Isabel era la prima de la Virgen María. Vivía en la ciudad de Ain Karim a unos cuantos
kilómetos de donde vivían María y José. Estaba casada con Zacarías, que era
sacerdote del templo y un judío muy respetable. Ya era grande, y no había podido
tener hijos.

Cuando el ángel Gabriel se le aparece a María para preguntarle si quería ser la madre
de Jesús, le dice que también su prima Isabel está embarazada, a pesar de su edad
avanzada. Esto era un signo para confirmarle que para Dios no había nada imposible.

No bien se enteró, María partió sin demora a visitar a su prima y a ayudarla con
todos los preparativos del parto. Cuando María entró en su casa, Isabel reconoció
enseguida la presencia del salvador en el vientre de María, y la saludó llena de alegría
diciendo: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre!  ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?  Apenas
oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.  Feliz de ti por haber creído que
se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

Isabel fue la primera en reconocer que Jesús era el Mesías esperado. ¡Lo hizo cuando
Jesús estaba siendo gestado en el vientre de María!