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Es algo muy sencillo. Un día Raquel decidió reunir a sus amigas y crear un taller de costura al que llamaron Divina Providencia. Son un grupo de abuelas que se reúnen todas las semanas para coser. Ellas hacen batitas, pijamas, pantalones, buzos... ¡de todo! Hacen lo que les pidan. Y lo envían a distintos lugares: los pijamas a un hogar de enfermos de sida, la ropa de bebé para centros de adopción, las sábanas para un hospital, los pantalones y buzos para hogares de niños. Hay una abuelita que ya casi no puede ver, pero ella igual participa tejiendo «de memoria» cuadrados de lana que después otras mujeres cosen para hacer frazadas. |
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