¡Eran dos grandes amigas de Jesús! Vivían en Betania, junto a su hermano Lázaro. Se ve que Jesús, cada vez que andaba
por Betania, se iba a alojar a casa de estos amigos.
¡Allí se sentía cómodo y a gusto! Pero un día se llevaron un buen susto. Más que susto, fue una calamidad: Lázaro estaba
muy enfermo y todo indicaba que se estaba por morir. Entonces Marta y María mandaron a buscar de urgencia a Jesús,
para que viniera a curarlo. Parece que Jesús se demoró más de lo esperado, y Lázaro murió. A los tres días, llegó Jesús y
se encontró con el drama: Lázaro había muerto y ya estaba enterrado. Todos lloraban y gritaban, y Marta le salió al
encuentro bastante enojada: “¿Por qué no viniste antes? ¿Por qué tardaste tanto?”. ¡Una mujer muy intrépida, que se
animó a reprender a Jesús! Ese día, Jesús habló muy seriamente con Marta y, a ella, le reveló por primera vez un gran
secreto: “Yo soy la resurrección y la vida… el que crea en mí, aunque muera, vivirá”. Se ve que Marta se quedó un poco
desconcertada, porque Jesús le preguntó: “¿Crees tú esto?”. Y ella, en ese momento respondió la verdad más grande que
se dijo en el Evangelio: “Sí, Señor, creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al
mundo”. Después de esta confesión de fe, fueron a buscar a María, y Jesús resucitó a Lázaro.
El Evangelio, además, nos cuenta otro episodio en el que aparecen Marta y María. En este caso, Marta también protesta y
se queja. Parece que María estaba encantada, sentada a los pies de Jesús, y que Marta iba y venía por todos lados con los
quehaceres de la casa, preparando todo para la comida. Entonces, un poco harta, le dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa
que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? ¡Decile que me venga a ayudar!”. Pero el Señor le respondió: “Marta,
Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le
será quitada”. Otra vez Marta quedó desconcertada. ¿Qué le estaba queriendo decir Jesús?
Lo cierto es que estas dos mujeres eran íntimas amigas de Jesús. ¡Y Jesús las quería mucho a las dos!
Textos bíblicos: Jn 11,1-44; Lc 10, 38-42 |