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«Si querés vivir cristianamente y con facilidad, hacé mucha oración y lo conseguirás».
«Cuando pedís a Dios, pedí con seguridad sabiendo que si te concede lo que le pedís, es porque es bueno y conveniente; si no te lo concede, es porque no es provechoso para vos».
   
«Cuando a la mañana hiciste bien la oración, casi podés asegurar que pasará bien el resto del día».
   
«El hombre de fe debe desear, sobre todas las cosas, la gracia de la santa oración».
   
«La oración ha sido mi vida, mi alma, mi maestra, mi consuelo, mi resignación, mi bien, mi reposo, y todas mis riquezas, Ella me ha defendido... y me ha inflamado el amor divino».
   
«Si querés alcanzar virtud y fortaleza para vencer las tentaciones, tenés que ser hombre de oración. Si querés desarraigar de tu alma todos los defectos y plantar todas las virtudes, tenés que ser hombre de oración; en ella el Espíritu Santo te enseña todas las cosas».
   
«En todas nuestras necesidades, trabajos y dificultades, no nos queda otro medio mejor y más seguro que la oración».
   
«El que no ora no llegará a ser un gran santo».
   
«El alma es como un castillo y Dios está en el centro. La puerta para entrar al castillo es la oración. La oración es el camino seguro para ir al Cielo».
   
«No tenés que apresurarte para rezar mucho, sino procurar decir de corazón lo que decís».
   
«Para mí la oración es un arranque del corazón, una simple mirada lanzada al cielo, un grito de gratitud y de amor…».
   
«Si al levantarte a la mañana no dedicás un rato de tu tiempo a la oración, no digas que es por falta de tiempo, di que es por falta de amor».
   
«La oración es como un canal por el que le vienen al alma todas las gracias. El que no haga oración por las mañanas estará todo el día sin fuerzas para resistir a las tentaciones».
   
«Como primera cosa cuando se levanten a la mañana, hagan la señal de la cruz y eleven a Dios alguna jaculatoria».
   
«Es necesario orar todos los días. Cuando suprimimos la oración, no ganamos tiempo, lo perdemos».
   
«Debemos amar la oración. La oración agranda el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de sí mismo».
   
«La oración es como quedarse en familia con Dios. El hijo que ama al padre está a gusto con él; lo escucha, le pregunta, le abre su corazón, le pide lo que necesita».
   
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