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Evangelio de Diciembre
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DICIEMBRE 2024

1 diciembre 2024 - 1º Domingo de Adviento -
Lc 21, 25-28.34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habrá señales en el sol, en la luna y en la estrellas; y en la tierra  las naciones estarán confusas y se asustarán por el terrible ruido del mar y de las olas. La gente se desmayará de miedo al pensar en lo que va a sucederle al mundo; pues hasta las fuerzas celestiales serán sacudidas. Entonces se verá al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria. Cuando comiencen a suceder estas cosas, anímense y levanten la cabeza, porque muy pronto serán libertados.  Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insensibles por los vicios, las borracheras y la preocupaciones de la vida, para que aquel día no caiga de pronto sobre ustedes como una trampa. Porque vendrá sobre todos los habitantes de la tierra. Estén ustedes preparados, orando en todo tiempo, para que puedan escapar de todas estas cosas que van a suceder y para que puedan presentarse delante del Hijo del hombre”.

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2 diciembre 2024
Mt 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, un capitán romano se le acercó para hacerle un ruego. Le dijo: -Señor, mi criado está en casa enfermo, paralizado y sufriendo terribles dolores.
Jesús le respondió: -Iré a sanarlo.
El capitán contestó: -Señor, yo no merezco que entres en mi casa; solamente da la orden, y mi criado quedará sano. Porque yo mismo estoy bajó órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que vaya, va; cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado que haga algo, lo hace.
Jesús se quedó mirando al oír esto, y dijo a lo que lo seguían: -Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre. Y les digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a comer con Abrahám, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

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3 diciembre 2024
Lc 10, 21-24
En aquel tiempo, Jesús, lleno del alegría por el Espíritu Santo, dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has mostrado a los sencillos las cosas que escondistes de los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido. Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera darlo a conocer.”
Volviéndose a los discípulos, les dijo a ellos solos: -Dichosos quienes ven lo que ustedes están viendo; porque les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver esto que ustedes ven, y no lo vieron; quisieron oír esto que ustedes oyen, y no lo oyeron.

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4 diciembre 2024
Mt 15, 29-37
En aquel tiempo, Jesús  llegó a la orilla del Lago de Galilea; luego subió a un cerro y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos que pusieron a los pies de Jesús, y él los sanó. De modo que la gente estaba admirada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos podían ver. Y comenzaron  a alabar al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: -Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero mandarlos sin comer a sus casas, porque pueden desmayarse por el camino.
Sus discípulos le dijeron: -Pero ¿cómo podremos encontrar comida para tanta gente, en un lugar como éste, donde no vive nadie?
Jesús le preguntó: -¿Cuántos panes tiene ustedes? -Siete, y unos pocos pescaditos- contestaron ellos.
Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los pescados y, habiendo dado gracias a Dios, los partió y los dio a sus discípulos, y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y aun llenaron siete canastas con los pedazos sobrantes.

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5 diciembre 2024
Mt 7, 21. 24-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todos los que me dicen: “Señor, Señor”, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Por tanto, el que me oye y hace lo que yo digo, es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no  cayó, porque tenía su base sobre la roca. Pero el que me oye y no hace lo que yo digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y la casa se vino abajo. ¡Fue un gran desastre!

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6 diciembre 2024
Mt 9, 27-31
En aquel tiempo, al salir Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron gritando: -¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!
Cuando Jesús entró en la casa, los ciegos se le acercaron,  y él les preguntó: -¿Creen ustedes que puedo hacer esto? -Sí, Señor -le contestaron.
Entonces Jesús les tocó los ojos y les dijo: -Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen.
Y recobraron la vista. Jesús les advirtió mucho: -Procuren que no lo sepa nadie.
Pero, apenas salieron, contaron por toda aquella región lo que Jesús había hecho.

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7 diciembre 2024
Mt 9, 35—10, 1. 5ª. 6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas de cada lugar. Anunciaba la buena noticia del reino, y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Al ver a la gente, sintió compasión de ellos,  porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Dijo entonces a sus discípulos: - Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla.
Jesús llamó a sus doce discípulos, y les dio autoridad para expulsar a los espíritus impuros y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. Jesús envió a estos doce con las siguientes instrucciones: “Vayan más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Vayan y anuncien que el reino de los cielos se ha acercado. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los leprosos y expulsen a los demonios. Ustedes recibieron gratis este poder; no cobren tampoco por emplearlo.”

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8 diciembre 2024 -Domingo - Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María -
Lc 1, 26-38
Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, donde vivía una joven llamada María; era virgen, pero estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David.
El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo: -¡Salve, llena de gracia! El Señor está contigo.
María se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba que significaría aquel saludo. El ángel le dijo: -María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará Rey, como a su antepasado David, para que reine por siempre sobre el pueblo de Jacob. Su reinado no tendrá fin.
María preguntó al ángel: -¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
El ángel le contestó: -El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel va a tener un hijo, a pesar de que es anciana; la que decían que no podía tener hijos, está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible.
Entonces María dijo: -Yo soy la esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho.
Con esto, el ángel se fue.

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9 diciembre 2024
Lc 5, 17-26
Un día en que Jesús estaba enseñando, se habían sentado por allí algunos fariseos y maestros de la ley venidos de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor se mostraba en Jesús sanando a los enfermos. Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a uno que estaba paralítico. Querían llevarlo adentro de la casa y ponerlo delante de Jesús, pero no encontraban por dónde meterlo, porque había mucha gente; así que subieron al techo y, abriendo un hueco ente las tejas, bajaron al enfermo en la camilla, allí en medio de todos, delante de Jesús. Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo: -Amigo, tus pecados quedan perdonados.
Entonces los maestros de la ley y los fariseos comenzaron a pensar: “¿Quién es este que se atreve a decir palabras ofensivas contra Dios? Solo Dios puede perdonar pecados.”
Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó: -¿Por qué piensan ustedes así? ¿Qué es más fácil, decir: 'Tus pecados quedan perdonados', o decir: 'Levántate y anda'? Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.
Entonces le dijo al paralítico: -A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Al momento, el paralítico se levantó delante de todos, tomó la camilla en que estaba acostado y se fue a su casa alabando a Dios. Todos se quedaron admirados y alabaron a Dios, y llenos de miedo dijeron: -Hoy hemos visto cosas maravillosas.

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10 diciembre 2024
Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿acaso no dejará las otras noventa y nueve en el monte, para ir a buscar la oveja extraviada? Y si logra encontrarla,  de seguro se alegrará más por esa oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Así también, el Padre de ustedes que está en los cielos no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.

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11 diciembre 2024
Mt 11, 28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros.”

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12 diciembre 2024 - Nuestra Señora de Guadalupe -
Lc 1, 39-48
En aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces con voz muy fuerte, dijo: -¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!
María dijo: “Mi alma alaba la grandeza del Señor; mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.”

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13 diciembre 2024
Mt 11, 16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “¿A qué compararé la gente de este tiempo? Se parece a los niños que se sientan a jugar en las plazas y gritan a sus compañeros: ‘Tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron.’ Porque vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que tiene un demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen que es un glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se demuestra por sus resultados.”

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14 diciembre 2024
Mt 17, 10-13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: -¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías ha de venir primero?
Y Jesús contestó: -Es cierto que Elías viene primero, y que él lo arreglará todo. Pero yo les digo que Elías ya vino, y que ellos no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a sufrir a manos de ellos.
Entonces los discípulos se dieron cuenta de que Jesús les estaba hablando de Juan el Bautista.

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15 diciembre 2024 - 3º Domingo de Adviento -
Lc 3, 2b-3.10-18
Por aquel tiempo Dios habló en el desierto a Juan, el hijo de Zacarías, y Juan pasó por todos los lugares junto al río Jordán, diciendo a la gente que ellos debían volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados.
Entonces la gente le preguntó: -¿Qué debemos hacer?
Jesús les contestó: -El que tenga dos trajes, dele uno al que no tiene ninguno; y el que tenga comida, compártala con el que no la tiene.
Se acercaron también para ser bautizados algunos de los que cobraban impuestos para Roma, y le preguntaron a Juan: -Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?
Juan les dijo: -No cobren más de lo que deben cobrar.
También algunos soldados le preguntaron: -Y nosotros, ¿qué debemos hacer?
Les contestó: No le quiten nada a nadie, ni con amenazas ni acusándolo de algo que no haya hecho; y confórmense con su sueldo.
La gente estaba en gran expectativa, y se preguntaba si tal vez Juan sería el Mesías; pero Juan les dijo a todos: “Yo, en verdad, los bautizo con agua; pero viene uno que los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Trae su aventador en la mano, para limpiar el trigo y separarlo de la paja. Guardará el trigo en su granero, pero quemará la paja en el fuego que nunca se apagará.”

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16 diciembre 2024
Mt 21, 23-27
En aquel tiempo, Jesús entró en el templo. Mientras estaba allí, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, y le preguntaron: -¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?
Jesús les contestó: -Yo también les voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juan a bautizar, Dios o los hombres? Si ustedes me responden, yo les diré con qué autoridad hago esto.
Comenzaron a discutir unos con otros «Si respondemos que Dios lo envió, nos dirá “Entonces, ¿por qué no le creyeron?” Y no podemos decir que fueron los hombres, porque tenemos miedo a la gente, ya que todos creen que Juan era un profeta.»
Así que respondieron a Jesús: -No lo sabemos. Entonces él les contestó: -Pues yo tampoco les digo con qué autoridad hago esto.

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17 diciembre 2024
Mt 1, 1-17
Genealogía de Jesucristo, descendiente de David y de Abraham: Abraham fue padre de  Isaac, este lo fue de Jacob y este de Juda y  sus hermanos.
Judá fue padre de  Fares y de Zérah y su madre fue Tamar. Fares fue padre de Hesrón y éste de Aram. Aram fue padre de Aminadab, éste lo fue de Nahasón y éste de Salmón. Salmón fue padre de Booz, cuya madre fue Rahab. Booz fue padre de Obed cuya madre fue Rut. Obed fue padre de Jesé, y Jesé fue padre del rey David.
El rey David fue padre de Salomón, cuya madre fue la que había sido esposa de Urías. Salomón fue padre de Roboam, éste lo fue de Abías y éste de Asá. Asá fue padre de Josafat, éste lo fue de Joram y éste de Ozías. Ozías fue padre de Jotam, éste lo fue de Acaz y éste de Ezequías. Ezequías fue padre de Manasés, éste lo fue de Amón y este de Josías. Josías fue padre de Jeconías y de sus hermanos, en el tiempo en que los israelitas fueron llevados cautivos a Babilonia.
Después de la cautividad, Jeconías fue padre de Salatiel y éste de Zorobabel. Zorobabel  fue padre de Abihud, éste  lo de Eliaquim y éste de Azor. Azor fue padre de Sadoc, éste lo fue de Aquim y éste de Eliud. Eliud fue padre de Eleazar, éste lo fue de Matán y éste de Jacob. Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue madre de Jesús, al que llamamos Mesías.
De modo que hubo catorce generaciones desde Abráham hasta David, catorce desde David hasta la cautividad de los Israelitas en Babilonia, y otras catorce desde la cautividad hasta el Mesías.

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18 diciembre 2024
Mt 1, 18-24
El nacimiento de Jesús fue de esta manera: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará  así porque salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel” (que significa: “Dios con nosotros”). Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa.

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19 diciembre 2024
Lc 1, 5-25
En el tiempo en que Herodes era rey del país de los judíos, vivía un sacerdote llamado Zacarías, perteneciente al turno de Abías. Su esposa, llamada Isabel, descendía de Aarón. Los dos eran justos delante de Dios y obedecían los mandatos y leyes del Señor de manera intachable. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril; además, los dos eran ya muy ancianos.
Un día en que al grupo sacerdotal de Zacarías le tocó el turno de oficiar delante de Dios, según era costumbre entre los sacerdotes, le tocó en suerte a Zacarías entrar en el santuario del templo del Señor para quemar incienso.
Mientras se quemaba el incienso, todo el pueblo estaba orando fuera. En esto se le apareció a Zacarías un ángel del Señor, de pie al lado derecho del altar del incienso.
Al ver al ángel, Zacarías se quedó sorprendido y lleno de miedo. Pero el ángel le dijo: -Zacarías, no tengas miedo, porque Dios ha oído tu oración, y tu esposa Isabel te va a dar un hijo, al que pondrás por nombre Juan. Tú te llenarás de gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque tu hijo va a ser grande delante del Señor. No tomará vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo desde antes de nacer. Hará que muchos de la nación de Israel se vuelvan al Señor su Dios. Este Juan irá delante del Señor, con el espíritu y el poder del profeta Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y para que los rebeldes aprendan a obedecer.
De este modo preparará al pueblo para recibir al Señor.
Zacarías preguntó al ángel: -¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy muy anciano y mi esposa también.
El ángel le contestó: -Yo soy Gabriel, y estoy al servicio de Dios; él me mandó a hablar contigo y darte estas buenas noticias.
Pero ahora, como no has creído lo que te he dicho, vas a quedarte mudo; no podrás hablar hasta que, a su debido tiempo, suceda todo esto.
Mientras tanto, la gente estaba afuera esperando a Zacarías y preguntándose por qué tardaba tanto en salir del santuario. Cuando al fin salió, no les podía hablar; entonces se dieron cuenta de que había tenido una visión en el santuario, pues les hablaba por señas; y siguió así, sin poder hablar.
Cumplido su servicio, Zacarías se fue a su casa. Después de esto, su esposa Isabel quedó encinta, y durante cinco meses no salió de su casa, pensando: “El Señor me ha hecho esto ahora, para que la gente ya no me desprecie.”

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20 diciembre 2024
Lc 1, 26-38
Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, donde vivía una joven llamada María; era virgen, pero estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David.
El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo: -¡Salve, llena de gracia! El Señor está contigo.
María se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba que significaría aquel saludo. El ángel le dijo: -María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará Rey, como a su antepasado David, para que reine por siempre sobre el pueblo de Jacob. Su reinado no tendrá fin.
María preguntó al ángel: -¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
El ángel le contestó: -El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo se posará sobre ti. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel va a tener un hijo, a pesar de que es anciana; la que decían que no podía tener hijos, está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible.
Entonces María dijo: -Yo soy la esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho.
Con esto, el ángel se fue.

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21 diciembre 2024
Lc 1, 39-45
En aquellos días, María se fue de prisa a un pueblo de la región montañosa de Judea, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces con voz muy fuerte, dijo: -¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!

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22 diciembre 2024 - 4º Domingo de Adviento-
Lc 1, 39-45
Judea, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura se le estremeció en el vientre, y ella quedó llena del Espíritu Santo. Entonces con voz muy fuerte, dijo: -¡Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y ha bendecido a tu hijo! ¿Quién soy yo, para que venga a visitarme la madre de mi Señor? Pues tan pronto como oí tu saludo, mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!

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23 diciembre 2024
Lc 1, 57-66
Al cumplirse el tiempo en que Isabel debía dar a luz, tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes fueron a felicitarla cuando supieron que el Señor había sido bueno con ella. A los ocho días, llevaron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre dijo:  -No. Tiene que llamarse Juan.
Le contestaron: -No hay nadie en tu familia con ese nombre.
Entonces preguntaron por señas al padre del niño, para saber qué nombre quería ponerle. El padre pidió una tabla para escribir, y escribió: “Su nombre es Juan”. Y todos se quedaron admirados. En aquel mismo momento Zacarías volvió a hablar, y comenzó a alabar a Dios. Todos los vecinos estaban asombrados, y en toda la región montañosa de Judea se contaba lo sucedido. Todos los que lo oían se preguntaban a sí mismos: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque ciertamente el Señor mostraba su poder en favor de él.

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24 diciembre 2024
Lc 1, 67-79
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo y hablando proféticamente, dijo: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a rescatar a su pueblo! Nos ha enviado un poderoso salvador, un descendiente de David, su siervo.
Esto es lo que había prometido en el pasado por medio de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de todos los que nos odian, que tendría compasión de nuestros antepasados y que no se olvidaría de su santa alianza.
Y este es el juramento que había hecho a nuestro padre Abraham: que nos permitiría vivir sin temor alguno, libres de nuestros enemigos, para servirle con santidad y justicia, y estar en su presencia toda nuestra vida.
En cuanto a ti, hijito mío, serás llamado profeta del Dios altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer saber a su pueblo que Dios les perdona sus pecados y les da la salvación.
Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.”

- NOCHE BUENA -
Vigilia de Navidad: Mt 1, 1-25

Ésta es una lista de los antepasados de Jesucristo, que fue descendiente de David y de Abraham: Abraham fue padre de Isaac, este lo fue de Jacob y este de Juda y sus hermanos.
Judá fue padre de Fares y de Zérah y su madre fue Tamar. Fares fue padre de Hesrón y éste de Aram. Aram fue padre de Aminadab, éste lo fue de Nahasón y éste de Salmón. Salmón fue padre de Booz, cuya madre fue Rahab. Booz fue padre de Obed cuya madre fue Rut. Obed fue padre de Jesé, y Jesé fue padre del rey David.
El rey David fue padre de Salomón, cuya madre fue la que había sido esposa de Urías. Salomón fue padre de Roboam, éste lo fue de Abías y éste de Asá. Asá fue padre de Josafat, éste lo fue de Joram y éste de Ozías. Ozías fue padre de Jotam, éste lo fue de Acaz y éste de Ezequías. Ezequías fue padre de Manasés, éste lo fue de Amón y este de Josías. Josías fue padre de Jeconías y de sus hermanos, en el tiempo en que los israelitas fueron llevados cautivos a Babilonia.
Después de la cautividad, Jeconías fue padre de Salatiel y éste de Zorobabel. Zorobabel fue padre de Abihud, éste lo de Eliaquim y éste de Azor. Azor fue padre de Sadoc, éste lo fue de Aquim y éste de Eliud. Eliud fue padre de Eleazar, éste lo fue de Matán y éste de Jacob.
Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue madre de Jesús, al que llamamos Mesías.
De modo que hubo catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la cautividad de los israelitas en Babilonia, y otras catorce desde la cautividad hasta el Mesías.
El origen de Jesucristo fue éste: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados.»
Todo sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel” (que significa: “Dios con nosotros”).
Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa.
Y sin haber tenido relaciones conyugales, ella dio a luz a su hijo, al que José puso por nombre Jesús.

 

 

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25 diciembre 2024 - NAVIDAD -
Jn 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la Humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía. Juan no era la luz, sino un enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad. Juan dio testimonio de él, diciendo: “Este es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo.”
De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.

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26 diciembre 2024 - San Esteban, primer mártir -
Mt 10, 17-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades, los golpearán en las sinagoga y hasta los presentarán ante gobernadores y reyes por causa mía; así podrán dar testimonio de mí delante de ellos y de los paganos. Pero cuando los entreguen a las autoridades, no se preocupen por lo que han de decir o cómo han de decirlo, porque cuando les llegue el momento de hablar, Dios les dará las palabras. Pues no serán ustedes quienes hablen, sino el Espíritu de su Padre hablará por ustedes.  Los hermanos entregarán a la muerte a sus hermanos, y los padres a sus hijos; y los hijos se volverán contra sus padres y los matarán. Todo el mundo los odiará a ustedes por causa mía; pero el que se mantenga firme hasta el fin, se salvará”.

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27 diciembre 2024 - San Juan Evangelista -
Jn 20, 1-8
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Entonces se fue corriendo a donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús  quería mucho, y les dijo:
-¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron corriendo y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Pedro,  entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; y además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó.

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28 diciembre 2024 - Los santos inocentes, mártires -
Mt 2, 13-18
Cuando ya los sabios de oriente se fueron, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.”
José se levantó, tomó al niño y a su madre, y salió con ellos de noche camino de Egipto, donde estuvieron hasta que murió Herodes. Esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi Hijo.”
Al darse cuenta Herodes de que aquellos sabios lo habían engañados, se llenó de ira y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo que vivían en Belén y sus alrededores, de acuerdo con el tiempo que le habían dicho los sabios. Así se cumplió lo escrito por el profeta Jeremías: “Se oyó una voz en Ramá, llantos y grandes lamentos. Era Raquel, que lloraba por sus hijos y no quería ser consolada porque ya estaban muertos.

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29 diciembre 2024 - la Sagrada Familia de Jesús, María y José -
Lc 2, 41-52
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando cumplió doce años, fueron allá todos ellos, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días,  cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre pariente y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí.
Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos lo que  lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron; y su madre le dijo: -Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.
Jesús les contestó: - ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no entendieron lo que les decía.
Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón. Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y en estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.

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30 diciembre 2024
Lc 2, 22. 36-40
Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentárselo al Señor.
Había allí una profetisa llamada Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era ya muy anciana. Se casó siendo muy joven, y había vivido con su marido siete años; hacía ya ochenta y cuatro años que se había quedado viuda. Nunca salía del templo, sino que servía día y noche al Señor, con ayunos y oraciones. Ana se presentó en aquel mismo momento, y comenzó a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
Después de haber cumplido con todo lo que manda la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su propio pueblo de Nazaret. Y el niño crecía y se hacía más fuerte, estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios.

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31 diciembre 2024
Jn 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la Humanidad. Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.
Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía. Juan no era la luz, sino un enviado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.
Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.
Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad. Juan dio testimonio de él, diciendo: “Este es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo.”
De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro; porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.

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Todos los textos de los evangelios son tomados de "La Biblia. Palabra de Dios", Editorial Paulinas.
 
 
 
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