El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor, que es Santo.
La blasfemia, que es usar en forma injuriosa e inapropiada el nombre de Dios, y el
juramento en falso invocando a Dios son pecados contra este segundo mandamiento.
Los cristianos comenzamos nuestras oraciones invocando el nombre de Dios: “En el
Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo...”. Este mandamiento nos invita a
santificarnos en el nombre del Señor, a consagrar nuestra vida a su santo nombre. |