Dios nos amó primero con un amor eterno. El primer mandamiento nos habla de la
respuesta de amor que el hombre está llamado a dar a Dios: creer en él, esperar en él y
amarlo por sobre todas las cosas.
Este mandamiento nos aparta de la idolatría: de postrarnos y adorar a cualquier otra cosa
que no sea Dios, de poner en el centro de nuestra vida otros dioses (la fama, el dinero,
el éxito, etcétera).
La superstición, la magia y la adivinación, que son desviaciones del culto que solo
debemos a Dios, son faltas contra este primer mandamiento. El ateísmo, que niega o
rechaza a Dios, es también una falta contra el primer mandamiento.
Jesús nos enseña con su propia vida a amar a Dios sobre todas las cosas, a vivir para Dios
y a cumplir en todo su voluntad. |