NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN DE SUMAMPA
Patrona de Santiago del Estero
Esta es la historia de la otra imagen de María que viajaba en la misma carreta que la imagen que se quedó en Luján, cuando hizo detener milagrosamente la carreta. El viaje prosiguió, y la caravana transportó la otra imagen hasta la ciudad de Córdoba. Allí se detuvieron, porque el viaje a Santiago del Estero debía hacerse a lomo de burro. Después de varios días de marcha se aproximaban a la ciudad de Sumampa. Allí hicieron noche, y al amanecer, el arriero encargado de custodiar la caja de la Virgen vio que había desaparecido. Preocupado, despertó a sus compañeros y les comunicó la noticia, mas ninguno de ellos sabía nada de la caja. También notaron la falta de la mula que había cargado la Virgen durante todo el trayecto, y se pusieron inmediatamente tras sus huellas. La encontraron a poco andar, ya dentro de la estancia de Farías, el hacendado portugués que había mandado pedir las imágenes desde Brasil. La mula estaba parada e inmóvil, bajo la sombra de un árbol con la caja de la Virgen sobre su lomo. ¿Quién la trajo hasta aquí? ¿Quién ató la caja al lomo de la mula? Todas preguntas que quedaban sin respuesta. Se dispusieron a llevar la mula hasta la casa, pero esta estaba empacada, no hubo forma de hacerla caminar. Frente a este hecho, los arrieros recordaron el episodio ocurrido con la otra caja a orillas del río Luján, y desconcertados, decidieron bajar la caja y llevarla a pie hasta la casa de don Farías. Este se alegró enormemente de la llegada de la Virgen y puso la imagen en una habitación especialmente preparada para ella. Los paisanos le contaron el extraño suceso de la mula, y también le relataron el milagro de la detención de la carreta, y la manera en que la Virgen había querido quedarse en Luján. Al día siguiente, todos amanecieron con los gritos de enojo de Farías: ¡No está la Virgen! ¿Quién ha osado retirarla del lugar que yo había dispuesto para ella? Después de buscarla por todos lados, recordaron el episodio de la mula, y decidieron dirigirse con prontitud al lugar en el que la habían encontrado. En efecto, allí estaba. Majestuosa, de pie, a la sombra del árbol de Talas. Todos comprendieron que este era el deseo de la Virgen, quedarse allí, en ese mismo lugar. Don Farías, poniéndose de rodillas frente a ella, le prometió que de allí no la movería, y que sería en ese lugar de su estancia donde levantaría la capilla que con tanto amor le había prometido. Allí mismo, en Sumampa, bajo la sombra del Tala se levantó la primera capilla, que con el paso de los años se fue ampliando y reemplazando por otra mayor. En el altar principal del templo, se encuentra la imagen de la dulce Virgen con el niño, conocida por todos por los grandes consuelos y favores otorgados a sus hijos que a ella acuden. El Santuario de Sumampa fue declarado Monumento Histórico Nacional, y todo el pueblo de Santiago del Estero venera allí a María, la Madre de Dios, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación. |