TOMÁS
Puede resultar paradójico que un apóstol de Jesús sea recordado
especialmente por su “incredulidad”. Pero eso es precisamente lo que
ocurre con Tomás, protagonista del célebre episodio de la tarde misma
de la resurrección de Jesús cuando se apareció ante sus Apóstoles y
Tomás no estaba presente. Cuando llegó y le contaron que habían visto
a Jesús, él dijo: “Si no veo las marcas de los clavos en sus manos, si no
pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no
creeré”. A la semana siguiente, Jesús resucitado se volvió a aparecer
a sus amigos, y esta vez estaba Tomás presente. Jesús, después de
desearles la paz, llamó a Tomás y le dijo: “Trae aquí tu dedo: aquí
están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante
no seas incrédulo, sino hombre de fe. Tomás respondió: “Señor mío y
Dios mío” y Jesús le dijo: “Ahora crees porque me has visto. ¡Felices
los que creen sin haber visto!” (cf. Jn 20, 19-29).
Segú la tradición, murió en la India atravesado por una lanza. Su fiesta
se celebra el 3 de julio. |
|