Marisa vive en un barrio muy humilde del Gran Buenos Aires. No siempre tiene dinero para comprar la comida que necesita para su familia, pero siempre se las arregla para cocinar... ¡y no solo para los suyos! Todos los viernes, prepara enormes guisos para 70 niños que acuden a la catequesis en la capillita de Nuestra Señora de Luján. Los misioneros de la parroquia le llevan el aceite y la carne, Cáritas le da los fideos y el arroz, un colegio de la zona colabora con lo que falta... ¡Es exquisito! ¡Y vale repetir!
Jesús nos dijo que no solo de pan vive el hombre, cada vez que misionamos, llevando a Jesús a las personas que tienen hambre de Dios, estamos viviendo esta obra de misericordia. |