo.

 

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14. Dedicación Iglesia San Pablo – 25 noviembre

-Introducción

25 de noviembre

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

Solemnidad en la misma

La iglesia de la buena prensa

“Este templo, devoto, estará totalmente orientado a expresar una tesis: (nosotros, los paulinos,) como San Pablo recibimos de labios del Divino Maestro, … la Palabra de Dios que  a través de la prensa, se transformará en vida, camino y verdad para las almas.” Esto afirmaba el padre Alberione el 15 de marzo de 1925.

El 30 de junio de ese mismo año se puso la primera piedra, sacada de la puerta santa de la basílica de San Pablo, de Roma. Y después de 3 años de trabajo, al que contribuyeron los brazos de todos los paulinos y paulinas, el templo fue inaugurado el 28 de octubre de 1928, con la bendición del obispo Francisco Re.

En la serie de sucesivas intervenciones para el acabado del interior, desde el presbiterio hasta el órgano, el padre Alberione dedicó una escrupulosa atención al ciclo decorativo- vidrieras historiadas- grupos marmóreos de la Gloria y de su marco monumental, pinturas de las capillas y decoración del suelo, para que todo ilustrara y figura y la misión del apóstol, de acuerdo con su visión carismática. Se trata exactamente de la tesis de San Pablo, intérprete del Divino Maestro, y portavoz suyo para los lejanos.

En 1954, el fundador advertía con gozo que la familia Paulina a los 40 años de sus comienzos, hospedaba al Divino Maestro eucarístico en 150 capillas dispersas por el mundo (cf. AD 74) pero que 3 eran las iglesias principales, de acuerdo con las tres principales devociones: “Jesús Maestro, Reina de los Apóstoles y San Pablo (AD 75).

La primera, cronológicamente, fue la dedicada al apóstol Pablo, porque “San Pablo, que es el verdadero fundador de la Institución (paulina)…, su padre, maestro, modelo y protector…, merecía la primera iglesia y la hermosa Gloria que lo representa en su apostolado y en su paternidad con respecto a los paulinos” (CISP 145-147).

El 25 de noviembre de 1990, como colofón de los trabajos que le dieron su aspecto actual, la iglesia fue solamente dedicada por el obispo Julio Nicolini.

El templo de San Pablo de Alba constituyó (para la flia. Paulina) un inmenso patrimonio espiritual y humano, antes que artístico, hecho de fe y coraje heroico, de una estima sin límites hacia el Apóstol de los gentiles, unida a una entrega sin reservas a su causa… Una suma incalculable de valores ideales, capaces de suscitar memorias y emociones, de inspirar actitudes y renovar propósitos (R. Perino, II Templo di S. Pablo in Alba, p.5).

 

 

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-Misa

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Sal 67, 36

Desde el santuario Dios impone reverencia: es el Dios de Israel quien da fuerza y poder a su pueblo. ¡Dios sea bendito!

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional propio)

Opcional:

— Tú que has venido a reunir a los hijos de  Dios dispersos: Señor, ten piedad.  R.

— Tú que  edificas la Iglesia de Dios con piedras vivas: Cristo, ten piedad.  R.

— Tú que quieres  que seamos templos vivos de Dios: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol San Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Estén tus ojos abiertos sobre este templo

Lectura del primer libro de los Reyes 8,22-23.27-30

En aquellos días, Salomón, en pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo: «¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba  en el cielo,  ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, fiel a la alianza con tus vasallos, si caminan de todo corazón en tu presencia.

Aunque, ¿es posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuanto menos este templo que he construido!

Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu siervo. Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige  hoy tu siervo. Día y  noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu nombre. ¡Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio! Escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú, desde tu morada del cielo, y perdona.»

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL   

Sal 94,1-2.3-5.6-7 (R:2a)

R. Entremos a la presencia del Señor dándole gracias.

Venid aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos en su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
R.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en sus manos las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Sois  templo de Dios

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios

3,9c-11.16-17

Hermanos:
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye.
Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA           

Mc 11, 17

Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos.

 

EVANGELIO

Los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad.

+ Lectura del santo Evangelio según San Juan

4, 19-24

En aquel tiempo, la mujer samaritana dijo a Jesús:
—“Señor, veo que tú eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.”

Jesús le dice:
—“Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros  adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.

Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.”

Palabra del Señor

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional)

Por la fe y el bautismo hemos llegado a ser templos vivos de  Dios, su pueblo sacerdotal.  Oremos por la edificación de la Iglesia y por la  salvación de todos los  hombres, diciendo:

Congréganos, Padre, en la unidad de tu amor.

— Por la  santa  iglesias de Dios: para que, purificada y  fortalecida por el  Espíritu Santo, congregue a todos los  pueblo en un solo rebaño bajo un solo pastor, oremos.

— Por los miembros  de nuestra comunidad religiosa [parroquial]: para que, escuchando la palabra de vida y participando en los sacramentos, lleguen a ser auténticos discípulos  de  Cristo y testigos creíbles del Evangelio, oremos.

— Por nuestra comunidad: para  que  al recordar la dedicación de esta iglesia, experimente el gozo de pertenecer  al Padre y ser esposa de Cristo, oremos.

— Por  los padres y madres de familia, por los empresarios y los obreros, por los profesores y alumnos, por todos los que trabajan en el ámbito familiar y social: para que el Espíritu del Señor los haga felices  y perseverantes en su servicio, oremos.

—Por los enfermos, ancianos y marginados, por los que están solos: para que  experimente en la comunidad la presencia viva y consoladora del, oremos.

Oh Dios, que nos  convocas en tu  casa para alabarte, escuchar tu palabra y celebrar los  misterios de la salvación, haz que tu Espíritu nos libre de todo individualismo y nos congregue en la unidad de una sola familia. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Al conmemorar el día
en que te dignaste llenar tu casa de gloria y santidad,
te rogamos, Señor, que hagas de nosotros
una ofrenda agradable a tus ojos.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

PREFACIO

La iglesia peregrina y la nueva Jerusalén

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en esta casa visible que hemos construido,
donde reúnes y proteges sin cesar
a esta familia que hacia ti peregrina,
manifiestas y realizas de manera admirable
el misterio de tu comunión con nosotros.
En este lugar, Señor,
tú vas edificando aquel templo
que  somos nosotros,
y así la Iglesia extendida por toda la tierra,
crece unida, como Cuerpo de Cristo,
hasta llegar a ser la nueva Jerusalén,
verdadera  visión de paz.
Por eso Señor, 
te celebramos en el templo de tu gloria,
y con todos los ángeles
te bendecimos y te glorificamos, diciendo:
Santo, Santo, Santo….

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

1Co 3, 16-17

Sois templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en vosotros. El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que tu pueblo santo
reciba la gracia y el gozo de tu bendición,
para que consiga en el espíritu
los frutos de la conmemoración
que ha celebrado en esta eucaristía.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, Señor del cielo y de la tierra,
que ha querido congregaros hoy
para celebrar el aniversario
de la  dedicación de esta iglesia,
os enriquezca con sus bendiciones.       
     
R. Amén.       

Él, que quiso reunir en Cristo a todos los hijos dispersos,
haga de vosotros templo suyo
y morada del Espíritu Santo. 
   
R. Amén.          

Para que así, purificados de todas mancha,
gocéis de Dios, que  vienes a vosotros
y en vosotros hacen morada,
y alcancéis un día, con todos los santos,
la heredad del reino eterno.

R. Amén. 

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén. 

 

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-Oficio de Lectura

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO        

I        

No rechazaremos
la piedra angular.
Sobre el cimiento de tu cuerpo
levantaremos la cuidad.

Una ciudad para todos.  
Un gran techo común.
Una mesa redonda como el mundo.    
Un pan de  multitud.    
Un lenguaje de corazón abierto.  
Una esperanza: «Ven, Señor Jesús. »     

Suben las tribus del mundo,
suben a la ciudad.   
Los que  hablaba en lenguas diferentes
proclaman la unidad. 
Nadie grita: «¿Quién eres?», o «¿de dónde?
Todos se llaman hijos de la paz.         

II

¡Jerusalén, cuidad dichosa!    
¡Jerusalén, visión de paz!
Sobre los cielos te levantas,
alta cuidad de piedra vivas,
y ángeles puros te coronan
como una joven desposada.   

¡Jerusalén, cuidad dichosa!  
Desciendes virgen de los cielos
y entras al tálamo de  bodas
para ser cuerpo del Esposo; 
tus azoteas y tus muros 
son construcción de oro purísimo.        

Relampaguea jubilosa
la pedrería de tus puertas; 
abres tus ámbitos sagrados
y, por la palma de sus méritos,
penetra en ellos el que sufre
pasión por Cristo en este mundo.

¡Oh hermosas piedra bien labradas,
prueba tras prueba, golpe a golpe!   
¡Cómo se ajustan en  sus puestos
bajo la mano del  artífice,
y permanecen duraderas
en los sagrados edificios!   

Gloria y honor al Dios altísimo,
al Padre, al hijo y al Paráclito.
Suyo el poder y la alabanza
por los siglos. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas.

Ant. 2. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! +

Salmo 83

Añoranza del templo

Aquí no tenemos ciudad permanente sino que andamos en busca de la futura (Hb  13, 14)           

¡Que deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!    

+ Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.     

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares,  Señor de los ejércitos
Rey mío y Dios mío.       

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre. 
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación; 

cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
las cubriera de  bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión.            

Señor de los ejército, escucha mi suplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.     

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con malvados.      

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.      

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Ant. 3. ¡Que pregón tan glorioso  para ti, cuidad de Dios!

Salmo 86

Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos

La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios, etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. ¡Que pregón tan glorioso  para ti, cuidad de Dios!

 

4. VERSÍCULO

V. Me postraré hacia tu santuario.
R. Daré gracias a tu nombre, Señor.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pedro    

2,1-17                                 

Como piedras vivas, entráis en la construcción

Querido hermanos: Despojaos de toda maldad, de todo doblez, fingimiento, envidia y de toda malicia.   Como el niño recién nacido ansía la leche, ansiad vosotros la auténtica, no adulterada, para crecer con ella sano;  ya que habéis saboreado lo  bueno que es el Señor.

Acercándoos al Señor, la pierda viva desechada por los hombre, pero escogida y preciosa ante Dios también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.       

Dice la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.»

Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en  piedra angular». En piedra de  tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tiniebla y a entrar en su luz  maravillosa. Antes erais «no pueblo», ahora sois «pueblo de Dios»; antes erais «no compadecidos»,  ahora sois «compadecidos. »                 

Queridos hermanos, como forasteros en país extraño, os recomiendo que os apartéis de los deseos carnales que os hacen la guerra. Vuestra conducta entre los gentiles sea buena; así, mientras os calumnian como sin fuerais criminales, verán con sus propios ojos que os portáis  honradamente y darán gloria a Dios el día que él los visite.              

Acatad toda institución humana por amor del Señor; lo mismo al emperador, como a soberano, que a los  gobernadores,  como delegado suyos  para  castigar a los malhechores y premiar a los que hacen el bien.  Porque así lo quiere Dios: que, haciendo el bien, le tapéis la boca a la estupidez de los ignorantes; y esto como hombres libres; es decir, no usando la libertad como tapadera de la villanía, sino como siervos de Dios.  Mostrad consideración a todo el mundo, amad a vuestros hermanos, temed a Dios, honrad al emperador.

 

RESPONSORIO                                                   

Cf. 21, 19-21; Tb 13, 17

V. Tus murallas serán adornadas con piedras preciosas, y tus torres serán construidas con perlas.
R. Tus murallas serán adornadas con piedras preciosas, y tus torres serán construidas con perlas.

V. Las puertas de Jerusalén serán renovadas con zafiros y esmeraldas, y todos tus muros con piedras preciosas.
R. Y tus torres serán construidas con perlas.

 

SEGUNDA LECTURA

De las homilías de orígenes, presbítero, sobre el libro de Josué         

(Homilía 9, 1-2: SC 71, 244-246)                            

Somos edificados a manera de piedra vivas como casa y alta de Dios.  

Todos los que creemos en Cristo Jesús somos llamados piedra vivas, de acuerdo con lo afirma la Escritura: Vosotros, como piedra vivas, entráis en la construcción del templo del espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificio espirituales que Dios acepta por Jesucristo.      

Cuando se trata de piedras  materiales, sabemos que se tiene cuidado de colocar en los cimientos las piedras más sólidas y resistentes con el fin de que todo el peso del edificio pueda descansar con seguridad sobre ellas. Hay que entender que esto se aplica también a las piedras vivas, de las cuales algunas son como cimientos del edificio espiritual. ¿Cuáles son estas piedras que se colocan como cimiento?  Los apóstoles y profetas. Así lo afirma Pablo cuando nos dice: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

Para que te prepares con mayor interés, tú que me escuchas, a la construcción de este edificio, para que sea una  de las piedras próximas a los cimientos, debe saber que es  Cristo mismo el cimiento de este edificio que estamos describiendo. Así lo afirma el apóstol Pablo: Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto. Que es Jesucristo. ¡Bienaventurados, pues, aquellos que construyen edificios espirituales sobre cimiento tan noble!

Pero en este edificio de la iglesia conviene también que haya un altar. Ahora bien, yo creo que son capaces de llegar a selo todos aquellos que, entre vosotros, piedras vivas, están dispuestos a  dedicarse a la oración, para ofrecer a Dios día y noche sus intercesiones, y a inmolarle las victimas de sus súplicas, ésos son, en efecto, aquellos con los que Jesús edifica su altar.

Considera, pues, qué alabanza se  tributa a las piedras del altar. La Escritura afirma que se construyó, según está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras sin labrar, a las que no había tocado el hierro. ¿Cuáles, piensas tú, que son estas piedras sin labrar? Quizá estas piedras sin labrar y sin mancha sean los santos apóstoles, quienes, por su unanimidad y su concordia, formaron como un único altar. Pues se nos dice, en efecto, que todos ellos perseveraban unánimes en  las oraciones, y que abriendo los  labios decían: Señor, tu penetras el corazón de todos.  Ellos, por tanto, que oraban concordes con una misma voz y un mismo espíritu, son digno de formar un único altar sabré el que Jesús ofrezca su sacrificio al Padre.

Pero nosotros también, por nuestra parte, debemos esforzarnos por tener todos un  mismo pensar y un mismo sentir, no obrando por envidia ni por ostentación, sino  permaneciendo en el mismo espíritu y  en los mismo sentimientos, con el fin de que también nosotros podamos   llegar a ser piedra aptas para la construcción del altar.      

 

RESPONSORIO BREVE

CF. Is 2,2. 3; Sal 125,6

V. La casa del Señor está firme sobre la cima de los montes, y ha sido encumbrada sobre las montañas. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»
R. La casa del Señor está firme sobre la cima de los montes, y ha sido encumbrada sobre las montañas. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»

V. Al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
R. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»

 

O bien:

De los sermones de san Agustín, obispo

(Sermón 336,1.6: PL [edición 1861], 1471-1472.1475)

Edificación y consagración de la casa de Dios en nosotros

El motivo que hoy nos congrega es la consagración de una casa de oración. Estas es la casa de nuestras oraciones, pero la casa de Dios somos nosotros mismo.  Por eso nosotros, que  somos la casa de Dios, nos vamos edificando durante esta vida, para ser consagrados al final de los tiempos. El edificio o, mejor dicho, la construcción del edificio exige ciertamente trabajo; la consagración, en cambio, trae consigo el gozo.  

Lo que aquí se hacía, cuando se iba construyendo esta casa, sucede también cuando los creyentes  se congregan en Cristo. Pues, al acceder a la Fe, es como si se extrajeran de los montes y de las selvas las piedras y los troncos; y, cuando reciben la catequesis y el bautismo, es como si fueran tallándose, alineándose y nivelándose por las manos de los artífices y carpinteros.       

Pero no llegan a ser casa de Dios sino cuando se  aglutinan en la  caridad. Nadie  entraría en esta casa si las piedras y los maderos no estuviesen unidos y  compactos con un determinado  orden, si no estuviesen bien trabados, y si la unión entre  ellos no fuera tan íntima que en cierto modo puede decirse que se aman. Pues cuando ves en un edificio que las piedras y que los maderos están perfectamente unidos, entras sin miedo y no temes que se hunda.   

Así, pues, porque nuestro Señor Jesucristo quería entrar  en nosotros y habitar en  nosotros, afirmaba, como si nos estuviera edificando: Os doy  un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. «Os doy —dice— un mandamiento. Antes erais hombre viejos, todavía  no erais, para mí una  casa, yacíais en vuestra propia ruina. Para salir, pues, de la caducidad de  propia  ruina, amaos, unos a otros.»                            

Considerad, pues, que esta casa,  como fue profetizado y  prometido, debe ser edificada por todo el mundo.  Cuando se construía el templo después del  exilio, como se afirma en un salmo, decían:   Cantad al Señor un cántico nuevo;  cantad al señor, toda  la tierra. Lo que allí decía: Un Cantico nuevo, el Señor lo llama: Un  mandamiento  nuevo. Pues ¿Qué novedad posee un cantico, si no es el amor nuevo? Cantar es propio de quien de quien ama santo.  

Así, pues, lo que vemos que se realiza aquí materialmente en las paredes, hagámoslo espiritualmente en nuestras almas. Los que consideramos como una obra perfecta en las piedras y en los maderos, ayudados por la gracia de Dios, hagamos que sea perfecto  también en nuestros cuerpos. 

En primer lugar, demos gracias a Dios, nuestro Señor, de quien proviene todo buen don y toda dádiva perfecta. Llenos de gozo, alabemos su bondad, pues para construir esta casa de oración ha visitado las almas de sus fieles, ha despertado su afecto, les ha concedido su ayuda, ha inspirado a los reticentes para que quieran, ha ayudado sus buenos intentos para que obren, y de esta forma Dios, que activa en los suyos el querer y la actividad según su beneplácito, el mismo ha comenzado y han llevado a  perfección todas  estas cosas.                

 

RESPONSORIO

Sal 83, 2-3. 5

V. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
R. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.

V. Los que viven en tu casa te alabarán siempre.
R. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.   

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Piedra angular y fundamentos es Cristo
del templo espiritual que  al Padre alaba,
en comunión de amor con el Espíritu
viviente, en lo más íntimo del alma. 

Piedras vivas son  todos los  cristianos,
cuidad, reino de Dios edificándose,
entre sonoros cánticos de júbilo,
al Rey del universo, templo santo.       

El cosmos de alegría se  estremece
al latido vital de nueva savia,
al pregustar el gozo y la alegría
de un cielo y una tierra renovados.     

Cantad, hijos de Dios, adelantados, 
Cristo total, humanidad salvada,
en la que  Dios en todos será todo,
comunión viva en plenitud colmada.   

Demos  gracias al Padre, que  nos llama
a ser sus hijos en el Hijo amado,
abramos nuestro espíritu al Espíritu,
adoremos a Dios que a todos salva. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Mi casa se llama  casa de oración.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Mi casa se llama  casa de oración.


Ant. 2: Bendito eres, Señor, en el tempo de tu santa gloria.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Bendito eres, Señor, en el tempo de tu santa gloria.


Ant. 3: Cantad al  Señor en la asamblea de los fieles.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. 3: Cantad al  Señor en la asamblea de los fieles.

 

4. LECTURA BREVE

Is 56, 7

Los traeré mi monte santo, los alegraré en mi casa de  oración, aceptaré sobre mi  altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.
R. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.

V. En la cuidad de nuestro Dios, en su monte santo.
R. Y muy digno de alabanza.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: «Zaqueo, baja en seguida; porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él  bajó en seguida y lo recibió muy contento. «Hoy  Dios ha dado la salvación a  esta casa.» Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: «Zaqueo, baja en seguida; porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él  bajó en seguida y lo recibió muy contento. «Hoy  Dios ha dado la salvación a  esta casa.» Aleluya.

7. PRECES

Como piedras vivas, edificadas sobre Cristo, la piedra es cogida, oremos al Padre todopoderoso por  su  Iglesia amada y confesemos nuestra fe en ella, diciendo:

Ésta es la casa de  Dios y la puerta del cielo.

Padre del cielo, tú eres el labrador, guarda,  purifica y acrecienta tu viña,
—haciendo que sus sarmientos llenen toda la  tierra.             

Pastor eterno, protege y acrecienta tu rebaño,
—y haz que todas las ovejas  se reúnan en  un solo redil bajo un solo pastor,  Jesucristo, tu hijo.

Sembrador todopoderoso, siembra la palabra en tu campo,
—y haz que dé frutos del ciento por uno para la vida eterna.        

Arquitecto prudente, santifica tu familia, que es la Iglesia,
—y  haz que aparezca ante el mundo como cuidad celestial, nueva  Jerusalén y esposa sin tacha.

Se pueden añadir intenciones libres.

Empleando el modelo de oración propuesto por Cristo, nuestro Señor, digamos.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

 

3. LECTURA BREVE

I Co 3, 16-17

¿No sabéis que sois templo de Dios y el Espíritu de  Dios habita en vosotros?   Si alguno destruye el templo de Dios, Dios los destruirá a él, porque el tempo de Dios es santo. Ese templo sois vosotros.                                                     

V.  Señor, yo amo la belleza de tu casa.     
R.   El lugar donde reside tu gloria.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

 

3. LECTURA BREVE

2 Co 6, 16

Nosotros somos templo del Dios vivo, así lo dijo él: «Habitare y caminaré con ellos; seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.»      

V. Desead la paz a Jerusalén.     
R. Vivan seguros los que te aman.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

 

3. LECTURA BREVE

Jr 7, 2b. 4-5a. 7a                              

¡Escuchad la palabra del Señor, los que entráis  por estas puertas para adorar al Señor!  No os creáis seguros con  palabras engañosas, repitiendo: «Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del  Señor.» Si enmendáis  vuestra conducta y vuestras acciones, entonces habitaré con vosotros en este lugar.

V. Entrad por las puertas del  Señor con acción de gracias.               
R. Por sus atrios con  himnos.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-I Vísperas (Primeras vísperas)

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Nueva Jerusalén y cuidad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de dios en Cristo edificada,
Iglesia santa.

Esposa engalanada, con Cristo desposada
por obra del Espíritu en sólida  alianza,
divino hogar, fuego de Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el nuevo Adán recrea a sus hermanos,
donde el «no» del pecador, por pura gracia,
donde el «si» eterno de amor de Dios alcanza,
Iglesia santa.

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que  en el Hijo Jesús, Señor constituido,
del hombre que ha caído raza de  Dios levanta,
Iglesia Santa. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. En las plazas de Jerusalén reina la alegría, y en sus villas resuena el canto de gozo: «Aleluya.»

Salmo 146

Poder y bondad de Dios

A ti, oh Dios, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
el sana los corazones destrozados,
venda sus heridas. 

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y   poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. 

Entonad la  acción de gracias del Señor,
tocad la citara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes, 
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirve al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las  crías de cuervo que graznan. 

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confía en su misericordia.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 1. En las plazas de Jerusalén reina la alegría, y en sus villas resuena el canto de gozo: «Aleluya.»

 

Ant. 2. El Señor ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. El Señor ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

 

Ant. 3. En la ciudad de Dios se alegra la muchedumbre de los santos, y los ángeles cantan himnos de júbilo ante el trono de Dios. Aleluya.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,

(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,

(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,

(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. En la ciudad de Dios se alegra la muchedumbre de los santos, y los ángeles cantan himnos de júbilo ante el trono de Dios. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Ef 2, 19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de  Dios. Estáis edificados sobre  el cimiento  de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él  también vosotros os vais integrando en la construcción. Para ser morada de Dios, por el Espíritu.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.
R. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.

V. Por días sin término.
R. Es el adorno de tu casa.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Gozad con Jerusalén, todos los que la amáis, y alegraos de su alegría.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Gozad con Jerusalén, todos los que la amáis, y alegraos de su alegría.

 

6. PRECES

Oremos, hermanos, a nuestro Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos, y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Señor Jesús, que cimentaste tu casa en la  roca,
—confirma y robusteces la fe y la esperanza de tu  Iglesia.

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
—renueva la iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza.    

Señor Jesús, que estás en medio de los se reúnen en tu nombre,
— atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.  

Señor Jesús, que con el Padre viene y haces morada en los que te aman,
—perfecciona a tu Iglesia por la caridad.   

Se pueden añadir intenciones libres.

Señor Jesús, que no echas fuera a ninguno de los viene a ti,
—acoge a todos los difuntos en la mansión de Padre.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-II Vísperas (Segundas Vísperas)

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PABLO, EN ALBA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Nueva Jerusalén y cuidad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de  Dios en  Cristo edificada.
Iglesia santa.          

Esposa engalanada, con  Cristo desposada
por obra del Espirita en  sólida alianza, 
divino hogar, fuego de  Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.                

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el  nuevo Adán recrea a su hermanos,
donde el «no» del pecador, por pura gracia,
el «si» eterno de amor de Dios alcanza, 
Iglesia santa.    

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que en el hijo Jesús, Señor constituido,
del  hombre que ha  caído raza de  Dios levanta. 
Iglesia santa. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. El  Altísimo consagra su morada; teniendo a  Dios en medio de ella, no vacila.

Salmo 45

Dios refugio y fortaleza de su pueblo

Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios –con-nosotros» (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra has el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. El  Altísimo consagra su morada; teniendo a  Dios en medio de ella, no vacila.

Ant. 2. Vamos alegres a la casa del Señor

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Vamos alegres a la casa del Señor

Ant. 3. Alabad a Dios, todos sus santos.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,

(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,

(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,

(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Alabad a Dios, todos sus santos.

 

3. LECTURA BREVE

Ap 21,2-3, 22. 27

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que  descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios.» Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Nunca entrará en ella nada impuro, ni idólatras ni impostores, sólo entrarán los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.
R. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

V. Alabándote siempre.
R. En tu casa.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es  la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es  la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

 

6. PRECES

Oremos, hermanos, a nuestro  Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos; y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Señor Jesús, que cimentaste en tu casa en la roca,
—confirma y robustece la fe y la esperanza de tu iglesia                   

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
—renueva la Iglesia con los sacramentos de la nueva  y eterna alianza.       

Señor Jesús, que estás en medio de los que se reúne en tu nombre,
—atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.             

Señor Jesús, que con el Padre vienes y  haces morada en los que te aman,
—perfecciona a tu Iglesia por la caridad.      

Se pueden añadir intenciones libres.

Señor Jesús, que no  echas fuera a ninguno de los que vienen a ti,
—acoge a todos los difuntos en la mansión del Padre.

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada al apóstol san Pablo, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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- Lectura complementaria

DEDICACIÓN  DE  LA  IGLESIA DE  SAN  PABLO,  EN  ALBA

De los escritos del beato Santiago Alberione, presbítero

(Unione  Cooperatori  Apostolato  Stampa,  núm. 4,  1 de abril de  1925)

La iglesia  de la buena prensa

Es la nueva gran iglesia que se erige en Alba en honor del apóstol San Pablo.  Es la iglesia dedicada a San Pablo, modelo y patrono del apostolado y del apostolado de la buena prensa.  La iglesia de Alba honra su carácter de apóstol y su patrocinio sobre la buena palabra escrita e impresa, como misión sagrada de la Iglesia.

Es la iglesia de la oración por la misión de la buena prensa con su campo amplísimo y cargado de obras.  En el altar principal se expondrá durante todas las horas del día el Divino Maestro eucarístico, y un instituto religioso de Hermanas dedicadas a ello harán adoración perpetua e ininterrumpida por todas las necesidades de la prensa católica.

¡Oh, cuánta necesidad de escritores católicos, cuánta necesidad de la prensa católica!  Hay que leer en las cartas de san Pablo los ruegos y las humildes e incesantes invocaciones del Apóstol para que los hermanos orasen y orasen.  Es, por tanto, el templo de los periodistas católicos, que necesitan luz, constancia, asistencia y ayuda.

Es la iglesia de los misioneros de la buena prensa: la iglesia está unida a las casas y las casas están unidas a la iglesia: Lo mismo que en las parroquias, junto a la Iglesia hay salas para la catequesis, junto a la iglesia de San Pablo, incorporadas a ella formando con ella un solo templo, están las casas para los hijos e hijas de san Pablo.  El plano lo reproduce: las casas son como los coros de la iglesia;  y en ella se forman, se educan, se preparan los misioneros de la buena prensa, y en ella los pequeños misioneros escriben y trabajan por la difusión del reino de Dios.  El Divino Maestro difunde en la Iglesia sus rayos que son el camino, que son la verdad, que son la vida;  y estos rayos en casa, por el corazón, por el ánimo y por la boca de los superiores, forman a los apóstoles de la prensa, y por la pluma, los tipos y las máquinas de la casa iluminan a las almas, las dirigen y las vivifican.  Y de aquí partirán para los países de misión los misioneros de la buena prensa.

San Pablo, nuestro padre, nuestro modelo, nuestro patrono, nuestro abogado, nos tendrá a todos en su iglesia, cada mañana, cada día a su alrededor, y nos comunicará el espíritu del Divino Maestro, pues el corazón de san Pablo es el corazón de Jesús.

Es la iglesia de los cooperadores de la buena  prensa: el centro de su devoción, la fuente de la gracia para ellos.   

¡Qué gracia les ha concedido a los cooperadores el Padre Celestial!  San Pablo les ha inscrito en el libro de la vida…de san Pablo recibirán las gracias, de la Iglesia de san Pablo partirán sus favores, porque entre las gracias que Dios les ha concedido está esta preciosísima de haberles dado como intercesor a san Pablo. 

¡Oh, iglesia bendita, deseo de los corazones y suspiro de las almas!  Nosotros que la vemos proyectar, y la vemos excavar, y la vemos edificar, exclamemos con el profeta: ¡Qué amable es tu casa, Señor! Y en este terreno bendito toda la vida se conmueve y se estremece y se desvanece. ¡Ojalá pudiéramos empapar esa cal con nuestras lágrimas y con nuestra sangre! ¡Ojalá pudiéramos edificar las paredes y los altares con miembros vivos y corazones palpitantes!

 

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15. Santiago Alberione – 26 noviembre

-Introducción

26 de Noviembre

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

FIESTA

Vivir y dar al mundo a Jesucristo, Camino, verdad y vida.

Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, nació el día 4 de Abril de 1884 en San Lorenzo di Fossano (Italia), en el seno de una familia campesina, profundamente cristiana y trabajadora.

Siendo aún adolescente entró en el Seminario de Alba, donde la noche del 31 de Diciembre de 1900, puente entre dos siglos, durante 4  largas horas de adoración eucarística, vivió una intensa experiencia espiritual. Tuvo una clara comprensión de la invitación de Jesús: “venid a mi todos…”(Mt 11,28), advirtió la urgencia de prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo.”

El 29 de Junio de 1907 recibió la ordenación sacerdotal, a la que siguió una breve pero decisiva 3experiencia parroquial en Narzole (Cúneo). Posteriormente desempeñó el cargo de profesor y director espiritual en el seminario de Alba Pero el Señor lo guiaba a una nueva misión: vivir y dar al mundo a Jesucristo camino, verdad y vida; predicar el Evangelio a todos los pueblos, con el espíritu de San Pablo, utilizando los medios más eficaces que el progreso ofrece para la comunicación humana.

Para realizar esta misión, el Señor lo impulsó a dar vida a la Familia Paulina, extendida por todo el mundo, y compuesta por 5 Congregaciones religiosas- Sociedad de San Pablo, Pías Discípulas del Divino Maestro, Hermanas de María Reina de los Apóstoles; 4 Institutos de vida secular consagrada –  Inst. Jesús Sacerdote, Inst. San Gabriel Arcángel, Inst. Virgen de la Anunciación, Inst. Santa Familia y una Asociación de laicos: los Cooperadores Paulinos.

Cumplida la obra que Dios le había encomendado, el 26 de Noviembre de 1971, a los 87 años, dejó la tierra para ocupar su sitio en la Casa del Padre. Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa Pablo IV  que nunca ocultó su admiración de por el Padre Alberione. El 27 Abril de 2003 el papa Juan Pablo II lo proclamó beato en la Plaza de San Pedro de Roma.

Dos son los ideales que el Beato Santiago Alberione persiguió con tenacidad durante toda su vida.

El primero fue la búsqueda de una profunda intimidad con Dios, llevada cabo a través del empeño en una cada vez más plena configuración con Jesús Maestro, camino, verdad y vida, siguiendo el ejemplo del apóstol San Pablo, que pudo escribir de sí mismo,  : “Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”(Ga 2,20). En este sentido cultivó una intensa vida espiritual, alimentada en las fuentes de la Escritura y de la Eucaristía. En el prolongado tiempo con Dios en la oración, capaz de alcanzar incluso las cumbre de la contemplación, conseguía la luz y la fuerza para las iniciativas que debía emprender, como él mismo recordaría: «Para mayor tranquilidad y confianza tiene que decir que tanto al comienzo como la continuación de la Familia Paulina procedieron siempre bajo una doble obediencia: a la inspiración ante Jesús eucarístico, confirmada por el director espiritual .y, a la vez, a la expresa voluntad de los superiores eclesiásticos» (AD 29).

La gradual iluminación de lo alto, acogida con su característico estilo de oración contemplativo-apostólica, le permitió formular una rica espiritualidad, centrada en Jesús, Maestro y Pastor, camino, verdad y vida, tal como lo interpretó el apóstol San Pablo, a la luz de María Madre, Maestra y Reina de los apóstoles. La meta que el Fundador se propuso y propuso siempre a sus hijos como primer empeño fue siempre  la plena configuración con Cristo: acoger todo el Cristo, camino, verdad y vida con toda la persona, mente, voluntad, corazón y fuerzas físicas.

El otro gran ideal que animó al beato Santiago Alberione fue el amor a los hombres. La   constatación  de que en el mundo viven aún tantas personas que no conocen a Cristo o no lo conocen suficientemente., le producía una santa inquietud, pero al mismo tiempo era un estímulo para su ardiente celo sacerdotal. Las numerosas fundaciones, la adopción de los medios más rápidos y eficaces de la comunicación social para el apostolado, las múltiples iniciativas emprendidas, tuvieron siempre un único objetivo: hacer llegar al mayor número de hombres y mujeres la palabra de Dios, y suscitar en ellos el amor a Cristo, en quien únicamente se encuentra la salvación. No se cansó de inculcar a sus hijos e hijas esos mismos ideales, animándoles a descubrir cada vez nuevas y más amplias perspectivas.

Quien comprendió y describió mejor que nadie la personalidad y el espíritu que animó al padre Alberione fue el papa Pablo IV. En la audiencia concedida a la familia Paulina el 28 de Junio 1969, trazó este entrañable retrato del Fundador; estando él presente: «Miradlo: humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado  en sus pensamientos, que  van de la oración a la acción (según la fórmula tradicional “ora et labora”), siempre atento a escrutar los signos de los  tiempos, es decir, las formas más geniales de llegar  a las almas, nuestro padre Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia dela validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos.»

 

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-Misa

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

Los textos, excepto la oración colecta, corresponden al común de pastores (misioneros)

ELEMENTOS PROPIOS:

 

RITO DE ENTRADA

Sal 95,3-4

Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones: porque es grande el Señor y muy digno de alabanza.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

—Tú que eres el camino que conduce al Padre, Señor, ten piedad. R.

—Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos: Cristo, ten piedad. R.

—Tú que eres la vida que renueva el mundo: Señor, ten piedad. R.

 

SE DICE GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia
al beato Santiago Alberione, presbítero,
para que, con las diversas formas de comunicación,
anunciara al mundo a tu Hijo,
que es camino, verdad y vida;
concédenos te rogamos,
que, siguiendo tu ejemplo,
contribuyamos asiduamente
a la predicación del Evangelio
a todos los hombres.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios

9, 16-19.22-23

Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio  y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la  predicación del Evangelio.

Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios.

 

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O bien:

PRIMERA LECTURA

Vosotros sois nuestra carta.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios

3, 1-6a

Hermanos:
¿Ya empezamos otra vez a hacernos la propaganda?; ¿será que, como algunos individuos, necesitamos  presentaros o pediros cartas de recomendación?
Vosotros sois vuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres. Sois una carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón.

Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo.
No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo, como realización nuestra; nuestra; nuestra  capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser servidores de una alianza nueva.

Palabra de Dios.
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SALMO RESPONSORIAL

Sal 88,2-3.4-5.21-22.25 y 27 (R.: cf.2a)

R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: “Tu misericordia es edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.”
R.

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.
R.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he  ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él,
y mi brazo lo haga valeroso.
R.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
R.

 

ALELUYA

Jn 14,6

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida
—dice el Señor—;
nadie va al Padre, sino por mí.

 

EVANGELIO

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan

14, 1-4

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —“Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.”

Tomás le dice: —“Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”

Jesús le responde: —“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.”
Felipe le dice: —“Señor, muéstranos al Padre y nos basta”.

Jesús le replica: —“Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no creed a las obras. Os lo aseguro. El que cree en mí, también el hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.”

Palabra del Señor.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES
(Este formulario es opcional para la fiesta)

Aleccionados con el ejemplo y las palabras del beato Santiago Alberione, elevemos a Dios nuestras súplicas por toda la humanidad, rescatada por la sangre de Cristo y todavía sedienta de su verdad, de su guía y de su vida divina. Digamos unidos:

Escúchanos, Señor.

—Por el pueblo de Dios, para que acoja el mensaje el mensaje de la salvación que nos trajo el Divino Maestro y Pastor, y no se deje seducir por quienes abusan de los nuevos lenguajes de la comunicación, oremos.

—Por la Familia Paulina, para que se sienta portadora de un don peculiar del Espíritu a toda la Iglesia: el seguimiento de Cristo camino, verdad y vida, la devoción a María, madre, maestra y reina, y el celo misionero del apóstol san Pablo, oremos.

—Por todos los agentes de la comunicación social, para que promuevan los auténticos valores humanos y cristianos, y pregonen <<sobre los terrados>> y en las conciencias la voz del Divino Maestro y Pastor, oremos.

—Por el laicado cristiano, para que se sienta cada vez más comprometido en la nueva evangelización y dé testimonio en la cultura actual de la fuerza liberadora del mensaje evangélico, oremos.

—Por todos nosotros, para que, conscientes de nuestra incapacidad no nos desanimemos antes las dificultades, sino que pidamos con humildad la fuerza de Dios y contemos confiadamente con la «extraordinaria riqueza de su gracia», oremos.
Padre misericordioso, que has revelado al beato Santiago Alberione la persona de Cristo, «forma» perfecta de todo auténtico discípulo, concédenos la misma fe ardiente que lo hizo a él padre de una multitud de comunidades de consagrados y apóstoles para nuestro tiempo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Derrama, Señor, tu bendición desde el cielo sobre los dones que te presentamos en la fiesta del beato Santiago Alberione, para que, al recibirlos, alcancemos de tu misericordia el perdón de nuestras culpas y la abundancia de los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

PREFACIO

La presencia de los santos Pastores en la Iglesia.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque nos concedes la alegría
de celebrar hoy la fiesta del beato Santiago Alberione,
fortaleciendo a tu Iglesia
con el ejemplo de su vida,
instruyéndola con su palabra
y protegiéndola con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos,
te cantamos el himno de alabanza
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Jn 14, 12

Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.

O bien:

Cf. Jn 15, 4-5

Permaneced en mí, y yo en vosotros —dice el Señor—; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Vivifícanos, Señor,
por estos sacramentos que hemos recibido,
y al celebrar con gozo
la fiesta del beato Santiago Alberione,
concédenos que el ejemplo
de su celo apostólico
nos impulse a crecer cada día
en gracia y santidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

Dios, nuestro Padre,
Que nos ha congregado para celebrar hoy
la fiesta del beato Santiago Alberione,
fundador de la Familia Paulina,
os bendiga, os proteja
y os confirme en su paz.

R. Amén.

Cristo, Maestro y Pastor,
camino, verdad y vida,
que ha manifestado en el beato Santiago Alberione
la fuerza renovadora del misterio pascual,
os haga auténticos testigos de su Evangelio.

R. Amén.

El Espíritu Santo,
que en el beato Santiago Alberione
nos ha ofrecido un ejemplo de caridad evangélica,
os conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia
la verdadera comunión de fe y amor.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Santiago Alberione.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Santiago Alberione.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Oh Fuente de amor y de gracia,
de ti fluyen rios eternos,
por ti surge  un hombre elegido:
Santiago, tu fiel instrumento.

La noche que une dos siglos
se enciende al mediar su carrera;
con luz meridiana ilumina
la búsqueda fiel de Alberione.

Y llega la duda en la noche,
mas se oye una voz luminosa:
«Soy yo, no temáis; convertíos;
mirad, yo estaré con vosotros».

Mirando confiado a María,
formando a la escuela de Pablo,
nos muestras al Pastor y Maestro,
que es vida, verdad y camino.

Con fe recibimos tu «Pacto»,
la luz de la Hostia acogemos;
la fuerza del Verbo nos hace
heraldos de luz y Evangelio.

La gloria a Dios Padre por siempre
y a Cristo, Pastor y Maestro,
la gloria al Espíritu Santo
ahora y por siglos eternos. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

Salmo 20,2-8. 14

Acción de gracias por la victoria del rey

El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término  (S. Ireneo)

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo 91

Alabanza del Dios creador

Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo (S. Atanasio)

I

Es bueno dar gracias al Señor,
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende,
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados,
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Ant. 3: Empleado bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto,
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi –roca no existe la maldad.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3: Empleado bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

4. VERSÍCULO

V. Escucharás una palabra de mi boca.
R. Y les darás la alarma de mi parte.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol San Pablo A los Corintios                                     

2, 1-16

Enseñamos una sabiduría divina y misteriosa

Hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.

¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu.

A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién conoce la mente del Señor, para poder instruirlo?» Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

RESPONSORIO

V. Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes. Nosotros predicamos a Cristo crucificado.
R. Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes. Nosotros predicamos a Cristo crucificado.

V. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
R. Nosotros predicamos a Cristo crucificado.

 

SEGUNDA LECTURA

De la obra autobiográfica Abundantes divitiae gratiae suae, del beato Santiago Alberione.

(Ed. San Pablo, Roma, 1998, núms. 13-20)

De la Hostia vino una luz especial

La noche que dividió el siglo pasado del corriente [el siglo XIX del siglo XX] fue decisiva para su misión específica y el espíritu particular con que habría de nacer y vivir su futuro apostolado. Después de la misa solemne de medianoche en la catedral (de Alba), se hizo la adoración solemne y prolongada ante el Santísimo expuesto.

Había leído la invitación de León XIII a rezar por el siglo que empezaba. El Papa hablaba de las necesidades de la Iglesia, de los nuevos medios del mal, del deber de oponer prensa a prensa, organización a organización, de la necesidad de hacer penetrar el Evangelio en las masas, de las cuestiones sociales.

De la Hostia vino una luz especial: mayor compresión de la invitación de Jesús: Venid a mí, todos; le pareció comprender el corazón del gran Papa, las invitaciones de la Iglesia, la verdadera misión del sacerdote. Se sintió profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo, con quienes habría de vivir.

Tuvo una sensación bastante clara de su propia nulidad, y al mismo tiempo oyó: Yo estoy con vosotros…hasta el fin del mundo en la Eucaristía: y que en Jesús-Hostia se podía tener luz, alimento, consuelo y victoria sobre el mal.

Vagando con la mente en el futuro, le parecía que en el nuevo siglo personas generosas sentirían cuanto él sentía. Ya había recibido confidencias de compañeros seminaristas: él con ellos, ellos con él, nutriéndose todos del sagrario.

La oración duró cuatro horas, después de la misa solemne [pidiendo]: que el siglo naciera en Cristo-Eucaristía; que nuevos apóstoles sanearan las leyes, la escuela, la literatura, la prensa, las costumbres; que la Iglesia tuviera un nuevo empuje misionero; que se usaran bien los nuevos medios de apostolado; que la sociedad acogiese las grandes enseñanzas de las encíclicas de León XIII, especialmente las concernientes a las cuestiones sociales y a la libertad de la Iglesia.

La Eucaristía, el Evangelio, el Papa, el nuevo siglo, los nuevos medios, la necesidad de un nuevo escuadrón de nuevos apóstoles se le clavaron de tal modo en la mente y en el corazón, que luego dominaron siempre sus pensamientos, oración, trabajo interior y aspiraciones. Se sintió obligado a servir  a la Iglesia, a los hombres del nuevo siglo y a trabajar con otros en organización.

 

RESPONSORIO

Ef 3, 8-9. 10

V. A mí, el más insignificante de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
R. A mí, el más insignificante de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.

V. Así, mediante la Iglesia, los principados y potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios.
R. E iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Santiago Alberione.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Aclamemos al Señor en esta celebración del beato Santiago Alberione.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

El Señor te plantó como un árbol
regado con trabajo y oración.
El Señor te eligió como a Pablo
sembró en tu corazón.

Todo lo haces por amor al Evangelio.
Todo lo puedes en aquel que te conforta.
Es el amor de Dios la fuerza que te mueve.
Y el hombre, hijo de Dios, lo que te importa.

Eres humilde porque piensas siempre en grande.
Igual que Pablo, tú no sabes de fronteras.
Porque conoces bien los signos de los tiempos,
tu púlpito será la tierra entera.

Para la acción naciste tú, por eso oras.
Para el amor naciste tú, por eso amas.
De todo tú te sirves por llegar a todos.
A ti Dios te llamó y tú a todos llamas. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.


Ant. 2:
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.


Ant. 3:
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo.


4. LECTURA BREVE

Hb 13, 7-9a

Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.

 

7. PRECES

Por intercesión del beato Santiago Alberione, dirijamos nuestra súplica a Cristo Maestro y Pastor, que sigue socorriendo las necesidades y suscitando nuevas vocaciones por los caminos del mundo, y digamos:

Jesús Maestro, camino, verdad y vida, ten piedad de nosotros.

Tú que, desde el sagrario, iluminaste al joven Alberione, revelándole tu deseo de atraer a todos hacia ti,
—haz que todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo acojan la luz del Evangelio.

Tú que depositaste en el corazón de Santiago Alberione el celo apostólico de San Pablo por la salvación de los alejados,
—haznos sensibles y generosos a las llamadas de los que viven al margen de tu Iglesia.

Tú que concediste al beato Santiago Alberione el don de pasar constantemente de la contemplación a la acción,
—haznos fervorosos en la oración y entusiastas en el apostolado.

Tú que hiciste a nuestro Fundador formador iluminado y paternal de almas apostólicas,
—concede a todos los formadores discernimiento vocacional y eficacia en la guía de los jóvenes que se les han encomendado.

Tú que dotaste al beato Alberione de extraordinaria intrepidez apostólica y de dócil obediencia a los superiores,
—concédenos a nosotros una cordial fidelidad a las directrices del magisterio eclesial.

Nuestro Fundador prometió ser siempre «servidor de la admirable Familia Paulina, ahora y en el cielo», e intercede por todos los agentes de la comunicación social,
—concede a los nuevos apóstoles de la evangelización la gracia de alcanzar con él el Reino eterno.

Se pueden añadir intenciones libres.

Resumamos nuestras alabanzas y peticiones, con las mismas palabras de Cristo.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

La antífona y los salmos, son de la feria correspondiente, aquí tomamos la antífona para los pastores y los salmos propios para una solemnidad.

Ant.: Padre, como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Padre, como tú me enviaste al mundo, así también los envío yo al mundo.

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 4, 16

Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan.

V. Escogió el Señor a su siervo.
R. Para pastorear a Jacob, su heredad.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

La antífona y los salmos, son de la feria correspondiente, aquí tomamos la antífona para los pastores y los salmos propios para una solemnidad.

Ant.: Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 1, 12

Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio.

V. No me avergüenzo del Evangelio.
R. Que es una fuerza de Dios para la salvación.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

La antífona y los salmos, son de la feria correspondiente, aquí tomamos la antífona para los pastores y los salmos propios para una solemnidad.

Ant.: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

 

3. LECTURA BREVE

1 Tm 3, 13

Los que se hayan distinguido en el servicio progresarán y tendrán libertad para exponer la fe en Cristo Jesús.

V. Si el Señor no construye la casa.
R. En vano se cansan los albañiles.

 

4. ORACIÓN

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Vísperas

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PRESBÍTERO Y FUNDADOR

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Los signos de los tiempos
leíste como nadie.
Todo el afán de Pablo
vibró en tu corazón.
Tu parroquia fue el mundo;
tu púlpito, los medios
de comunicación.
Como Pablo mirarse a lo alto
y alzaste tu vuelo.

Como Pablo en el diario trabajo,
buscaste el sustento.
Como Pablo tú abriste caminos
llegando a otros pueblos.
Como Pablo desprecio sufriste
por el Evangelio.

Como Pablo a su tiempo le hablaba,
le hablaste a tu tiempo.
Como Pablo, le diste a tu mundo
noticia del Reino.
Aquel fuego que a Pablo abrasaba
fue tu mismo fuego,
y el empeño y amor con que amaba
fue tu amor y empeño. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.

Salmo 14

¿Quién es justo ante el Señor?

Os habéis acercado al monte Sión, Ciudad del Dios vivo (Hb 12, 22)

Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1. Soy ministro del Evangelio por el don de la gracia de Dios.

Ant. 2. Éste es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Salmo 111

Felicidad del justo

Caminad como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz (Ef 5,8-9)

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia        
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Éste es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre.

Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Cántico

Ap 15, 3-4

Himno de adoración

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3. Mis ovejas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

 

3. LECTURA BREVE

Rm 8, 28-30

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia. 

V. Los buenos verán su rostro.
R. Y ama la justicia

V. Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Éste es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.

O bien: Te doy gracias, Cristo, pastor bueno, porque has querido glorificarme; te suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado participen conmigo eternamente de tu gloria.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Éste es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas.

O bien: Te doy gracias, Cristo, pastor bueno, porque has querido glorificarme; te suplico que las ovejas que pusiste a mi cuidado participen conmigo eternamente de tu gloria.

 

6. PRECES

Unidos en la oración con todos nuestros hermanos y hermanas dispersos por el mundo, invoquemos con fe al Divino Maestro y Pastor, y digamos:

 Haznos discípulos tuyos y escúchanos, Señor.

Tú que, por medio de nuestro Fundador, nos has llamado a renovar en la Iglesia el celo de los primeros apóstoles, siendo «san Pablo vivo hoy»,
—concede a todos los heraldos del Evangelio sabiduría y santidad.

Tú que, a la escuela del beato Alberione, nos has enseñado a cultivar «la oración ante todo, sobre todo, vida de todo»,
—enséñanos a buscar ante el sagrario la luz y la fuerza de tu Espíritu.

Tú que sostuviste al beato Alberione en sus dificultades con las palabras: «Yo estoy con vosotros. No temáis»,
—danos fe constante en tu asistencia y la superación de todo temor.

Tú que dijiste a tu siervo: «Desde aquí quiero iluminar»,
—no permitas que pongamos obstáculos a tu Luz, y haznos transparentes difusores de la Verdad que salva.

Tú que nos has pedido que vivamos «en continua conversión», confiando plenamente en tu misericordia,
—despierta en nosotros ese deseo y haz queseamos conscientes de nuestra pobreza.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que inspiraste al Padre Alberione, moribundo, el testamento de sus últimas palabras: «Paraíso, paraíso»,
—concede a nuestros hermanos y hermanas difuntos, el gozo del premio eterno con todos los santos del cielo.

Empleando el modelo de oración propuesto por Cristo, nuestro Señor, digamos.
Padre Nuestro.

 

7. ORACIÓN

Oh Dios, que has suscitado en tu Iglesia al beato Santiago Alberione, presbítero, para que, con las diversas formas de comunicación, anunciara al mundo a tu Hijo, que es camino, verdad y vida; concédenos, te rogamos, que, siguiendo su ejemplo, contribuyamos asiduamente a la predicación del Evangelio a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vives y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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- Lectura complementaria

BEATO  SANTIAGO  ALBERIONE, PRESBÍTERO  Y   FUNDADOR 

De una alocución del papa Pablo sexto

(A la Familia Paulina, 28  de junio de  1969)

Humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos

La Sociedad de San Pablo, con sus diversas ramas y con el volumen de su producción y la habilidad de su irradiación, ha llegado a ser tan grande y vital que constituye un hecho notable en la vida de la Iglesia en este siglo.  La Sociedad de San Pablo se inscribe de veras en la historia y en la vida de la Iglesia. Y nosotros nos alegramos de tomar conciencia de este hecho consolador, y de daros testimonio de ello, alabando al Señor.  Vosotros habéis realizado en la vida de la Iglesia “ante et post litteram” muchos postulados del Concilio Ecuménico en el campo de las comunicaciones sociales.  Con mucho gusto Nos os ofrecemos nuestro reconocimiento, elogio y estímulo.

Surge espontánea la pregunta: ¿Cómo ha conseguido la Sociedad de San Pablo afirmarse de manera tan asombrosa y en un tiempo relativamente tan breve?  Nos parece fácil la respuesta, aunque sigue estando siempre llena de secretos, los secretos de las obras del reino de Dios.  Dos factores, Nos parece, han contribuido para lograr este magnífico resultado, que promete otros: dos voluntades, la de un hombre y la de Dios, la de un humilde y fiel servidor y la paternal y generosa del Señor, el cual ciertamente ha bendecido  de manera singular la gran empresa de la Sociedad de San Pablo.

Y luego, vosotros Nos comprendéis: debemos a vuestro Fundador aquí presente, al querido y venerado P. Santiago Alberione, la construcción de vuestro monumental Instituto.  En el nombre de Cristo, Nos le damos las gracias y lo bendecimos.  Miradlo:  humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración a la acción (según la fórmula tradicional: ora et labora),  siempre atento para escrutar los “signos de los tiempos”, es decir, las formas más geniales de llegar a las almas…Nuestro Padre Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos.

Deje, querido Padre Alberione, que el Papa goce de esta larga,, fiel e infatigable tarea y de los frutos que ha producido para gloria de Dios y para el bien de la Iglesia;  deje que sus hijos gocen con Nos y que hoy le expresen, como quizá nunca lo han hecho, su afecto y su promesa de perseverar en la obra comenzada.

Por tanto, como signo de Nuestra benevolencia y de Nuestra gratitud, para consuelo de toda la Familia Paulina y como estímulo de todos los que se dedican a la causa del apostolado católico mediante la generosa promoción y el recto uso de los medios de comunicación social, Nos queremos hoy conferirle al venerado y venerable Padre Santiago Alberione nuestra Cruz “Pro Ecclesia et Pontífice”.

Tener siempre clara conciencia de la propia vocación es algo muy importante.  Así debéis renovar vuestros propósitos y vuestros programas;  debéis fortificar vuestros corazones con esa adhesión a Cristo el Señor, de quien san Pablo, vuestro y nuestro inspirador y protector, ha sido y es maestro y ejemplo.

Habéis abrazado una gran causa. Y toda causa grande, mientras es fuente de energías espirituales y exige amor, entrega y sacrificio, supone al mismo tiempo grandes responsabilidades, grandes deberes, y por eso también riesgos y peligros.  Sí, pensad en vuestra responsabilidad: quien se propone el apostolado como finalidad de la propia vida, el potente apostolado de los medios de comunicación social, debe tener siempre delante de su propia conciencia esta responsabilidad, es decir, la de ejercer un influjo sobre los ánimos de los otros, sobre la vida de los hombres, que son, cercanos o lejanos, nuestro prójimo;  ese prójimo que debemos amar y servir como Cristo nos ha amado y salvado.  Este sentido de responsabilidad y este amor cristiano guiarán siempre los criterios de dirección y selección de lo que se quiere comunicar  los demás.

 

 

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16. Dedicación Santuario Basílica Reina de los Apóstoles – 29 noviembre

-Introducción

29 de noviembre

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

Solemnidad en el santuario

María, mediadora de todas las gracias

«La Familia de san Pablo ¿Construiría y dedicaría también una iglesia a la “Reina de los Apóstoles”? Sí. Y ¿Dónde? En Roma, donde tiene su fuente el apostolado, donde la “Reina de los Apóstoles” recibió el culto más antiguo de los mismos apóstoles. Esto se pensó, se consideró, se decidió y se declaró a partir de 1926» (Beato Timoteo Giaccardo, La Reina de los Apóstoles, «Vita Nostra», circular interna de las hijas de San Pablo, julio de 1947). Este testimonio del primer sacerdote paulino, interprete del Fundador e iniciador de la comunidad romana sobre la decisión de esta «casa materna», la «iglesia centro y cabeza de las familias paulinas», se remonta a los años veinte.

El proyecto fue encomendado en 1933 al arquitecto B. Gallo, de Turín; pero la construcción no pudo realizarse hasta el decenio de 1945-1954, después de la segunda guerra mundial, adquiriendo la connotación de «ex voto», según testimonio del bombardeo de Roma), se asumió el compromiso: « “Oh María, Madre y Reina de los Apóstoles, si salvas todas las vidas de los nuestros y nuestras, construiremos aquí la iglesia dedicada a tu nombre». Y se decidió incluso el lugar y el modo como se había de construir: «locales bajo la iglesia, y la iglesia que destacara sobre las casa; y que María estuviera en el centro, en medio de sus hijos» (CISP 596)

La singular concepción arquitectónica en tres plantas, y el ciclo decorativo que, desde la subscripta hasta la cúpula superior, desarrolla un único tema catequístico-litúrgico, hacen del santuario una gran «summa marialis» que supera al título de «Reina de los Apóstoles» para celebrar la soberanía de María como mediadora universal de la gracia.

Precedida por una intensa novena de oración, durante la cual el Fundador motivo el significado carismático de la obra (cf. CISP 595-600), la solemne dedicación tuvo lugar el 29-30 de noviembre de 1954, siendo celebrante mons. Ettore Cunial, vicegerente de Roma. El 4 de abril de 1984, con decreto pontificio de Juan Pablo II, el santuario fue distinguido con el título de «basílica menor».

En la cripta del santuario reposan los restos del maestro Timoteo José Giaccardo, primer beato de la Familia Paulina, mientras en la subscripta reposan los del mismo Fundador, y los de la Maestra Tecla Merlo (su primera colaboradora par las fundaciones femeninas).

Por todo ello, el santuario sigue siendo «una prueba duradera de gratitud a María; una oración viviente por todas nuestras necesidades; un centro de devoción y piedad mariana; un trono de gracia para todos; un imán para las vocaciones religiosas y sacerdotes» (Padre Alberione).

 

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-Misa

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Ap 21,2

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional propio)

Opcional:

— Tú que has venido a reunir a los hijos de  Dios dispersos: Señor, ten piedad.  R.

— Tú que  edificas la Iglesia de Dios con piedras vivas: Cristo, ten piedad.  R.

— Tú que quieres  que seamos templos vivos de Dios: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA

 

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que nos haces revivir cada año el día de la consagración  de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo. Y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

 

PRIMERA LECTURA

Mi casa es casa de oración, y así la llamaran todos los pueblos

Lectura del libro de Isaías                                                                                                       

Is 56, 1.6-7

Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación esta para llegar, y se va  a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan al sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos  y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»

Palabra de Dios

 

SALMO RESPONSORIAL   

Sal 83, 3.4.5 y 10. 11(R:Ap 21, 3b)

R. Ésta es la morada de Dios con los hombres.

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
R.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
R.

Dichosos los viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.
  R.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo

Lectura de la carta a los Hebreos                                                      

Hb 12, 18-19. 22-24

Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la tormenta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.

Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA           

Cf. Mt 7,8

En mi casa, quien pide recibe—dice el Señor—, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

 

EVANGELIO

Hoy ha sido la salvación en esta casa

+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas

19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: —«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: —«Ha entrado a hospedarse en la casa de un pecador. » pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: —«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

Jesús le contestó: —« Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. »

Palabra del Señor.

Se dice el CREDO.

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

Por la fe y el bautismo hemos llegado a ser templos vivos de  Dios, su pueblo sacerdotal.  Oremos por la edificación de la Iglesia y por la  salvación de todos los  hombres, diciendo:

Congréganos, Padre, en la unidad de tu amor.

— Por la  santa  iglesias de Dios: para que, purificada y  fortalecida por el  Espíritu Santo, congregue a todos los  pueblo en un solo rebaño bajo un solo pastor, oremos.

— Por los miembros  de nuestra comunidad religiosa [parroquial]: para que, escuchando la palabra de vida y participando en los sacramentos, lleguen a ser auténticos discípulos  de  Cristo y testigos creíbles del Evangelio, oremos.

— Por nuestra comunidad: para  que  al recordar la dedicación de esta iglesia, experimente el gozo de pertenecer  al Padre y ser esposa de Cristo, oremos.

— Por  los padres y madres de familia, por los empresarios y los obreros, por los profesores y alumnos, por todos los que trabajan en el ámbito familiar y social: para que el Espíritu del Señor los haga felices  y perseverantes en su servicio, oremos.

—Por los enfermos, ancianos y marginados, por los que están solos: para que  experimente en la comunidad la presencia viva y consoladora del, oremos.

Oh Dios, que nos  convocas en tu  casa para alabarte, escuchar tu palabra y celebrar los  misterios de la salvación, haz que tu Espíritu nos libre de todo individualismo y nos congregue en la unidad de una sola familia. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Al conmemorar el día en que te dignaste llenar tu casa de gloria y santidad, te rogamos, Señor, que hagas de nosotros una ofrenda agradable a tus ojos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

PREFACIO

La iglesia peregrina y la nueva Jerusalén

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Porque en esta casa visible que hemos construido,
donde reúnes y proteges sin cesar
a esta familia que hacia ti peregrina,
manifiestas y realizas de manera admirable
el misterio de tu comunión con nosotros.
En este lugar, Señor,
tú vas edificando aquel templo
que  somos nosotros,
y así la Iglesia extendida por toda la tierra,
crece unida, como Cuerpo de Cristo,
hasta llegar a ser la nueva Jerusalén,
verdadera  visión de paz.
Por eso Señor, 
te celebramos en el templo de tu gloria,
y con todos los ángeles
te bendecimos y te glorificamos, diciendo:
Santo, Santo, Santo….

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

1P 2, 5

Vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu formando un sacerdocio sagrado.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te rogamos, Señor, que tu pueblo santo reciba la gracia y el gozo de tu bendición, para que consiga en el espíritu los frutos de la conmemoración que ha celebrado en esta eucaristía.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Dios, Señor del cielo y de la tierra,
que ha querido congregaros hoy
para celebrar el aniversario
de la  dedicación de esta iglesia,
os enriquezca con sus bendiciones.            

R. Amén.       

Él, que quiso reunir en Cristo a todos los hijos dispersos,
haga de vosotros templo suyo
y morada del Espíritu Santo.
    
R. Amén.         

Para que así, purificados de todas mancha,
gocéis de Dios, que  vienes a vosotros
y en vosotros hacen morada,
y alcancéis un día, con todos los santos,
la heredad del reino eterno.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

 

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-Oficio de Lectura

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO        

I        

No rechazaremos
la piedra angular.
Sobre el cimiento de tu cuerpo
levantaremos la cuidad.

Una ciudad para todos.  
Un gran techo común.
Una mesa redonda como el mundo.    
Un pan de  multitud.    
Un lenguaje de corazón abierto.  
Una esperanza: «Ven, Señor Jesús. »     

Suben las tribus del mundo,
suben a la ciudad.   
Los que  hablaba en lenguas diferentes
proclaman la unidad. 
Nadie grita: «¿Quién eres?», o «¿de dónde?
Todos se llaman hijos de la paz.         

II

¡Jerusalén, cuidad dichosa!    
¡Jerusalén, visión de paz!
Sobre los cielos te levantas,
alta cuidad de piedra vivas,
y ángeles puros te coronan
como una joven desposada.   

¡Jerusalén, cuidad dichosa!  
Desciendes virgen de los cielos
y entras al tálamo de  bodas
para ser cuerpo del Esposo; 
tus azoteas y tus muros 
son construcción de oro purísimo.        

Relampaguea jubilosa
la pedrería de tus puertas; 
abres tus ámbitos sagrados
y, por la palma de sus méritos,
penetra en ellos el que sufre
pasión por Cristo en este mundo.

¡Oh hermosas piedra bien labradas,
prueba tras prueba, golpe a golpe!   
¡Cómo se ajustan en  sus puestos
bajo la mano del  artífice,
y permanecen duraderas
en los sagrados edificios!   

Gloria y honor al Dios altísimo,
al Padre, al hijo y al Paráclito.
Suyo el poder y la alabanza
por los siglos. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas.

Ant. 2. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! +

Salmo 83

Añoranza del templo

Aquí no tenemos ciudad permanente sino que andamos en busca de la futura (Hb  13, 14)           

¡Que deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!    

+ Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.     

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares,  Señor de los ejércitos
Rey mío y Dios mío.       

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre. 
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación; 

cuando atraviesan áridos valles,
los convierten en oasis,
como si la lluvia temprana
las cubriera de  bendiciones;
caminan de baluarte en baluarte
hasta ver a Dios en Sión.            

Señor de los ejército, escucha mi suplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido.     

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con malvados.      

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.      

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre
que confía en ti!

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Ant. 3. ¡Que pregón tan glorioso  para ti, cuidad de Dios!

Salmo 86

Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos

La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios, etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. ¡Que pregón tan glorioso  para ti, cuidad de Dios!

 

4. VERSÍCULO

V. Me postraré hacia tu santuario.
R. Daré gracias a tu nombre, Señor.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pedro    

2,1-17                                 

Como piedras vivas, entráis en la construcción

Querido hermanos: Despojaos de toda maldad, de todo doblez, fingimiento, envidia y de toda malicia.   Como el niño recién nacido ansía la leche, ansiad vosotros la auténtica, no adulterada, para crecer con ella sano;  ya que habéis saboreado lo  bueno que es el Señor.

Acercándoos al Señor, la pierda viva desechada por los hombre, pero escogida y preciosa ante Dios también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.       

Dice la Escritura: «Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.»

Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la «piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en  piedra angular». En piedra de  tropezar y en roca de estrellarse. Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.

Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de las tiniebla y a entrar en su luz  maravillosa. Antes erais «no pueblo», ahora sois «pueblo de Dios»; antes erais «no compadecidos»,  ahora sois «compadecidos. »                 

Queridos hermanos, como forasteros en país extraño, os recomiendo que os apartéis de los deseos carnales que os hacen la guerra. Vuestra conducta entre los gentiles sea buena; así, mientras os calumnian como sin fuerais criminales, verán con sus propios ojos que os portáis  honradamente y darán gloria a Dios el día que él los visite.              

Acatad toda institución humana por amor del Señor; lo mismo al emperador, como a soberano, que a los  gobernadores,  como delegado suyos  para  castigar a los malhechores y premiar a los que hacen el bien.  Porque así lo quiere Dios: que, haciendo el bien, le tapéis la boca a la estupidez de los ignorantes; y esto como hombres libres; es decir, no usando la libertad como tapadera de la villanía, sino como siervos de Dios.  Mostrad consideración a todo el mundo, amad a vuestros hermanos, temed a Dios, honrad al emperador.

 

RESPONSORIO                                                   

Cf. 21, 19-21; Tb 13, 17

V. Tus murallas serán adornadas con piedras preciosas, y tus torres serán construidas con perlas.
R. Tus murallas serán adornadas con piedras preciosas, y tus torres serán construidas con perlas.

V. Las puertas de Jerusalén serán renovadas con zafiros y esmeraldas, y todos tus muros con piedras preciosas.
R. Y tus torres serán construidas con perlas.

 

SEGUNDA LECTURA

De las homilías de orígenes, presbítero, sobre el libro de Josué         

(Homilía 9, 1-2: SC 71, 244-246)                            

Somos edificados a manera de piedra vivas como casa y alta de Dios.  

Todos los que creemos en Cristo Jesús somos llamados piedra vivas, de acuerdo con lo afirma la Escritura: Vosotros, como piedra vivas, entráis en la construcción del templo del espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificio espirituales que Dios acepta por Jesucristo.      

Cuando se trata de piedras  materiales, sabemos que se tiene cuidado de colocar en los cimientos las piedras más sólidas y resistentes con el fin de que todo el peso del edificio pueda descansar con seguridad sobre ellas. Hay que entender que esto se aplica también a las piedras vivas, de las cuales algunas son como cimientos del edificio espiritual. ¿Cuáles son estas piedras que se colocan como cimiento?  Los apóstoles y profetas. Así lo afirma Pablo cuando nos dice: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.

Para que te prepares con mayor interés, tú que me escuchas, a la construcción de este edificio, para que sea una  de las piedras próximas a los cimientos, debe saber que es  Cristo mismo el cimiento de este edificio que estamos describiendo. Así lo afirma el apóstol Pablo: Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto. Que es Jesucristo. ¡Bienaventurados, pues, aquellos que construyen edificios espirituales sobre cimiento tan noble!

Pero en este edificio de la iglesia conviene también que haya un altar. Ahora bien, yo creo que son capaces de llegar a selo todos aquellos que, entre vosotros, piedras vivas, están dispuestos a  dedicarse a la oración, para ofrecer a Dios día y noche sus intercesiones, y a inmolarle las victimas de sus súplicas, ésos son, en efecto, aquellos con los que Jesús edifica su altar.

Considera, pues, qué alabanza se  tributa a las piedras del altar. La Escritura afirma que se construyó, según está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras sin labrar, a las que no había tocado el hierro. ¿Cuáles, piensas tú, que son estas piedras sin labrar? Quizá estas piedras sin labrar y sin mancha sean los santos apóstoles, quienes, por su unanimidad y su concordia, formaron como un único altar. Pues se nos dice, en efecto, que todos ellos perseveraban unánimes en  las oraciones, y que abriendo los  labios decían: Señor, tu penetras el corazón de todos.  Ellos, por tanto, que oraban concordes con una misma voz y un mismo espíritu, son digno de formar un único altar sabré el que Jesús ofrezca su sacrificio al Padre.

Pero nosotros también, por nuestra parte, debemos esforzarnos por tener todos un  mismo pensar y un mismo sentir, no obrando por envidia ni por ostentación, sino  permaneciendo en el mismo espíritu y  en los mismo sentimientos, con el fin de que también nosotros podamos   llegar a ser piedra aptas para la construcción del altar.      

 

RESPONSORIO BREVE

CF. Is 2,2. 3; Sal 125,6

V. La casa del Señor está firme sobre la cima de los montes, y ha sido encumbrada sobre las montañas. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»
R. La casa del Señor está firme sobre la cima de los montes, y ha sido encumbrada sobre las montañas. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»

V. Al volver, vuelven cantando, trayendo sus gavillas.
R. Hacia ella caminarán pueblos numerosos y dirán: «Gloria a ti, Señor.»

 

O bien:

De los sermones de san Agustín, obispo

(Sermón 336,1.6: PL [edición 1861], 1471-1472.1475)

Edificación y consagración de la casa de Dios en nosotros

El motivo que hoy nos congrega es la consagración de una casa de oración. Estas es la casa de nuestras oraciones, pero la casa de Dios somos nosotros mismo.  Por eso nosotros, que  somos la casa de Dios, nos vamos edificando durante esta vida, para ser consagrados al final de los tiempos. El edificio o, mejor dicho, la construcción del edificio exige ciertamente trabajo; la consagración, en cambio, trae consigo el gozo.  

Lo que aquí se hacía, cuando se iba construyendo esta casa, sucede también cuando los creyentes  se congregan en Cristo. Pues, al acceder a la Fe, es como si se extrajeran de los montes y de las selvas las piedras y los troncos; y, cuando reciben la catequesis y el bautismo, es como si fueran tallándose, alineándose y nivelándose por las manos de los artífices y carpinteros.       

Pero no llegan a ser casa de Dios sino cuando se  aglutinan en la  caridad. Nadie  entraría en esta casa si las piedras y los maderos no estuviesen unidos y  compactos con un determinado  orden, si no estuviesen bien trabados, y si la unión entre  ellos no fuera tan íntima que en cierto modo puede decirse que se aman. Pues cuando ves en un edificio que las piedras y que los maderos están perfectamente unidos, entras sin miedo y no temes que se hunda.   

Así, pues, porque nuestro Señor Jesucristo quería entrar  en nosotros y habitar en  nosotros, afirmaba, como si nos estuviera edificando: Os doy  un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros. «Os doy —dice— un mandamiento. Antes erais hombre viejos, todavía  no erais, para mí una  casa, yacíais en vuestra propia ruina. Para salir, pues, de la caducidad de  propia  ruina, amaos, unos a otros.»                            

Considerad, pues, que esta casa,  como fue profetizado y  prometido, debe ser edificada por todo el mundo.  Cuando se construía el templo después del  exilio, como se afirma en un salmo, decían:   Cantad al Señor un cántico nuevo;  cantad al señor, toda  la tierra. Lo que allí decía: Un Cantico nuevo, el Señor lo llama: Un  mandamiento  nuevo. Pues ¿Qué novedad posee un cantico, si no es el amor nuevo? Cantar es propio de quien de quien ama santo.  

Así, pues, lo que vemos que se realiza aquí materialmente en las paredes, hagámoslo espiritualmente en nuestras almas. Los que consideramos como una obra perfecta en las piedras y en los maderos, ayudados por la gracia de Dios, hagamos que sea perfecto  también en nuestros cuerpos. 

En primer lugar, demos gracias a Dios, nuestro Señor, de quien proviene todo buen don y toda dádiva perfecta. Llenos de gozo, alabemos su bondad, pues para construir esta casa de oración ha visitado las almas de sus fieles, ha despertado su afecto, les ha concedido su ayuda, ha inspirado a los reticentes para que quieran, ha ayudado sus buenos intentos para que obren, y de esta forma Dios, que activa en los suyos el querer y la actividad según su beneplácito, el mismo ha comenzado y han llevado a  perfección todas  estas cosas.                

 

RESPONSORIO

Sal 83, 2-3. 5

V. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.
R. ¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.

V. Los que viven en tu casa te alabarán siempre.
R. Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.   

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Laudes

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Venid, adoremos a Cristo, que  amó a la Iglesia.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Piedra angular y fundamentos es Cristo
del templo espiritual que  al Padre alaba,
en comunión de amor con el Espíritu
viviente, en lo más íntimo del alma. 

Piedras vivas son  todos los  cristianos,
cuidad, reino de Dios edificándose,
entre sonoros cánticos de júbilo,
al Rey del universo, templo santo.       

El cosmos de alegría se  estremece
al latido vital de nueva savia,
al pregustar el gozo y la alegría
de un cielo y una tierra renovados.     

Cantad, hijos de Dios, adelantados, 
Cristo total, humanidad salvada,
en la que  Dios en todos será todo,
comunión viva en plenitud colmada.   

Demos  gracias al Padre, que  nos llama
a ser sus hijos en el Hijo amado,
abramos nuestro espíritu al Espíritu,
adoremos a Dios que a todos salva. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Mi casa se llama  casa de oración.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Mi casa se llama  casa de oración.


Ant. 2: Bendito eres, Señor, en el tempo de tu santa gloria.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: Bendito eres, Señor, en el tempo de tu santa gloria.


Ant. 3: Cantad al  Señor en la asamblea de los fieles.


Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Ant. 3: Cantad al  Señor en la asamblea de los fieles.

 

4. LECTURA BREVE

Is 56, 7

Los traeré mi monte santo, los alegraré en mi casa de  oración, aceptaré sobre mi  altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.
R. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.

V. En la cuidad de nuestro Dios, en su monte santo.
R. Y muy digno de alabanza.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Grande es el  Señor. Y muy digno de alabanza.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: «Zaqueo, baja en seguida; porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él  bajó en seguida y lo recibió muy contento. «Hoy  Dios ha dado la salvación a  esta casa.» Aleluya.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: «Zaqueo, baja en seguida; porque hoy tengo que alojarme en tu casa.» Él  bajó en seguida y lo recibió muy contento. «Hoy  Dios ha dado la salvación a  esta casa.» Aleluya.

7. PRECES

Como piedras vivas, edificadas sobre Cristo, la piedra es cogida, oremos al Padre todopoderoso por  su  Iglesia amada y confesemos nuestra fe en ella, diciendo:

Ésta es la casa de  Dios y la puerta del cielo.

Padre del cielo, tú eres el labrador, guarda,  purifica y acrecienta tu viña,
—haciendo que sus sarmientos llenen toda la  tierra.             

Pastor eterno, protege y acrecienta tu rebaño,
—y haz que todas las ovejas  se reúnan en  un solo redil bajo un solo pastor,  Jesucristo, tu hijo.

Sembrador todopoderoso, siembra la palabra en tu campo,
—y haz que dé frutos del ciento por uno para la vida eterna.        

Arquitecto prudente, santifica tu familia, que es la Iglesia,
—y  haz que aparezca ante el mundo como cuidad celestial, nueva  Jerusalén y esposa sin tacha.

Se pueden añadir intenciones libres.

Empleando el modelo de oración propuesto por Cristo, nuestro Señor, digamos.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: El templo del  Señor  es santo, es campo de  Dios, es edificación de Dios.

 

3. LECTURA BREVE

I Co 3, 16-17

¿No sabéis que sois templo de Dios y el Espíritu de  Dios habita en vosotros?   Si alguno destruye el templo de Dios, Dios los destruirá a él, porque el tempo de Dios es santo. Ese templo sois vosotros.                                                     

V.  Señor, yo amo la belleza de tu casa.     
R.   El lugar donde reside tu gloria.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: La santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

 

3. LECTURA BREVE

2 Co 6, 16

Nosotros somos templo del Dios vivo, así lo dijo él: «Habitare y caminaré con ellos; seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.»      

V. Desead la paz a Jerusalén.     
R. Vivan seguros los que te aman.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Nona

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la solemnidad cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la solemnidad NO cae en domingo:

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Ésta es la casa del Señor, construida sólidamente sobre roca firme.

 

3. LECTURA BREVE

Jr 7, 2b. 4-5a. 7a                              

¡Escuchad la palabra del Señor, los que entráis  por estas puertas para adorar al Señor!  No os creáis seguros con  palabras engañosas, repitiendo: «Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del  Señor.» Si enmendáis  vuestra conducta y vuestras acciones, entonces habitaré con vosotros en este lugar.

V. Entrad por las puertas del  Señor con acción de gracias.               
R. Por sus atrios con  himnos.

 

4. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por Jesucristo nuestro señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-I Vísperas (Primeras vísperas)

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Nueva Jerusalén y cuidad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de dios en Cristo edificada,
Iglesia santa.

Esposa engalanada, con Cristo desposada
por obra del Espíritu en sólida  alianza,
divino hogar, fuego de Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el nuevo Adán recrea a sus hermanos,
donde el «no» del pecador, por pura gracia,
donde el «si» eterno de amor de Dios alcanza,
Iglesia santa.

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que  en el Hijo Jesús, Señor constituido,
del hombre que ha caído raza de  Dios levanta,
Iglesia Santa. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. En las plazas de Jerusalén reina la alegría, y en sus villas resuena el canto de gozo: «Aleluya.»

Salmo 146

Poder y bondad de Dios

A ti, oh Dios, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel;
el sana los corazones destrozados,
venda sus heridas. 

Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y   poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. 

Entonad la  acción de gracias del Señor,
tocad la citara para nuestro Dios,
que cubre el cielo de nubes, 
preparando la lluvia para la tierra;

que hace brotar hierba en los montes,
para los que sirve al hombre;
que da su alimento al ganado
y a las  crías de cuervo que graznan. 

No aprecia el vigor de los caballos,
no estima los jarretes del hombre:
el Señor aprecia a sus fieles,
que confía en su misericordia.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Ant. 1. En las plazas de Jerusalén reina la alegría, y en sus villas resuena el canto de gozo: «Aleluya.»

 

Ant. 2. El Señor ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. El Señor ha reforzado los cerrojos de tus puertas y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

 

Ant. 3. En la ciudad de Dios se alegra la muchedumbre de los santos, y los ángeles cantan himnos de júbilo ante el trono de Dios. Aleluya.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,

(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,

(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,

(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. En la ciudad de Dios se alegra la muchedumbre de los santos, y los ángeles cantan himnos de júbilo ante el trono de Dios. Aleluya.

 

3. LECTURA BREVE

Ef 2, 19-22

Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos y miembros de la familia de  Dios. Estáis edificados sobre  el cimiento  de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él  también vosotros os vais integrando en la construcción. Para ser morada de Dios, por el Espíritu.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.
R. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.

V. Por días sin término.
R. Es el adorno de tu casa.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Gozad con Jerusalén, todos los que la amáis, y alegraos de su alegría.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Gozad con Jerusalén, todos los que la amáis, y alegraos de su alegría.

 

6. PRECES

Oremos, hermanos, a nuestro Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos, y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Señor Jesús, que cimentaste tu casa en la  roca,
—confirma y robusteces la fe y la esperanza de tu  Iglesia.

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
—renueva la iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza.    

Señor Jesús, que estás en medio de los se reúnen en tu nombre,
— atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.  

Señor Jesús, que con el Padre viene y haces morada en los que te aman,
—perfecciona a tu Iglesia por la caridad.   

Se pueden añadir intenciones libres.

Señor Jesús, que no echas fuera a ninguno de los viene a ti,
—acoge a todos los difuntos en la mansión de Padre.

Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-II Vísperas (Segundas Vísperas)

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Nueva Jerusalén y cuidad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de  Dios en  Cristo edificada.
Iglesia santa.          

Esposa engalanada, con  Cristo desposada
por obra del Espirita en  sólida alianza, 
divino hogar, fuego de  Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.                

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el  nuevo Adán recrea a su hermanos,
donde el «no» del pecador, por pura gracia,
el «si» eterno de amor de Dios alcanza, 
Iglesia santa.    

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que en el hijo Jesús, Señor constituido,
del  hombre que ha  caído raza de  Dios levanta. 
Iglesia santa. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. El  Altísimo consagra su morada; teniendo a  Dios en medio de ella, no vacila.

Salmo 45

Dios refugio y fortaleza de su pueblo

Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios –con-nosotros» (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra has el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. El  Altísimo consagra su morada; teniendo a  Dios en medio de ella, no vacila.

Ant. 2. Vamos alegres a la casa del Señor

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2. Vamos alegres a la casa del Señor

Ant. 3. Alabad a Dios, todos sus santos.

Cántico Cf. Ap 19, 1-7

Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,

(R. Aleluya.)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,

(R. Aleluya.)
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,

(R. Aleluya.)
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (Aleluya).

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,

(R. Aleluya.)
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (Aleluya).

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Alabad a Dios, todos sus santos.

 

3. LECTURA BREVE

Ap 21,2-3, 22. 27

Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que  descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios.» Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Nunca entrará en ella nada impuro, ni idólatras ni impostores, sólo entrarán los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.
R. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

V. Alabándote siempre.
R. En tu casa.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es  la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es  la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

 

6. PRECES

Oremos, hermanos, a nuestro  Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos; y digámosle:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Señor Jesús, que cimentaste en tu casa en la roca,
—confirma y robustece la fe y la esperanza de tu iglesia                   

Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
—renueva la Iglesia con los sacramentos de la nueva  y eterna alianza.       

Señor Jesús, que estás en medio de los que se reúne en tu nombre,
—atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.             

Señor Jesús, que con el Padre vienes y  haces morada en los que te aman,
—perfecciona a tu Iglesia por la caridad.      

Se pueden añadir intenciones libres.

Señor Jesús, que no  echas fuera a ninguno de los que vienen a ti,
—acoge a todos los difuntos en la mansión del Padre.

Gracias a Jesucristo somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre nuestro.

 

7. ORACIÓN

Señor, tu que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia dedicada a la Virgen María, Reina de los Apóstoles, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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- Lectura complementaria

DEDICACIÓN DEL SANTUARIO-BASÍLICA DE LA REINA DE LOS APÓSTOLES EN ROMA

De una meditación del beato Santiago Alberione, presbítero

(Carissimi in san Paolo, pp. 1349-1350)

El Santuario, corazón de toda la familia Familia Paulina

María no es sólo la reina en cada casa, sino que es la maestra siempre presente, siempre solícita, siempre clementísima.  Responde plenamente a esta idea lo que se ha publicado: “La devoción paulina a la Reina de los Apóstoles tiene un papel amplio e insustituible en la formación humana y apostólica de los miembros.  El lugar que la forma de la piedad paulina atribuye a la Virgen santísima es amplio y evidente”

Una de las primeras sorpresas para quienes entran en la congregación es tal vez la de tener que comenzar y concluir la jornada rezando cincuenta veces la invocación “Virgen María, Madre de Jesús, haznos santos”, oración que se hace precisamente durante las extremas acciones del día: levantarse y acostarse para el descanso.  La misma admiración produce seguramente las frecuentes y variadas invocaciones a María que todos hacen en voz alta durante las horas de “apostolado” en medio del ruido de las máquinas.  Otra cosa realmente interesante, desde el punto de vista mariano, es ver moverse los grupos de jóvenes en filas silenciosas, de un lugar a otro, con el rosario en la mano y rezándolo incluso en esos mínimos espacios de tiempo. Son indicios de una piedad mariana profundamente deseada, y que empapa la jornada paulina, creando una atmósfera típica en la que la devoción a María se experimenta en medida excepcional.

La cosa tiene un profundo valor teológico y una notable eficacia pedagógica.  Jesús Maestro nos ha sido dado por la Virgen María: Por eso sólo en una atmósfera abiertamente mariana se conseguirá ese íntimo contacto con el Maestro divino que es la finalidad fundamental de nuestra vida.  Realmente eso se ha entendido cuando se inculcó sin descanso la devoción a la santísima Virgen.  Y el pensamiento del Primer Maestro se ha expresado ahora de manera sensibilísima en el templo dedicado a la Reina de los Apóstoles en Roma, consagrado al concluir el año mariano.

Este santuario, dedicado a la Reina de los Apóstoles, se levanta en el centro de las casas paulinas y viene a ser el corazón de toda la institución.  Las diversas familias que residen en Roma acuden a él a lo largo de todo el día e incluso durante la noche, a la maravillosa cripta, para el contacto con el Maestro viviente en el sagrario.  Esta es la simpática realidad: las familias paulinas acuden a recibir a Jesús en el santuario, del seno de la virgen Madre.

Esa obra maestra arquitectónica que es el santuario de la Reina de los Apóstoles crea efectivamente un espléndido clima mariano.  El Sagrario donde mora el Maestro se apoya en un altar del que parte una solemne celebración artística de la Virgen: por un lado está la comparsa de la Inmaculada en contraste con el pecado original; por el otro lado María emerge de la creación como primogénita de todas las criaturas, como obra maestra del creador, como flor del universo: una hermosa flor esculpida cerca de la Virgen subraya efectivamente esta idea.  Y de la flor, el fruto: en el sagrario encontramos efectivamente el fruto del seno de la Virgen, Jesús, el formador de los hombres.  Ahora bien, el cometido de la Virgen madre es el de hacer nacer y formar gradualmente a Jesús también en todos aquellos que deben llegar a ser conformes a la imagen de su Hijo.

María está ante nosotros como Madre y Maestra para darnos una prueba maravillosa de cómo llegar a ser verdaderos “discípulos” de Cristo, y para guiarnos en la construcción de la persona según la forma del Verbo.  En efecto María es el modelo supremo de discipulado como afirma claramente San Agustín: “Para María fue más importante ser discípula de Cristo que ser su madre; fue más feliz por ser discípula que por ser madre.  Por eso María era dichosa, porque antes de dar a luz, había llevado en su seno al Maestro”
Es una idea que San Bernardo desarrollará ampliamente para ayudarnos a estudiar las admirables disposiciones de la “discípula” perfecta del Altísimo.

 

 

 

 

 

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17. Sagrada Familia – Domingo dentro de la octava de Navidad

-Introducción

Domingo dentro de la octava de Navidad (o en su defecto, el 30 de diciembre)

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

Titular del Instituto Santa Familia

FIESTA                                                                                

La Familia de Nazaret, modelo de vida

La familia «constituye el fundamento de la sociedad» (Gaudium et spes, 52); es «la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan» (Gravissimum educationis 3). Y «la familia cristiana proclama en voz muy alta tanto las presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada» (Lumen Gentium, 35); es el punto de partida para la transformación del mundo. Su papel es tan importante para esa transformación y para la edificación del reino de Dios, que el Concilio no duda en denominarla «iglesia doméstica» (Lumen Gentium 11).

Este solemne magisterio de la Iglesia viene a confirmar cuanto el padre Alberione había pensado siempre con respecto a la misión de la familia, hasta el punto de ofrecer a la Iglesia, por inspiración del Espíritu Santo, una nueva forma de vida conyugal, realizada en la consagración, dentro del Instituto «Santa Familia».

«Cuando Dios –escribía el padre Alberione—quiso restaurar todas las cosas en Jesucristo, dispuso que él comenzara su obra presentando a todas las familias un modelo y un ejemplo perfecto en la Familia de Nazaret. En la Sagrada Familia, efectivamente, los padres, las madres y los hijos encuentran maravillosas lecciones de paciencia, de castidad, de amor familiar, de laboriosidad, de religiosidad. Allí vivió, trabajó y rezó Jesús durante muchos años, de modo que la restauración comenzó por la familia»

La primera revista de carácter nacional que la Familia Paulina comenzó a publicar en Navidad de 1931, y que el padre Alberione apadrinó, fue Famiglia Cristiana, dirigida precisamente a todas las familias. Anticipaba así en más de treinta años lo que la Iglesia enseñaría en el Concilio Vaticano II.

Cuando en 1956 la Famiglia Cristiana, en su edición italiana, alcanzó los ciento cincuenta mil ejemplares, en el mes de mayo, el padre Alberione consagró personalmente a María, Reina de los Apóstoles, en el santuario a ella dedicado, a todas las familias del mundo, suscriptoras o lectoras de la revista paulina. Pero su deseo era el de llegar a un núcleo de familias especialmente comprometidas en la vida cristiana. Para ello fundó la «Pía Unión de Familias Cristianas», aprobada por el cardenal Eugenio Tisserant en sus diócesis de Ostia, Porto y Santa Rufina, con decreto del 22 de abril de 1963.

La ocasión para realizar cuanto el Espíritu le sugería, le llegó a redactar el Estatuto de los Institutos «Jesús Sacerdote», «San Gabriel Arcángel» y «Virgen de la Anunciación», aprobado por la Santa Sede el 8 de Abril de 1960.  

En aquel Estatuto el padre Alberione planteaba ya la hipótesis de una consagración de los cónyuges «compatible con su estado» (art. 13).

El Estatuto propio del Instituto «Santa Familia» fue aprobado el 19 de marzo de 1993. Hay algunos artículos que expresan especialmente su naturaleza providencial:
«Art. 6. Los miembros del Instituto, persiguiendo la perfección evangélica en el estado conyugal, intentan “responder cada vez más ardientemente al amor de Dios”, traduciendo en la propia vida el ideal de San Pablo: “Para mí la vida es Cristo”.

 Art. 13. Siguiendo a Cristo a través de los votos de castidad, pobreza y obediencia conyugales, los miembros son consagrados “al servicio de Dios y de la Iglesia”, quedan incorporados al Instituto y contraen los vínculos jurídicos propios de este Estatuto. La práctica de los votos de castidad, pobreza y obediencia conyugales ayudan grandemente a crecer en el amor”, comportándose siempre “como el Señor se merece”. »

El padre Alberione introducía en la Iglesia la realidad de la «consagración» también para las personas casadas, superando el concepto de que esa consagración era un privilegio reservado solamente a los «religiosos».

Al aprobar la «Asociación Paulina», el 8 de abril de 1960, la Santa Sede daba también su asentimiento definitivo a esta fundación, que tuvo su nacimiento efectivo en una fecha memorable, la tarde del 26 de noviembre de 1971, día que fallecía el padre Alberione.

María y José, unidos por un vínculo de amor esponsal y virginal, que vivieron en familiaridad cotidiana con su Hijo en la casa de Nazaret, son modelo y fuente de gracia, de luz y de reclamo para todas las familias cristianas del mundo.

 

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-Misa

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

TODO COMO EN EL MISAL ROMANO.

ELEMENTOS PROPIOS:

 

ANTÍFONA DE ENTRADA

Lc 2, 16

Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre.

 

ACTO PENITENCIAL

(Se pueden usar los formularios del ordinario de la misa, o bien el opcional para la fiesta)

Opcional:

— Tu que has venido a cumplir la voluntad del Padre: Señor, ten piedad. R.

—Tú que, despojado de tu rango, pasaste por uno de tantos: Cristo, ten piedad. R.   

—Tú que te sometiste obediente a  María y a José: Señor, ten piedad. R.

 

Se dice GLORIA.

 

ORACIÓN COLECTA

Dios, Padre nuestro,
que has propuesto a la Sagrada Familia
como maravilloso ejemplo
a los ojos de tu pueblo,
concédenos, te rogamos,
que, imitando sus virtudes domésticas
y su unión en el amor,
lleguemos a gozar de los premios eternos
en el hogar del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

 

CICLO A

PRIMERA LECTURA

El que teme al Señor honra a sus padres

Lectura del Libro del Eclesiástico                                                                  

3,2-6. 12-14.

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.

El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos, y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.

Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones, mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes, mientras vivas.
La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL                                                            

Sal 127,1-2.3.4-5(R.:cf. 1)

R. ¡Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos!

Dichoso el que teme al Señor,
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.
R.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
R.

Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
R.

 

SEGUNDA  LECTURA

La vida de familia vivida en el Señor

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses                                   

3,12-21

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amada a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Col 3, 15a. 16a.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda riqueza.

 

EVANGELIO

Coge al niño y a su madre y huye a Egipto

+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo                                        
2,13-15.19-23

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: —«Levántate, coge al niño y a su madre y huye  Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto»

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: —« Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño».

Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.

Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

Palabra del Señor

 

CICLO B

PRIMERA LECTURA

Te heredará uno salido de tus entrañas

Lectura del libro del Génesis                                                               

Gn 15, 1-6; 21, 1-3

En aquellos días, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: —«No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante»
Abrán contestó: —«Señor, ¿de qué me sirven tus dones si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?»

Y añadió: —«No me has dado hijos, y un criado de c asa me heredará»

La palabra del Señor le respondió: —«No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas» Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: —«Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes».
Y añadió: —«Así será tu descendencia»

Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.

El Señor se fijó en Sara, como lo había dicho; el Señor cumplió a Sara lo que le había prometido. Ella concibió y dio a luz un hijo a Abrán, ya viejo, en el tiempo que había dicho. Abrán llamó al hijo que le había nacido, que le había dado Sara, Isaac.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL                                      

Sal 104, 1b-2.3-4.5-6.8-9 (R: 7a y 8a)

R. El Señor es nuestro Dios, se acuerda de su alianza eternamente.

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas.
R.

Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
R.

Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
R.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac.
R.

 

SEGUNDA LECTURA                       

Fe de Abrahán, de Sara y de Isaac

Lectura de la carta a los Hebreos                                                          

11, 8.11-12.17-19

Hermanos. Por fe, obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber a dónde iba.
Por fe, también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un linaje, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y así, de uno solo y, en este aspecto, ya extinguido, nacieron hijos numerosos como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Por fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; y era su hijo único lo que ofrecía, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia»
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos. Y así, recobró a Isaac como figura del futuro.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Hb 1,1-2

En distintas ocasiones habló Dios antiguamente a nuestros padres poros profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.

 

EVANGELIO

El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría

+ Lectura del santo evangelio según San Lucas                                                    
2,22-40

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley de Señor: «Todo Primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de Tórtolas o dos pichones».

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y e Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: --«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu  pueblo, Israel»
Su padre y madre estaban admirados por lo que se decía del niño.

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: —«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablada del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

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O bien más breve

+ Lectura del santo evangelio según San Lucas                                              

2,22. 39-40

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

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CICLO C

PRIMERA LECTURA

Cedo Samuel al Señor de por vida, para que sea suyo

Lectura del primer de Samuel                                                                      
1,20-22.24-28

En aquellos días, Ana concibió, dio a luz un hijo y le puso de nombre Samuel, diciendo: —«Al Señor se lo pedí».

Pasado un año, su marido Elcaná subió con toda la familia a hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. Ana se excusó para no subir, diciendo a su marido:
—«Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre».

Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó.

Entonces subió él al templo del Señor, de Silo, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aún muy pequeño.

Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo: —«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo».

Después se postraron ante el Señor.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

Sal 83,2-3.5-6.9-10 (R:cf. 5a)

R. Dichosos los que viven en tu casa, Señor.

¡Qué  deseables son tus moradas,
Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
R.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti si fuerza
al preparar su peregrinación:
R.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica;
atiéndeme, Dios de Jacob.
Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu ungido.
R.

 

SEGUNDA LECTURA

El Padre nos llama hijos de Dios, y lo somos

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan  

3,1-2.21-24.

Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijo de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos la que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.

Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Palabra de Dios.

 

ALELUYA

Cf. Hch 16, ,14b

Ábrenos el corazón, Señor, para que aceptemos las palabras de tu hijo.

 

EVANGELIO

Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas                                                     

2,41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndole preguntas: todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: —«Hijo, ¿Por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados»
Él les contestó: —«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Palabra del Señor.

 

Cuando esta fiesta se celebra en domingo se dice CREDO

 

ORACIÓN DE LOS FIELES

(Este formulario es opcional para la fiesta)

Reunidos con la Familia de Nazaret, modelo e imagen de  la humanidad nueva, elevemos al  Padre nuestra oración, para que todas las familias sean lugar de crecimiento en sabiduría y gracias. Digamos:

Renueva nuestras Familias, Señor.      

—Por la santa Iglesia de Dios: para que en  su  interior y  en  las relaciones con el mundo dé la imagen de una  verdadera familia que sabe amar, perdonar, valorizar a cada persona, roguemos al Señor.  

—Por la familia, iglesia doméstica: para que inspire a los cercanos y a los que están lejos esa confianza en la  Providencia que ayuda a acoger y a promover el don de la vida, roguemos al Señor.    

—Por los padres y los hijos: para que, a través de una comprensión profunda y un  dialogo reciproco, sepan construir  una autentica comunidad que crezca en la fe y en el amor, roguemos al Señor.    

—Por los enamorados: para que, en la realidad única e irrepetible de su amor, sientan la presencia de Dios Padre, que ha hecho que se encuentren y que  los  guiará siempre, en todo momento de sus vidas, roguemos al  Señor.    

—Por las nuevas  Familias: para que puedan disponer de  una casa acogedora en la que no falte la salud, la serenidad y la  capacidad de difundir el mensaje de esperanza y de paz de Cristo, roguemos al Señor.       

—Por  los miembros del instituto paulino Santa Familia: para que en sus casas reine el clima de Nazaret y, con el temor de  Dios y la obediencia a su voluntad, proclamen el Reino de Dios en el mundo, roguemos al Señor.           

Oh Dios, que en Jesús, José y María nos has dado una viva imagen de tu eterna comunión de amor; renueva para que nuestras familias puedan experimentar la continuidad de  tu presencia. Por Jesucristo nuestro Señor.

 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al ofrecerte Señor,
este sacrificio de expiación,
te suplicamos,
por intercesión de la Virgen, Madre de Dios,
y de san José,
que guardes a nuestras familias
en tu gracia y en tu paz verdadera.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

Cuando se utiliza el Canon romano se dice Reunidos en comunión propio.

 

PREFACIO I DE NAVIDAD

Cristo, luz del mundo

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Porque, gracias al misterio de la Palabra hecha carne,
la luz de tu gloria brilló ante nuestros ojos
con nuevo resplandor,
para que, conociendo a Dios visiblemente,
él nos lleve al amor de lo invisible.

Por eso,
con los ángeles y arcángeles
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar
el himno de tu gloria:

Santo, santo, santo…

 

O bien:

PRFACIO II DE NAVIDAD

La restauración del universo en la Encarnación

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque en el misterio santo que hoy celebramos,
Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre,
se hace presente entre nosotros de un modo nuevo:
el que era invisible en su naturaleza
se hace visible al adoptar la nuestra;
el eterno, engendrado antes el tiempo,
comparte nuestra vida temporal
para asumir en sí todo lo creado,
para reconstruir todo lo que estaba caído
y restaurar de este modo el universo,
para llamar de nuevo al reino de los cielos
al hombre sumergido en el pecado.

Por eso, unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:

Santo, santo, santo…

 

O bien:

PREFACIO III DE NAVIDAD

El maravilloso intercambio que nos salva

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Por él,
hoy resplandece ante el mundo
el maravilloso intercambio que nos salva:
pues al revestirse tu Hijo de nuestra frágil condición
no sólo confiere dignidad eterna
a la naturaleza humana,
sino que por esta unión admirable
nos hace a nosotros eternos.

Por eso,
unidos a los coros angélicos,
te aclamamos llenos de alegría:

Santo, santo, santo…

 

ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Ba 3, 38.

Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió entre los hombres.

 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Padre nuestro, que nos amas y nos perdonas,
concede a cuantos has renovado
con estos divinos sacramentos
imitar fielmente
los ejemplos de la Sagrada Familia,
para que, después de las pruebas de esta vida,
podamos gozar en el cielo
de su eterna compañía.
Por Jesucristo nuestro Señor.

 

BENDICIÓN SOLEMNE

El Señor os bendiga y os guarde. 
R. Amén.

Haga brillar su rostro sobre vosotros
y os conceda su favor.

R. Amén.   

Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo
+ y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.

R. Amén.

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-Oficio de Lectura

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: A Cristo, Hijo de Dios, que vivió bajo la autoridad de María y José, venid, adorémosle.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: A Cristo, Hijo de Dios, que vivió bajo la autoridad de María y José, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

De un Dios que se encarnó muestra el misterio
luz de Navidad.
Comienza hoy, Jesús, tu nuevo imperio
de amor y de verdad.

Hoy, Señor Jesús, el hombre en este suelo
cantar quiere tu amor,
y, junto con los ángeles del cielo,
te ofrece su loor.

Este Jesús en brazos de María
es nuestra redención;
cielos y tierra con su abrazo unía
de paz y de perdón.

Tú eres el Rey de paz, de ti recibe
su luz el porvenir;
Ángel del gran Consejo, por ti vive
cuanto llega a existir.

A ti, Señor, y al Padre la alabanza,
y de ambos al Amor.
Contigo al mundo llega la esperanza;
a ti gloria y honor. Amén.

 

3. SALMODIA

Ant. 1. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios.

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
el Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios.

Ant. 2. Los magos entraron a la casa y vieron al niño con María, su madre.

Salmo 45

Dios refugio y fortaleza de su pueblo

Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa «Dios –con-nosotros» (Mt 1, 23)

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra has el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. Los magos entraron a la casa y vieron al niño con María, su madre.

Ant. 3. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, y se fue a Egipto.

Salmo 86

Himno a Jerusalén, madre de todos los pueblos

La Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre (Ga 4, 26)

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios, etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, y se fue a Egipto.

 

4. VERSÍCULO

V. Tus hijos serán discípulos del Señor.
R. Tendrán gran paz tus hijos.

 

5. LECTURAS

PRIMERA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los Efesios

5, 21—6, 4

Hermanos: Vivid sumisos unos a otros como lo pide el respeto debido a Cristo.

Las mujeres deben someterse a sus maridos como si se sometieran al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de ella, que es su cuerpo. Ahora bien, como la Iglesia está sometida a Cristo, así también las mujeres deben someterse en todo a sus maridos.

Y vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a su Iglesia y se entregó a la muerte por ella para santificarla, purificándola en el baño del agua, que va acompañado de la palabra, y para hacerla comparecer ante su presencia toda resplandeciente, sin mancha ni defecto ni cosa parecida, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como a sus propios cuerpos. Amar a su mujer es amarse a sí mismo.

Nadie aborrece jamás su propia carne, sino que la alimenta y la cuida con cariño. Lo mismo hace Cristo con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.

«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» ¡Gran misterio es éste! Y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En resumen: ame cada uno a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Y vosotros, hijos, obedeced a vuestros padres, como lo quiere el Señor, pues esto es lo justo: «Honra a tu padre y a tu madre.» Éste es el primer mandamiento que lleva consigo una promesa: «Para que te vaya bien y vivas muchos años sobre la tierra.»

Y los padres, por vuestra parte, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos y educadlos según el espíritu del Señor.

 

RESPONSORIO

Ef 6, 1-2; Lc 2, 51

V. Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre.
R. Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre.

V. Jesús bajó con María y José a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
R. Honra a tu padre y a tu madre.

 

SEGUNDA LECTURA

De las Alocuciones del papa Pablo sexto

(Alocución en Nazaret, 5 de enero de 1964)

El ejemplo de Nazaret

Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio.

Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida.

Aquí se nos revela el método que nos hará descubrir quién es Cristo. Aquí comprendemos la importancia que tiene el ambiente que rodeó su vida durante su estancia entre nosotros, y lo necesario que es el conocimiento de los lugares, los tiempos, las costumbres, el lenguaje, las prácticas religiosas, en una palabra, de todo aquello de lo que Jesús se sirvió para revelarse al mundo. Aquí todo habla, todo tiene un sentido.

Aquí, en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo.

¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret! ¡Cómo quisiéramos volver a empezar, junto a María, nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!

Pero estamos aquí como peregrinos y debemos renunciar al deseo de continuar en esta casa el estudio, nunca terminado, del conocimiento del Evangelio. Mas no partiremos de aquí sin recoger rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazaret.

Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad,' enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.

Se nos ofrece además una lección de vida familiar. Que Nazaret nos enseñe el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irreemplazable que es su pedagogía y lo fundamental e incomparable que es su función en el plano social.

Finalmente, aquí aprendemos también la lección del trabajo. Nazaret, la casa del hijo del artesano: cómo deseamos comprender más en este lugar la austera pero redentora ley del trabajo humano y exaltarla debidamente; restablecer la conciencia de su dignidad, de manera que fuera a todos patente; recordar aquí, bajo este techo, que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, y que su dignidad y la libertad para ejercerlo no provienen tan sólo de sus motivos económicos, sino también de aquellos otros valores que lo encauzan hacia un fin más noble.

Queremos finalmente saludar desde aquí a todos los trabajadores del mundo y señalarles al gran modelo, al hermano divino, al defensor de todas sus causas justas, es decir: a Cristo nuestro Señor.

 

RESPONSORIO

2 Co 13, 11; Ef 5, 19; Col 3, 23

V. Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Cantad y tocad con toda el alma para el Señor.
R. Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Cantad y tocad con toda el alma para el Señor.

V. Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres.
R. Cantad y tocad con toda el alma para el Señor.

 

6. HIMNO TE DEUM

A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.


[La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.]
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

 

7. ORACIÓN CONCLUSIVA

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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-Laudes

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

1. Invitatorio

El invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant.: A Cristo, Hijo de Dios, que vivió bajo la autoridad de María y José, venid, adorémosle.

Salmo 94

INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: A Cristo, Hijo de Dios, que vivió bajo la autoridad de María y José, venid, adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora, el Oficio comienza con la invocación siguiente:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


2. HIMNO

Mirad qué aposentadores
tuvo la divina cámara:
verdín por tapicerías
y por cortinajes zarzas.

Pobre, desnudo, sin fuego,
quien con fuegos nos abasta,
está aquí el Niño. Un pesebre
de humildes bestias por cama.

Ved, puro Amor, que sois fuego
y estáis sobre un haz de pajas.
La Virgen, llanto en los ojos:
a incendio tal, tales aguas.

José, que goza y que gime
agridulces de naranja,
rindiéndose ya ha quedado
dormido bajo su capa. Amén.

 

3. SALMODIA (Domingo de la semana I del salterio)

Ant. 1: Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Salmo    

62, 2-9

El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga  por  Dios  todo  el  que
rechaza las obras de las tinieblas

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 1: Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Ant. 2: El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Cántico    

Dn 3, 57-88. 56

TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Ant. 2: El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.


Ant. 3: Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía de él.

Salmo 149

ALEGRÍA DE LOS SANTOS

Los  hijos  de  la  Iglesia,  nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor.  (Hesiquio)

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. 3: Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía de él.

 

4. LECTURA BREVE

Dt 5, 16

Honra a tu padre y a tu madre; así se prolongarán tus días, y te irá bien en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

 

5. RESPONSORIO BREVE

V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

V. Tú que fuiste obediente a María y a José.
R. Ten piedad de nosotros.

V.  Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

 

6. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: Ilumínanos, Señor, con los ejemplos de tu familia, y dirige nuestros pasos por el camino de la paz.

Cántico de Zacarías    

Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Ilumínanos, Señor, con los ejemplos de tu familia, y dirige nuestros pasos por el camino de la paz.

 

7. PRECES

Adoremos a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y supliquémosle, diciendo:

Señor Jesús, tú que quisiste ser obediente, santifícanos.

Oh Jesús, Palabra eterna del Padre, que quisiste vivir bajo la autoridad de María y de José,
—enséñanos a vivir en la humildad y en la obediencia.

Maestro de los hombres, que quisiste que María tu madre conservara en su corazón tus palabras y tus acciones,
—enséñanos a escuchar con corazón puro y bueno las palabras de tu boca.

Oh Cristo, tú que creaste el universo y quisiste ser llamado hijo del artesano,
—enséñanos a trabajar con empeño y conciencia en nuestras tareas.

Oh Jesús, que en el seno de tu familia de Nazaret creciste en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres,
—concédenos crecer siempre en ti, que eres nuestra cabeza.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Y ahora digamos todos juntos la oración que Cristo, el Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro.

 

8. ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

 

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-Tercia

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.

Ésta es la hora
en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua de fuego innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Ésta es la fuerza
que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas
delante de los jueces.

Llama profunda,
que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

II.
A nuestros corazones
la hora del Espíritu ha llegado,
la hora de los dones
y del apostolado:
lenguas de fuego y viento huracanado.

Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
visítanos y enciende,
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.

La fuerza y el consuelo,
el río de la gracia y de la vida
derrama desde el cielo;
la tierra envejecida
renovará su faz reverdecida.

Gloria a Dios, uno y trino:
al Padre creador, al Hijo amado,
y Espíritu divino
que nos ha regalado;
alabanza y honor le sea dado. Amén.


2. SALMODIA

Si la fiesta cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la fiesta NO cae en domingo:

Ant.: José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.

Salmo 119

Deseo la paz

Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rm 12, 12)

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 120

El guardián del pueblo

Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno (Ap 7, 16)

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 121

La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22).

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: José y María, la madre de Jesús, estaban maravillados de lo que se decía de él.

 

3. LECTURA BREVE

Col 3, 12-13

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

V. El Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.

 

4. ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

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-Sexta

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.

II.
Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
real acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
y tú, Hijo amado y Señor nuestro,
por obra del Espíritu enviado,
vivir ya de la fiesta de tu reino. Amén.


2. SALMODIA

Si la fiesta cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la fiesta NO cae en domingo:

Ant.: María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

Salmo 122

El Señor, esperanza del pueblo

Dos ciegos… se pusieron a gritar: «¡Ten compasión de nosotros, Señor, Hijo de David!» (Mt 20, 30)

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,
como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 123

Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Dijo el Señor a Pablo: «No temas…, que yo estoy contigo» (Hch 18. 9. 10)

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
—que lo diga Israel—,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
en presa de sus dientes;
hemos salvado la vida, como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 124

El Señor vela por su pueblo

Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16).

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

 

3. LECTURA BREVE

Col 3, 14-15

Por encima de todo, procurad el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.

V. Crecí pobre y en trabajos desde mi niñez.
R. Fui ensalzado, pero también humillado y atemorizados.

 

4. ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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-Nona

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

I.
Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos del Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

II.
Ando por mi camino, pasajero,
y a veces creo que voy sin compañía,
hasta que siento el paso que me guía,
al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,
él apresura el paso; se diría
que quiere ir a mi lado todo el día,
invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,
él me presta valor para que siga,
y, si descanso, junto a mí reposa.

Y, cuando hay que subir al monte (Calvario
lo llama él), siento en su mano amiga,
que me ayuda, una llaga dolorosa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.


2. SALMODIA

Si la fiesta cae en domingo, se reza la salmodia del domingo de la semana I:

Ant.: Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.

Salmo 117

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús  es  la  piedra  que  desechasteis vosotros,  los  arquitectos,  y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4,11)

I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo,
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé,
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant.: Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.

 

Salmodia Complementaria
Para cuando la fiesta NO cae en domingo:

Ant.: Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.

Salmo 125

Dios, alegría y esperanza nuestra

Si sois compañeros en el sufrir, también lo sois en el buen ánimo (2Co 1, 7)

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo las gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 127

Paz doméstica en el hogar justo

«Que el Señor te bendiga desde Sión», es decir, desde su Iglesia (Arnobio).

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;

tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.

Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.: Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos.

 

3. LECTURA BREVE

Col 3, 17

Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendo la Acción de Gracias a Dios Padre por medio de él.

V. Tus hijos serán discípulos del Señor.
R. Tendrán gran paz tus hijos.

 

4. ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 

 

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-I Vísperas (Primeras Vísperas)

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

Las primeras Vísperas solo se rezan si la fiesta de la Sagrada Familia se celebra el domingo. Cuando la solemnidad de la Natividad del Señor cae en domingo, la fiesta de la Sagrada Familia se celebra el 30 de diciembre, y NO tiene primeras Vísperas.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

1. HIMNO

Temblando estaba de frío
el mayor fuego del cielo,
y el que hizo el tiempo mismo
sujeto al rigor del tiempo.

Su virgen Madre le mira,
ya llorando, ya riendo,
que, como es su espejo el Niño,
hace los mismos efectos.

No lejos el casto esposo
mirándole está encogido,
y de los ojos atentos
llueve al revés de las nubes,
porque llora sobre el cielo. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Salmo 112

Alabado sea el nombre del Señor

Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes (Lc 1, 52)

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¡Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Ant. 2. José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

Salmo 147

Acción de gracias por la restauración de Jerusalén

Ven acá, voy a mostrarte a la novia del Cordero (Ap 21, 9)

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2. José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

Ant. 3. Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

 

3. LECTURA BREVE

2 Co 8, 9

Ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriquecernos con su pobreza.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

V. De su plenitud todos hemos recibido.
R. Y acampó entre nosotros.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos.

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos.

 

6. PRECES

Adoremos a Cristo, hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y aclamémosle, diciendo:

Tú eres, Señor, el modelo y el salvador de los hombres.

Oh Cristo, por el ministerio de tu sumisión a María y a José,
—enséñanos el respeto y la obediencia a los que nos gobiernan legítimamente.

Tú que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos,
—afianza a todas las familias en el amor y la concordia.

Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu padre,
—haz que Dios sea honrado en todas las familias.

Tú que quisiste que tus padres te buscaran durante tres días,
—enséñanos a buscar siempre primero el reino de Dios y su justicia.

Se pueden añadir intenciones libres.

Tú que has dado parte en tu gloria a María y a José,
—admite también a nuestros difuntos en la familia de los santos.

Oremos ahora como Cristo, nuestro Señor, nos ha enseñado.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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-II Vísperas (Segundas Vísperas)

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 

1. HIMNO

Temblando estaba de frío
el mayor fuego del cielo,
y el que hizo el tiempo mismo
sujeto al rigor del tiempo.

Su virgen Madre le mira,
ya llorando, ya riendo,
que, como es su espejo el Niño,
hace los mismos efectos.

No lejos el casto esposo
mirándole está encogido,
y de los ojos atentos
llueve al revés de las nubes,
porque llora sobre el cielo. Amén.

 

2. SALMODIA

Ant. 1. Al cabo de tres días hallaron a Jesús en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Salmo 121
La ciudad santa de Jerusalén

Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Hb 12, 22)

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
Voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 1. Al cabo de tres días hallaron a Jesús en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Ant. 2.  Jesús bajó a Nazaret con sus padres, y vivía sumiso a ellos.

Salmo 126

El esfuerzo humano es inútil sin Dios

Sois edificio de Dios (1Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 2.  Jesús bajó a Nazaret con sus padres, y vivía sumiso a ellos.

Ant. 3. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Cántico Ef 1, 3-10

El Dios salvador

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.

Gloria al padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, Amén.

Ant. 3. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

 

3. LECTURA BREVE

Flp 2, 6-7

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos y actuando como un hombre cualquiera.

 

4. RESPONSORIO BREVE

V. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser compasivo.
R. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser compasivo.

V. Apareció en el mundo y vivió entre los hombres.
R. Para ser compasivo.

V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser compasivo.

 

5. CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»

Magníficat

Lc 1, 46-55

Alegría del alma en el Señor

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.» «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»

 

6. PRECES

Adoremos a Cristo, Hijo del Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana, y aclamémoslo, diciendo:

Tú eres, Señor, el modelo y el salvador de los hombres.

Cristo Jesús, por el misterio de tu sumisión a María y a José,
—enséñanos a respetar y a obedecer a los que nos gobiernan legítimamente.

Tú que amaste a tus padres y fuiste amado por ellos,
—afianza a todas las familias en el amor y la concordia.

Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre,
—haz que Dios sea honrado en todas las familias.

Tú que quisiste que tus padres, angustiados, te encontraran al cabo de tres días en la casa de tu Padre,
—enséñanos a buscar siempre primero el reino de Dios y su justicia.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que has dado parte en tu gloria a María y a José,
—admite también a nuestros difuntos en la familia de los santos.

Prosigamos nuestra oración, buscando el reino de Dios.
Padrenuestro.

 

7. ORACIÓN

Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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- Lectura complementaria

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

De los escritos del beato Santiago Alberione, presbítero

(Le Feste di María, EP, pp. 27-32)

La Sagrada Familia, modelo de todas las familias

León XIII ha declarado: “¿A caso no conviene celebrar el nacimiento real del Hijo del Padre supremo? ¿O tal vez la casa de David, y los gloriosos nombres de esta antigua estirpe?  Para nosotros es más entrañable recordar la casita de Nazaret y la humilde vida que allí se lleva: es más entrañable celebrar la vida oculta de Jesús.  Allí el divino niño aprendió el humilde oficio de José, y en la sombra creció y fue feliz siendo su compañero en los trabajos de artesano.  Que el sudor, dice él, resbale por mis miembros antes que los bañe la sangre; que esta fatiga del trabajo sirva de expiación para el género humano.  Cerca del divino niño está su tierna madre; cerca del esposo está la esposa devota, dichosa de poder aliviar con afectuoso cuidado las penas de los fatigados.”  El hijo de Dios quiso comenzar su obra restaurando la familia, base de la sociedad, y lo hizo antes que nada con el ejemplo.  En la familia está el germen de la sociedad civil.  Salvada la familia, está salvada la sociedad.

Podemos reconstruir, de alguna forma, el estilo de vida que caracterizaba el estilo de vida de la Sagrada Familia de Nazaret.  Era la vida de una pobre familia obrera que tanto amaba el trabajo; atenta, llena de amabilidad con todos; alejada del espíritu mundano; respirando el perfume de una intensa piedad.  Lo único que diferenciaba aquella familia de las otras de semejante condición social, era: una singular distinción de trato en sus miembros, producto y reflejo de aquella abundancia de gracia de la que estaban penetradas aquellas tres santas personas.  Allí reina una inalterable, que constituía el más bello adorno de aquel santo hogar doméstico.  Allí una prontitud de socorrer con el consejo y con la obra a los indigentes.  Ahí reinaba una puntualidad ejemplar en el cumplimiento de todo lo que se refería al culto del Señor y la oración.  Sin embargo, nadie puede penetrar en los profundos misterios que tenían lugar y en las aspiraciones que inundaban a tres habitantes de aquellos pobres muros.  José y María debían tener como oculto bajo su sombra, hasta la hora marcada por Dios, al Salvador del mundo.  Mientras tanto realizaban su grande apostolado: preparaban a la víctima para el sacrificio; al Maestro único para la humanidad; al sacerdote según el rito de Melquisedec.  María se ocupaba de los trabajos de la casa, propios de las mujeres de su condición.  Trinidad terrena; que representaba la vida de la Santísima Trinidad del Cielo.
María representaba de manera especial la pureza.  Allí existía una conveniente intimidad entre personas tan sublimes, unidad de pensamiento, de deseo y de sentimiento.  Allí se mandaba sin orgullo, se obedecía sin tristeza.  Todo era digno, todo proporcionado a la misión de aquellas santas personas….

La Providencia estableció esto en su designio lleno de bondad, para que todos los cristianos, de cualquier condición o patria puedan fácilmente, fijándose atentamente en la Sagrada Familia, tener el ejemplo de todas las virtudes y una invitación a practicarlas.

Los padres de familia tienen seguramente en José un modelo admirable de vigilancia y solicitud paterna;  las madres tienen en la Virgen Madre de Dios un insigne ejemplo de amor, de respeto modesto y de la sumisión de un alma de fe perfecta; los hijos tienen en Jesús, sometido a sus padres un ejemplo de obediencia que admirar, honrar e imitar.
Los que han nacido nobles, aprenderán de esta familia de sangre real, a conservar la moderación en la prosperidad y la dignidad en medio de las aflicciones, los ricos reconocerán en esta escuela cuánto menos deben estimarse las riquezas que las virtudes.  A los obreros y a todos los que tanto sufren por las preocupaciones de mantener a una familia y de condición pobre, si se fijan en los santos miembros de esta sociedad doméstica, no les faltara ni motivo ni ocasión de alegrarse de la suerte que les ha tocado en vez de entristecerse por ello.
En efecto las fatigas las tienen en común con la Sagrada Familia, como tienen en común con ella las preocupaciones de la vida diaria: también José tuvo que proveer al sustento de los suyos ganándose el pan; más aún, las mismas manos divinas se dedicaron al trabajo de un oficio mecánico.  No hay que admirarse pues, de que hombres muy sabios, poseedores de grandes riquezas, hayan querido renunciar a ello para elegir la pobreza y estar unidos con Jesús, María y José.

Las familias deben nacer de una unión santa, inteligente, establecida con fines cristianos.  Los hijos deben considerarse como una bendición de Dios que envuelve a la familia; y han de educarse con sabiduría, con afecto, con vigilancia y con el ejemplo.

Han de soportarse recíprocamente los defectos y los pesos inherentes a la vida.  Deben conservarse el decoro, el ahorro y la moderación.  La vida ha de considerarse siempre como una preparación para la eternidad.

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