PEDRO
Pedro figura en primer lugar en todas las enumeraciones de Apóstoles
que aparecen en el Nuevo Testamento, y tiene entre los Doce, un lugar
absolutamente singular, siendo protagonista de numerosos episodios en
el Evangelio. Era impulsivo, espontáneo, fuerte y decidido. Un líder
nato entre el grupo de los Doce.
Pedro, con su hermano Andrés y los hijos de Zebedeo, era pescador de
oficio. Vivía en Cafarnaún, estaba casado y tenía familia. Como sabemos,
el nombre de Pedro era Simón, y Jesús se lo cambió por Cefas, es decir,
“piedra” sobre la cual se edifica la Iglesia.
En algunos de los episodios en los que Pedro aparece en el Evangelio, se
lo muestra “metiendo la pata”. La metida de pata más grande fueron las
negaciones en la noche de la pasión. Pero también el Evangelio resalta
su fe firme como una piedra.
Jesús le promete “las llaves del Reino de los cielos” (Mt 16, 19). Tanto
es así, que a san Pedro se lo identifica, popularmente, con un par de
llaves, que son su atributo característico e inconfundible.
Una tradición antiquísima y bien documentada señala que Pedro
estableció su sede en Roma, donde sufrió el martirio en tiempos de
Nerón. Fue condenado al suplicio de la cruz, pero considerándose
indigno de ser crucificado como su Maestro, pidió ser clavado cabeza
abajo.
Su fiesta se celebra, junto con la de san Pablo, el 29 de junio. |
|