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Oraciones vocacionales
 
 
 

En Busca de Dios

“¡Te necesito, Señor!,
porque sin Ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración,
en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el silencio
se sitúa de frente a mí, ante Ti.
¡Quiero buscarte!

Quiero encontrarte dando vida
a la naturaleza que Tú has creado;
en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro,
y en la profundidad de un bosque
que protege con sus hojas los latidos escondidos
de todos sus inquilinos.
¡Necesito sentirte alrededor!

Quiero encontrarte en tus sacramentos,
En el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra,
en el misterio de tu cotidiana entrega radical.
¡Necesito sentirte dentro!

Quiero encontrarte en el rostro
de los hombres y mujeres,
en la convivencia con mis hermanos;
en la necesidad del pobre
y en el amor de mis amigos;
en la sonrisa de un niño
y en el ruido de la muchedumbre.
¡Tengo que verte!

Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser,
en las capacidades que me has dado,
en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,
en mi trabajo y mi descanso
y, un día, en la debilidad de mi vida,
cuando me acerque a las puertas del encuentro
cara a cara contigo”.

Teilhard de Chardin
 
 

Él nos eligió

Dios nos eligió
para mostrarnos unos a otros
el rostro del amor de Dios.
Somos el vocabulario de Dios;
palabras vivas
para dar voz a la bondad de Dios
con nuestra propia bondad,
para dar voz a la compasión, la ternura,
la solicitud y la fidelidad de Dios
con las nuestras propias.

Leo Rock, s.j.
 
 

He sido creado..

He sido creado para algo concreto
que no se puede asir
y es invisible a los ojos del cuerpo...
y al mismo tiempo está tan presente en mí.
Lo sé, lo creo, lo vivo.
Cuando me alejo de esto,
lo pierdo todo;
cuando echo mis raíces en esto,
todo lo encuentro.
 
 

No tienes manos

Jesús, no tienes manos.
Tienes sólo nuestras manos
para construir un mundo donde reine la justicia.

Jesús, no tienes pies.
Tienes sólo nuestros pies
para poner en marcha la libertad y el amor.

Jesús, no tienes labios.
Tienes sólo nuestros labios
para anunciar al mundo
la Buena Noticia de los pobres.

Jesús, no tienes medios.
Tienes sólo nuestra acción
para lograr que todos seamos hermanos.

Jesús, nosotros somos tu Evangelio,
el único Evangelio que la gente puede leer,
si nuestras vidas son obras y palabras eficaces.

Jesús, danos tu amor y tu fuerza
para proseguir tu causa
y darte a conocer a todos cuantos podamos.

 
 

En Búsqueda de Dios

Mi corazón joven busca sentido para mi vida;
mi corazón joven te busca a Ti, Dios mío,
y tiene sed y tiene hambre y tiene ganas de ti,
como la cierva que busca el agua;
o el niño hambriento, el pan.

¡Cómo lo siento, Señor!: mi corazón tiene sed de ti;
mi corazón busca en ti a Alguien que llene su existencia.
Te busca con pasión y con fuerza,
Oh Dios vivo, Dios de la vida,
y me pregunto a cada paso.
¿Cuándo veré tu rostro, tu faz, Oh Dios?

En mi camino muchas veces
no te he buscado y me he perdido.
Mi pecado, mi desorden, mi egoísmo
y mi orgullo cegaron las búsqueda.
Mis limitaciones se convirtieron en lágrimas
que mojaron mi pan,
y al comerlo me preguntaba de nuevo:
¿Dónde está tu Dios?

 
 

Buscando Luz

¡Ser un instante luz, sólo un instante!
Sopla y enciéndeme, Señor, cual árbol
resplandeciente entre la noche oscura,
Mira mis verdes que se extienden largos,
mira mis ramas de quejidos: crecen
en la noche, tu fresca luz buscando.

Baja, Señor, y sopla entre mis frondas.
Tóquete yo con mi pequeña mano,
con mi pequeña sombra triste. Soy
un niño sin descanso.

Mi corazón golpea contra el tuyo.
Un débil junco puede ilusionado
golpear un gran sol, un mar de tierras.
¡Heme aquí golpeando!

¿Y no responderás a un niño? Mira
cómo hasta Ti levanto mis dos brazos
queriendo reposar sobre la hierba
de luz de tu regazo.

Baja, Señor, y posa tu caricia
en mis cabellos, de la tierra, amargos,
y deja un surco luminoso en ellos,
un reguero de cielo dulce y largo.

Carlos Bousoño
 
 

Llamada

¡No me mandes callar!
No puedo obedecerte.
Tu perdón me ha quemado como un fuego
y lo tengo que hablar
siempre y a todos,
aunque me lo prohibas,
o aunque no me lo crean.
Si, por eso, me echan de esta tierra,
saldré hablando de Tí.

Diré que eres de todos,
siempre el mismo,
que tu amor no depende de nosotros,
que nos amas igual, aunque no amemos;
nuestro título ante Tí es la pobreza
de no amar.

Que eres voz que llama siempre
a cada puerta,
con nombre exacto, inconfundible;
que no pides nada,
das y esperas
el tiempo que haga falta;
que no fuerzas los ritmos de los hombres,
que no cansas,
no te cansas,
y que tu amor es nuevo cada día;
que te dolemos todos,
cuando no te buscamos.

Diré muchas más cosas:
que basta con mirarte en cualquier sitio,
porque todos son tuyos,
para ser otra cosa;
simplemente
para ser persona.
Señor, que chispa a chispa,
¡no me canse
de prender este fuego!

Ignacio Iglesias, s.j.
 
 

Te seguimos, Señor Jesús

Te seguimos, Señor Jesús,
Pero para que te sigamos, llámanos,
Porque sin ti nadie avanza.
Que sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Recíbenos como un camino acogedor recibe.
Aliéntanos como la verdad alienta.
Vivifícanos, puesto que Tú eres la Vida.

San Agustín
 
 

Salmo del Seguimiento

Iré detrás de ti,
si tú vienes a mi
buscando horizontes
más amplios para volar.
Iré a enseñar a todos
que tú eres libertad,
que sólo en ti se encuentra
el manantial,
la felicidad,
la verdadera paz.
Iré siempre en tu nombre
despojado de mis cosas,
buscando en la noche,
sediento de tu amor.
Iré a decirles a todos
que tú eres alegría,
la eterna oferta
de un amor total.
Iré a buscar camino
detrás de cada lucha,
donde los hombres sufren
su llanto y soledad.
Iré si tú me llamas
a ser siempre tu amigo
sin importarme nada,
pues tú eres mi caminar.
Iré diciendo a todos,
iré contando siempre,
iré entre los hombres
gritando la verdad.

 
 

A abrir camino me llamas

No hay caminos en mi vida, Señor;
apenas senderos
que hoy abro y mañana desaparecen.
Yo estoy en la edad de los caminos:
caminos cruzados, caminos paralelos.
Yo vivo en encrucijada
y mi brújula, Señor,
no marca el norte.
Yo corro cansado hacia la meta
y el polvo del camino
se me agarra a cada paso,
como la oscuridad a la noche.
Yo voy a galope caminando,
y a tientas busco un rastro,
y sigo unas pisadas. Y me digo:
¿Dónde me lleva el camino?
¿Eres quien ha extendido
a lo largo de mi vida un camino?
¿Cuál es el mío?
Si Tú me lo has dado
me pertenece.
¿Dónde me lleva? Si Tú lo has trazado
quiero saber la meta.
Señor, yo busco tu camino (sólo uno),
y me fío de tu Palabra.
Dame fuerza, tesón a cada paso
para caminar contigo.
Yo busco ahora un camino, Señor.
Tú, que eres Camino,
da luz verde a mi vida
pues a abrir camino Tú me llamas.

 
 

Manos Unidas

Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.

Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz.

Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.

Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero,
fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.

Tensas en la pasión por la Justicia,
tiernas en el Amor.

Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas.

 
 
 
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