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Cerca de la ciudad de Orán, en la provincia de Salta, existe una escuelita llamada Los Naranjos. Es una zona alejada de todo, a donde solo se puede llegar a caballo o usando los tractores de la municipalidad. Por eso es una escuela de frontera, en donde los alumnos viven todo el año. Nunca tuvieron agua potable. Todos los días, la primera tarea que realizaban los maestros y los niños era bajar hasta el arroyo a cargar los baldes con el agua que necesitaban para el día. Era una tarea difícil, cansadora y peligrosa, ya que muchas veces el agua llegaba sucia o contaminada por algún animal muerto en su camino. Pero una escuela de la ciudad capital de la provincia decidió apadrinar a Los Naranjos y ponerle fin a este problema y, por medio de rifas, beneficios y donaciones, consiguieron reunir el dinero necesario para instalar allí un generador de energía y una bomba que extrajera el agua. |
Los hombres tenemos «sed» de Dios. El salmista nos dice: «Como la cierva sedienta en busca del agua, así mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo». San Agustín decía que la oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Jesús murió exclamando «tengo sed». Sed de nuestro amor. Cada vez que rezamos y que enseñamos a orar calmamos la sed de nuestro corazón. |
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