Toda vida humana, desde el primer momento de su concepción hasta la muerte, es
sagrada, pues ha sido amada y creada por Dios. Causar la muerte a una persona es
gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la voluntad de Dios creador.
Pecan contra este mandamiento el aborto, la eutanasia y el suicidio. Todas las actitudes
que producen conflictos y guerras son un pecado contra este mandamiento: el odio, la
sed de venganza, las injusticias que provocan escándalos y acciones violentas, la carrera
armamentista, los actos de terrorismo, etc.
Pero también la violencia contra los otros, la tortura, las actitudes que dañan la
integridad física o moral, el uso indebido de drogas y el descuido del propio cuerpo
atentan contra este mandamiento.
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