JUDAS ISCARIOTE
Fue uno de los doce, elegido por Jesús. Pasó a la historia por ser el
amigo que lo traicionó y lo vendió a las autoridades judías a cambio de
treinta monedas de plata. Indudablemente, Judas creyó en Jesús y en su
predicación, pero en algún momento dejó de creer en Él. Posiblemente
haya sentido defraudada su esperanza cuando Jesús estaba decidido a
subir a Jerusalén y a enfrentar su muerte. Judas querría ver triunfar a
Jesús como Mesías, y esto significaba un real fracaso. Lo cierto es que
lo entregó, y cuando Jesús estaba rezando en el monte de los olivos, se
acercó con los guardas y soldados del templo y lo señaló con un beso.
Judas era el encargado de guardar la bolsa de dinero en el grupo de los
Doce. Por eso, cuando en la Última Cena Jesús le dice: “Realiza pronto
lo que tienes que hacer”, todos pensaban que lo estaba mandando a
comprar algo (cf. Jn 13, 21-30).
¿Cuál fue la falta más grande de Judas? Ciertamente, no la traición y la
entrega, sino el no haber confiado en el amor misericordioso de Jesús,
que hubiera perdonado esta falta. Judas, después de la traición, se
sintió desesperado, fue ante los sacerdotes del templo y arrojándoles
las monedas de plata les dijo: “He pecado, entregando sangre
inocente”. Y después se ahorcó (cf. Mt 27, 3-10). |
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