No sabemos el nombre de esta mujer. Pero sí conocemos algo de su
reputación: no era una mujer muy recatada. Parece que en el pueblo la
conocían por su vida sexual desordenada. Seguramente fuera lo que
todos llamaban una prostituta. ¿Cómo lo conoció a Jesús? Un día, Jesús
estaba comiendo en la casa de Simón, que era un amigo. En mitad
de la cena, irrumpió una mujer que traía un frasco con un perfume
valioso, y tirándose a los pies de Jesús, los empezó a lavar con sus
lágrimas. Después le secó los pies con sus cabellos y se los ungió con el
perfume. ¿Por qué lloraba? Solo ella lo sabía. ¿Por qué gastó un perfume
tan caro para poner en los pies de Jesús? Solo ella lo sabía. Todos los
que estaban comiendo quedaron desconcertados y hacían comentarios
desagradables: “Si Jesús supiera quién es esta mujer, la echaría
de aquí” (cf. Lc 7, 37-39). |