El décimo mandamiento prohíbe el deseo desordenado de los bienes, de las riquezas y el
poder. Faltan contra este mandamiento la envidia, el afán de acumular, la falta de caridad
hacia los necesitados.
“¿Cuál es mi actitud frente a los bienes? ¿Cuándo se manifiesta en mí la envidia?
¿Puedo alegrarme con los bienes de los demás? ¿Estoy compartiendo mis propios
bienes?”.