OCTUBRE 2024
1 octubre 2024
Lc 9, 51-56
Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al templo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaría para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: -Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?
Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea.
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2 octubre 2024 - Santos Ángeles custodios -
Mt 18, 1-5.10
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Si tu hermano peca, repréndelo; pero si cambia de actitud perdónalo. Aunque peque contra ti siete veces en un día, si siete veces viene a decirte: 'No lo volveré a hacer', debes perdonarlo.»
Los apóstoles pidieron al Señor: -Danos más fe. El Señor les contestó: -Si ustedes tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: 'Arráncate de aquí y plántate en el mar', y les haría caso. Si uno de ustedes tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: 'Pasa y siéntate a comer'? No, sino que le dice: 'Prepárame la cena, y dispónte a atenderme mientras yo como y bebo. Después podrás tú comer y beber.' Y tampoco le da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. Así también ustedes, cuando ya hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: 'Somos servidores inútiles, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.'
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3 octubre 2024
Lc 10, 1-12
En aquel tiempo, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir. Les dijo: -Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla. Vayan ustedes; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven dinero ni provisiones ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie en el camino. Cuando entren en una casa, saluden primero, diciendo: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, su deseo de paz se cumplirá; pero si no, ustedes nada perderán. Quédense en la misma casa, y coman y beban de lo que ellos tengan, pues el trabajador tiene derecho a su paga. No anden de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde los reciban, coman lo que les sirvan; sanen a los enfermos que haya allí, y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes.” Pero si llegan a un pueblo y nos los reciben, salgan a las calles diciendo: “¡Hasta el polvo de su pueblo, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos como protesta contra ustedes! Pero sepan esto, que el reino de Dios ya está cerca de ustedes.” Les digo que en aquel día el castigo para ese pueblo será peor que para la gente de Sodoma.
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4 octubre 2024
Lc 10, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho entre ustedes, ya hace tiempo se habrían vuelto a Dios, cubiertos de ropas ásperas y sentados en ceniza. Pero en el día del juicio el castigo para ustedes será peor que para la gente de Tiro y Sidón. Y tú Cafarnaúm, ¿crees que serás levantado hasta el cielo? ¡Bajarás hasta lo más hondo del abismo! El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; y el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envío.”
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5 octubre 2024
Lc 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos regresaron muy contentos, diciendo: -¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre! Jesús les dijo: -Sí, pues yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder a ustedes para caminar sobre serpientes y alacranes, y para vencer toda fuerza del enemigo, sin sufrir ningún daño. Pero no se alegren de que los espíritus los obedezcan, sino de que sus nombres ya están escritos en el cielo.
En aquel momento, Jesús, lleno del alegría por el Espíritu Santo, dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondiste de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido. Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer.”
Volviéndose a los discípulos, les dijo a ellos solos: - Dichosos quienes ven lo que ustedes están viendo; porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver esto que ustedes ven, y no lo vieron; quisieron oír esto que ustedes oyen, y no lo oyeron.
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6 octubre 2024 - 27º Domingo del tiempo ordinario -
Mc 10, 2-16
En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le peguntaron si al esposo le está permitido divorciarse de su esposa. Él les contestó: - ¿Qué les mandó a ustedes Moisés?
Dijeron: -Moisés permitió divorciarse de la esposa dándole un certificado de divorcio.
Entonces Jesús les dijo: -Moisés les dio ese mandato por lo terco que son ustedes. Pero en el principio de la creación, “Dios los creó hombre y mujer. Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.” Así, que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido. Cuando ya estaba en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto.
Jesús les dijo: - El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo: -Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Les aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y tomó en sus brazos a los niños, y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.
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7 octubre 2024
Lc 10, 25-37
En aquel tiempo, un maestro de la ley fue a hablar con Jesús, y para ponerlo a prueba le preguntó: -Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: -¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?
El maestro de la ley contestó: - “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”; y, “ama a tu prójimo como a ti mismo.”
Jesús le dijo: -Has contestado bien. Si haces eso, tendrás la vida. Pero el maestro de la ley, queriendo justificar su pregunta, dijo a Jesús: -¿Y quién es mi prójimo?
Jesús entonces le contestó: -Un hombre iba por el camino de Jerusalén a Jericó, y unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote pasaba por el mismo camino; pero al verlo, dio un rodeo y siguió adelante. También un levita llegó a aquel lugar, y cuando lo vio, dio un rodeo y siguió adelante. Pero un hombre de Samaría que viajaba por el mismo camino, al verlo, sintió compasión. Se acercó a él, le curó las heridas con aceite y vino, y le puso las vendas. Luego lo subió al caballo, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, el samaritano sacó el equivalente al salario de dos días, se lo dio al dueño del alojamiento y le dijo: “Cuide a este hombre, y si gasta usted algo más, yo se lo pagaré cuando vuelva.” Pues bien, ¿cuál de esos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?
El maestro de la ley contestó: - El que tuvo compasión de él. Jesús le dijo: -Pues ve y haz tú lo mismo.
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8 octubre 2024
Lc 10, 38-42
En aquel tiempo, Jesús siguió su camino y llegó a una aldea, donde una mujer llamada Marta lo hospedó en su casa. Marta tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía. Pero Marta, que estaba atareada con sus muchos quehaceres, se acercó a Jesús y le dijo: -Señor, ¿no te preocupa nada que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude. Pero Jesús le contestó: -Marta, Marta, estás preocupada y te inquietas por demasiadas cosas, pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar.
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9 octubre 2024
Lc 11, 1-4
Una vez, Jesús estaba orando en un lugar; cuando terminó uno de sus discípulos le dijo: -Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. Jesús les dijo: -Cuando oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos han hecho mal. No nos expongas a la tentación.”
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10 octubre 2024
Lc 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle.” Sin duda el otro no le contestará desde adentro: “No me molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a darte nada.” Les digo que, aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, lo hará por su impertinencia, y le dará todo lo que necesita. Así que yo les digo: Pidan, y Dios les dará; busquen y encontrarán; llamen a la puerta y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso alguno de ustedes, que sea padre, sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o de darle un alacrán cuando le pide huevo? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
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11 octubre 2024
Lc 11, 15-26
En aquel tiempo, habiendo expulsado Jesús un demonio, algunos dijeron: «Beelzebú, el jefe de los demonios, es quién ha dado a este hombre el poder de expulsarlos.»
Otros, para tenderle una trampa, le pidieron una señal milagrosa del cielo. Pero él, que sabía lo que estaban pensando, les dijo: «Todo país dividido en bandos enemigos, se destruye a sí mismo y todas sus casas se derrumban una sobre otra. Así también, si Satanás se divide contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su poder? Esto lo digo porque ustedes afirman que yo expulso los demonios por el poder de Beelzebú; pero si es así, ¿quién da a los seguidores de ustedes el poder para expulsarlos? Por eso, ellos mismos los condenarán a ustedes. Porque si yo expulso los demonios por la mano de Dios, eso significa que el reino de Dios ya ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte está bien armado y cuida su casa, lo que en ella guarda está seguro. Pero si otro más fuerte que él viene y lo vence, le quita las armas en que confía, y sus pertenencias, y dispone de ellas. El que no está a mi favor, está en contra mía, y el que conmigo no recoge, desparrama.
Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, anda por lugares secos buscando descanso; pero al no encontrarlo, piensa: “Volveré a mi casa, de donde salí.” Cuando regresa, encuentra a ese hombre como una casa barrida y arreglada. Entonces va y reúne a otros siete espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir en aquel hombre, que al final queda peor que al principio.»
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12 octubre 2024
Lc 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, una mujer entre la gente gritó: -¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió! Él contestó: -¡Dichosos más bien quienes escuchan lo que Dios dice, y lo obedecen!
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13 octubre 2024 - 28º Domingo del tiempo ordinario -
Mc 10, 17-30
En aquel tiempo, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de Jesús y le preguntó: -Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús le contestó: -¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie ni engañes; honra a tu padre y a tu madre.
El hombre le dijo: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven.
Jesús lo miró con cariño, y le contestó: -Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.
El hombre se afligió al oír esto; y se fue triste, porque era muy rico.
Jesús miró entonces alrededor, y dijo a sus discípulos: -¡Qué difícil va a ser para los ricos entrar en el reino de Dios!
Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús les volvió a decir: -Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios.
Al oírlo, se asombraron más aún, y se preguntaban unos a otros: -¿Y quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les contesto: -Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible.
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14 octubre 2024
Lc 11, 29-32
En aquel tiempo, la multitud seguía juntándose alrededor de Jesús, y él comenzó a decirles: «La gente de este tiempo es malvada; pide una señal milagrosa, pero no va a dársele más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para la gente de Nínive, También el hijo del hombre será una señal para la gente de este tiempo. En el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es mayor que Salomón. También los de Nínive se levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenará; porque los de Nínive se volvieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es mayor que Jonás.»
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15 octubre 2024
Lc 11, 37-41
En aquel tiempo, cuando Jesús dejó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa, y Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó al ver que no había cumplido con la ceremonia de lavarse antes de comer. Pero el Señor le dijo: -Ustedes los fariseos limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro ustedes están llenos de lo que han conseguido por medio del robo y la maldad. ¡Necios! ¿No saben que el que hizo lo de fuera, hizo también lo de dentro? Den ustedes sus limosnas de lo que está dentro, y así todo quedará limpio.
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16 octubre 2024
Lc 11, 42-46
En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ustedes, fariseos!, que separan para Dios la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero no hacen caso de la justicia y el amor a Dios. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro.
¡Ay de ustedes, fariseos!, que quieren tener los asientos de honor en las sinagogas, y que desean que la gente los salude con todo respeto en las calles.
¡Ay de ustedes, que son como sepulcros ocultos a la vista, los cuales la gente pisa sin saberlo!»
Le contestó entonces uno de los maestros de la ley: -Maestro, al decir esto nos ofendes también a nosotros. Pero Jesús dijo: -¡Ay de ustedes también, maestros de la ley!, que cargan sobre los demás cargas que nadie puede soportar, y ustedes ni siquiera con un dedo quieren tocarlas.
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17 octubre 2024
Lc 11, 47-54
En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de ustedes!, que construyen los sepulcros de los profetas a quienes los antepasados de ustedes mataron. Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus antepasados hicieron, pues ellos los mataron y ustedes construyen sus sepulcros.
Por eso, Dios en su sabiduría dijo: “Les mandaré profetas y apóstoles, y matarán a algunos de ellos y perseguirán a otros.” Pues a la gente de hoy Dios le va a pedir cuentas de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde que se hizo el mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Por lo tanto, les digo que Dios pedirá cuantas de la muerte de ellos a la gente de hoy.
¡Ay de ustedes, maestros de la ley!, que se han apoderado de la llave del conocimiento; pero ni ustedes mismos entran ni dejan entrar a los que quieren hacerlo.»
Cuando Jesús salió de allí, los maestros de la ley y los fariseos se enojaron mucho, y comenzaron a molestarlo con muchas preguntas, tendiéndole trampas para atraparlo en sus propias palabras.
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18 octubre 2024 - San Lucas Evangelista -
Lc 10, 1-9
En aquel tiempo, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir. Les dijo: -Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla. Vayan ustedes; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven dinero ni provisiones ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie en el camino. Cuando entren en una casa, saluden primero, diciendo: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, su deseo de paz se cumplirá; pero si no, ustedes nada perderán. Quédense en la misma casa, y coman y beban de lo que ellos tengan, pues el trabajador tiene derecho a su paga. No anden de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde los reciban, coman lo que les sirvan; sanen a los enfermos que haya allí, y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes.”
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19 octubre 2024
Lc 12, 8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: “Les digo que si alguien se declara a mi favor delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor de él delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
Dios perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre; pero no perdonará a aquel que con sus palabras ofenda al Espíritu Santo.
Cuando los lleven a ustedes a las sinagogas, o ante los jueces y las autoridades, no se preocupen por cómo van a defenderse o qué van a decir, porque cuando les llegue el momento de hablar, el Espíritu Santo les enseñará lo que deben decir.”
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20 octubre 2024 - 29º Domingo del tiempo ordinario -
Mc 10, 35-45
En aquel tiempo, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: -Maestro, queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte.
Él les pregunto: -¿Qué quieren que haga por ustedes?
Le dijeron: -Concédenos que en tu reino glorioso nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús les contestó: -Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber ese trago amargo que voy a beber yo, y recibir el bautismo que yo voy a recibir?
Ellos contestaron: -Podemos.
Jesús le dijo: -Ustedes beberán este trago amargo, y recibirán el bautismo que yo voy a recibir; pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo, sino que les será dado a aquellos para quienes está preparado.
Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan. Pero Jesús los llamó, y les dijo: -Como ustedes saben, entre los paganos hay jefes que se creen con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, deberá ser el esclavo de los demás. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.
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21 octubre 2024
Lc 12, 13-21
En aquel tiempo, uno de entre la gente le dijo a Jesús: -Maestro, dile a mi hermano que me dé mi parte de la herencia.
Y Jesús le contestó: -Amigo, ¿quién me ha puesto sobre ustedes como juez o partidor? También dijo: -Cuídense ustedes de toda avaricia; porque la vida no depende del poseer muchas cosas.
Entonces les contó esta parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? No tengo dónde guardar mi cosecha.’ Y se dijo: ‘Ya sé lo que voy a hacer. Derribaré mis graneros y levantaré otros más grandes, para guardar en ellos toda mi cosecha y todo lo que tengo. Luego me diré: Amigo, tienes muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿Para quién será?’ Así le pasa al hombre que amontona riquezas para sí mismo, pero es pobre delante de Dios.”
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22 octubre 2024
Lc 12, 35-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Sean como criados que están esperando a que su amo regrese de un banquete de bodas, preparados y con las lámparas encendidas, listos a abrirle la puerta tan pronto como llegue y toque.
Dichosos los criados a quienes su amo, al llegar, encuentre despiertos. Les aseguro que el amo mismo los hará sentarse a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a la medianoche o de madrugada.”
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23 octubre 2024
Lc 12, 39-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Y sepan ustedes esto: que si el dueño de una casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.”
Pedro le preguntó: -Señor, ¿dijiste esta parábola solamente para nosotros, o para todos?
Dijo el Señor: “¿Quién es el mayordomo fiel y atento, a quien su amo deja encargado de los de su casa, para darles de comer a su debido tiempo? Dichoso el criado a quien su amo, cuando llega, lo encuentra cumpliendo con su deber. De veras les digo que el amo lo pondrá como encargado de todos sus bienes. Pero si ese criado, pensando que su amo va a tardar en llegar, comienza a maltratar a los otros criados y a las criadas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, el día que menos lo espere y a una hora que no sabe, llegará su amo y lo castigará, condenándolo a correr la misma suerte que los infieles.
El criado que sabe lo que quiere su amo, pero no está preparado ni lo obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el criado que sin saberlo hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quién mucho se le confía, se le exigirá mucho más.”
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24 octubre 2024
Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Yo he venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! Tengo que pasar por una terrible prueba, y ¡cómo sufro hasta que se lleve a cabo! ¿Creen ustedes que he venido a traer paz a la tierra? Les digo que no, sino división. Porque de hoy en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.”
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25 octubre 2024
Lc 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús también dijo a la gente: “Cuando ustedes ven que las nubes se levantan por occidente, dicen que va a llover, y así sucede. Y cuando el viento sopla del sur, dicen que va a hacer calor, y lo hace. ¡Hipócritas! Si saben interpretar tan bien el aspecto del cielo y de la tierra, ¿cómo es que no saben interpretar el tiempo en que viven?
¿Por qué no juzgas por ti mismo lo que es justo? Si alguien te demanda y vas con él a presentarte a la autoridad, procura llegar a un acuerdo mientras aún estés a tiempo, para que no te lleve ante el juez; porque si no, el juez te entregará a los guardias, y los guardias te meterán en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.”
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26 octubre 2024
Lc 13, 1-9
En una ocasión, fueron unos a ver a Jesús, y le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos hombres de Galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio.
Jesús les dijo: «¿Piensan ustedes que esto les pasó a esos hombres de Galilea por ser ellos más pecadores que los otros de su país? Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán. ¿O creen que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima eran más culpables que los otros que vivían en Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán.»
Jesús les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno. Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: “Mira, por tres años seguidos he venido a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala, pues; ¿para qué ha de ocupar terreno inútilmente?” Pero el que cuidaba el terreno le contestó: “Señor, déjala todavía este año; voy a aflojarle la tierra y a echarle abono. Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás.”»
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27 octubre 2024 - 30º Domingo del tiempo ordinario -
Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Jericó. Y cuando Jesús ya salía de la ciudad, seguido de sus discípulos y de mucha gente, un mendigo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego comenzó a gritar: -¡Jesús, Hijo de David, te compasión de mí!
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más todavía: -¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Entonces Jesús se detuvo, y dijo: -Llámenlo. Llamaron al ciego, diciéndole: -Ánimo, levántate; te está llamando.
El ciego arrojó su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó: -¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: -Maestro, quiero recobrar la vista. Jesús le dijo: -Puedes irte; por tu fe has sido sanado.
En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.
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28 octubre 2024 - Santos Simón y Judas, apóstoles-
Lc 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se fue a un cerro a orar, y pasó toda la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a quienes llamó apóstoles. Estos fueron: Simón, a quien puso también el nombre de Pedro; Andrés, hermano de Simón; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo; Simón al que llamaban el celote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue quien traicionó a Jesús.
Jesús bajó del cerro con ellos y se detuvo en un llano. Se habían juntado allí muchos de sus seguidores y mucha gente de toda la región de Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Habían llegado para oír a Jesús y para que los curara de sus enfermedades. Los que sufrían a causa de espíritu inmundos también quedaban sanos. Así que toda la gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el poder que de él salía.
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29 octubre 2024
Lc 13, 18-21
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¿A qué se parece el reino de Dios y con qué puedo compararlo? Es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo, y que crece hasta llegar a ser como un árbol, tan grande que las aves se posan en sus ramas.”
También dijo Jesús: “¿Con qué puedo comparar el reino de Dios? Es como la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina para hacer fermentar toda la masa.”
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30 octubre 2024
Lc 13, 22-30
En aquel tiempo, en su camino a Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas por donde pasaba. Uno le preguntó: -Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él contestó: -Procuren entrar por la puerta angosta; porque les digo que muchos querrán entrar, y no podrán. Después que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, ustedes, los que están afuera, llamarán y dirán: ‘Señor, ábrenos.’ Pero él les contestará: ‘No sé de dónde son ustedes.’ Entonces comenzarán ustedes a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras calles.’ Pero él les contestará: ‘No sé de dónde son ustedes. ¡Apártense de mí, malhechores!’ Entonces vendrán el llanto y la depresión, al ver que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el reino de Dios, y que ustedes son echados fuera. Porque va a venir gente del norte y del sur, del este y del oeste, para sentarse a comer en el reino de Dios. Entonces algunos de los que ahora son los últimos serán los primeros, y algunos que ahora son los primeros serán los últimos.
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31 octubre 2024
Lc 13, 31-35
En aquel tiempo, llegaron algunos fariseos, y le dijeron a Jesús: –Vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Él les contestó: –Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana expulso a los demonios y sano a los enfermos, y pasado mañana termino.” Pero tengo que seguir mi camino hoy, mañana y el día siguiente, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus pollitos bajo las alas, pero ustedes no quisieron!
Pues miren, el hogar de ustedes va a quedar abandonado; y les digo que no volverán a verme hasta que llegue el tiempo en que ustedes digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
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