Dios quiere que después de a él, honremos a nuestros padres. Los hijos deben a sus
padres respeto, gratitud, justa obediencia y ayuda. Ellos son nuestros prójimos más
próximos, los que nos regalaron el don de la vida, los que Dios puso en nuestro camino
para ayudarnos a crecer y para enseñarnos a amar y a vivir.
“A lo largo de nuestra vida, ha ido cambiando la relación con nuestros padres. A medida
que crecemos, vamos comprendiendo que ellos, como todas las personas, tienen defectos
y virtudes, encuentran dificultades y alegrías, sufren y gozan por las cosas de la vida.
Ellos también necesitan de nuestra ayuda y comprensión, de nuestra compañía, de
nuestra presencia cariñosa”. |